Mitt Romney contra el presidente indestructible
La fidelidad a sus principios del ¨²nico senador republicano que vot¨® contra Trump destaca en el final de un juicio que deja al Congreso lastrado por una profunda divisi¨®n partidista
Tras dos semanas en silencio, los senadores pudieron al fin hablar. Y sus voces expresaron amargo resentimiento y feroz militancia partidista. Todas, menos una. La del republicano Mitt Romney. El senador por Utah, excandidato presidencial en 2012, pasar¨¢ a la historia por haber sido el ¨²nico republicano en votar a favor de la destituci¨®n del presidente en el impeachment de Donald Trump.
Habl¨® despacio, con pausas que denotaban emoci¨®n al anunciar ¡°la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil¡± a la que nunca se ha enfrentado. Apel¨® a su profunda fe religiosa para justificar que proced¨ªa siguiendo la ¡°ineludible convicci¨®n¡± de que as¨ª lo demandaba ¡°el juramento prestado ante Dios¡±. Y decidi¨® votar contra su presidente.
Le consider¨® culpable de uno de los cargos, el de abuso de poder, y no del de obstrucci¨®n al Congreso. Suficiente, en todo caso, para defender que deb¨ªa ser destituido. ¡°Creo que tratar de corromper unas elecciones para mantener el poder es un asalto a la Constituci¨®n todo lo atroz que lo puede ser¡±, dijo. ¡°Por esa raz¨®n, es un delito o una falta grave, y no tengo otra opci¨®n, bajo el juramento que prest¨¦, que expresar esa conclusi¨®n¡±.
La fidelidad de Romney a sus principios no fue ni de lejos suficiente para evitar la absoluci¨®n del presidente Trump. Pero su rebeld¨ªa tiene la relevancia de abrir la ¨²nica grieta visible en un partido que, en solo tres a?os, ha entrado en bloque y sin rechistar en el redil impuesto por un l¨ªder llegado de fuera, del que al principio muchos recelaban.
Romney ha sido una recurrente voz cr¨ªtica con Trump desde que este apareci¨® en escena en la campa?a de 2016. Pero la decisi¨®n de los dem¨®cratas de iniciar este proceso le coloc¨® ante un dilema entre dos lealtades: a su partido y a su propia conciencia. ¡°Cuando Nancy Pelosi indic¨® que iban a perseguir el impeachment, mi coraz¨®n se hundi¨® en el terror¡±, hab¨ªa reconocido. Durante las dos semanas de juicio en el Senado, conf¨ªo en que la defensa de Trump presentar¨¢ pruebas concluyentes que exoneraran al presidente. Por eso vot¨® con los dem¨®cratas la semana pasada por pedir que se escuchara a nuevos testigos. Pero los suyos lo impidieron.
Tras un juicio expr¨¦s en el Senado, la sala de prensa se vaciaba este mi¨¦rcoles de intrusos, el juez Roberts volv¨ªa al Tribunal Supremo y el sargento de armas ya no podr¨¢ amenazar cada ma?ana a los senadores con la c¨¢rcel si abren la boca. El Senado regresa a la normalidad y el presidente sigue donde estaba. Pero el primero se lleva de regalo una m¨¢cula de profunda divisi¨®n, y el segundo un aura de indestructible.
La C¨¢mara alta, lament¨® en su discurso la republicana Lisa Murkowski, ¡°deber¨ªa estar avergonzada por el repugnante partidismo que ha desplegado¡±. ¡°Mi esperanza es que hayamos tocado fondo¡±, a?adi¨® la senadora por Alaska, que hab¨ªa valorado votar con Romney y los dem¨®cratas para que comparecieron nuevos testigos, pero entonces, como este mi¨¦rcoles, acab¨® votando con sus correligionarios.
Las caras largas, las inc¨®modas pausas entre un discurso y otro, la ausencia de emoci¨®n ante la inexorabilidad del desenlace. Todo contribu¨ªa a la sensaci¨®n de pesadumbre que se apoder¨® del Senado durante el d¨ªa que todos estaban esperando.
Sobrevolando las ruinas, como siempre, la sombra el gran ausente. El acusado que se encaminaba a una absoluci¨®n inevitable. El presidente que sale ileso de un impeachment tras un juicio sin testigos. El mismo que la v¨ªspera enumeraba los logros de sus tres a?os de mandato en una C¨¢mara de Representantes donde la misma tensi¨®n partidista se cortaba con cuchillo.
Nadie parece poder parar a Donald Trump, en un arranque triunfal del a?o de su reelecci¨®n. Sus guerras comerciales iban a arruinar el pa¨ªs, pero la econom¨ªa sigue creciendo. Su decisi¨®n de ejecutar al general iran¨ª Qasem Soleimani iba a desatar el desastre, pero el martes no fue m¨¢s que uno de los muchos enunciados que aplaudieron los suyos en pie.
Ning¨²n legislador republicano rompi¨® la disciplina del partido cuando la C¨¢mara de Representantes, de mayor¨ªa dem¨®crata, aprob¨® los cargos del impeachment en diciembre. A ocho meses de los comicios presidenciales, nada esperaba m¨¢s Donald Trump que proclamar una absoluci¨®n en el Senado con el respaldo monol¨ªtico de su partido. Pero el voto d¨ªscolo de Mitt Romney le priv¨® de esa felicidad completa.
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