El candidato que m¨¢s a?orar¨¢ el puerta a puerta
Joe Biden acaba de conseguir la nominaci¨®n por la que ha luchado toda una vida, pero la pandemia le ha robado el tipo de pol¨ªtica que mejor se le da, la del trato cercano
Solo el dispositivo de seguridad revela que en un desv¨ªo de una carretera arbolada y serpenteante de Wilmington, una ciudad de 70.000 habitantes en el Estado de Delaware, se encuentra el cuartel general de campa?a de Joe Biden. El vicepresidente de la era Obama acaba de convertirse formalmente en el candidato del Partido Dem¨®crata para las elecciones de noviembre con la misi¨®n de evitar un segundo mandato de Donald Trump. Lo ha hecho sin salir de su casa, una gran propiedad que se encuentra al otro lado de un control y donde lleva recluido pr¨¢cticamente desde que empez¨® la pandemia. Biden ha logrado lo que ansiaba desde hace d¨¦cadas, la nominaci¨®n, de la manera m¨¢s extra?a e inesperada que pudiese imaginar y se enfrenta a la batalla final con su mejor arma pol¨ªtica desactivada: el trato personal.
La larga carrera de Biden se define en buena parte por el lugar donde la ha desarrollado, el segundo Estado m¨¢s peque?o del pa¨ªs, un territorio de menos de un mill¨®n de habitantes donde la pol¨ªtica se hace puerta a puerta, acord¨¢ndose de aquel familiar enfermo, comprometi¨¦ndose a arreglar un bache de la carretera, acudiendo a restaurantes familiares puntualmente cada s¨¢bado.
¡°Ven¨ªa a desayunar con sus dos ni?os, la gente se le acercaba a hacerles preguntas y ¨¦l era amable con todo el mundo. Ha sido toda la familia siempre muy cordial. Beau, el hijo, era la sal de la tierra, un hombre excepcional, yo lo quer¨ªa mucho¡±, dice August Muzzi, el due?o de Angelo¡¯s Luncheonette, un peque?o restaurante decorado con fotograf¨ªas de Elvi¡¯s que lleva abierto 53 a?os, pr¨¢cticamente, los mismos que Biden en pol¨ªtica.
Naci¨® en 1942 en Scranton (Pensilvania) pero su familia se mud¨® a Delaware en los cincuenta y por ese Estado sali¨® elegido senador por primera vez en noviembre de 1972, a los 29 a?os. Pocas semanas despu¨¦s, su esposa, Neilia, y su hija de un a?o, Naomi, murieron en un accidente de autom¨®vil en el que los otros dos ni?os, Beau y Hunter, resultaron gravemente heridos. Biden, que era el pol¨ªtico revelaci¨®n del momento, una joven estrella dem¨®crata, acab¨® jurando el cargo en el hospital, junto a la cama de uno de sus hijos, en una de esas im¨¢genes que han quedado grabadas para siempre.
Cinco a?os despu¨¦s se cas¨® con una profesora de ingl¨¦s, Jill Jacobs ¨Choy, Jill Biden¨C y tuvieron una hija en com¨²n, Ashley. Los chicos, que perdieron a su madre muy peque?os, siempre la consideraron tambi¨¦n una madre. El primog¨¦nito, Beau, estaba llamado a continuar con la saga pol¨ªtica. Veterano de Irak, fue fiscal general de Delaware y aspiraba al cargo de gobernador cuando un tumor cerebral le quit¨® la vida de forma fulminante en 2015. Ten¨ªa 46 a?os.
Es imposible no ligar estas tragedias a la cercan¨ªa y empat¨ªa que el veterano pol¨ªtico sabe transmitir a los ciudadanos que se le aproximan, una especie de benevolencia sincera que los dem¨®cratas no se han cansado de elogiar estos d¨ªas durante la convenci¨®n que lo ha coronado como candidato.
?Es esa la f¨®rmula con la que uno gana las elecciones a la presidencia m¨¢s poderosa del mundo en 2020? Pese a liderar los sondeos, parec¨ªa un precandidato poco prometedor en las primarias, fuera de tiempo. Entre m¨¢s de 20 aspirantes de una diversidad sin precedentes y en un momento de giro a la izquierda del partido, acab¨® ganando un hombre blanco y cat¨®lico de 77 a?os y discurso centrista, sin grandes golpes de efecto en los discursos ni la energ¨ªa arrolladora que mostraban otros en el escenario.
Para entender el atractivo del Biden, hab¨ªa que esperar a verle despu¨¦s de los m¨ªtines, a ver la calidez con la que abrazaba a las familias de veteranos de guerra, en c¨®mo hablaba largo y tendido con los ancianos, haci¨¦ndoles preguntas. Un d¨ªa de diciembre, en San Antonio (Texas), pas¨® mucho m¨¢s tiempo saludando a los asistentes del que emple¨® en hablar desde el escenario. Abrazar a hombres, mujeres y ni?os forma parte del oficio de pol¨ªtico, pero no todos transmiten la misma autenticidad.
A posteriori, se viraliz¨® un v¨ªdeo en el que habla con un ni?o con problemas de tartamudez el pasado invierno en New Hampshire. Biden, que tambi¨¦n fue tartamudo, le pide el tel¨¦fono porque, comenta, suele trabajar con gente en esta situaci¨®n, y dice que comprende lo que le pasa. ¡°No dejes que esto te defina, eres un ni?o guapo y listo como el demonio y vas a superarlo. S¨¦ que hay matones en el colegio que se meten contigo, eso pasar¨¢. Voy a pedir tu tel¨¦fono, no espero que contestes porque s¨¦ lo que te cuesta hablar por tel¨¦fono, pero te prometo que lo vas a superar¡±. Ese chico, Brayden Harrington, habl¨® en la convenci¨®n el pasado jueves, ante millones de espectadores. Se trab¨® un momento, pero sigui¨® adelante.
Todo eso en lo que Joe Biden es mejor durante una campa?a, en resumen, se lo est¨¢ robando la crisis del coronavirus, que hace imposible el contacto cercano y los besamanos cuando precisamente el candidato en cuesti¨®n ha hecho de la prudencia en esta crisis uno de sus argumentos pol¨ªticos frente al presidente, que ha tratado en todo momento de restar gravedad a la situaci¨®n. ¡°Si sale reelegido ya sabremos lo que pasar¨¢, el n¨²mero de contagios y muertes seguir¨¢n siendo muy elevados, m¨¢s negocios familiares cerrar¨¢n¡±, advirti¨® Biden este jueves durante su discurso de aceptaci¨®n.
Enfrente, tiene a un hombre, Donald Trump, forjado en la telerrealidad y amante de las masas, que es capaz de hablar durante cerca de dos horas en un escenario, imitar voces, arrancar carcajadas, vociferar¡ Tambi¨¦n esos grandes shows le han sido arrebatados por la pandemia. De momento, Biden lidera holgadamente las encuestas, pero dos meses en campa?a, los que faltan para el d¨ªa de la elecci¨®n, el 3 de noviembre, se antojan una eternidad. La pr¨®xima semana son los republicanos los que celebran su c¨®nclave para coronar a Trump como candidato. Entonces se ver¨¢ c¨®mo se libre ese cuerpo a cuerpo, m¨¢s en la distancia que nunca.
Las carreras frustradas
Joe Biden se postul¨® como candidato dem¨®crata para la presidencia de Estados Unidos por primera vez en 1988 y la carrera acab¨® de un modo traum¨¢tico para el senador, que se tuvo que retirar por una pol¨¦mica de plagio. En 2008 volvi¨® a probar suerte, pero el tir¨®n de Barack Obama y Hillary Clinton evidenciaron que no ten¨ªa opciones y muy pronto, despu¨¦s del primer decepcionante resultado en los caucus de Iowa, se dio de baja y apoy¨® a Obama. Al ganar, este le hizo vicepresidente.
Ocho a?os de n¨²mero dos en el Gobierno se perfilaban como el trampol¨ªn definitivo para las primarias, pero la campa?a de 2016 parec¨ªa el momento reservado para Clinton y, adem¨¢s, la muerte de su hijo Beau lo dej¨® sin ¨¢nimo para poder competir. En una de sus memorias pol¨ªticas (Promises to keep, 2007) afirma: ¡°En 1987 no me visualizaba a¨²n desempe?ando la labor de presidente, pero hacia el final me hice una idea de c¨®mo conseguir¨ªa la nominaci¨®n. Cuando empec¨¦ la campa?a en 2005 fue al rev¨¦s. Me sent¨ªa preparado para el trabajo, pero no estaba seguro de c¨®mo hacer llegar mi mensaje al votante entre el ruido medi¨¢tico¡±. Ahora cree llegado el momento para todo, saber que es ahora o nunca.
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