Hay pol¨ªticas de migraci¨®n m¨¢s humanas
El discurso sobre fronteras de la UE y EE?UU se centra en aspectos econ¨®micos y de defensa, en vez de garantizar derechos y dignidad
En un mundo cada vez m¨¢s desigual y m¨¢s interdependiente, encontrar una respuesta pol¨ªtica a la movilidad humana de m¨¢s de 250 millones de personas es un reto capital. Como explica la investigadora Alexandra Castro en La gobernanza internacional de las migraciones, se trata de encontrar un modelo de gobernanza global que, adem¨¢s de asegurar la gesti¨®n eficaz por parte de los Estados implicados, redunde en beneficio de todas las sociedades y actores concernidos ¡ªno s¨®lo, ni prioritariamente, de sus Gobiernos¡ª y garantice los derechos de los inmigrantes y la vigencia del Estado de Derecho...
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En un mundo cada vez m¨¢s desigual y m¨¢s interdependiente, encontrar una respuesta pol¨ªtica a la movilidad humana de m¨¢s de 250 millones de personas es un reto capital. Como explica la investigadora Alexandra Castro en La gobernanza internacional de las migraciones, se trata de encontrar un modelo de gobernanza global que, adem¨¢s de asegurar la gesti¨®n eficaz por parte de los Estados implicados, redunde en beneficio de todas las sociedades y actores concernidos ¡ªno s¨®lo, ni prioritariamente, de sus Gobiernos¡ª y garantice los derechos de los inmigrantes y la vigencia del Estado de Derecho. Esto ¨²ltimo no es una opci¨®n, ni una carga que se trata de minimizar, sino una condici¨®n sine qua non del modelo de gobernanza.
El problema es que, a mi juicio, la mayor parte de los Estados receptores de movimientos migratorios sur-norte (que no representan porcentualmente la mayor¨ªa de esos desplazamientos, pues estos de producen sobre todo entre pa¨ªses del Sur, frente a la idea dominante en Europa o en EE UU) no siguen ese modelo. Por ejemplo, el de la mayor¨ªa de los Gobiernos europeos es el de dominio unilateral e instrumental de esos movimientos, con tres claves: el beneficio de sus mercados y agentes (la inmigraci¨®n vista s¨®lo como cuesti¨®n laboral y de equilibrio de mercado), el cortoplacismo electoral (usar la inmigraci¨®n para asegurarse el voto) y los intereses geoestrat¨¦gicos (expansi¨®n del propio mercado y ¨¢rea de influencia). Todo desde la premisa indiscutible de la soberan¨ªa nacional: nos corresponde a nosotros decidir qui¨¦n puede cruzar nuestras fronteras y quedarse aqu¨ª.
Dicho de otra manera, no han tratado ni tratan de construir una gobernanza mundial ¡ªo al menos multilateral¡ª de las migraciones, sino que las utilizan para asegurar su propia gobernanza. No han hecho ni hacen pol¨ªtica migratoria, sino sobre todo pol¨ªtica con la inmigraci¨®n, electoralismo. El discurso pol¨ªtico de la mayor parte de los Gobiernos europeos se centra en un mensaje de orden p¨²blico (combatir la inmigraci¨®n irregular y las mafias que trafican y explotan a los inmigrantes), cuando no de defensa (hacer frente a la amenaza de invasi¨®n). A esos efectos, con la colaboraci¨®n de los medios, se presenta a los inmigrantes seg¨²n el estereotipo de esquiroles en competencia desleal en el mercado laboral, gorrones que se aprovechan de los beneficios del Estado de bienestar (en educaci¨®n y sanidad, sobre todo) y ej¨¦rcito de reserva de la delincuencia. Se les tacha de ilegales, es decir, de delincuentes, cuando el hecho de emigrar sin regularidad administrativa no es un delito. Y se a?ade la xenofobia cultural: los inmigrantes, por su ¡°radical incompatibilidad¡± con nuestra cultura (aqu¨ª se apunta a una amalgama de musulmanes, ¨¢rabes y africanos) son una amenaza para nuestra identidad, aunque sepamos que las identidades son un constructo din¨¢mico, cada vez m¨¢s mestizo.
Pistas para otro modelo
Existen no pocos elementos de un modelo alternativo de gobernanza migratoria, como los que ofrece la Resoluci¨®n 73/195 de la Asamblea General de la ONU, del 19 de diciembre de 2018, a partir del documento acordado en la cumbre de Marrakech una semana antes. Es lo que conocemos como Pacto Mundial para una migraci¨®n segura, ordenada y regular (GCM), que debe ser objeto de una primera evaluaci¨®n en 2022, pero sobre el que ya ha presentado un primer informe el Secretario General Guterres. El GCM cuenta, eso s¨ª, con una serie contrapartida: el rechazo de los Gobiernos de EEUU, Brasil, Chile y Suiza y, en la UE, de Austria, B¨¦lgica, Rep¨²blica Checa, Hungr¨ªa e Italia. Espa?a, por cierto, se comprometi¨® oficialmente a desempe?ar un papel de promoci¨®n y garant¨ªa de ese GCM.
Como explica la experta en Derecho Internacional P¨²blico Teresa Fajardo, este instrumento (sin valor jur¨ªdico vinculante pero con importantes consecuencias en la pr¨¢ctica jur¨ªdica internacional) no tiene nada de revolucionario. Es realista: arranca del principio de soberan¨ªa de los Estados. Tambi¨¦n, en aparente paradoja, reconoce que la gobernanza de las migraciones no est¨¢ al alcance de ning¨²n Estado de por s¨ª. Menos a¨²n si persiste y y se incrementa (entre las sociedades del sur y no digamos, entre las del sur y el norte) el factor determinante, el efecto salida, resultado de la radical desigualdad en los ¨ªndices de desarrollo humano y las abismales diferencias de expectativas de vida y trabajo para muchos, incluido tambi¨¦n el leg¨ªtimo deseo de una vida y un trabajo mejor para profesionales especializados.
Tal modelo de gobernanza s¨®lo puede ser el resultado de una acci¨®n concertada, multilateral, que acepte el enfoque de responsabilidad compartida y de solidaridad. El GCM es, sostiene Fajardo, un embri¨®n de lex migrationis global, que recoge un consenso de buenas pr¨¢cticas y consagra un cierto marco normativo m¨ªnimo, condensado en 10 principios. Dej¨¦moslo claro, como lo hace el propio GCM: ¡°El Pacto Mundial se basa en el derecho internacional de los derechos humanos y defiende los principios de no regresio?n y no discriminacio?n. La aplicacio?n del Pacto Mundial asegurara? el respeto, la proteccio?n y el cumplimiento efectivo de los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estatus migratorio, durante todas las etapas del ciclo de la migracio?n. Tambie?n reafirmamos el compromiso de eliminar todas las formas de discriminacio?n contra los migrantes y sus familias, como el racismo, la xenofobia y la intolerancia¡±. Por eso, por ejemplo, el ¨¦nfasis en la prioridad del inter¨¦s del menor inmigrante o la recomendaci¨®n de que los internamientos sean ¨²ltima ratio de esta pol¨ªtica, al rev¨¦s de lo que practican los Gobiernos europeos.
El GCM ofrece 23 objetivos, con un abanico de iniciativas, que asientan el v¨ªnculo entre pol¨ªticas migratorias, desarrollo humano y democracia, algo que, por cierto, ignora el Pacto europeo de migraci¨®n y Asilo propuesto por la Comisi¨®n Europea este mismo a?o 2020, enrocado en el control de fronteras, sin establecer v¨ªas legales, seguras y asequibles para los inmigrantes, cuya inexistencia es el verdadero motor de la migraci¨®n irregular y la raz¨®n del negocio de las mafias. Se trata de combinar, como explica Fajardo, pol¨ªticas p¨²blicas migratorias de alcance mundial (multilateral) con las nacionales y con acciones transversales, mediante la acci¨®n concertada de las diferentes Administraciones, pero sobre todo de los agentes de las sociedades civiles y de los propios inmigrantes.
La pol¨ªtica migratoria no puede centrase casi exclusivamente, como sucede hoy, en la contenci¨®n de los movimientos migratorios y en su explotaci¨®n para nuestro beneficio. Ha de abrirse a una gesti¨®n acorde con el Derecho internacional y que, como ha propuesto Sami Na?r desde hace a?os, consiga que los desplazamientos migratorios dejen de ser un destino fatal, para convertirse en una opci¨®n que beneficie a todos. A mi juicio, el GCM apunta buenas pistas para ese otro modelo.
Javier de Lucas es senador por el PSOE y catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universitat de Valencia.