Una convenci¨®n dominada por Trump elude abordar el debate sobre el futuro del partido
El c¨®nclave republicano que arranca este lunes, el ¨²ltimo antes del relevo del presidente, mostrar¨¢ su profunda huella en la formaci¨®n a pesar del radical cambio de guion impuesto por el coronavirus
Si el lema de campa?a del dem¨®crata Joe Biden era ¡°una batalla por el alma del pa¨ªs¡±, lo que se abre este lunes con la Convenci¨®n Republicana es una batalla por el alma del partido. Un partido que se entreg¨® a los brazos de un presidente rebelde y que ahora necesita preparar la vida despu¨¦s de ¨¦l. Aunque ganase en noviembre, el pr¨®ximo ser¨ªa su ¨²ltimo mandato. Y este c¨®nclave marca el inicio de la batalla por el futu...
Si el lema de campa?a del dem¨®crata Joe Biden era ¡°una batalla por el alma del pa¨ªs¡±, lo que se abre este lunes con la Convenci¨®n Republicana es una batalla por el alma del partido. Un partido que se entreg¨® a los brazos de un presidente rebelde y que ahora necesita preparar la vida despu¨¦s de ¨¦l. Aunque ganase en noviembre, el pr¨®ximo ser¨ªa su ¨²ltimo mandato. Y este c¨®nclave marca el inicio de la batalla por el futuro. Pero el rodillo de Donald Trump se dispone a aplastar cualquier arista en el discurso unipersonal dominante. Confirmando que, como ha revelado el ciclo de primarias, su huella en el partido ser¨¢ dif¨ªcil de borrar.
La tradici¨®n marca que el candidato hace solo alguna aparici¨®n anecd¨®tica en los primeros d¨ªas, antes de su gran discurso en el cierre de la convenci¨®n. Demasiado tiempo fuera de los focos para el gusto de Trump, que ha decidido que se dirigir¨¢ a la naci¨®n en prime time cada uno de los cuatro d¨ªas de una convenci¨®n dise?ada por algunos de los productores del reality show que le lanz¨® al estrellato. El resto del elenco procede del entorno familiar del presidente o de su equipo de incondicionales. Ni siquiera se esperan notas disonantes entre los escasos ponentes ajenos a ese c¨ªrculo que se tienen por potenciales sucesores, como la exembajadora ante la ONU Nikki Haley o el senador Tom Cotton.
Una se?al m¨¢s de que, aunque pierda en noviembre, no ser¨¢ f¨¢cil que la huella que ha dejado Trump en un partido modelado a su imagen y semejanza se vaya con ¨¦l. Su figura, temen los cr¨ªticos, marcar¨¢ a la formaci¨®n durante a?os. Prueba de ello ha sido el ciclo de primarias republicanas, en el que se ha impuesto una regla de oro: el candidato m¨¢s trumpista gana.
Casi la mitad de los 241 republicanos que hab¨ªa en la C¨¢mara de Representantes cuando Trump lleg¨® a la Casa Blanca han abandonado ya la c¨¢mara o lo har¨¢n para 2021. Con ellos se van las voces con alguna posibilidad de ser cr¨ªticas, que son sustituidas por ac¨®litos como Marjorie Taylor Greene, que se acaba de asegurar un sitio en el Congreso, tras ganar las primarias de un distrito seguro republicano en Georgia. Adem¨¢s de su tendencia a los comentarios racistas, es defensora de la teor¨ªa conspiratoria QAnon, que b¨¢sicamente sostiene que una ¨¦lite progresista participa en una red internacional de pedofilia que estar¨ªa preparando un golpe de Estado, orquestado por Barack Obama, Hillary Clinton y George Soros, y que Trump intenta impedir. ¡°Una futura estrella republicana¡±, ha dicho de Greene el presidente.
Distrito a distrito, se est¨¢ tejiendo un Partido Republicano muy diferente al que nomin¨® a Mitt Romney como candidato en 2012. El nombre del senador por Utah, el ¨²nico que vot¨® por el impeachment de Trump, se convirti¨® de hecho en un arma arrojadiza para atacar a rivales en las primarias.
En estos meses el partido ha comprobado que, m¨¢s que la promesa de bajar impuestos o de cortar el gasto p¨²blico, lo que marca la diferencia entre los votantes de las primarias republicanas es la adhesi¨®n a Trump. Un tuit del presidente apoyando a un candidato puede hacerle subir de 15 a 20 puntos en los sondeos. El 60% de los 600 anuncios televisivos de candidatos en este ciclo de primarias republicanas conten¨ªa referencias a Trump, seg¨²n un an¨¢lisis de Politico.
Eso puede hacer m¨¢s dif¨ªcil ganar las elecciones en distritos y Estados donde los votantes moderados son los que inclinan la balanza hacia un partido u otro. Pero consolidando la huella trumpista en los esca?os republicanos seguros, se garantiza la supervivencia del estilo y las ideas del l¨ªder m¨¢s all¨¢ del fin de su propia vida pol¨ªtica. Los cr¨ªticos temen, pues, que el futuro sea un partido radicalizado en fondo y forma, pero incapaz de ganar elecciones.
Peor de lo esperado
El desfile de republicanos en la Convenci¨®n Dem¨®crata de la semana pasada indica que la resistencia interna al presidente ha cambiado, al menos temporalmente, de bando. Horas antes de que Joe Biden aceptara la nominaci¨®n dem¨®crata el pasado jueves, y cuatro a?os despu¨¦s de que 50 ex altos cargos republicanos de la Seguridad Nacional advirtieran de que Trump ser¨ªa ¡°el presidente m¨¢s temerario de la historia estadounidense¡±, los mismos 50 m¨¢s otros 20 firmaron otra carta, diciendo que su presidencia ha sido a¨²n peor de lo que esperaban y pidiendo a los votantes que apoyen al candidato dem¨®crata. ¡°Mientras algunos de nosotros tenemos posturas pol¨ªticas diferentes a las de Joe Biden y su partido¡±, dice la carta, ¡°ahora es imperativo que detengamos el asalto de Trump a los valores e instituciones de nuestra naci¨®n y restablezcamos los cimientos morales de nuestra democracia¡±.
El denominador com¨²n de los que han levantado la voz es el ¡°ex¡±. El hecho de que no forman parte de la Administraci¨®n ni son cargos electos del partido. Particularmente ensordecedor ha sido el silencio de los senadores, miembros de una C¨¢mara que se vanagloria tradicionalmente de su respeto a las instituciones por encima incluso del color pol¨ªtico. ¡°Miro a los que eran mis colegas cuando era senadora y no entiendo qu¨¦ les ha pasado¡±, explicaba la excandidata presidencial dem¨®crata Hillary Clinton en una entrevista en la NBC. ¡°Aparte de Mitt Romney y en algunas votaciones un par de otros, no ha habido ninguna disposici¨®n congruente de gente que deber¨ªa levantarse en nombre de los hechos y en contra del caos que genera Trump, simplemente no parecen dispuestos. Entiendo el argumento pol¨ªtico, creen que no es posible dentro del actual Partido Republicano, pero esa explicaci¨®n no est¨¢ altura¡±.
El cierre de filas es m¨¢s llamativo cuando la crisis del coronavirus ha puesto el proyecto patas arriba. Hasta hace poco, el guion era lo suficientemente atractivo como para que los menos forofos del presidente estuvieran dispuestos a taparse la nariz durante cuatro a?os m¨¢s. Continuar con nombramientos de magistrados conservadores para consolidar el sesgo conservador en la judicatura durante al menos una generaci¨®n o seguir cabalgando la ola del crecimiento econ¨®mico con la garant¨ªa de que no habr¨¢ m¨¢s impuestos, eran metas por las que sal¨ªa a cuenta tolerar los exabruptos tuiteros y el rid¨ªculo internacional. Pero el coronavirus introdujo un giro radical en el guion. La victoria se escapa, la econom¨ªa ya no est¨¢ nada bien y el pa¨ªs ha enterrado en medio a?o al doble de muertos que todos sus ca¨ªdos en combate desde la Segunda Guerra Mundial, por culpa de una crisis sanitaria que desborda por todos lados a la Administraci¨®n y expone dram¨¢ticamente los l¨ªmites de una gesti¨®n basada en la egolatr¨ªa.
Sin apoyo de Bush
Tampoco es excesivamente alentador para los republicanos biempensantes el hecho de que tantos de los personajes que llevaron a Trump a la Casa Blanca se hayan declarado culpables o hayan sido condenados en estos cuatro a?os por diversos delitos. La lista incluye a su exjefe de campa?a Paul Manafort y su segundo, Rick Gates; su exabogado Michael Cohen; su exconsejero de Seguridad Nacional Michael Flynn; su exasesor Roger Stone. Y, esta semana pasada, la polic¨ªa arrestaba a su ex estratega jefe y arquitecto de su campa?a, Steve Bannon.
Hillary Clinton, Bill Clinton, Barack Obama y hasta Jimmy Carter. Todos los presidentes vivos y la ¨²ltima candidata presidencial dem¨®crata tuvieron su discurso en la Convenci¨®n del partido. Esta semana, en la republicana, no hablar¨¢ ni el ¨²nico expresidente republicano vivo, George W. Bush, ni tampoco, por su puesto, el ¨²ltimo candidato, Romney.
Despu¨¦s de que Romney perdiera en 2012, el partido encarg¨® un estudio interno para determinar por qu¨¦ no hab¨ªa ganado m¨¢s que una vez el voto popular en unas presidenciales desde 1988. Las conclusiones fueron que el partido necesitaba llegar m¨¢s a la gente de color, a los j¨®venes, a las mujeres. ¡°Entonces emergi¨® Donald Trump y el partido arroj¨® todas esas conclusiones por la ventana con un casi audible suspiro de alivio¡±, escrib¨ªa en The New York Times el consultor pol¨ªtico Stuart Stevens, que ha trabajado para cinco candidatos presidenciales republicanos. ¡°Trump no secuestr¨® al Partido Republicano. Es la conclusi¨®n l¨®gica de lo que se ha convertido el partido durante los ¨²ltimos 50 a?os, un producto natural de las semillas del acoso racial, el autoenga?o y la furia que ahora lo dominan. Ponga a Donald Trump ante un espejo, y ese rostro naranja, hinchado y con el ce?o fruncido es el Partido Republicano hoy¡±, conclu¨ªa.