¡°?Si es que no saben ni gram¨¢tica!¡±

El espect¨¢culo ofrecido la noche del domingo durante la tragicomedia de la votaci¨®n del impeachment de Dilma, por parte de los ilustres representantes del pueblo en el Congreso, tardar¨¢ en ser olvidado. Hubiese sido tema para una narraci¨®n de realismo m¨¢gico de Garc¨ªa M¨¢rquez.

Hubo de todo, desde jocosidad infantil a escenas surrealistas de mal gusto. Y sobre todo una gran pobreza cultural. ¡°?Si es que no saben ni gram¨¢tica!¡±, dec¨ªa una poeta desesperada al ver c¨®mo los diputados, micr¨®fono en mano, erraban declinaciones y concordancias. Parec¨ªan estudiantes suspendidos en clase. Y eso, en una intervenci¨®n de pocos segundos. Era sobre todo el llamado bajo clero ¡ªcuyas caras muchos ve¨ªamos por primera vez¡ª, esa masa de cientos de diputados an¨®nimos que se quejan de ¡°no contar¡±, ya que quienes hacen y deshacen son el pu?ado de cardenales, de quienes reciben s¨®lo las migajas y cuando las pordiosean. No es que a veces, a juzgar por el lenguaje desenfadado registrado en algunas de las conversaciones grabadas por el juez Moro en el caso Lava Jato, el nivel literario sea mucho m¨¢s noble en ciertos ilustres miembros del Gobierno.

?Cu¨¢ntos luchan por ser elegidos para triplicar su renta y disfrutar de ese r¨ªo de privilegios que ellos mismos se conceden

Quiz¨¢s esa pobreza cultural y de modos revelada por quienes tienen en sus manos los destinos del pa¨ªs, sea la causa de la baja estima que la sociedad demuestra en los sondeos por la clase pol¨ªtica en general.

En la farmacia de mi barrio, eran interesantes los comentarios sobre las motivaciones dadas por los diputados para justificar su voto a favor o en contra del impeachment de Rousseff. ¡°Es que son unos impresentables¡±, dec¨ªa una se?ora que estaba comprando unas pastillas para la jaqueca.

Sin embargo, la reflexi¨®n que pocos se hacen es que a esos ¡°impresentables¡± no los eligen con su voto los ¨¢ngeles o los alien¨ªgenas, sino la sociedad que tanto reclama de ellos. Lo ocurrido deber¨ªa obligar a los electores m¨¢s iluminados a exigir un cambio radical del sistema pol¨ªtico que, como ha escrito con agudeza el senador y catedr¨¢tico Cristovam Buarque, deber¨ªa ser ¡°el primer objeto de impeachment¡±.

De poco servir¨ªa cambiar presidentes o congresistas si antes no se colocan las bases para revisar todo el mecanismo de elecciones que impida que lleguen al poder personas que no s¨®lo conocen mal la gram¨¢tica, sino que son incapaces de analizar la realidad de la sociedad en la que viven y de dar un ejemplo, no ya de santidad, pero por lo menos de decencia. Como suele recomendar el austero expresidente de Uruguay Jos¨¦ Mujica: ¡°Quien desee enriquecerse, que, por favor, no entre en pol¨ªtica¡±.

?Cu¨¢ntos, al rev¨¦s, luchan por ser elegidos para triplicar su renta y disfrutar de ese r¨ªo de privilegios que ellos mismos se conceden, sin que la sociedad, que los alimenta con sus impuestos, pueda hacer nada para evitarlo? Que la pintoresca y triste noche del domingo sirva como alarma de los cambios urgentes que necesita la vieja pol¨ªtica. Que los brasile?os, en las pr¨®ximas elecciones, sean capaces de decir a esa masa de pol¨ªticos sin preparaci¨®n y corruptos: ¡°Ciao, queridos¡±.