El segund¨®n que le rob¨® el papel al primer actor
?douard Philippe, primer ministro y candidato a alcalde en Le Havre, gana la popularidad que pierde el presidente
La barba de ?douard Philippe se ha convertido en un reflejo de la ansiedad de Francia.
Cuando el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, le sac¨® del anonimato para nombrarle primer ministro en mayo de 2017, la barba era oscura y as¨ª sigui¨® si¨¦ndolo durante buena parte del mandato. Despu¨¦s llegaron los chalecos amarillos, la revuelta de la Francia de provincias contra las ¨¦lites de Par¨ªs. Pero no fue hasta el pasado oto?o, coincidiendo con la negociaci¨®n por la reforma de las pen...
La barba de ?douard Philippe se ha convertido en un reflejo de la ansiedad de Francia.
Cuando el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, le sac¨® del anonimato para nombrarle primer ministro en mayo de 2017, la barba era oscura y as¨ª sigui¨® si¨¦ndolo durante buena parte del mandato. Despu¨¦s llegaron los chalecos amarillos, la revuelta de la Francia de provincias contra las ¨¦lites de Par¨ªs. Pero no fue hasta el pasado oto?o, coincidiendo con la negociaci¨®n por la reforma de las pensiones, que empezaron a notarse las manchas blancas. ?douard Philippe estuvo al frente de la defensa de la controvertida reforma ¡ªahora aparcada¡ª y, unos meses despu¨¦s, de la respuesta del Gobierno al coronavirus. A medida que se agudizaba el malestar y el miedo, la mancha blanca crec¨ªa.
¡°Es una enfermedad sin gravedad, ni dolorosa ni contagiosa: un vit¨ªligo¡±, tranquiliz¨® la semana pasada Philippe a la revista Paris Match, que dedicaba al primer ministro la portada con el titular: ¡°El desconocido que gobierna Francia¡±.
La elecci¨®n m¨¢s incierta ahora no son las municipales, que se celebran este domingo y en las que el primer ministro es candidato en la ciudad de Le Havre, de la que ya fue alcalde. La elecci¨®n que marcar¨¢ la pol¨ªtica francesa hasta el final del quinquenio presidencial corresponde a Macron, que en los pr¨®ximos d¨ªas debe decidir si mantiene a Philippe como jefe de Gobierno y, si no lo hace, qui¨¦n lo sustituye.
Una norma no escrita, y no siempre respetada, prescribe que no pueden acumularse los cargos de primer ministro o ministro con el de alcalde, pero presentarse hoy en las elecciones es una forma, para alguien que, como Philippe, no ostenta ning¨²n cargo electo, de obtener una validaci¨®n por el sufragio. Tambi¨¦n le permite buscarse una salida si deja de ser primer ministro.
La paradoja de la situaci¨®n es que, mientras la popularidad del primer ministro se dispara, su silla peligra. Un sondeo reciente se?ala que el 57% de los franceses tiene una buena opini¨®n de ¨¦l, 16 puntos m¨¢s que el presidente. La cifra se ha disparado desde el inicio de la pandemia, que ha dejado casi 30.000 muertos en Francia. El primer ministro, pese a los errores de gesti¨®n del Gobierno que dirige, ha proyectado una imagen de l¨ªder emp¨¢tico y humilde, en contraste con el presidente, a veces demasiado ret¨®rico y enf¨¢tico, distante en el trono de la monarqu¨ªa republicana.
La crisis ¡ªlos dos meses de confinamiento y los casi dos de apertura progresiva, la alarma sanitaria y la recesi¨®n econ¨®mica¡ª puede haber dejado huellas en la relaci¨®n entre Macron y Philippe, marcada por la lealtad y el esp¨ªritu de equipo. No es siempre as¨ª. Nicolas Sarkozy, presidente entre 2007 y 2012, despreci¨® a su primer ministro, Fran?ois Fillon, y as¨ª puso en marcha un engranaje de rencores y venganzas que posiblemente contribuy¨® al derrumbe de la derecha en las presidenciales de 2017. Jacques Chirac, primer ministro de Val¨¦ry Giscard D¡¯Estaing en 1974, dio el portazo en 1976: indirectamente, ayud¨® a que Giscard fuese un presidente de un mandato y perdiese en 1981 ante el socialista Fran?ois Mitterrand.
Philippe y Macron vienen del mismo mundo. Ambos nacieron en la misma d¨¦cada: 1970 el primer ministro; 1977 el presidente. Ambos se formaron en la Escuela Nacional de Administraci¨®n, la f¨¢brica de los mandarines de la Rep¨²blica. Ambos comparten un espacio pol¨ªtico: crecieron admirando al socialdem¨®crata Michel Rocard, y evolucionaron, en el caso de Philippe, hacia la derecha moderada de su mentor, el ex primer ministro Alain Jupp¨¦, y en el de Macron hacia un reformismo liberal ¡°ni de izquierdas ni de derechas¡±. Ambos son letraheridos: el primer ministro ha publicado, con su amigo y exconsejero Giller Boyer, dos trepidantes (e informativos) thrillers pol¨ªticos; Macron guarda en un caj¨®n Babilonia, Babilonia, una novela de juventud sobre la conquista de M¨¦xico.
Lo que no comparten es el talante ni la visi¨®n del liderazgo. Macron era un hombre acelerado que a los 39 a?os, sin haberse presentado nunca a una elecci¨®n y con una experiencia pol¨ªtica escasa, se convirti¨® en presidente con un programa que detall¨® en un libro titulado Revoluci¨®n. ¡°Siempre he desconfiado de quienes piensan que en pol¨ªtica pueden suceder cosas radicalmente nuevas¡±, escribi¨® Philippe en Des hommes qui lisent (Hombres que leen), un ensayo publicado en 2017. ?l nunca ha tenido prisa. ¡°Todos los tipos que han sido elegidos presidentes de la Rep¨²blica se han pateado Francia a lo largo y ancho antes siquiera de plantearse si finalmente hab¨ªa llegado el momento de presentarse¡±, dice el narrador de su novela Dans l¡¯ombre (En la sombra).
Desacuerdos
Los desacuerdos p¨²blicos pueden contarse con los dedos de las manos. Fue Philippe quien abog¨® por limitar la velocidad en las carreteras en 2018, una medida que encendi¨®, junto al aumento del precio del carburante, la revuelta de los chalecos amarillos, y fue ¨¦l quien insisti¨® en introducir en la reforma de las pensiones la pol¨¦mica edad de jubilaci¨®n de 64 a?os, medida que dej¨® a Macron sin apoyos sindicales y que acab¨® retirada. Durante la pandemia, tambi¨¦n fue el primer ministro quien defendi¨® el mantenimiento de la primera vuelta de las elecciones municipales, o abog¨® por la cautela m¨¢xima en el desconfinamiento.
De estos desacuerdos, algunos macronistas deducen teor¨ªas que recuerdan a la kremlinolog¨ªa, la ciencia de interpretar los movimientos de poder en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Seg¨²n una de estas teor¨ªas, se estar¨ªa librando una batalla entre los altos funcionarios adictos a una gesti¨®n administrativa del Estado ¡ªla llamada tecnoestructura¡ª, y la audacia del presidente y su equipo de pioneros que, adem¨¢s de romper los cors¨¦s de la econom¨ªa y la sociedad, intentan romper los de la alta Administraci¨®n. Por eso, sin un nuevo primer ministro, ser¨ªa dif¨ªcil imprimir el nuevo rumbo al Gobierno franc¨¦s, imposible ¡°reinventarse¡±, como ha prometido Macron.
¡°El presidente sabe qui¨¦n soy, lo que encarno, lo que puedo hacer y lo que no puedo hacer¡±, ha declarado Philippe al diario Paris Normandie. Sin ¨¦l, el presidente perder¨ªa a un primer ministro popular y leal, y el hombre que mantiene en el campo presidencial a la derecha moderada. Y podr¨ªa ganar un rival.