Madres contra el crimen que azota a la comunidad ¨¢rabe de Israel
Un movimiento de mujeres con hijos asesinados por poderosas bandas de delincuentes rompe la ley del silencio que imponen las mafias en la minor¨ªa de origen palestino, desatendida por la polic¨ªa
Le llaman el Tri¨¢ngulo. La regi¨®n que bordea la L¨ªnea Verde fronteriza con Cisjordania proyecta un paisaje de cerros desarbolados por donde se despe?an favelas en ciudades como Taybe que albergan a gran parte de la minor¨ªa ¨¢rabe de Israel, un 20% de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Los descendientes de los palestinos que permanecieron en el Estado jud¨ªo tras su nacimiento, en 1948, solo pudieron votar ocho a?os m¨¢s tarde y estuvieron sometidos a la ley ma...
Le llaman el Tri¨¢ngulo. La regi¨®n que bordea la L¨ªnea Verde fronteriza con Cisjordania proyecta un paisaje de cerros desarbolados por donde se despe?an favelas en ciudades como Taybe que albergan a gran parte de la minor¨ªa ¨¢rabe de Israel, un 20% de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Los descendientes de los palestinos que permanecieron en el Estado jud¨ªo tras su nacimiento, en 1948, solo pudieron votar ocho a?os m¨¢s tarde y estuvieron sometidos a la ley marcial hasta 1966. ¡°Seguimos siendo ciudadanos de segunda clase, no tenemos los mismos derechos que la mayor¨ªa jud¨ªa¡±, sostiene Maisan Jaljuli, de 49 a?os, directora de la organizaci¨®n feminista Naamat, vinculada al laborismo, para el sur del Tri¨¢ngulo, y cofundadora del grupo Madres por la Vida.
¡°Un 60% de los palestinos de Israel vive por debajo del nivel de ingresos del salario m¨ªnimo, de 5.300 sh¨¦queles (1.400 euros); el fracaso escolar afecta a la mitad de los alumnos, que a los 14 a?os est¨¢n en la calle sin estudiar ni trabajar...; hay m¨¢s de 50.000 edificaciones sin licencia pendientes de demolici¨®n...¡±, desgrana esta soci¨®loga de formaci¨®n en su oficina de Taybe sobre las claves de la discriminaci¨®n de la principal minor¨ªa israel¨ª. ¡°El empleo, la educaci¨®n, la vivienda y la ocupaci¨®n de Palestina son nuestras grandes preocupaciones, pero por encima de todas¡±, advierte, ¡°sobresale la violencia derivada del crimen organizado¡±.
En 2020 fueron asesinadas 96 personas en la comunidad ¨¢rabe, una cifra sin precedentes en tiempos recientes y que supone m¨¢s del doble de las muertes violentas entre la mayor¨ªa jud¨ªa (m¨¢s de las tres cuartas partes de los habitantes). La espiral de criminalidad se ha agravado en los dos ¨²ltimos a?os, y golpea por igual a mujeres, ni?os o simples transe¨²ntes sorprendidos por un tiroteo. Hasta el domingo 26 de septiembre han muerto otras 92 v¨ªctimas ¨¢rabes de las bandas en 2021.
Una de ellas es Layt Nasra, un mec¨¢nico de 19 a?os, abatido a balazos hace seis meses por dos hombres enmascarados mientras asist¨ªa a la fiesta de cumplea?os de un vecino, en la casa contigua a la de su familia en la ciudad de Qalansawe, tambi¨¦n en la regi¨®n del Tri¨¢ngulo. Otro joven muri¨® y cuatro m¨¢s resultaron heridos en el tiroteo. Su madre, Zahya Nasra, de 54 a?os, llam¨® de inmediato a la polic¨ªa, pero a¨²n no ha obtenido respuesta a su demanda de arresto y castigo para los culpables. Desde entonces sigue vestida de negro.
¡°Me despert¨¦ de madrugada por el ruido. Parec¨ªan explosiones de cohetes de una celebraci¨®n. Cuando llegu¨¦ a la casa de los vecinos el cad¨¢ver de mi hijo estaba tendido en un sof¨¢¡±, relata con un hilo de voz tras ofrecer caf¨¦, pastas, higos y uvas a los visitantes. Madre de cinco hijos y tres hijas, rompe a llorar al fotografiarse con una imagen del benjam¨ªn de la familia: ¡°Le llevo cada d¨ªa en mi memoria¡±.
Sus vecinos ya hab¨ªan sido amenazados por una banda, sin que la polic¨ªa interviniera para protegerles. Las sospechas sobre la identidad de los autores fueron ignoradas por los agentes, que dieron carpetazo al asesinato de Layt como si se tratara de un da?o colateral m¨¢s de una vendetta. ¡°Si hubiese sido jud¨ªo, el caso ya estar¨ªa resuelto. Todas las madres ¨¢rabes tenemos miedo por nuestros hijos; cualquiera puede ser la siguiente v¨ªctima¡±. Frente a la ley del silencio que impera en el Tri¨¢ngulo, Zahya Nasra clama contra la rutina del crimen.
La polic¨ªa solo ha resuelto el 21% de los asesinatos en la comunidad ¨¢rabe, en comparaci¨®n con el 50% de los casos entre la poblaci¨®n jud¨ªa, de acuerdo con una informaci¨®n oficial citada por el diario Haaretz. El propio ministro de Seguridad P¨²blica (responsable de la polic¨ªa), el laborista Omer Bar-Lev, ha reconocido que muchas familias ¨¢rabes se han hecho con armas de fuego para defenderse de las bandas. ¡°Esa es una clara evidencia de que las fuerzas de seguridad han fracasado en la misi¨®n m¨¢s b¨¢sica: proteger a los ciudadanos¡±, denunciaba a comienzos de mes en un editorial el peri¨®dico progresista israel¨ª. La violencia no cesa. El pasado lunes muri¨® otro joven ¨¢rabe durante un tiroteo en una boda en Taybe y el martes fue hallado sin vida, cosido a balazos, un ¨¢rabe m¨¢s en la regi¨®n del Negev, al sur del pa¨ªs. Desde el jueves, otros tres miembros de la comunidad han sido asesinados.
La organizaci¨®n Madres por la Vida surgi¨® en 2020 tras una ola de asesinatos. Familiares de v¨ªctimas de la violencia y grupos de activistas ¨¢rabes organizaron una marcha desde Haifa, en el norte del pa¨ªs, hasta Jerusal¨¦n para reclamar a las autoridades israel¨ªes medidas urgentes contra el auge de la criminalidad. A la marcha se sumaron miles de jud¨ªos en Tel Aviv. ¡°La sociedad est¨¢ harta. Ha perdido la fe en el Estado y desconf¨ªa de la polic¨ªa¡±, asevera Maisan Jaljuli. La marginaci¨®n, la miseria y la violencia han engendrado entre la poblaci¨®n ¨¢rabe israel¨ª una sensaci¨®n de abandono por parte del Estado de Israel, la mayor potencia econ¨®mica y de seguridad en Oriente Pr¨®ximo, al que acusan de haberse desentendido de una quinta parte de sus ciudadanos.
Con la incorporaci¨®n a la coalici¨®n que lleg¨® al poder en junio de un partido ¨¢rabe, el islamista Raam, por primera vez en la historia de Israel, el nuevo Gobierno ha prometido a la comunidad de origen palestino un plan de inversiones de 30.000 millones de sh¨¦queles (cerca de 8.000 millones de euros) en cinco a?os, que incluye una partida de 1.000 millones de sh¨¦queles para la lucha contra la delincuencia. Adem¨¢s, se ha creado en agosto un cuerpo policial especial contra el crimen en este colectivo. El oficial ¨¢rabe de mayor graduaci¨®n que lo dirige, Jamal Akrush, ya ha sido amenazado por las bandas. Su casa fue tiroteada el viernes de la semana pasada.
Al mejor postor
Entre otros factores que explican el auge de esta delincuencia ¨Cseg¨²n Jaljuli, l¨ªder social de la comunidad ¨¢rabe¨C, destaca la transformaci¨®n econ¨®mica experimentada, con la aparici¨®n de una clase media de empleados cualificados y comerciantes. Estos sectores menos tradicionales han roto con la costumbre de someter a los jeques de los clanes patriarcales las disputas, para zanjarlas mediante una Sulha (pacto o arreglo de reconciliaci¨®n). Las bandas ofrecen ahora esos servicios al mejor postor. ¡°La discriminaci¨®n se observa tambi¨¦n en el sistema bancario israel¨ª¡±, resalta la directora de la organizaci¨®n Naamat en Taybe, ¡°que se resiste a financiar con pr¨¦stamos a los ciudadanos ¨¢rabes¡±. ¡°De este modo, las familias se ven obligadas a recurrir a prestamistas conectados con las organizaciones criminales¡±, explica.
En paralelo, la erradicaci¨®n en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas de las mafias jud¨ªas que impon¨ªan su ley en las ciudades de la costa, tras una operaci¨®n policial de a?os con apoyo de agentes del Sin Beth (seguridad interior), desvi¨® parte de la actividad delictiva hacia las poblaciones ¨¢rabes. Los soldados de las bandas se han infiltrado ya en el tejido econ¨®mico hasta controlar las concesiones de los servicios p¨²blicos municipales, siguiendo la estela de la Cosa Nostra siciliana, mientras ejercen el floreciente negocio de cobrar impuestos de protecci¨®n a comerciantes y empresarios.
Su hegemon¨ªa tambi¨¦n obedece a relaciones secretas con el poder. Un programa de investigaci¨®n del canal 12 de la televisi¨®n israel¨ª ha desvelado el testimonio de agentes policiales que responsabilizaron al Shin Bet de haber ofrecido inmunidad a algunos delincuentes a cambio de transformarse en confidentes e informar sobre actividades nacionalistas en el seno de la comunidad. Mientras, las fuerzas de seguridad se han limitado a llevar la cuenta de los cr¨ªmenes, a pesar de que nueve de cada diez tiroteos se producen en zonas habitadas por la principal minor¨ªa del pa¨ªs.
El supermercado de la familia de Wadfa Jabali, de 52 a?os, se halla debajo de su casa en el centro hist¨®rico de Taybe. Desde el sal¨®n observa a trav¨¦s de una pantalla las im¨¢genes de las c¨¢maras de seguridad del establecimiento. Siguen mostrando el mismo encuadre con el que contempl¨® en directo la muerte de su hijo Saad, de 26 a?os, acribillado a balazos en noviembre de 2018 junto a la caja registradora, donde qued¨® tendido en un suelo ensangrentado. Vestida de riguroso luto, ofrece caf¨¦, dulces y almendras mientras el aroma a especias orientales invade la atm¨®sfera de la vivienda desde la cocina.
¡°Nadie encontr¨® una raz¨®n para el crimen y la polic¨ªa se desentendi¨® de la investigaci¨®n¡±, relata. Pero el tes¨®n de esta madre y sus continuas visitas a comisar¨ªa desembocaron en la detenci¨®n del autor del asesinato cuatro meses y medio despu¨¦s. Un joven, armado con una pistola, cumple ahora una condena de 30 a?os de c¨¢rcel. En las poblaciones ¨¢rabes de Israel se esconde un arsenal de entre 200.000 y 400.000 armas de fuego, seg¨²n las fuentes, muchas de ellas robadas al Ej¨¦rcito y en su mayor¨ªa en manos de grupos de delincuentes.
Wadfa Jabali es vista como un modelo para el colectivo de las Mujeres por la Vida por la firmeza mostrada ante las autoridades hasta que consigui¨® que se hiciera justicia. ¡°Mi hijo ha sido una v¨ªctima de la polic¨ªa, porque el asesino ya hab¨ªa rondado antes por el supermercado y los agentes se negaran a investigar a pesar de nuestras denuncias¡±, protesta, poco antes de que se desmorone su entereza y comience a enjugarse las l¨¢grimas. Brotan del recuerdo ante las fotograf¨ªas de Saad, con el nombre del hijo asesinado escrito para siempre en una pared.
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