Los datos clave del debate presidencial para las elecciones de Colombia
La desigualdad para Petro, la seguridad para Fico Guti¨¦rrez y la educaci¨®n para Sergio Fajardo son los puntos esenciales de sus respectivos discursos, que todos intentan enlazar con un descreimiento generalizado con la democracia en el pa¨ªs
Desde la primera vuelta de las presidenciales de 2018, el electorado colombiano est¨¢ dividido en tres corrientes que se corresponden exactamente con las tres consultas abiertas para elegir a los candidatos presidenciales en 2022: izquierda, donde Gustavo Petro domina con claridad; centro, liderado por Sergio Fajardo; y derecha, m¨¢s abierto que los ant...
Desde la primera vuelta de las presidenciales de 2018, el electorado colombiano est¨¢ dividido en tres corrientes que se corresponden exactamente con las tres consultas abiertas para elegir a los candidatos presidenciales en 2022: izquierda, donde Gustavo Petro domina con claridad; centro, liderado por Sergio Fajardo; y derecha, m¨¢s abierto que los anteriores, pero con el exalcalde de Medell¨ªn Federico ¡®Fico¡¯ Guti¨¦rrez encabezando los sondeos. Los tres han entrelazado este jueves un enfrentamiento de l¨ªderes de consultas en el primer debate que los pone cara a cara rumbo a las elecciones de mayo, un ejercicio que ha servido para entender mejor cu¨¢l es la forma de la competici¨®n pol¨ªtica para este 2022, y c¨®mo se ancla con los datos que representan la realidad de Colombia.
El primero y m¨¢s importante, el punto del que nacen los discursos de todos los candidatos, es la falta de credibilidad del actual sistema democr¨¢tico. Colombia es el segundo pa¨ªs de Am¨¦rica Latina en el que m¨¢s ha aumentado la proporci¨®n de poblaci¨®n que se declara bastante o muy en desacuerdo con la idea de que la democracia es superior al resto de sistemas de gobierno.
En esto, es crucial subrayarlo, Colombia se sale de la relaci¨®n habitual en la regi¨®n (y en el mundo entero) de a peor calidad de la democracia, mayor falta de credibilidad de la misma. La democracia colombiana dista mucho de ser perfecta, pero tambi¨¦n dista exactamente lo mismo de las m¨¢s disfuncionales: podr¨ªamos decir que, comparativamente, es una democracia de media tabla en sus indicadores institucionales y de libertad. Sin embargo, su ciudadan¨ªa es una de las que peor la valoran.
Esta aparente inconsistencia podr¨ªa explicarse porque en el desacuerdo con el sistema estar¨ªa influyendo una frustraci¨®n de expectativas con sus representantes centrales: partidos, coaliciones, candidatos y representantes electos. Una percepci¨®n de falta de representatividad de demandas centrales, que se dej¨® ver claramente en las protestas de 2019, que fueron retomadas en 2021 por una ciudadan¨ªa (especialmente en sus segmentos m¨¢s j¨®venes) cuyo grito se parece bastante al ¡°no nos representan¡± que reson¨® en la Espa?a de los ¡°indignados¡± de 2011.
Durante esta campa?a, cada uno de los candidatos de referencia est¨¢ tratando de conectar con este contexto a base de vender cambio, de manera que el eje novedad-relaci¨®n con el establecimiento se vuelve uno m¨¢s de competici¨®n. En el debate, los intentos de Petro, Fajardo y ¡®Fico¡¯ por presentarse como los m¨¢s distintos mientras empujaban a sus rivales al armario del pasado han sido transversales. Pero se han anclado siempre a aspectos espec¨ªficos de la realidad: de hecho, cada uno de los tres ha escogido para el debate y para toda la campa?a un tema clave que les sirve de aterrizaje discursivo a su propuesta de ¡°cambio¡±: la seguridad para ¡®Fico¡¯, la desigualdad para Petro, y la educaci¨®n para Fajardo.
Inseguridad en aumento
En 2021, la tasa de homicidios subi¨® de manera significativa en Colombia por primera vez desde hace una d¨¦cada. Este aumento super¨® no s¨®lo el volumen de 2020, anormalmente bajo por las cuarentenas y confinamientos, sino el de 2019, 2018 y 2017.
Ahora bien: los niveles est¨¢n todav¨ªa muy lejos no ya de los peores a?os del pa¨ªs, a finales del siglo XX, sino incluso del punto en el que ?lvaro Uribe gan¨® la presidencia en 2002 gracias a un discurso basado en la seguridad (a la que ¨¦l le a?ad¨ªa el adjetivo ¡®democr¨¢tica¡¯). Igualmente, el exalcalde de Medell¨ªn est¨¢ tratando de seguir una plantilla no muy distinta a la del primer uribismo: lo primero, la seguridad. Para que haya salud, econom¨ªa, educaci¨®n hace falta seguridad. Y los actuales l¨ªderes no han sido capaces de ofrecerla. Esta es su piedra angular.
Un problema para ¨¦l es que la inseguridad tiene dos fuentes, como bien ha remarcado el moderador Roberto Pombo durante el debate: por un lado est¨¢ la de los n¨²cleos urbanos, que es quiz¨¢s la que mejor puede conectar con el discurso de un pol¨ªtico que construy¨® su alcald¨ªa a base de ¡°mano dura¡± contra ¡°los delincuentes¡±. Pero, por otro lado, est¨¢ el aumento de la violencia en amplios territorios no urbanos producto de la implementaci¨®n imperfecta de los acuerdos de paz alcanzados con las FARC durante el mandato de Juan Manuel Santos. Y este es el primer flanco que Gustavo Petro aprovecha para atacar discursivamente.
Pobreza, desigualdad y guerra
Puede parecer contradictorio, pero a la izquierda colombiana le va mejor electoralmente cuando la plantilla con la que se vota es la del plebiscito por los acuerdos de paz de 2016. Digo que puede parecer contradictorio porque en aquel plebiscito perdi¨® la opci¨®n que defend¨ªa, el ¡®s¨ª'. Pero el porcentaje obtenido estuvo por encima del que tuvo Petro en la segunda vuelta de 2018. Y la derrota del refer¨¦ndum fue por unos pocos miles, no por millones. De manera que tiene sentido que Petro vuelva siempre a la paz (o a su ausencia: el conflicto) como punto de referencia. Una paz que, seg¨²n ¨¦l, servir¨ªa al ¡°pueblo¡±.
La estructura argumental de Petro es populista en su esencia: una ¨¦lite corrupta captura y bloquea todos los beneficios que podr¨ªa obtener el conjunto de la poblaci¨®n, y ¨¦l dispone de las soluciones para desbloquearlos. Lo que sucede es que el contexto es favorable a este discurso: por una parte, el descreimiento con la democracia actual. Por otra, y de manera m¨¢s fundamental, el aumento en la pobreza sin precedentes que sufrieron los n¨²cleos urbanos del pa¨ªs durante la pandemia.
Si a esto le sumamos el contexto de repunte de los conflictos y la violencia, resulta que de entrelazar las ideas de paz, prosperidad y representatividad surge un discurso atractivo, especialmente para los j¨®venes urbanos que encabezaron las protestas en 2021.
Esto, a su vez, facilita el trabajo discursivo de ¡®Fico¡¯, quien puede articular una plataforma de similar estructura populista (pueblo vs. ¨¦lite) pero con soluciones muy distintas: seguridad y valores para llevarnos a la paz y la prosperidad. Para ¨¦l, igual que para Petro, la plantilla de competici¨®n m¨¢s ventajosa es la de la divisi¨®n del electorado en dos mitades.
En este sandwich, el centro queda aprisionado y en busca de una palanca que le sirva para reabrir su espacio de voto.
Educaci¨®n, ?punto de inicio?
A Sergio Fajardo le gusta hablar de educaci¨®n. Esto no es nuevo de esta campa?a: siempre ha sido el punto preferido de partida de alguien a quien no le importa que le apoden ¡°profe¡±. Pero hablar de educaci¨®n en un contexto de erosi¨®n institucional, de la seguridad f¨ªsica, mental y monetaria corre el riesgo de sonar un tanto na?ve. Por eso sorprende que Fajardo no haya mencionado un dato como el siguiente, y que de hecho no lo repita a cada vez que le ponen un micr¨®fono delante: durante la pandemia, la deserci¨®n escolar se multiplic¨® por tres en Colombia. En zonas no urbanas se multiplic¨® por seis.
Podr¨ªa argumentarse que seguridad y desigualdad, los vectores de los otros dos candidatos, cuelgan de este dato, casi tan dram¨¢tico como el del n¨²mero de contagios de covid-19 que sufri¨® Colombia, un pa¨ªs considerablemente golpeado por el virus. Pero, para moverse a este punto, Fajardo en particular y el centro en general deber¨ªa completar un giro discursivo que le permita utilizar con mayor soltura las herramientas que, de manera m¨¢s eficaz, ya est¨¢n empleando sus rivales.
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