Hong Kong expone los l¨ªmites de un Reino Unido solo
La crisis de la antigua colonia revela las dificultades en la pol¨ªtica exterior de una potencia media en el siglo XXI
El le¨®n brit¨¢nico que abandon¨® entre rugidos la ¡°c¨¢rcel¡± de la Uni¨®n Europea corre el riesgo de ser percibido por el resto del mundo como un ¡°tigre de papel¡±. Es la expresi¨®n china para definir una aparente amenaza que resulta ser inofensiva. ...
El le¨®n brit¨¢nico que abandon¨® entre rugidos la ¡°c¨¢rcel¡± de la Uni¨®n Europea corre el riesgo de ser percibido por el resto del mundo como un ¡°tigre de papel¡±. Es la expresi¨®n china para definir una aparente amenaza que resulta ser inofensiva. La campa?a del Gobierno de Boris Johnson contra Pek¨ªn, por la restricci¨®n de libertades impuesta en Hong Kong con la nueva Ley de Seguridad ha mostrado los l¨ªmites de la ambici¨®n del Reino Unido por ser una voz ¨²nica en la escena internacional -bajo el sello de Global Britain- en la era post-Brexit.
El Gobierno chino ha expresado su irritaci¨®n por la oferta de puertas abiertas del Reino Unido a tres millones de ciudadanos de la antigua colonia y lo considera una ¡°burda injerencia en sus asuntos internos¡±, pero ni le ha sorprendido ni parece preocuparle demasiado. Ya no existe el temor de los a?os noventa ante el posible ¨¦xodo de los habitantes de un incre¨ªble motor econ¨®mico y financiero. M¨¢s all¨¢ de la cifra final de personas que se acojan al ofrecimiento, Pek¨ªn, creen los expertos, tiene abundante personal cualificado para reemplazarlos. ¡°Es importante considerar la reacci¨®n del Reino Unido dentro del contexto del Brexit, con un Gobierno debilitado por su gesti¨®n de la crisis del coronavirus y que a¨²n est¨¢ intentando definir su papel en el mundo¡±, explica a EL PA?S desde Hong Kong Tim Summers, asesor del programa Asia-Pac¨ªfico del centro brit¨¢nico de pensamiento Chatham House. ¡°Algunos han llegado a la conclusi¨®n de que esta idea de Global Britain es bastante imperialista en su planteamiento. Hong Kong fue colonia, y de alg¨²n modo parece que Londres est¨¦ protegiendo a sus antiguos s¨²bditos. Por eso la medida ha sido tan emocional y nada estrat¨¦gica, ni calculada con detenimiento. Quiz¨¢ sea una se?al de la fragilidad de esta nueva pol¨ªtica¡±, concluye Summers.
Johnson se balancea, en busca de un complicado equilibrio en el mejor de los casos o sin un objetivo claro en el peor, entre dos presiones contradictorias. Necesita mantener buenas relaciones con China en una era que le obliga a buscar socios comerciales fuertes que reemplacen a la UE. Y debe al mismo tiempo contener -y complacer- la exigencia de Washington y de un poderoso sector del Partido Conservador, de mostrar una actitud m¨¢s firme y agresiva con el gigante asi¨¢tico. Y corre el riego de no satisfacer a nadie. ¡°La idea de Global Britain se basaba en gran parte en un incremento comercial con China. Lo ocurrido en Hong Kong, y la actitud del Gobierno de Xi Jinping, ha hecho mucho m¨¢s complicado conseguir esa relaci¨®n positiva¡±, explica a trav¨¦s de correo electr¨®nico Gideon Rachman, el columnista jefe de Pol¨ªtica Exterior del diario Financial Times. ¡°En cuanto a la respuesta de Londres, nadie espera que logre por s¨ª misma un cambio en la pol¨ªtica china. El Reino Unido solo lograr¨¢ algo si construye alianzas con otros pa¨ªses, como Estados Unidos o Australia¡±, sostiene.
Johnson -m¨¢s el antiguo periodista que el actual pol¨ªtico en muchas ocasiones- ofrece la ventaja de ser transparente en sus contradicciones. ¡°El Reino Unido no persigue evitar el ascenso de China. Al contrario, trabajaremos codo con codo en todos aquellos asuntos en los que nuestros intereses coincidan, desde el comercio a la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Queremos una relaci¨®n moderna y madura, basada en el respeto mutuo y en el reconocimiento del papel de China en el mundo¡±, escrib¨ªa el primer ministro en las p¨¢ginas del diario The Times cuando estall¨® la crisis de Hong Kong. Negro sobre blanco, defin¨ªa las premisas sobre las que parece basarse una nueva pol¨ªtica internacional cuyos objetivos siguen siendo difusos: el mundo es un lugar benigno plagado de buenas intenciones y el Reino Unido goza de autonom¨ªa estrat¨¦gica para escoger aquello que le interesa.
Si la antigua colonia ha sido la prueba del nueve del peso real de Downing Street, el caso Huawei ha sido la ducha escocesa con la que Johnson ha comenzado a entender, como dec¨ªan los Rolling Stones, que ¡°no siempre puedes lograr lo que quieres¡±. Su antecesora en el cargo, Theresa May, parec¨ªa haberle quitado el problema de encima al tomar la decisi¨®n de que el gigante asi¨¢tico participara en el desarrollo de las nuevas infraestructuras de comunicaci¨®n 5G en el Reino Unido. Sin tecnolog¨ªa propia equiparable, la empresa china resultaba fundamental para los grandiosos planes de reconstrucci¨®n del pa¨ªs prometidos en campa?a por el Partido Conservador. Johnson pens¨® que bastar¨ªan algunos retoques para tranquilizar al aliado estadounidense, en guerra declarada contra Huawei, y al ala dura de su propia formaci¨®n pol¨ªtica. Halcones como Iain Duncan Smith o Tom Tugendhat (presidente este ¨²ltimo de la Comisi¨®n de Exteriores del Parlamento) hab¨ªan creado el China Research Group (Grupo de Investigaciones sobre China), un aparato de presi¨®n para endurecer la postura del Reino Unido respecto a la potencia asi¨¢tica, despu¨¦s de a?os de acercamiento y compadreo desde el mandato de David Cameron. China lleva camino de convertirse en el nuevo Brexit de los tories, siempre dispuestos a tener un asunto con el que poder descuartizarse internamente.
Downing Street limit¨® la participaci¨®n de Huawei en el proyecto a un 35% y vet¨® su acceso a instalaciones estrat¨¦gicas y de seguridad. No content¨® ni a Donald Trump ni a los cr¨ªticos conservadores. Cuarenta de ellos se rebelaron en una votaci¨®n parlamentaria que se?al¨® a Johnson la grieta que pod¨ªa desmoronar su aparente holgada mayor¨ªa. La posterior decisi¨®n de Washington de imponer nuevas sanciones a la empresa tecnol¨®gica ha creado ¡°dudas muy serias¡±, seg¨²n un informe del Centro Nacional de Ciberseguridad brit¨¢nico, de que Huawei mantenga la capacidad necesaria para colaborar en el desarrollo de la red 5G. En los pr¨®ximos d¨ªas, se da por hecho que el Gobierno acabar¨¢ vetando su participaci¨®n. ¡°No puedes aspirar a una era dorada si tratas a China como un enemigo¡±, ha advertido a Johnson el embajador en el Reino Unido, Liu Xiaoming.
Todos los problemas parten de la misma indefinici¨®n y desconfianza. Londres quiere retener las ventajas adquiridas durante casi medio siglo de pertenencia a la UE sin sujetarse a ninguna de sus reglas; busca reforzar sus lazos comerciales y estrat¨¦gicos con Washington sin aparentar servilismo alguno ¡°con una Administraci¨®n [estadounidense] que sigue siendo una de las m¨¢s hist¨®ricamente impopulares en el Reino Unido¡±, como recuerda Summers; o pretende usar su soft power (el ¡°poder suave¡±, o la capacidad hist¨®rica de influencia del Reino Unido) con Pek¨ªn para hacerle entender en qu¨¦ consisten la democracia y los derechos humanos y retener a la vez sus necesarias inversiones econ¨®micas.
El semanario The Spectator, manual imprescindible de cualquier conservador brit¨¢nico que se precie, celebr¨® la salida de la UE con una famosa portada en la que se ve¨ªa una mariposa con los colores de la Union Jack (la bandera del Reino Unido) que escapaba de la jaula. ¡°Out, and into the world¡± (libres, para zambullirnos en el mundo), proclamaba la revista. Johnson comprueba ahora que el agua est¨¢ fr¨ªa, mucho m¨¢s fr¨ªa si se nada solo y sin rumbo, y con m¨¢s tiburones que delfines.
El deterioro de la ayuda al desarrollo
La decisi¨®n anunciada por Johnson de fusionar el Ministerio de Ayuda al Desarrollo con el de Exteriores ha unido en su protesta a ex primeros ministros como el conservador David Cameron o los laboristas Tony Blair y Gordon Brown, adem¨¢s de a numerosos diputados y organizaciones de ayuda humanitaria. La creaci¨®n de este departamento, con un presupuesto anual de m¨¢s de 16.000 millones de euros y capacidad para decidir de modo aut¨®nomo sus proyectos y objetivos, ha ayudado a impulsar el soft power (poder suave, o capacidad de influencia internacional) del Reino Unido considerablemente.
Creado en 1997 por un Gobierno laborista, supone el 0,7% del presupuesto nacional y ha sido actor fundamental en la lucha contra la pobreza, la violencia contra las mueres o la protecci¨®n de los derechos humanos. ¡°Durante mucho tiempo ha sido visto como un cajero autom¨¢tico gigante en el cielo¡± de libre disposici¨®n, ha argumentado Johnson para defender la l¨®gica de la fusi¨®n. En su remodelaci¨®n de la estructura del Gobierno, el primer ministro quiere que la ayuda exterior sea un elemento m¨¢s, incorporado a su Global Britain, en la nueva pol¨ªtica internacional. Y que est¨¦ coordinada con los objetivos perseguidos en cada momento. La decisi¨®n, ha advertido su predecesor Cameron, provocar¨¢ ¡°menos especializaci¨®n, menos voces en defensa del desarrollo en las decisiones gubernamentales, y finalmente, menos respeto hacia el Reino Unido en el exterior¡±.