La desesperaci¨®n cunde en el aeropuerto de Kabul
Los controles de los fundamentalistas se intensifican y su actitud es m¨¢s violenta tras las nuevas directrices pol¨ªticas
El anuncio el lunes de que los talibanes no permitir¨¢n que las tropas internacionales controlen el aeropuerto m¨¢s all¨¢ del 31 de agosto y la advertencia de que no dejar¨¢n pasar a m¨¢s afganos hacia el aeropuerto ha vuelto a¨²n m¨¢s ca¨®tica y peligrosa la intentona de huir de Kabul. Los talibanes reforzaron este martes los controles que ejercen ante los accesos al aer¨®dromo. Hay m¨¢s tanquetas, m¨¢s veh¨ªculos militares, m¨¢s hombres con metralletas que cierran el paso a los miles de personas que pugnan por atravesar el control. Adem¨¢s, tambi¨¦n parece haber cambiado su actitud. Ahora es mucho m¨¢s agresiva, violenta e intransigente.
En uno de estos retenes, el martes por la ma?ana, cuando a¨²n no se hab¨ªa hecho p¨²blico el anuncio de que prohib¨ªan el paso a m¨¢s personas, tres talibanes, de entre 20 y 25 a?os, persegu¨ªan a los cientos de afganos que quer¨ªan entrar a base de pegarles palos y disparar al aire. La muchedumbre aguardaba a que en un descuido quedara el paso libre. Es imposible dialogar con ellos, presentarles los papeles, los pasaportes o los permisos. Dan culatazos con sus fusiles en el est¨®mago o en la cabeza. Esa es su respuesta.
En los que esperan se une la desesperaci¨®n y el agotamiento extremo. Si, por un casual, consiguen salvar el ret¨¦n talib¨¢n, alrededor del per¨ªmetro del aeropuerto el espect¨¢culo es m¨¢s desolador que d¨ªas atr¨¢s.
Hay decenas de miles de personas tratando de alcanzar una de las peque?as puertas met¨¢licas que dan directamente al recinto. Donde el domingo hab¨ªa diez personas, el martes hab¨ªa 100. Parecen haberse multiplicado. Donde el domingo hab¨ªa sembrados, cultivos, descampados, ahora se extienden decenas de campamentos improvisados donde las personas aguardan d¨ªa y noche una grieta para poder entrar. Hay disparos en casi todas las puertas. Los soldados que las custodian cada vez est¨¢n m¨¢s nerviosos. Se han producido enfrentamientos a golpes entre soldados de pa¨ªses distintos, v¨ªctimas tambi¨¦n del miedo y del estr¨¦s de la situaci¨®n. Hay muchas personas mayores que tienen dificultades para acceder, mujeres que han llegado hasta aqu¨ª en sillas de ruedas. El martes todo hac¨ªa pensar que la noche ser¨ªa a¨²n peor y que pod¨ªan llegar a producirse muertes en avalanchas. Ya se han contado m¨¢s de 20 fallecimientos en las ¨²ltimas semanas, algunos de ni?os aplastados.
Yussuf, con un pasaporte brit¨¢nico, uno de los miles que daban vueltas alrededor del per¨ªmetro del aeropuerto buscando la forma de entrar, aseguraba: ¡°El mundo tiene que saber el sufrimiento que le han causado a los afganos, las falsas promesas que les han hecho de que iban todos a ser evacuados. Esto es una verg¨¹enza para la comunidad internacional¡±.
Al lado, Mohamed, un periodista con nacionalidad francesa, se preguntaba d¨®nde estaban los soldados franceses para que le ayudaran a entrar. Y denunciaba, con desesperaci¨®n: ¡°Ni siquiera podemos acceder al sitio donde deber¨ªan controlar nuestros documentos. Ellos aseguraron que podr¨ªamos salir, pero ahora, a una semana del plazo, nos da pavor pensar que sean los talibanes los que vean qui¨¦nes quer¨ªan salir. Sabr¨¢n de inmediato qui¨¦nes somos y en qu¨¦ trabaj¨¢bamos y desde el mismo aeropuerto nos van a llevar a la c¨¢rcel¡±.
Sin m¨²sica y fotos
Mientras esto pasa en el aeropuerto y en sus alrededores, en Kabul, poco a poco, d¨ªa a d¨ªa, la vida va cambiando, transform¨¢ndose en una existencia m¨¢s acorde con la idea que de ella tienen los talibanes. Y eso ya se nota en cada parcela de la sociedad. Un importante sal¨®n de bodas aparec¨ªa cerrado el martes. Los empleados estaban sentados, sin nada que hacer. Uno de ellos contaba que durante esta semana los talibanes hab¨ªan llegado hasta all¨ª y le hab¨ªan advertido de que a partir de ese momento quedaban prohibidas la m¨²sica y las fotograf¨ªas. Tambi¨¦n los v¨ªdeos. De ah¨ª el cierre. El fin del negocio.
¡°?Qui¨¦n va a venir aqu¨ª a celebrar un matrimonio sin m¨²sica, sin fotos y sin los v¨ªdeos que todos quieren conservar para verlos despu¨¦s? ?Qu¨¦ bodas son esas?¡±, a?ad¨ªa. El propietario, conocido por su oposici¨®n a los talibanes, ha huido a Dub¨¢i. Y los m¨²sicos se encuentran en el paro, sin posibilidad de encontrar trabajo en el futuro. ¡°La m¨²sica dejar¨¢ de existir¡±, murmuraba el empleado. De esto dan fe los instrumentos destrozados en el Conservatorio de Kabul. Los talibanes visitaron esta semana la instituci¨®n para romperlos todos a pedazos.
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