La par¨¢lisis institucional enfrenta a Bolivia a un profundo conflicto social
El segundo aplazamiento de las elecciones presidenciales, del 6 de septiembre al 18 de octubre, decretado por el Tribunal Supremo Electoral agudiza la brecha pol¨ªtica del pa¨ªs
Bolivia no logra salir de la grave crisis institucional que estall¨® en noviembre de 2019 con el derrocamiento del entonces presidente Evo Morales en medio de acusaciones de fraude electoral. La soluci¨®n deb¨ªa ser una nueva convocatoria a las urnas, pero el coronavirus se cruz¨® y estos comicios, previstos inicialmente para mayo, se han convertido en uno de los muchos factores de discordia entre los bolivianos. El segundo aplazamiento de la votaci¨®n, del 6 de septiembre al 18 de octubre, decretado el pasado jueves por la autori...
Bolivia no logra salir de la grave crisis institucional que estall¨® en noviembre de 2019 con el derrocamiento del entonces presidente Evo Morales en medio de acusaciones de fraude electoral. La soluci¨®n deb¨ªa ser una nueva convocatoria a las urnas, pero el coronavirus se cruz¨® y estos comicios, previstos inicialmente para mayo, se han convertido en uno de los muchos factores de discordia entre los bolivianos. El segundo aplazamiento de la votaci¨®n, del 6 de septiembre al 18 de octubre, decretado el pasado jueves por la autoridad electoral, agrava la brecha pol¨ªtica y enfrenta al pa¨ªs a un intenso conflicto social.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE), que atribuy¨® su decisi¨®n a la propagaci¨®n de la pandemia, no ha dejado contento a casi nadie, salvo al Gabinete interino de la conservadora Jeanine ??ez. El Gobierno que sucedi¨® a Morales se conform¨® con el ¨²nico objetivo de repetir las presidenciales despu¨¦s de que la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA) acusara al exmandatario de haber manipulado los resultados del pasado octubre. Esa conclusi¨®n, cuestionada por varios organismos, abri¨® una crisis que a¨²n no se ha cerrado. Morales, que se hab¨ªa mantenido en el poder 13 a?os, renunci¨® presionado por el Ej¨¦rcito y huy¨®, primero a M¨¦xico y luego a Argentina, donde vive en este momento.
¡°El Gobierno de facto quiere ganar m¨¢s tiempo para continuar con la persecuci¨®n contra dirigentes sociales y contra candidatos del MAS. Esa es otra forma de proscripci¨®n. Por eso no quiere elecciones el 6 de septiembre¡±, escribi¨® Evo Morales en Twitter desde Argentina. Su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), y sus sindicatos se preparan para bloquear el aplazamiento de las elecciones tanto en la Asamblea Legislativa como en las calles. Pero al mismo tiempo tambi¨¦n los comit¨¦s c¨ªvicos de Santa Cruz, la segunda ciudad del pa¨ªs, y su l¨ªder, el candidato derechista Luis Fernando Camacho, rechazan la decisi¨®n, porque exigen que las elecciones no solo se posterguen, sino que se suspendan sine die por la emergencia sanitaria. Camacho lleg¨® a llamar ¡°ni?o caprichoso¡± a Salvador Romero, presidente del TSE, por fijar una nueva fecha.
El oficialismo de Jeanine ??ez, por su parte, aplaude a la autoridad electoral, pero cree que a¨²n tendr¨¢ que haber alg¨²n aplazamiento m¨¢s, ya que ¡ªseg¨²n esta corriente¡ª octubre sigue siendo muy pronto. Aunque la pol¨¦mica sobre el mejor momento para realizar los comicios se presenta como una discusi¨®n de salud p¨²blica, refleja la profunda polarizaci¨®n de la sociedad. ??ez, que nunca ha pasado por las urnas, va camino de cumplir un a?o en el poder como jefa de Gobierno provisional. La presidenta interina dijo que la prioridad de su equipo consiste ahora en la reactivaci¨®n econ¨®mica y en la lucha contra la covid-19, que ha desbordado al sistema de salud y ha dejado casi 70.000 casos y m¨¢s de 2.500 muertos.
Las fuerzas pol¨ªticas que expresan a las clases medias urbanas, que fueron las protagonistas del derrocamiento de Morales, y el Gobierno interino han convertido la pol¨ªtica nacional en una cruzada contra el MAS. Su l¨ªder est¨¢ acusado de terrorismo, un delito que se castiga con 20 a?os de prisi¨®n. Cientos de funcionarios de su Administraci¨®n son investigados o est¨¢n procesados y varias decenas se encuentran asilados fuera del pa¨ªs. El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, responsable de la pol¨ªtica de seguridad y uno de los m¨¢s pol¨¦micos del Gabinete, ha chocado constantemente contra los fieles del exmandatario y expresa lo que piensa una parte de la poblaci¨®n cuando los llama ¡°delincuentes¡±.
Al mismo tiempo, Murillo fue reprendido por su propio partido cuando abri¨® la posibilidad de formar una alianza con el candidato centrista Carlos Mesa, que ya fue presidente del pa¨ªs antes de Morales, para presentar un frente electoral contra la izquierda. Los rivales del MAS quieren que este no vuelva al poder, pero sin tener que pagar el precio de conciliar intereses. Por eso examinan otras opciones. Una de ellas es la postergaci¨®n o suspensi¨®n de las elecciones. La otra, eliminar al MAS de la carrera por medio de una demanda ¡ªque el Tribunal Electoral resolver¨¢ en breve¡ª en contra de su candidato, Luis Arce, por supuestamente haber difundido encuestas en la televisi¨®n (lo que en Bolivia se sanciona dr¨¢sticamente desde 2010).
Vengarse de la persecuci¨®n
Por su parte, los masistas encabezan las encuestas y ven en las urnas el ¨²nico modo de frenar la arremetida en su contra, de volver al poder y, muchos de ellos, de vengarse de la derrota y la persecuci¨®n que han sufrido. No tienen otros recursos para defenderse y contratacar, porque se hallan muy golpeados por los sucesos de los ¨²ltimos meses.
Su mayor¨ªa parlamentaria en gran parte tiene un car¨¢cter formal, ya que el Gobierno no aplica muchas de las leyes aprobadas por la Asamblea, y los sindicatos que responden a sus ¨®rdenes tienen poco espacio de acci¨®n en este momento de militarizaci¨®n del pa¨ªs, fuertes amenazas contra el activismo social, la necesidad de luchar por el sustento diario y una pandemia que ha amplificado las desigualdades. En los ¨²ltimos d¨ªas, las autoridades han recogido al menos 420 cad¨¢veres en las calles, en viviendas y autom¨®viles. Entre el 80% y el 90%, seg¨²n informaci¨®n oficial, eran sospechosos de haber contra¨ªdo la enfermedad.
En el terreno electoral, en cambio, el MAS sigue siendo muy fuerte, y se sit¨²a con Arce por delante del resto en la intenci¨®n de voto. ¡°Seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, Arce est¨¢ cerca del 40% de votos v¨¢lidos y Mesa cerca del 30%. No se sabe a ciencia cierta si el primero pas¨® la barrera del 40% y si le separa una diferencia de m¨¢s de 10% de Mesa, que es lo que necesita para ganar en primera vuelta. Tal vez no se logre dilucidar esta incertidumbre hasta el d¨ªa de las elecciones¡±, explica el soci¨®logo Julio C¨®rdova. ¡°Las encuestas identifican entre un 10% a 15% de indecisos que podr¨ªan modificar este escenario en cualquier momento¡±, a?ade. Mesa, no obstante, tendr¨ªa m¨¢s posibilidades que Arce de ganar una posible segunda vuelta entre ambos.
Conocedor de estos n¨²meros, Mesa tambi¨¦n se hallaba interesado en apresurar las elecciones, pero la presi¨®n de los grupos de Santa Cruz que no quieren ir a unas urnas en las que pueda ganar el MAS, as¨ª como el evidente agravamiento de la situaci¨®n sanitaria del pa¨ªs, lo hicieron retroceder.
Para el historiador Pablo Stefanoni, la polarizaci¨®n boliviana expresa, en gran medida, las grandes polarizaciones populistas latinoamericanas, como peronismo u el antiperonismo, en Argentina. ¡°La din¨¢mica de estas polarizaciones suele tener un patr¨®n: las irrupciones nacional-populares tensan las instituciones democr¨¢ticas y potencian reg¨ªmenes plebiscitarios; las oposiciones a estos reg¨ªmenes, por su parte, suelen esgrimir la defensa de las instituciones para organizar operaciones de restauraci¨®n de viejos privilegios de clase, materiales y/o simb¨®licos¡±, se?al¨®.
Stefanoni piensa que, como ocurri¨® en Argentina en 1955 con el derrocamiento de Per¨®n, las elites que tomaron el poder tras la ca¨ªda de Evo Morales creyeron que ¡°sin el Estado, el MAS ser¨ªa f¨¢cilmente neutralizado¡±. ¡°Subestimaron as¨ª el hecho de que el MAS viabiliz¨® un recambio de ¨¦lites y fue una v¨ªa de acceso al Estado para sectores ind¨ªgenas y plebeyos que no quieren resignar el poder que consiguieron. Por eso el MAS es m¨¢s que Evo¡±.
La imposibilidad de liquidar r¨¢pidamente al MAS ha devuelto al pa¨ªs lo que C¨®rdova calific¨® como un ¡°empate catastr¨®fico¡±. ¡°Cerca del 45% del electorado, sobre todo del ¨¢rea rural y sectores populares urbanos, apoya al MAS. El otro 45%, conformado por clases medias urbanas, es fundamentalmente anti-masista, pero no encuentra una alternativa pol¨ªtica unificadora¡±. El panorama futuro, en su opini¨®n, estar¨¢ impregnado de ¡°altas dosis de conflictividad e inestabilidad pol¨ªtica¡±.