Mudos y ¨¢grafos
En el Parlamento hace tiempo que no hay debates de ¨ªndole pol¨ªtica, transformados en simples rifirrafes
Karl Rove, el consultor pol¨ªtico que dirigi¨® las campa?as de George W. Bush y del que se dijo que era el ¨²nico cerebro en la Casa Blanca, escribi¨® un libro titulado Por qu¨¦ importa la elecci¨®n de 1896, los comicios que dieron la inesperada victoria en Estados Unidos al republicano William McKinney, gracias a una movilizaci¨®n publicitaria sin precedentes. McKinney, que dispuso de much¨ªsimo dinero, produjo 250 millones de panfletos y logr¨® que muchos votantes recibieran uno a la semana. La campa?a entusiasm¨® a Rove, uno de los expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s influyentes del siglo XX...
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Karl Rove, el consultor pol¨ªtico que dirigi¨® las campa?as de George W. Bush y del que se dijo que era el ¨²nico cerebro en la Casa Blanca, escribi¨® un libro titulado Por qu¨¦ importa la elecci¨®n de 1896, los comicios que dieron la inesperada victoria en Estados Unidos al republicano William McKinney, gracias a una movilizaci¨®n publicitaria sin precedentes. McKinney, que dispuso de much¨ªsimo dinero, produjo 250 millones de panfletos y logr¨® que muchos votantes recibieran uno a la semana. La campa?a entusiasm¨® a Rove, uno de los expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s influyentes del siglo XX y el primero en lograr expandir la idea de que no existe una realidad verificable, sino que la realidad es la que los expertos como ¨¦l dicen que es.
La influencia de Rove posiblemente sea tambi¨¦n un elemento importante para saber qu¨¦ ha pasado con los partidos pol¨ªticos en buena parte de Occidente. Y desde luego, en Espa?a, donde, pese a tener un papel tan relevante (figuran nada menos que en el art¨ªculo 6 de la Constituci¨®n), han pasado a ser casi estructuras vac¨ªas y silenciosas. Algo dif¨ªcil de comprender porque nunca como ahora ha habido m¨¢s pluralismo organizado en partidos, es decir, m¨¢s instrumentos de participaci¨®n en el debate pol¨ªtico.
Se podr¨ªa pensar que ese debate ha saltado de los partidos a los grupos parlamentarios, pero la evidencia del funcionamiento del Congreso espa?ol demuestra que eso no ha sido as¨ª. En el Parlamento hace tiempo que no se registran debates ni discursos de ¨ªndole pol¨ªtica, transformados en simples rifirrafes e intercambios de acusaciones que no tienen nada que ver con la expresi¨®n del pluralismo pol¨ªtico, es decir, con la explicaci¨®n y defensa del c¨®mo lo haremos de los grupos en el Gobierno y del c¨®mo lo har¨ªamos de la oposici¨®n.
La explicaci¨®n, dicen algunos expertos, es el hiperliderazgo de los actuales dirigentes de los partidos. Pero ese argumento no parece muy s¨®lido. Fuerte liderazgo tuvo indiscutiblemente, por ejemplo, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el Partido Popular y sin embargo la mayor¨ªa de los ciudadanos eran capaces de identificar otras voces dentro del PP especializadas en determinados temas y con perfil propio. El fuerte liderazgo de Felipe Gonz¨¢lez dej¨® mucho espacio al PSOE como partido. Seguramente la falta de voces pol¨ªticas en el PP actual o en el PSOE no puede atribuirse al hiperliderazgo de Pablo Casado o de Pedro S¨¢nchez, sino que tiene otras ra¨ªces, m¨¢s pr¨®ximas a las teor¨ªas de Rove. Incluso en un partido tan nuevo como Unidas Podemos, el fuerte liderazgo de Pablo Iglesias no puede ser la ¨²nica raz¨®n de que en UP no exista el menor atisbo de intercambio de ideas.
?Qu¨¦ puede haber sucedido? Los partidos siempre han funcionado, se diga lo que se diga, con un cierto grado de propaganda, necesaria para su implantaci¨®n social. Pero la publicidad ocupaba un espacio acotado, que no invad¨ªa el ¨¢rea de saberes, que tambi¨¦n se fomentaba. Los partidos ten¨ªan, por regla general, voces reconocidas p¨²blicamente en el mundo de la econom¨ªa, las relaciones exteriores, la educaci¨®n o la cultura, al margen del Gobierno. Es eso, probablemente, lo que ha sido sacrificado para dejar pr¨¢cticamente todo el espacio a la propaganda, y el ¨²nico saber que se fomenta es el relacionado con la comunicaci¨®n y la capacidad de imponer realidades ficticias.
Si eso es as¨ª, no importa tener voces que ayuden a hacer un diagn¨®stico de la situaci¨®n ni propuestas de soluci¨®n. No importa tanto el debate pol¨ªtico, lo que se dice, c¨®mo estar presente, bajo el foco de la comunicaci¨®n. Y ese espacio, l¨®gicamente, solo admite al l¨ªder del partido. Sobra todo lo dem¨¢s, los saberes de las otras voces. No es extra?o que haya tantos pol¨ªticos mudos. Y ¨¢grafos, porque desgraciadamente no sustituyen la voz por la escritura, como un ciego dicen que compensa la visi¨®n con un buen o¨ªdo. Tampoco. La ausencia de pol¨ªticos que hablen o escriban realmente impresiona.