La adolescente latina que le plant¨® cara a Trump para proteger de la deportaci¨®n a m¨¢s de 300.000 migrantes
Crista Ramos tiene 17 a?os, es hija de salvadore?os y la principal demandante de una petici¨®n ante la justicia para la restituci¨®n del TPS, un programa que ofrece un alivio migratorio a familias que, como la suya, llevan d¨¦cadas en EE UU
Crista Ramos se define como una adolescente t¨ªmida, pero hace casi tres a?os su deseo de defender a su madre ante una posible deportaci¨®n a El Salvador le llev¨® a alzar la voz por ellos donde hiciera falta. Hoy, con 17 a?os, ya le ha contado la historia de su familia al Papa en Roma y a congresistas en Washington, y es la principal demandante de una petici¨®n ante la justicia para restituir el programa de estatus de protecci¨®n temporal (TPS, por sus siglas en ingl¨¦s), que ofrece acogimiento...
Crista Ramos se define como una adolescente t¨ªmida, pero hace casi tres a?os su deseo de defender a su madre ante una posible deportaci¨®n a El Salvador le llev¨® a alzar la voz por ellos donde hiciera falta. Hoy, con 17 a?os, ya le ha contado la historia de su familia al Papa en Roma y a congresistas en Washington, y es la principal demandante de una petici¨®n ante la justicia para restituir el programa de estatus de protecci¨®n temporal (TPS, por sus siglas en ingl¨¦s), que ofrece acogimiento provisional para vivir y trabajar en Estados Unidos a varios centenares de miles de personas de seis nacionalidades que, como su madre, llevan d¨¦cadas en Estados Unidos. Donald Trump quiso acabar con el programa en 2018 y Crista le ha plantado cara con una demanda para evitar la deportaci¨®n de unos 300.000 migrantes (en total, el TPS beneficia a unos 400.000).
¡°Cuando Trump termin¨® con el TPS en 2018, yo ten¨ªa 14 a?os. Yo no sab¨ªa lo que era, pero mi mam¨¢ me cont¨® que le dio la oportunidad de vivir en este pa¨ªs y poder trabajar y en ese momento me dijo que no sab¨ªa qu¨¦ iba a pasar con nuestra familia¡±, recuerda Ramos desde la ciudad de San Pablo, en California. Aquella conversaci¨®n convirti¨® a la ni?a que hasta entonces estaba centrada en la escuela y en sus pr¨¢cticas de f¨²tbol en una activista dispuesta a llamar a todas las puertas para evitar que deportaran a su madre. ¡°Me hice m¨¢s activa en mi comunidad. Todav¨ªa soy un poco callada, pero antes era muy callada y he tenido que madurar un poco m¨¢s y hablar con la gente sobre lo que est¨¢ pasando con mi familia. Hay m¨¢s de 250.000 ni?os [nacidos en EE UU y con la nacionalidad] en esta situaci¨®n y por eso he tenido que hablar, no solo por mi familia, sino por las de los que est¨¢n en la misma situaci¨®n¡±, cuenta la joven.
Su madre, Cristina Morales, salvadore?a, lleg¨® a Estados Unidos sin documentos en 1993. Ten¨ªa solo 12 a?os y hu¨ªa de un padre maltratador que le hizo poner rumbo al norte en busca de una vida libre de violencia. Ocho a?os despu¨¦s, en 2001, el Gobierno de George W. Bush aprob¨® el TPS, un acogimiento provisional para los salvadore?os indocumentados en el pa¨ªs, despu¨¦s de que el Estado centroamericano sufriera dos devastadores terremotos. Con ese beneficio, que EE UU ha otorgado desde los a?os noventa a migrantes de distintos pa¨ªses donde se han producido guerras o desastres naturales, Morales evitaba una posible deportaci¨®n y pod¨ªa trabajar legalmente. As¨ª pudo desarrollar su carrera como asistente de maestra en una escuela, establecerse en el pa¨ªs y tener a sus dos hijos: Crista, de 17 a?os, y Diego, que hoy tiene 15.
Un Gobierno tras otro renov¨® el TPS para El Salvador, entre otros pa¨ªses. Morales pod¨ªa trabajar, pero ese estatus no le daba una v¨ªa directa a la residencia permanente o la nacionalidad, ya que una decisi¨®n as¨ª debe pasar por el Congreso, algo que en estos a?os no ha sido una prioridad en Washington. Por eso, cuando en enero de 2018 Trump anunci¨® que cancelaba ese beneficio para los salvadore?os, la mujer de 39 a?os sinti¨® que su vida se derrumbaba. ¡°Fue un golpe muy duro para m¨ª. En la escuela cat¨®lica donde trabajo hab¨ªa ni?os llorando porque dec¨ªan que les iban a separar de sus pap¨¢s. ?C¨®mo pod¨ªa decir yo algo si estaba sintiendo el mismo dolor?¡±, recuerda la madre. Al llegar a casa, reuni¨® a sus hijos y les cont¨® la situaci¨®n. ¡°Yo les dije que ya no pod¨ªamos tener la misma vida porque ten¨ªamos que ver qu¨¦ iba a pasar con el TPS y fue muy triste ver a mis hijos llorar. Pero, como nosotros creemos en Dios, les dije que ¨ªbamos a luchar juntos aunque quiz¨¢s no ¨ªbamos a poder tener la tranquilidad de antes, pero que ¨ªbamos a buscar justicia¡±.
Ah¨ª fue cuando Morales y su hija Crista recurrieron a grupos comunitarios y, con la ayuda de organizaciones como la Uni¨®n de Derechos y Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en ingl¨¦s) y la National Day Laborer Organizing Network (NDLON), demandaron al Gobierno estadounidense; concretamente a Kirstjen Nielsen que, como secretaria de Seguridad Interior de Trump en aquel momento, era la responsable de las pol¨ªticas migratorias. Aunque la adolescente salvadore?a es la principal demandante en el proceso, en total fueron nueve beneficiarios del programa, entre ellos Cristina Morales, y cinco estadounidenses hijos de migrantes con ese estatus los que pidieron ante la justicia que se restituyera el TPS para El Salvador, Hait¨ª, Nicaragua y Sud¨¢n (unas 300.000 personas). Adem¨¢s, Honduras y Nepal tambi¨¦n son beneficiarios de ese estatus (otros 100.000 migrantes m¨¢s), pero pelean por sus derechos en otra demanda.
Una medida ¡°racista¡±
En Ramos vs. Nielsen, los demandantes alegan que la medida es inconstitucional y que fue adoptada para imponer la ¡°agenda antinmigrante y supremacista blanca¡± de la Administraci¨®n de Trump, quien, poco antes de poner fin al TPS, se refiri¨® a las naciones que recib¨ªan ese alivio como ¡°pa¨ªses de mierda¡±. ¡°?l viol¨® la Constituci¨®n y el proceso administrativo, us¨® razones racistas y viol¨® los derechos de los hijos de tepesianos [los beneficiarios del TPS] diciendo que ten¨ªan que escoger entre marcharse con sus padres o quedarse en su pa¨ªs de origen [ya que son estadounidenses al haber nacido en el pa¨ªs]¡±, explica Cal Soto, abogado de la organizaci¨®n NDLON. La demanda est¨¢ ahora en una Corte del noveno circuito de la costa oeste y, pese a que una terna de jueces la desestim¨® en septiembre, los demandantes apelaron, lo que oblig¨® al Gobierno de Trump a extender la vigencia del programa a principios de diciembre.
¡°Aunque perdamos el caso, nosotros de muchas maneras hemos ganado porque Trump quer¨ªa cancelar este estatus hace cuatro a?os y ya sabemos ahora que han sobrevivido a la Administraci¨®n de Trump todos los tepesianos y eso es un logro incre¨ªble¡±, apunta Soto. Y recuerda que, mientras est¨¦ en marcha el litigio en los tribunales, sus beneficios se mantienen. Eso da esperanza a quienes tienen ese estatus, especialmente porque el presidente electo, Joe Biden, ha prometido una soluci¨®n permanente para indocumentados con alivios temporales como ellos. Sin embargo, una v¨ªa a la ciudadan¨ªa pasar¨ªa por que el Congreso apruebe una ley, por lo que es probable que sea necesario un consenso bipartidista.
¡°Yo he ido a Washington DC para hablar con congresistas sobre el TPS porque muchos no saben lo que es y hemos ido a pedir que aprueben un camino para la residencia permanente para los tepesianos. Est¨¢n en un limbo y esta demanda solo nos est¨¢ dando tiempo, pero no hay un paso concreto para ellos¡±, reconoce Crista Ramos. Para la joven, que Trump perdiera las elecciones fue un ¡°alivio¡± porque ¨¦l fue quien acab¨® con el TPS, pero sabe que todav¨ªa queda mucho trabajo por hacer. ¡°Esperamos que la nueva administraci¨®n trabaje con nosotros o escuche las historias y nuestra situaci¨®n y que hagan lo correcto y pasen una reforma¡±, afirma.
Las peticiones de la adolescente para que no la separen de su familia tambi¨¦n llegaron a o¨ªdos del Papa. Fue en 2018 cuando viaj¨® al Vaticano con una delegaci¨®n de hijos de beneficiarios del TPS a la canonizaci¨®n del sacerdote salvadore?o ?scar Arnulfo Romero y le habl¨® de su situaci¨®n. ¡°?l nos dijo que migrar es un derecho humano, que no nos di¨¦ramos por vencidos y que iba a orar por nosotros. Fue una experiencia muy bonita que nunca voy a olvidar¡±, cuenta Ramos. Ahora, mientras espera la nueva decisi¨®n de la corte, completa su pen¨²ltimo a?o de secundaria, y ya est¨¢ en el proceso de b¨²squeda de universidad. ¡°Quiero estudiar relaciones internacionales. He pensado en ser abogada, trabajar en el Gobierno o en las Naciones Unidas. Tengo muchas ideas, pero s¨ª s¨¦ que quiero ayudar a la gente¡±, afirma. ¡°Y voy a seguir luchando por mi familia¡±.