El doble calvario de cruzar el mar siendo mujer
12.400 migrantes llegaron a Espa?a por el Mediterr¨¢neo entre enero y septiembre, un 50% m¨¢s que en todo 2016. Las mujeres son minor¨ªa, pero su viaje es el m¨¢s dif¨ªcil. Tres de ellas relatan su odisea
El color del mar revela cuando ?frica ya est¨¢ lejos. El agua se ti?e de azul oscuro y las olas golpean por arriba y por abajo. Aquellos que no conozcan la ruta solo pueden confiar en la clemencia de las corrientes del Estrecho de Gibraltar. ¡°No sabes si llegar¨¢s o no, y subes al barco consciente de ello¡±, confiesa Patricia, una mujer marfile?a de 39 a?os que el pasado agosto se mont¨® a una z¨®diac en el norte de Marruecos con sus gemelos de siete a?os y nada en los bolsillos m¨¢s que la esperanza de llegar viva a Espa?a.
¡°Jam¨¢s lo volver¨ªa a hacer, ?jam¨¢s!¡±, exclama entre sollozos en un parque de Jerez de la Frontera (C¨¢diz), donde vive en un piso de la ONG Accem. Cuenta que nunca antes hab¨ªa pensado emigrar a Europa y menos a¨²n subirse a una barcaza con otras 31 personas a merced del mar. Como ella, m¨¢s de 12.400 migrantes arribaron a Espa?a entre enero y septiembre tras desafiar al Mediterr¨¢neo, seg¨²n la ONU, la cifra m¨¢s alta desde 2008 y un 50% m¨¢s que a lo largo de todo 2016. Adem¨¢s de subsaharianos, los marroqu¨ªes han vuelto a aparecer entre las nacionalidades con m¨¢s presencia.
PUERTAS AL CAMPO
El Centro de Coordinaci¨®n de Salvamento mar¨ªtimo de Tarifa est¨¢ empotrado en lo alto de una colina. ¡°Probablemente este haya sido uno de los a?os con m¨¢s inmigraci¨®n¡±, calcula Jos¨¦ Crist¨®bal Maraver, subjefe de la instalaci¨®n que junto con Almer¨ªa y Motril m¨¢s migrantes recibi¨® en 2017: hasta el 31 de agosto coordin¨® el rescate de 5.800 personas, el doble que el a?o pasado. ¡°Hay que entender que la inmigraci¨®n no se para en el mar¡±, reflexiona, ¡°es como poner una puerta al campo: una pura quimera¡±.
Los disturbios en la regi¨®n marroqu¨ª del Rif y una posible relajaci¨®n de la vigilancia en el vecino del sur, junto con el frenazo en los desembarcos en Italia tras el acuerdo entre Roma y Tr¨ªpoli, son seg¨²n los expertos algunas de las razones que explican el repunte en las llegadas espa?olas. La presi¨®n migratoria, sin embargo, est¨¢ lejos de la de 2006, cuando 30.000 migrantes arribaron a las islas Canarias, y de la que vive Italia, con m¨¢s de 100.000 llegadas este a?o.
Tampoco es nueva la ruta mar¨ªtima entre Marruecos y Espa?a. Tradicionalmente utilizada por marroqu¨ªes, la inestabilidad en los pa¨ªses de ?frica central empuj¨® a miles de subsaharianos a aventurarse por el mismo camino. Aunque las mujeres sean minor¨ªa (en torno a un 9% en esta ruta), su viaje es m¨¢s dif¨ªcil. ¡°Est¨¢n expuestas a much¨ªsimas violaciones, desde el robo al secuestro o la trata¡±, enumera Elvira Garc¨ªa, trabajadora social de Accem en Jerez de la Frontera.
Patricia, Bahoumou y Esther relatan la odisea que vivieron en el camino que les trajo hasta aqu¨ª.?
PATRICIA: Un viaje de seis a?os por ocho pa¨ªses
Mientras se acaricia el pelo, recogido en una media coleta de finas trenzas, Patricia cuenta que huy¨® de Costa de Marfil en 2011 ¡°por la seguridad de su hija¡±, entonces un beb¨¦. El mismo a?o empez¨® la guerra civil y cruz¨® Ghana y Burkina Faso para llegar a Mal¨ª. Cuando pens¨® que all¨ª podr¨ªa reconstruir su vida, estall¨® otro conflicto que la oblig¨® a marcharse. A trav¨¦s de Senegal y Mauritania entr¨® a Marruecos.
Garc¨ªa explica que est¨¢n llegando a mujeres j¨®venes, solas y con ni?os peque?os. Si antes las nigerianas conformaban el grueso de la migraci¨®n femenina hacia Espa?a, este a?o han sido reemplazadas por camerunesas y marfile?as. ¡°Hay que crear v¨ªas seguras, porque una chica que venga sola con un ni?o de nueve meses, en ?frica o aqu¨ª, est¨¢ poniendo su vida en riesgo¡±, reclama.
Patricia describe como una ¡°esclavitud¡± los tres a?os que vivi¨® en Casablanca. Mujer negra, indocumentada y cat¨®lica en un pa¨ªs musulm¨¢n que mira de reojo a los migrantes subsaharianos, pronto entendi¨® que las posibilidades de construir un futuro en Marruecos eran muy limitadas.
Fue a T¨¢nger y pag¨® 2.000 euros para atravesar los 14 kil¨®metros de mar que separan ?frica de Europa. ¡°Antes de subirte [al barco] tienes que pasar por el bosque, donde te agreden y violan a las mujeres¡ y tambi¨¦n a los hombres¡±, asegura. Fue rescatada tras 10 horas de navegaci¨®n sin rumbo. ¡°Un pesquero espa?ol nos indic¨® la ruta¡±, cuenta. Media hora m¨¢s tarde, un helic¨®ptero sobrevolaba encima de sus cabezas.
BAHOUMOU: La patera que volc¨® y sali¨® en la tele
Bahoumou lleg¨® a Espa?a el 10 de abril en una embarcaci¨®n sin motor que zarp¨® con 33 personas de la ciudad marroqu¨ª de Nador. Cuenta que su llegada a la pen¨ªnsula ¡°sali¨® hasta en la tele¡±: la embarcaci¨®n volc¨® y tres personas se ahogaron.
Seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones, al menos 138 personas fallecieron en el Mediterr¨¢neo occidental este a?o. ¡°Imag¨ªnate olas de cuatro o cinco metros y una peque?a embarcaci¨®n con ocho personas subiendo y bajando¡±, describe Israel D¨ªaz, patr¨®n de la Salvamar Arcturus, que solo cuenta con dos equipos de cuatro personas que se turnan cada semana para atender las emergencias.
¡°La temporada 2000-2003 fue la m¨¢s dura, llegaban pateras muy grandes de hasta 80 personas¡±, especifica D¨ªaz a bordo del barco amarrado en el puerto de Tarifa. Reemplazadas por las toys, embarcaciones de juguete con hasta 10 personas, m¨¢s inseguras pero m¨¢s dif¨ªciles de detectar por el SIVE ¡ªel sistema de vigilancia de las costas con el cual Espa?a blind¨® la frontera meridional de Europa¡ª, este a?o han vuelto a aparecer lanchas con m¨¢s capacidad.
Bahoumou sali¨® de Costa Marfil en 2013 con su hijo reci¨¦n nacido y a trav¨¦s de Mal¨ª y Mauritania alcanz¨® Marruecos. ¡°Si no tienes dinero debes acostarte con todos los hombres que te llevan por el camino¡±, cuenta la mujer de 33 a?os que ahora comparte piso con Patricia.
Su hijo se mont¨® a un barco en marzo y lleva desde entonces varado en Melilla. ¡°Hab¨ªa la posibilidad de coger una z¨®diac, motorizada y m¨¢s segura, pero yo me encontraba mal¡±, recuerda Bahoumou, ¡°as¨ª decid¨ª que viajara ¨¦l primero¡±. Dos semanas despu¨¦s, ella tambi¨¦n se subi¨® a una barcaza. Le hab¨ªan asegurado que llegar¨ªa a Melilla.
¡°Es la primera vez que veo a tanta gente llegar¡±, comenta Iv¨¢n Lima. T¨¦cnico de Cruz Roja en Tarifa, proporciona la primera atenci¨®n a los migrantes tras los rescates. ¡°Cuando llegan no tienen ni idea de donde est¨¢n¡±, asegura.
Bahoumou dice que fue enga?ada: la barcaza en la que iba nunca se dirigi¨® a Melilla. Tras varios varios requerimientos para recuperar la custodia de su hijo, la semana pasada el Tribunal Europeo de Derechos Humanos pidi¨® explicaciones al Gobierno espa?ol sobre las medidas que se est¨¢n tomando para la reunificaci¨®n de madre e hijo. Gracias a la intervenci¨®n de la corte europea,? Bahoumou pudo, por primera vez en ocho meses, hablar por tel¨¦fono con su peque?o.
ESTHER: Una traves¨ªa embarazada de siete meses
Esther sali¨® de Nigeria en 2012 con su marido y un objetivo claro: alcanzar Europa. ¡°Mi familia no ten¨ªa dinero y me dijeron que era un buen lugar para vivir¡±, asegura. Emple¨® nueve meses en cruzar en autob¨²s Ben¨ªn, Mal¨ª y Argelia y alcanzar Marruecos.
¡°A veces dorm¨ªamos durante d¨ªas en el desierto¡ si no te escond¨ªas te violaban, te pegaban y te robaban todo¡±, relata esta mujer de 30 a?os con la voz rota.
Despu¨¦s de cuatro a?os en Rabat entre dificultades y escaseces se plante¨® volver a Nigeria. ¡°Pero me di cuenta que estaba embarazada; no quer¨ªa que mi hijo naciera en Marruecos y en mi pa¨ªs hay mucho sufrimiento¡±, explica. Junt¨® 1.700 euros y se fue a Nador. A la semana, encinta de siete meses, estaba apretujada en un barco con otras 32 personas.
Greatness naci¨® en Sevilla el pasado diciembre. ¡°Fue con ces¨¢rea¡±, asegura mientras se?ala la zona inferior del vientre. Ahora viven en Algeciras, en un piso de acogida de la Fundaci¨®n Cruz Blanca.
La vida en Europa no es tan f¨¢cil como se la hab¨ªan pintado. ¡°No tengo documentos ni trabajo¡±, lamenta. Blessing, la mediadora social que la acompa?a, le recuerda que no se tiene que desanimar. ¡°No le ha ido del todo mal: ?est¨¢ viva!¡±, exclama. Ella tambi¨¦n sabe qu¨¦ significa emigrar. Vino a Espa?a hace 14 a?os. Tambi¨¦n por mar. Tambi¨¦n en patera.
Este art¨ªculo forma parte de una serie realizada por Politiken, Der Spiegel, Le Monde, La Stampa, The Guardian y EL PA?S. Un viaje que pasa por Espa?a, Marruecos, Libia, Gambia, Argelia y Grecia. LEER TODOS LOS REPORTAJES >>