El fin de la era legendaria de los agentes dobles de la Guerra Fr¨ªa
La muerte de George Blake, el m¨ªtico esp¨ªa brit¨¢nico que trabaj¨® para el KGB, celebrado como un h¨¦roe en Rusia, marca el ocaso de una ¨¦poca de espionaje en la que el factor humano lo era todo
Y George Blake fue enterrado en el callej¨®n de los H¨¦roes del insigne cementerio moscovita Troekurovski. Al son del himno nacional de Rusia y con las salvas de la guardia nacional de honor, el legendario agente doble brit¨¢nico, que espi¨® para la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la ¨¦poca culminante de la Guerra Fr¨ªa antes de ser descubierto, condenado y protagonizar una huida de pel¨ªcula en 1966, recibi¨® el mi¨¦rcoles una despedida notable. J...
Y George Blake fue enterrado en el callej¨®n de los H¨¦roes del insigne cementerio moscovita Troekurovski. Al son del himno nacional de Rusia y con las salvas de la guardia nacional de honor, el legendario agente doble brit¨¢nico, que espi¨® para la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la ¨¦poca culminante de la Guerra Fr¨ªa antes de ser descubierto, condenado y protagonizar una huida de pel¨ªcula en 1966, recibi¨® el mi¨¦rcoles una despedida notable. Junto a su l¨¢pida, con el nombre de Georgi Ivan¨®vich Bechter, bajo el que vivi¨® desde su llegada a la URSS, donde recibi¨® el grado de coronel del KGB, numerosas coronas de flores; tambi¨¦n una del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin. Con la muerte el 26 de diciembre de Blake, uno de los agentes dobles clave en la historia del siglo XX, celebrado como un patriota inquebrantable por el Kremlin, se apaga uno de los ¨²ltimos vestigios del espionaje en la Guerra Fr¨ªa.
Una ¨¦poca que cambi¨® para siempre el concepto de inteligencia exterior, que fielmente retrat¨® en muchas de sus obras John Le Carr¨¦, maestro de la novela de esp¨ªas y antiguo agente, fallecido tambi¨¦n el pasado diciembre. Otro final. ¡°Con la marcha de Blake concluye hist¨®ricamente ¨Coperativamente, que sepamos, ya acab¨® en los a?os sesenta¡ª la mayor operaci¨®n de infiltraci¨®n de la historia del espionaje¡±, resume el escritor Enrique Bocanegra, que ha estudiado a fondo la ¨¦poca y tambi¨¦n las haza?as de las agencias de inteligencia.
Hasta la puesta en marcha de los servicios secretos sovi¨¦ticos, en la d¨¦cada de 1920, el espionaje consist¨ªa fundamentalmente en comprar informaci¨®n a agentes de segundo rango del bando contrario, motivados por el despecho, ambiciones no satisfechas o por necesidad de dinero, explica Bocanegra. Lo que se propone la c¨²pula de la inteligencia de la URSS a partir de los a?os treinta es algo mucho m¨¢s ambicioso: preparar e infiltrar a sus propios agentes y permitirles desarrollar una carrera a lo largo de d¨¦cadas. Una trayectoria que les lleve a puestos de poder en las organizaciones enemigas y destruirlas desde el interior. Y tuvieron ¨¦xito.
El KGB logr¨® captar activos colosales, destaca la documentalista Lana Parshina, que ha escrito sobre la agencia de inteligencia sovi¨¦tica. No solo por el propio Blake, que destap¨® a decenas de agentes o cuyas valiosas informaciones permitieron a la URSS desbaratar por ejemplo el famoso t¨²nel de Berl¨ªn, que el espionaje anglo-norteamericano usaba, entre otras cosas, para interceptar conversaciones telef¨®nicas de los sovi¨¦ticos. O por los diversos agentes dobles que ayudaron al KGB a conseguir secretos sobre el programa de armamento nuclear de EE UU y les permitieron avanzar en el desarrollo de su propia bomba.
El poderoso servicio de espionaje sovi¨¦tico reclut¨® en la d¨¦cada de los treinta a cinco j¨®venes brit¨¢nicos de alta cuna, estudiantes de Cambridge y llamados a ocupar puestos destacados. Para cuando se desencaden¨® la Segunda Guerra Mundial, Guy Burgess, Antony Blunt, Donald MacLean, John Cairncross y Kim Philby, conocidos como el C¨ªrculo de Cambridge, ocupaban ya importantes cargos en la Administraci¨®n brit¨¢nica desde los que espiaban para los rusos.
Burgess lleg¨® a ser confidente de Winston Churchill. Maclean, un importante cargo en Exteriores. Blunt, el responsable durante d¨¦cadas de la pinacoteca real. Philby, considerado por muchos como el mayor traidor de la Guerra Fr¨ªa pero tambi¨¦n como el mejor agente doble de todos los tiempos, escal¨® hasta ser jefe del servicio de contraespionaje a los sovi¨¦ticos y enlace entre la inteligencia brit¨¢nica y la CIA. El premio gordo. Tan brutal fue su traici¨®n que desmantel¨® por completo la inteligencia brit¨¢nica en la d¨¦cada de los sesenta hasta tal punto de que tuvo que reinventarse, destaca Bocanegra, autor de una biograf¨ªa destacada de Philby (Un esp¨ªa en la trinchera. Kim Philby en la guerra de Espa?a, Tusquets), la persona que destap¨® precisamente a David Cornwell (que escrib¨ªa sus novelas con el nombre de John Le Carr¨¦).
A la potencia de sus servicios secretos, que se hicieron a¨²n m¨¢s fuertes en un sistema acostumbrado a la opacidad y la clandestinidad desde la revoluci¨®n bolchevique, se sum¨® otro elemento que desempe?¨® un papel nuclear en el reclutamiento de agentes dobles: la ideolog¨ªa. ¡°En los a?os veinte y treinta del siglo XX, la inteligencia sovi¨¦tica se benefici¨® enormemente de la simpat¨ªa de la juventud de izquierda hacia la URSS como encarnaci¨®n de la idea de izquierda y luego como basti¨®n del antifascismo¡±, destaca Leonid Mlechin, historiador de los servicios secretos sovi¨¦ticos. El c¨ªrculo de Cambridge, primero, y Blake y algunos otros despu¨¦s, aseguraron que se unieron al KGB por los ideales del socialismo, la lucha contra la desigualdad y la injusticia. ¡°La desaparici¨®n de Blake significa que la ¨¦poca de los agentes dobles ¡®ideol¨®gicos¡¯ realmente ha terminado¡±, considera Lana Parshina, coautora del libro La muerte de Hitler.
Aunque, remarca Mlechin, tambi¨¦n hubo elementos de arduo trabajo de captaci¨®n, kompromats o ¡°pura suerte¡±; casi siempre ligados al inter¨¦s econ¨®mico. Como el caso del exoficial de la CIA Aldrich Ames, que se ofreci¨® al KGB y espi¨® para la URSS entre 1985 y 1991. O el exagente del FBI Robert Hansen, que tambi¨¦n acudi¨® motu propio a los sovi¨¦ticos, para los que trabaj¨® desde 1979, pasando despu¨¦s a colaborar con los rusos hasta que fue descubierto en 2011. Los dos agentes dobles, que cumplen cadena perpetua en c¨¢rceles de m¨¢xima seguridad en EE UU, lo hicieron por dinero.
El coraz¨®n de los servicios secretos sovi¨¦ticos tambi¨¦n sufri¨® grandes golpes, como con el caso de Oleg Gordievsky, coronel del KGB que pas¨® a trabajar para el MI6 y logr¨® escapar al Reino Unido, donde vive protegido. Otros fueron capturados y ejecutados.
Como en casi ning¨²n otro lugar, la URSS honr¨® a sus agentes dobles como aut¨¦nticos h¨¦roes. George Blake recibi¨® la medalla Lenin a su llegada a Mosc¨², en 1966, despu¨¦s de una huida legendaria. Y antes que ¨¦l varios integrantes del c¨ªrculo de Cambridge. Aunque esos honores se hac¨ªan fundamentalmente en secreto. En esa ¨¦poca el espionaje era tab¨² en la URSS. No se trataba en la vida p¨²blica, ni siquiera en las novelas o las pel¨ªculas de ficci¨®n. Hasta la llegada a la jefatura del KGB de Yuri Andropov, un comunista de hueso duro que se da cuenta de que la URSS ya no tiene la capacidad de atracci¨®n que ten¨ªa en los a?os treinta y que ya no hay multitud de j¨®venes abiertos a colaborar, destaca Bocanegra.
Brota entonces una gigantesca campa?a de propaganda en la que se rescata para la vida p¨²blica a Blake y a MacLean y Kim Philby, que llevaban a?os viviendo en Mosc¨² totalmente olvidados. ¡°Andropov era de la idea de visibilizar a toda costa que quien colaborase con los servicios vivir¨ªa bien¡±, se?ala Mlechin.
Analistas y estudiosos del KGB han contado que, pese a todo, sus superiores sovi¨¦ticos no terminaban de confiar por completo en los agentes dobles acogidos en Mosc¨². Philby, por ejemplo, que en una nota dirigida a sus colegas sovi¨¦ticos en el centenario del nacimiento de F¨¦lix Dzerzhinski (fundador de la Checa, la polic¨ªa secreta bolchevique) en 1977, dese¨® que todos pudieran ¡°vivir para ver ondear la bandera roja en el palacio de Buckhingham y la Casa Blanca¡±, tard¨® m¨¢s de una d¨¦cada en poner un pie en la legendaria sede central de la agencia de inteligencia de la URSS. El oficial de contrainteligencia siempre ve al desertor del otro lado como un agente probable.
Hoy, Philby descansa a muy pocos kil¨®metros de la nueva l¨¢pida de Blake, en el cementerio de Kuntsevo, junto con otros h¨¦roes sovi¨¦ticos como el espa?ol Ram¨®n Mercader, el agente secreto que asesin¨® a Le¨®n Trotsky en M¨¦xico en 1940. Philby, que sirvi¨® a la URSS m¨¢s de 50 a?os impulsado fundamentalmente por un compromiso ideol¨®gico con el marxismo, ha sido rebautizado y celebrado como un patriota ruso. Ha tenido su propio sello postal, le han dedicado una destacada exposici¨®n hist¨®rica y una plaza en un barrio de Mosc¨² lleva su nombre.
Ahora, despu¨¦s de varios reveses grav¨ªsimos para sus servicios de inteligencia, como el envenenamiento fallido del exesp¨ªa Sergu¨¦i Skripal en 2018 o m¨¢s recientemente el caso del opositor Alex¨¦i Nalvalni, pero tambi¨¦n por peque?os esc¨¢ndalos econ¨®micos o de nepotismo, el Kremlin emprende un camino similar con George Blake. Otro cap¨ªtulo m¨¢s para pulir la imagen del KGB, al que perteneci¨® el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin (y lleg¨® a dirigir su servicio sucesor, el FSB) y para tratar de devolver a la sociedad la idea de que sus agentes secretos son la ¨¦lite, como lo fueron sus agentes dobles de la Guerra Fr¨ªa, en vez de matones patosos como los detectados agentes de la inteligencia militar (GRU) se?alados por los servicios secretos brit¨¢nicos en el caso Skripal.
¡°Blake eligi¨® el camino de una lucha decisiva e intransigente por los m¨¢s altos valores humanistas, por un mundo justo y libre¡±, dijo el mi¨¦rcoles en su funeral Sergu¨¦i Narishkin, el todopoderoso jefe del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR, el sucesor del brazo de inteligencia exterior del KGB). ¡°Tuvo pruebas severas, pas¨® muchos a?os al borde del frente invisible, trabaj¨® al l¨ªmite de la fuerza y las capacidades humanas y mantuvo la fe en sus ideales, en sus convicciones y altos valores¡±, insisti¨® Narishkin ante el f¨¦retro del doble agente, acarreado en una ma?ana nevada por seis soldados rusos con uniforme de gala.
Esa ¨¦poca dorada de un cierto tipo de espionaje en el que el factor humano lo era todo, en la que hac¨ªan falta nervios de acero y memoria prodigiosa para llevar una doble vida, termin¨®. Ahora la guerra fr¨ªa del siglo XXI es la tecnolog¨ªa. Y si acaso hay una ¨¦lite en los servicios de inteligencia rusos estar¨ªa dentro de sus brigadas de ciberesp¨ªas.