La pareja que ten¨ªa un as en la manga para frenar el coronavirus
El 25 de enero de 2020, U?ur ?ahin y ?zlem T¨¹reci, cient¨ªficos alemanes de origen turco, acordaron buscar una posible soluci¨®n para la pandemia. Ten¨ªan una baza: la mol¨¦cula ARN. Meses m¨¢s tarde sacaron la vacuna que distribuye Pfizer
U?ur y ?zlem ten¨ªan un as bajo la manga, por el que hab¨ªan apostado su prestigio profesional [desde su laboratorio, BioNTech]. Con ¨¦l esperaban revolucionar el modo de tratar los c¨¢nceres. Cre¨ªan que, si se aprovechaba correctamente, podr¨ªa incluso parar brotes de enfermedades infecciosas y, adem¨¢s, en un tiempo r¨¦cord. Su gran baza era una microsc¨®pica e...
U?ur y ?zlem ten¨ªan un as bajo la manga, por el que hab¨ªan apostado su prestigio profesional [desde su laboratorio, BioNTech]. Con ¨¦l esperaban revolucionar el modo de tratar los c¨¢nceres. Cre¨ªan que, si se aprovechaba correctamente, podr¨ªa incluso parar brotes de enfermedades infecciosas y, adem¨¢s, en un tiempo r¨¦cord. Su gran baza era una microsc¨®pica e impopular mol¨¦cula conocida como ARN. El primer encuentro de la pareja con esta forma de ARN, que significa ¡°¨¢cido ribonucleico¡±, fue casi tan fortuito como el suyo propio. U?ur y ?zlem nacieron en la d¨¦cada de 1960 y sus padres fueron algunos de los turcos que marcharon a Alemania Occidental despu¨¦s de que el Gobierno firmara un acuerdo de inmigraci¨®n con Ankara para impulsar su dilapidada fuerza laboral de la posguerra. Crecieron a 240 kil¨®metros de distancia y siguieron unos caminos similares que acabar¨ªan convergiendo como en un cuento de hadas.
Mientras su padre trabajaba en la f¨¢brica de autom¨®viles de Ford en Colonia, U?ur, el mayor de dos hermanos, devoraba documentales de divulgaci¨®n cient¨ªfica en televisi¨®n. Tambi¨¦n le¨ªa revistas en ingl¨¦s como Scientific American y le impresionaban la complejidad del sistema inmune. Deseaba saber m¨¢s, pero no era una tarea f¨¢cil. ¡°No ten¨ªamos Google, as¨ª que cada vez que mi madre y yo ¨ªbamos a la ciudad, me pasaba por la librer¨ªa¡±. U?ur, adem¨¢s, ten¨ªa una buena relaci¨®n con un amable bibliotecario que le encargaba libros nuevos de ciencia y matem¨¢ticas. ¡°Tambi¨¦n quise siempre ser m¨¦dico¡±, dice. Recuerda que una t¨ªa suya de Turqu¨ªa padec¨ªa c¨¢ncer de mama y que la enfermedad lo desconcertaba. ¡°Ya incluso de peque?o me costaba entender que las personas con c¨¢ncer pareciesen sanas a pesar de padecer una enfermedad terminal¡±. Los adultos parec¨ªan resignarse a esta realidad, pero a U?ur le provocaba un sentido de urgencia. Sin duda, algo se podr¨ªa hacer.
A tres horas en coche al norte de Colonia, el padre de ?zlem, un cirujano entusiasmado por la tecnolog¨ªa y la ciencia, desempe?¨® un papel m¨¢s directo en la educaci¨®n m¨¦dica temprana de su progenie. Hab¨ªa ido a Alemania dos a?os antes del nacimiento de ?zlem para evitar que su Gobierno lo enviara a ejercer de m¨¦dico en la regi¨®n turca de mayor¨ªa kurda, donde las tensiones sectarias iban en aumento. Como no se hab¨ªa formado en el pa¨ªs, su destino depend¨ªa del capricho de las ?rztekammern [Colegios de M¨¦dicos] de Alemania. La familia de ?zlem fue a parar a Lastrup, una localidad de la Baja Sajonia rodeada de granjas, donde su padre era el ¨²nico m¨¦dico del hospital local. Esta instituci¨®n, que antes hab¨ªa sido un convento cat¨®lico, estaba atendida por monjas. ¡°Mi padre era el ¨²nico hombre, el ¨²nico m¨¦dico, turco y musulm¨¢n¡±, recuerda ?zlem. (¡)
Ya desde adolescente U?ur sab¨ªa que quer¨ªa combinar la investigaci¨®n y la experiencia. En la Universidad de Colonia sigui¨® ese camino acad¨¦mico, y combin¨® una licenciatura en Medicina con un doctorado en Inmunoterapia. Dos a?os m¨¢s tarde, cuando ?zlem se gradu¨® en el instituto, tom¨® un camino casi id¨¦ntico en la Universidad del Sarre, donde estudi¨® para doctorarse en Medicina mientras hac¨ªa pr¨¢cticas de biolog¨ªa molecular en el laboratorio. Por casualidad, U?ur tambi¨¦n fue pronto a parar al Sarre, donde trabaj¨® como interino en el Hospital Universitario de Homburgo.
En 1991 se conocieron en una ¡°escena de pel¨ªcula¡±, como la describe ?zlem, aunque no en el m¨¢s rom¨¢ntico de los escenarios. Ella estaba en rotaci¨®n en una unidad de pacientes con c¨¢ncer hematol¨®gico, donde U?ur era m¨¦dico residente y su supervisor. La mayor¨ªa de sus pacientes estaban en la ¨²ltima fase del proceso, y a menudo la pareja tuvo que decirles a quienes estaban bajo su cuidado que se hab¨ªan agotado las opciones terap¨¦uticas disponibles. Ve¨ªan a diario a personas sucumbir por esta enfermedad implacable. Fue en medio de este horror cuando se fijaron el uno en el otro. (¡)
Durante casi treinta a?os, U?ur y ?zlem se hab¨ªan dedicado al desarrollo de f¨¢rmacos para combatir el c¨¢ncer, una amenaza m¨¢s mortal y compleja que el nuevo coronavirus. Hab¨ªan estudiado la respuesta inmunitaria, perfeccionada por la evoluci¨®n durante millones de a?os para combatir los pat¨®genos, incluidos los virus. Hab¨ªan dise?ado plataformas de ARN para redirigir estas respuestas contra los tumores. Y, ahora, estas herramientas estaban listas para hacer frente a otra amenaza. (¡)
Los virus, por s¨ª solos, son incre¨ªblemente inofensivos. Necesitan entrar en una c¨¦lula para reproducirse, y han desarrollado unas extraordinarias capacidades de enga?o molecular para hacerlo con rapidez, esquivando as¨ª al sistema inmune. Las vacunas tradicionales han intentado frustrar esto introduciendo en el cuerpo una versi¨®n similar o menos severa del pat¨®geno, que el cuerpo identifica como un invasor y recordar¨¢ repeler cuando se encuentre con el virus de verdad, antes de que ¨¦ste tenga la oportunidad de prenderse a unas c¨¦lulas desprevenidas. Pero desarrollar dichos productos es un proceso delicado y requiere de tiempo. En cambio, lo ¨²nico que una vacuna basada en el ARN tendr¨ªa que contener es una sola cadena de c¨®digo gen¨¦tico, sintetizado en un laboratorio con materiales disponibles, para provocar que el cuerpo produzca una peque?a parte del virus. El sistema inmunitario desplegar¨ªa despu¨¦s todo su arsenal contra este enemigo y, con un poco de suerte, estar¨ªa preparado para futuras escaramuzas. (¡) U?ur consult¨® el c¨®digo gen¨¦tico del pat¨®geno, secuenciado por un profesor chino con muy buenos reflejos s¨®lo un par de semanas antes. Como nunca se fiaba de una sola fuente, cotej¨® la secuencia con las versiones actualizadas. ?stas mostraban que la similitud entre el pat¨®geno de Wuhan y el virus del SARS era de alrededor del 80%, lo que indica que la prote¨ªna espicular seguir¨ªa siendo la mejor diana para una vacuna. Sin embargo, sab¨ªa que el desarrollo de vacunas depend¨ªa de la precisi¨®n. (¡) Podr¨ªa poner en peligro a quienes la recibieran.
Consciente de este riesgo, U?ur estudi¨® la secuencia gen¨¦tica y un modelo digital del virus generado r¨¢pidamente, buscando puntos precisos de la cadena donde pudiera ¡°empalmar¡± la prote¨ªna, mientras conservaba las suficientes letras alrededor (los amino¨¢cidos) para estabilizarla, de modo que conservase una forma perfecta. La composici¨®n qu¨ªmica exacta del ADN tambi¨¦n era importante. Descubri¨® que la secuencia estaba llena de apareamientos A U, una constelaci¨®n que har¨ªa dif¨ªcil el dise?o de una vacuna. Dondequiera que mirara, hab¨ªa m¨²ltiples inc¨®gnitas, le dijo U?ur a ?zlem cuando ella volvi¨® de correr. (¡) Ambos sab¨ªan que la carrera contra el virus ya hab¨ªa empezado. No quer¨ªan quedarse con la duda: ¡°?Y si¡?¡±. El 24 de enero de 2020 hab¨ªa menos de mil casos confirmados a escala internacional. El 25, U?ur y ?zlem se hab¨ªan comprometido en privado a crear una vacuna. Para la noche del domingo 26, U?ur hab¨ªa dise?ado ocho vacunas candidatas distintas y esbozado los planes t¨¦cnicos para fabricarlas.
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