Implicaturas constitucionales
Si una ni?a pide dinero a sus padres para jug¨¢rselo a la ruleta, en la propia solicitud viaja la presuposici¨®n de que podr¨ªa entrar en el casino
La palabra ¡°implicatura¡± no figura en el Diccionario, pero tiene acreditado uso en la ling¨¹¨ªstica y tambi¨¦n en los libros escritos por algunos acad¨¦micos. Se denomina de ese modo la comunicaci¨®n en la cual un mensaje transmitido da m¨¢s informaci¨®n de lo que indica el significado estricto de sus palabras textuales. As¨ª, por ejemplo, si nos anuncian que la persona a quien esper¨¢bamos ¡°aterriz¨® hace un rato¡±, concluimos autom¨¢ticamente que lleg¨® en avi¨®n.
Las implic...
La palabra ¡°implicatura¡± no figura en el Diccionario, pero tiene acreditado uso en la ling¨¹¨ªstica y tambi¨¦n en los libros escritos por algunos acad¨¦micos. Se denomina de ese modo la comunicaci¨®n en la cual un mensaje transmitido da m¨¢s informaci¨®n de lo que indica el significado estricto de sus palabras textuales. As¨ª, por ejemplo, si nos anuncian que la persona a quien esper¨¢bamos ¡°aterriz¨® hace un rato¡±, concluimos autom¨¢ticamente que lleg¨® en avi¨®n.
Las implicaturas y las presuposiciones actu¨¢n en el juego de decir lo que no se dice y que sin embargo se transmite. Como explica el acad¨¦mico Salvador Guti¨¦rrez Ord¨®?ez (De pragm¨¢tica y sem¨¢ntica, 2002), si alguien preguntase ¡°?ha dejado tu primo de robar?¡±, ser¨ªa responsable de la presuposici¨®n que contiene: tu primo rob¨®.
La lengua ofrece notables analog¨ªas para la vida; y as¨ª sucede con este tipo de mensajes impl¨ªcitos que se descifran sin esfuerzo. Si una ni?a pide dinero a sus padres para jug¨¢rselo a la ruleta, en la propia solicitud viaja la deducci¨®n de que podr¨¢ gast¨¢rselo en el casino pese a ser menor de edad. Si los padres acceden, participar¨¢n de la implicatura. En caso contrario, deber¨¢n negarle el dinero para ese fin (y tal vez decirle alguna cosa m¨¢s).
La portavoz del Gobierno catal¨¢n, Patr¨ªcia Plaja, declar¨® el 3 de enero que los independentistas siguen en la idea de convocar otro refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Y en ello se aprecian tres implicaturas. La primera, que el anterior no sirvi¨® de nada. La segunda, que el nuevo refer¨¦ndum se producir¨ªa en similares circunstancias. Y la tercera, y m¨¢s importante, que tanto entonces como ahora la separaci¨®n de una comunidad aut¨®noma es posible legalmente. Por tanto, secundar la petici¨®n supondr¨ªa tambi¨¦n participar de la implicatura.
La ni?a deber¨¢ cumplir el tr¨¢mite de alcanzar los 18 a?os para entrar en un casino. Y los independentistas habr¨¢n de afrontar los pasos y diligencias que conduzcan a reformar la Constituci¨®n a fin de que el pretendido refer¨¦ndum tenga efectos reales. Lo cual precisa de unos requisitos que establece la propia norma, apoyada por el pueblo catal¨¢n en 1978 con un 90,5% de s¨ªes (61,4% sobre el censo).
Tampoco ser¨ªa viable el refer¨¦ndum si ¨Cpor seguir con las ficciones anal¨®gicas y a efectos meramente dial¨¦cticos¨C la econom¨ªa catalana se viniera abajo por una cat¨¢strofe natural, pongamos por caso, y un partido espa?ol promoviese una consulta destinada a decidir la expulsi¨®n de esa comunidad para que su sobrevenida pobreza no lastrara el crecimiento del resto del pa¨ªs; argumento que se apoyar¨ªa adem¨¢s (confundir a todos los catalanes con una parte est¨¢ al alcance de cualquiera) en que la bandera espa?ola no ondea en cientos de sus consistorios, en que el president no participa en los actos del 6 de diciembre, o en el enfado por los silbidos al himno espa?ol en alguna final de Copa (en uso precisamente de la libertad que la Constituci¨®n ampara).
La mera convocatoria de un refer¨¦ndum as¨ª, y aunque se previera una respuesta contraria, implicar¨ªa tambi¨¦n que es posible esa violaci¨®n de la Ley Fundamental, por mucho que se invocara el derecho a decidir de los espa?oles, ¡°due?os de su futuro¡±.
Todo ello no impide que se pueda defender pol¨ªticamente de uno y otro lado la sinraz¨®n de tal frontera, aunque ello da?e los sentimientos de los millones de espa?oles que nos sentimos tan catalanistas como los propios catalanes, en la implicatura de que si Catalu?a es Espa?a, Espa?a debe ser tambi¨¦n Catalu?a.
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