Una sublime perversidad
Vuelve esa ret¨®rica del fuerte y el d¨¦bil muy de los a?os treinta, que en este mundo nuestro de hoy tiene un matiz particular, la fascinaci¨®n por el multimillonario, para quien las leyes son un estorbo y que crea su propio marco moral
Un amigo ten¨ªa un libro muy gracioso en el ba?o, con dibujos, titulado ?Qu¨¦ es lo que te est¨¢ diciendo tu pop¨®? (era en ingl¨¦s, poo, y lo he traducido as¨ª, pero en la vida real yo no digo estas cosas, se lo juro). Te explicaba qu¨¦ informaci¨®n te da este material sobre lo que te pasa por dentro. Pens¨¦ en ello cuando vi a la nueva secretaria de Seguridad Nacional de EE UU, Kristi Noem, con visera, chaleco antibalas y un Rolex Dayton...
Un amigo ten¨ªa un libro muy gracioso en el ba?o, con dibujos, titulado ?Qu¨¦ es lo que te est¨¢ diciendo tu pop¨®? (era en ingl¨¦s, poo, y lo he traducido as¨ª, pero en la vida real yo no digo estas cosas, se lo juro). Te explicaba qu¨¦ informaci¨®n te da este material sobre lo que te pasa por dentro. Pens¨¦ en ello cuando vi a la nueva secretaria de Seguridad Nacional de EE UU, Kristi Noem, con visera, chaleco antibalas y un Rolex Daytona en una redada a extranjeros, diciendo que as¨ª trata ella ¡°a estos sacos de basura¡±. La idea que tiene esta se?ora de la porquer¨ªa en realidad nos est¨¢ diciendo lo que es ella.
En la cosificaci¨®n y animalizaci¨®n de seres humanos, para despojarlos de alma, sentimientos, dignidad, estamos dando pasos de gigante, no cabe duda. Puedes pensar que se debe expulsar a los inmigrantes en situaci¨®n ilegal, pero deducir que son todos criminales, intr¨ªnsecamente, y ya tratarlos como basura es otra cosa, pasas a otro nivel. Otro nivel de simplificaci¨®n, brutalidad, vulgaridad, prepotencia, en resumen, de violencia, donde se abre una puerta. La ret¨®rica comienza a exaltar ¡°esp¨ªritus dotados de un g¨¦nero sublime de perversidad, esp¨ªritus que nos liberar¨¢n del amor por el pr¨®jimo¡±. Es una frase de Mussolini, en 1905, a¨²n jovencito, cuando todav¨ªa no sab¨ªa que era fascista. Ahora estamos en el extremo contrario, cuando se olvida lo que era serlo. Menos mal que ¨²ltimamente tenemos clases aceleradas.
Vuelve esa ret¨®rica del fuerte y el d¨¦bil muy de los a?os treinta, que en este mundo nuestro de hoy tiene un matiz muy particular, la fascinaci¨®n por el multimillonario, para quien las leyes son un estorbo y que crea sus reglas, su propio marco moral. Si hay algo que a todo el mundo le da miedo es ser pobre, tal como nos planteamos la vida es el mal absoluto. El pobre, el negro, el latino, el moro, convertidos en categor¨ªas abstractas, deben ser apartados de la vista. En Rusia hay una variante peor, Putin est¨¢ enviando a morir al frente de Ucrania a miles de desgraciados que son tan rusos como yo: congoleses, centroafricanos, nepal¨ªes, indios, cubanos¡ Un ej¨¦rcito invisible de pobres. Les enga?an con falsas ofertas de trabajo o de estudios (los norcoreanos van obligados, no hay que enga?arlos ni nada). Les cuentan en TikTok que ganar¨¢n 10 veces su salario. Les camelan influencers. Incluso a veces el destino inicial es otro pa¨ªs y ya en el avi¨®n les dicen que ha habido un cambio y al final van a Rusia. Al llegar les quitan el pasaporte, les dan un cursillo, un kal¨¢shnikov y a la trinchera. Radio France Internationale entrevist¨® a un camerun¨¦s que fue enga?ado con una agencia de su pa¨ªs, y contaba: ¡°Los rusos se quedan en el campamento y env¨ªan a los negros al frente¡±.
El otro d¨ªa entrevist¨¦ a un fil¨®sofo italiano del derecho, Luigi Ferrajoli, de 84 a?os, y hablaba de la fascistizaci¨®n del sentido com¨²n. Comienza, dec¨ªa, cuando desde las instituciones, en la actitud, en las palabras ¡ªTrump, que propone ¡°limpiar¡± Gaza¡ª, se normaliza el desprecio a las personas, a los derechos, se ostenta la falta de piedad y humanidad, para obtener consenso castigando a los d¨¦biles. Kristi Noem es esa que presum¨ªa de haber matado a tiros a su perro de 14 meses porque no serv¨ªa para cazar. Se supon¨ªa que ser¨ªa un golpe para ella en las elecciones, pero para nada. Trump, en cambio, se invent¨® el bulo de que los inmigrantes haitianos de Spring?field (Ohio) se com¨ªan los perros de los vecinos, y all¨ª gan¨®. Mientras, vivimos una apoteosis diaria de v¨ªdeos de perros y gatos, mon¨ªsimos, casi mejores que las personas. Llenamos el m¨®vil de corazoncitos.