Recuperando sensaciones
El moreno de mascarilla, de nariz para arriba, quiz¨¢ sea socialmente mod¨¦lico, pero no queda bien
Ya no consigo hablar con mis vecinos de enfrente en el balc¨®n porque no nos o¨ªmos bien. Hay un ruido de fondo que antes no estaba, y vuelve a estar, aunque antes no sab¨ªamos que estaba, pero es que tampoco nos habl¨¢bamos. Qu¨¦ digo hablar, ni nos conoc¨ªamos. Tambi¨¦n nuestros hijos, que incre¨ªblemente no se hab¨ªan visto, ahora forman una pandilla estable. Se pasan la tarde jugando en la calle, como deb¨ªa de ser antes un barrio de Madrid. Los ni?os juegan al ¡°infectado¡±: uno que se la queda tiene un virus, los dem¨¢s salen corriendo, ¨¦l los persigue y al que consigue tocar, lo infecta, y ya son do...
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Ya no consigo hablar con mis vecinos de enfrente en el balc¨®n porque no nos o¨ªmos bien. Hay un ruido de fondo que antes no estaba, y vuelve a estar, aunque antes no sab¨ªamos que estaba, pero es que tampoco nos habl¨¢bamos. Qu¨¦ digo hablar, ni nos conoc¨ªamos. Tambi¨¦n nuestros hijos, que incre¨ªblemente no se hab¨ªan visto, ahora forman una pandilla estable. Se pasan la tarde jugando en la calle, como deb¨ªa de ser antes un barrio de Madrid. Los ni?os juegan al ¡°infectado¡±: uno que se la queda tiene un virus, los dem¨¢s salen corriendo, ¨¦l los persigue y al que consigue tocar, lo infecta, y ya son dos contagiados. As¨ª hasta que solo queda uno. Todo esto es con mascarilla, van con ella jadeando de aqu¨ª para all¨¢.
Como a las ocho de la tarde todo el mundo anda por ah¨ª, ya casi nadie sale a aplaudir. No es que el personal sanitario no siga trabajando a destajo, pero ya se les da por aplaudidos. En alg¨²n momento hab¨ªa que parar lo del aplauso, nadie sab¨ªa c¨®mo, y ha ido decayendo. Tambi¨¦n porque cuando comenzaron las caceroladas se identific¨® con un presunto apoyo al Gobierno y ya ten¨ªas que elegir con qui¨¦n estabas. Se convirti¨® en opci¨®n pol¨ªtica, nada que ver con los hospitales, y, por tanto, una pesadez. Que los ciudadanos estuvieran en una disposici¨®n positiva y agradecida, aunque fuera dos minutos, no favorec¨ªa algunos intereses, era necesario que permanecieran cabreados en todo momento. Cost¨®, pero se ha conseguido. Lo de la bandera con un lazo negro fue muy buena idea: yo soy m¨¢s espa?ol que t¨², yo estoy triste y t¨² no. As¨ª ya nos volvimos a situar todos, eso de estar unidos y de acuerdo en algo descolocaba mucho, era turbador.
Sin f¨²tbol, llegu¨¦ a pensar que el pa¨ªs, por una vez, podr¨ªa dividirse, qu¨¦ s¨¦ yo, entre partidarios y detractores de P¨¦rez Gald¨®s, aprovechando la cuarentena para leer los Episodios nacionales y conocernos mejor. Habr¨¢ que esperar a que hagan una serie. Yo de hecho no me los he le¨ªdo, as¨ª tambi¨¦n me animar¨ªa. Ahora el panorama es m¨¢s tranquilizador: vuelve el f¨²tbol, que siempre da cr¨¦dito a la realidad. En los noventa mucha gente no tom¨® conciencia de las guerras yugoslavas hasta que no hicieron declaraciones sobre ellas los jugadores serbios y croatas. Solo cuando algo le pasa tambi¨¦n a un futbolista adquiere la condici¨®n de serio, real y cre¨ªble. De hecho el Liverpool-Atl¨¦tico de Madrid se jug¨® el 11 de marzo y, por tanto, la pandemia a¨²n no era de verdad. Cuando al d¨ªa siguiente se par¨® la Liga, ya s¨ª. Ahora los jugadores est¨¢n recuperando sensaciones, as¨ª lo dice la tele con im¨¢genes de los entrenamientos. Los deportistas vuelven a experimentar el placer f¨ªsico de tocar el bal¨®n, de oler la pelota de tenis nueva. Los dem¨¢s volvemos a coger el metro con cuidado. El otro d¨ªa mont¨¦ en taxi por primera vez en dos meses y casi me mareo. Apenas conversamos, con la mascarilla cuesta m¨¢s hablar, pero no solo no lo ech¨¦ en falta, sino que lo agradec¨ª. La mascarilla tiene algo inconfesable de esconderse detr¨¢s de ella que llega a ser c¨®modo, aunque el calor hace que sea cada vez m¨¢s inc¨®moda, y si bien no se habla de esto en los comit¨¦s de crisis, ya hay un problema: el moreno de mascarilla, de nariz para arriba, quiz¨¢ sea socialmente mod¨¦lico, pero no queda bien.
Ahora me voy a ver Lo que el viento se llev¨®, que basta que no dejen verlo para que te entren ganas. Los idiotas no descansan, no son como los dem¨¢s. En realidad es positivo, hay que estarles agradecidos por su capacidad de estimulaci¨®n, por recordar en los momentos de desaliento que es mejor espabilar, porque esta gente no para.