La resistencia ind¨ªgena se organiza en la selva venezolana
Aunque solo cuenten con la raz¨®n y con sus lanzas, arcos y flechas, decenas de comunidades pem¨®n, piaroa, ye?kwana y sanem¨¢ en los Estados de Amazonas y Bol¨ªvar han optado por la autodefensa ante el avance de invasores vinculados a las guerrillas y el crimen organizado sobre sus territorios
No han soltado el arco y la flecha, solo que ahora los enfilan contra otros colonizadores. Unos 133 ind¨ªgenas piaroa de la comunidad Gavil¨¢n de Cataniapo ¡ªal norte del Amazonas venezolano, en el municipio de Atures¡ª se unieron en 2018 para conformar lo que llaman ¡°cuerpo de resistencia civil¡±: un grupo de centinelas para protegerse de los nuevos forasteros que irrumpen en ese rinc¨®n de la selva amaz¨®nica.
Los vigilantes se llaman Ajoce Hu?y?k?, vocablo piaroa que alude a una forma de trabajo comunitario. Insisten en ese asunto porque de all¨ª deriva su legitimidad. M¨¢s que de tropas o milicias se trata, seg¨²n sus palabras, de un grupo que se constituy¨® siguiendo decisiones adoptadas en asambleas, cuando la comunidad empez¨® a verse rodeada de mafias, guerrillas, mineros y garimpeiros que fueron asent¨¢ndose en las vecindades.
No hab¨ªa pasado un a?o de la formaci¨®n de la resistencia cuando fueron sorprendidos con una visita particular: hombres armados que se identificaron como disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) invadieron su territorio y, como ya lo han hecho en otras zonas de la Guayana venezolana, se anunciaron como sus nuevos vecinos con un gui¨®n que viene repiti¨¦ndose en otras comunidades.
¡°Informaron que ven¨ªan del gobierno, que eran aliados estrat¨¦gicos del pa¨ªs¡±, recuerda el coordinador general de la Organizaci¨®n Pueblo Unido Piaroa del Cataniapo en Amazonas, Hortimio Ochoa. Solo que en este caso, despu¨¦s del revuelo inicial, terminaron por hacer caso a las demandas de los lugare?os y desistieron de instalarse. ¡°Marchamos, dialogamos y se fueron¡±.
El asunto, sin embargo, no qued¨® all¨ª. Un a?o despu¨¦s, en febrero de 2020, los mismos uniformados regresaron, esta vez ya para quedarse. Entonces, m¨¢s de 700 ind¨ªgenas de las riberas del Cataniapo volvieron a marchar para expulsarlos, sin ¨¦xito.
Hoy, la guardia tiene m¨¢s trabajo que antes. Preocupados de que los cataloguen como una suerte de autodefensas, Ochoa insiste en que est¨¢n bien lejos de ser un pelot¨®n militar. Dice que no portan armas de fuego ¡ªsolo se les ve con lanzas de madera¡ª y que se trata de la misma comunidad organizada. La guardia, afirma, ¡°interviene en la liberaci¨®n de personas secuestradas, participa en la b¨²squeda de desaparecidos en las masacres, previene el reclutamiento de ni?as y ni?os en el conflicto armado, ofrece seguridad en las movilizaciones y eventos de sus pueblos, protecci¨®n ambiental y seguridad territorial¡±.
Un c¨®ctel de nuevos y viejos grupos irregulares ¡ªdesde mineros ilegales hasta guerrillas¡ª ha venido asent¨¢ndose en el territorio piaroa. La expansi¨®n armada en el conflictivo sur venezolano, incluso en tiempos de pandemia, ha generado desplazamientos, confrontaciones, reclutamientos y depredaci¨®n ambiental. Tambi¨¦n ha impactado las formas de vida tradicionales de los pueblos ind¨ªgenas que, como en el r¨ªo Cataniapo, empiezan a constituir grupos aut¨®nomos de seguridad que suplen la ausencia del Estado.
En apenas un a?o, entre 2020 y 2021, surgieron noticias de al menos dos nuevas guardias territoriales ind¨ªgenas en ¨¢reas a las que ha llegado la presencia armada: una en la comunidad piaroa de Pendare, en el municipio de Autana del norte de Amazonas; y la segunda en territorio ye¡¯kwana del r¨ªo Caura medio, en el municipio de Sucre del oeste del Estado de Bol¨ªvar. Se sumaron a una lista de cuatro comunidades piaroa de Amazonas, as¨ª como de otras en Bol¨ªvar, tanto a orillas del r¨ªo Paragua como del r¨ªo Cuyun¨ª.
Por mucho, el caso m¨¢s emblem¨¢tico es el de la Gran Sabana, al suroeste de Bol¨ªvar, cerca de la frontera con Brasil. All¨ª, unas 86 comunidades del pueblo pem¨®n, entre 120 localizadas en la zona, han adoptado este tipo de patrullas.
En Pendare, ubicada en el norte de Amazonas, los ind¨ªgenas decidieron en febrero de 2020 defenderse ¡°por su propio medio¡± de la ¡°invasi¨®n silenciosa¡± sobre el territorio Tearime Siri koi Aerime Suititi de los uwottuja. De acuerdo con la mitolog¨ªa ind¨ªgena, los abuelos protegieron el territorio piaroa poniendo raudales que serv¨ªan como puestos de control y vigilancia para impedir el paso de personas for¨¢neas. Pero las organizaciones del crimen han saltado los raudales y otros accidentes naturales, si es que no los han usado a su favor, para penetrar el territorio e instalar campamentos debajo de la copa de los ¨¢rboles o dragar el lecho de los r¨ªos.
En 2012, la Organizaci¨®n Ind¨ªgena Pueblo Uwottuja del Sipapo (Oipus) empez¨® a denunciar la entrada de grupos armados, pero la administraci¨®n de Nicol¨¢s Maduro no actu¨® y la presencia de irregulares se increment¨®: en 2019, identific¨® campamentos en las riberas del r¨ªo Autana, Bajo Sipapo y r¨ªo Guayapo y, meses despu¨¦s, pistas de aterrizaje y evidencias de contrabando.
Desde mediados de 2020, la figura de las guardias territoriales se ha constituido en cinco comunidades del municipio de Autana con 80 voluntarios que instalan puntos de control en zonas estrat¨¦gicas. Pero esto no ha detenido a los invasores. En marzo de 2021, en un punto de control sobre el Ca?o Guama, en la cuenca del r¨ªo Sipapo, los mineros amenazaron a los ind¨ªgenas con escopetas. En el hecho, tres ind¨ªgenas resultaron heridos, uno de ellos con un corte en el rostro y p¨¦rdida de la dentadura, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) de Amazonas. Frente al poder de fuego de sus adversarios, la capacidad disuasiva de las rondas ind¨ªgenas resulta endeble.
A principios de 2022, otros tres ind¨ªgenas de la etnia pem¨®n fueron heridos en la comunidad ind¨ªgena Santa Luc¨ªa de Inaway, en el sureste del Estado de Bol¨ªvar, por miembros de los autodenominados ¡°sindicatos¡± que mantienen por la fuerza el control sobre yacimientos aur¨ªferos y sus alrededores en el municipio de Sifontes. Portando armas largas y disparando al aire, miembros del sindicato de alias Juancho arremetieron contra la comunidad, que hab¨ªa decidido ocupar un viejo galp¨®n abandonado para dedicarlo a actividades comunitarias.
La toma del galp¨®n represent¨® un contratiempo para la banda delictiva, pues el inmueble permite controlar el paso por la v¨ªa de acceso a una mina bajo su control. En el enfrentamiento qued¨® herido el capit¨¢n de la comunidad Joboshirima, Junior Francis, cuando intentaba grabar un video. Otros dos ind¨ªgenas, uno de ellos miembro de la guardia territorial ind¨ªgena, fueron golpeados cuando intentaban fotografiar el conflicto.
La expansi¨®n de los grupos armados for¨¢neos en este punto profundo del Estado de Bol¨ªvar ha obligado a las comunidades ind¨ªgenas locales a organizar m¨¢s de esas guardias, a pesar de su aparente incapacidad para rechazar a los invasores.
En San Mart¨ªn de Turumb¨¢n, a orillas del r¨ªo Cuyun¨ª que marca la frontera con el Territorio Esequibo de Guyana, ind¨ªgenas pem¨®n conformaron su guardia territorial en febrero de 2021, tras la invasi¨®n de mineros ilegales a las tierras de la cercana comunidad de San Luis de Morichal.
Con el vocablo pem¨®n Maikok, que significa ¡°esp¨ªritu salvaje y monta?ero¡±, la comunidad bautiz¨® a la guardia territorial, constituida por 30 hombres y mujeres mayores de 17 a?os. ¡°La comunidad se organiz¨® y cre¨® la seguridad sectorial por las invasiones de grupos armados y criollos que quer¨ªan imponer sus normas¡±, explic¨® el capit¨¢n de la comunidad Bennett Kennedy.
La guardia tiene un punto de control en los linderos de la comunidad y supervisa, lista en mano, qui¨¦n entra y qui¨¦n sale de las ¨¢reas mineras. Ciertas infracciones, tales como irrespetar a las autoridades ind¨ªgenas, el ingreso de bebidas alcoh¨®licas o la prostituci¨®n, son castigadas con la expulsi¨®n. Cuando decenas de mineros ilegales avanzaron de nuevo sobre San Luis de Morichal, en febrero de 2021, la guardia ind¨ªgena de San Mart¨ªn de Turumb¨¢n estuvo tres meses en el sitio para apoyar el resguardo de las tierras comunitarias.
A¨²n con casos de ¨¦xito como el anterior, la invasi¨®n de tierras ind¨ªgenas por parte de los sindicatos, sin embargo, no ha cesado, como tampoco lo ha hecho en zonas amenazadas por la incursi¨®n de otros grupos, como las guerrillas colombianas y los garimpeiros de Brasil.
Situaci¨®n de armas tomar
Hasta 1999, los derechos de los pueblos ind¨ªgenas no contaban con reconocimiento constitucional en Venezuela. La Carta Magna que entonces impuls¨® Hugo Ch¨¢vez estableci¨® como una de sus banderas el reconocimiento a los pueblos ind¨ªgenas y la demarcaci¨®n de sus tierras como un derecho inalienable.
El art¨ªculo 119 no solo encomienda esa tarea al Poder Ejecutivo, sino que el 120 a?ade que ¡°el aprovechamiento de los recursos naturales en los h¨¢bitats ind¨ªgenas por parte del Estado se har¨¢ sin lesionar la integridad cultural, social y econ¨®mica de los mismos e, igualmente, est¨¢ sujeto a previa informaci¨®n y consulta a las comunidades ind¨ªgenas respectivas¡±.
Pero del dicho al hecho, las disposiciones para la demarcaci¨®n y la autonom¨ªa territorial de los pueblos originarios quedaron en letra muerta. Mientras, se multiplicaron las denuncias de abusos cometidos por fuerzas militares regulares del mismo Estado, que a su vez obligaron a los ind¨ªgenas a adoptar una mayor beligerancia.
Uno de los primeros antecedentes de esos desmanes data de 2011, cuando ind¨ªgenas pem¨®n de 13 comunidades a orillas del r¨ªo Paragua desarmaron y retuvieron durante cuatro d¨ªas a 22 militares del Batall¨®n 507 de Fuerzas Especiales del Ej¨¦rcito, devenidos mineros, a quienes encontraron hundidos en el barro hasta las rodillas y con motobombas encendidas. El hecho y la coordinada respuesta ind¨ªgena sentaron las bases para la conformaci¨®n de Musukpa, una comunidad en las cercan¨ªas de la mina Tonoro que dise?¨® un estricto compendio de normas de convivencia de diez cap¨ªtulos y 76 art¨ªculos, que ordena todos los aspectos de la vida comunitaria, desde el trabajo minero hasta el ingreso de visitantes.
El ejemplo de Musukpa se replic¨® en los a?os siguientes. Miembros de 12 comunidades del sector 3 de Urim¨¢n, en el municipio de Gran Sabana, detuvieron y desarmaron a 43 efectivos del Ej¨¦rcito venezolano que estaban ejerciendo la miner¨ªa de forma ilegal en sus predios. Dos a?os m¨¢s tarde, en el norte del mismo Estado, ind¨ªgenas de las comunidades ye¡¯kwana y sanem¨¢, de la cuenca del r¨ªo Caura, hicieron algo similar: detuvieron a un comandante del Ej¨¦rcito y a nueve soldados en protesta por la quema de dos viviendas y por la complicidad en pr¨¢cticas mineras que atribu¨ªan a los uniformados.
Pioneros pemones
El primer referente de seguridad ind¨ªgena en el sur de Venezuela se remonta a 2001, en la comunidad pem¨®n de Maurak, en el municipio de Gran Sabana, a 15 kil¨®metros de la frontera con Brasil. Se llam¨® ¡°polic¨ªa civil ind¨ªgena¡±, pues sus miembros estaban formados en seguridad, primeros auxilios y rescate. En esta comunidad naci¨® Alexis Romero, un dirigente pem¨®n clave en las negociaciones entre ind¨ªgenas y gobierno en Musukpa en 2011.
Hasta ese momento, los problemas de Maurak eran sobre todo de orden dom¨¦stico: disturbios por ingesta de alcohol, robos menores y casos de violencia de g¨¦nero, seg¨²n recuerda la capitana actual de Maurak, Lisa Henrito, quien asegura que se inspir¨® en las guardias ind¨ªgenas de Colombia para dar forma a estas estructuras de seguridad interna.
El ejemplo cundi¨® por toda la regi¨®n al punto que hoy ya son 86 las comunidades de Gran Sabana que cuentan con cuerpos de seguridad interna. Es frecuente que algunos de sus miembros entrenaron en Maurak, alma mater de las guardias territoriales. ¡°Es una guardia porque somos guardianes de nuestro territorio, de nuestra familia, las aguas, el ambiente y todo en el territorio; y no se trata de resguardar solo el territorio de los ind¨ªgenas, sino del planeta¡±, explica Henrito. ¡°Si los ¨®rganos de seguridad de esta naci¨®n no tienen la capacidad o la voluntad de hacer su trabajo, nosotros s¨ª lo vamos a hacer porque somos los m¨¢s interesados en mantener la paz¡±.
En 2016, la conformaci¨®n de la guardia territorial de Santo Domingo de Turasen ¡ªen el mismo municipio¡ª a causa del auge de la delincuencia y del tr¨¢fico de drogas y armas, provoc¨® que el alcance de estas instancias excediera las fronteras de la comunidad. Ese a?o, un homicidio en Santa Elena de Uair¨¦n ¡ªprincipal poblaci¨®n criolla cerca de la frontera con Brasil¡ª con la participaci¨®n de funcionarios policiales estatales, llev¨® a que habitantes de esa localidad, junto con las comunidades ind¨ªgenas, expulsaran al cuerpo policial y tomaran el control de la seguridad con operativos en los municipios de Gran Sabana y Sifontes. ¡°All¨ª lleg¨® la popularidad de la guardia territorial pem¨®n¡±, asegura Henrito.
Esa acci¨®n incorpor¨® los cuerpos de seguridad del municipio, entren¨® a ind¨ªgenas de comunidades distantes como Sifontes y La Paragua y visibiliz¨® a la Guardia Territorial Pem¨®n, nombre que decidieron adoptar en 2017: ¡°Los cuerpos de seguridad ind¨ªgena nacieron como mecanismos internos¡±, detalla Henrito, ¡°pero la mayor amenaza ahorita es la invasi¨®n progresiva de territorios ind¨ªgenas, por eso estamos alertas 24/7¡å.
Sin embargo, tambi¨¦n se puede morir de ¨¦xito. Fue el caso del asesinato en septiembre de 2018 de Jos¨¦ V¨¢squez, comandante de la guardia territorial en la comunidad de Turasen. Las pesquisas y la autopsia determinaron que se trat¨® de un homicidio, cuya responsabilidad fue atribuida al escolta y funcionario retirado de la Armada venezolana, Edward Frederick Curuma, quien fue arrestado. Ind¨ªgenas pem¨®n sospechan que el ataque contra este l¨ªder fue parte de un plan para debilitar la defensa territorial.
En 2019, la violencia estatal y la represi¨®n escalaron en la Gran Sabana, en la antesala del ingreso de la ayuda humanitaria ofrecida desde Brasil. La guardia ind¨ªgena de Kumarakapay, llamada Aretauka por el acr¨®nimo de tres grupos del pueblo pem¨®n ¡ªarekuna, taurepan y kamarakoto¡ª, intent¨® impedir el paso de veh¨ªculos militares hacia la frontera con Brasil para mantener el paso lim¨ªtrofe abierto y con ello el ingreso de la ayuda humanitaria. Pero un ataque del Ej¨¦rcito en represalia contra la comunidad ind¨ªgena dej¨® tres lugare?os muertos por impactos de bala: Zoraida Rodr¨ªguez, Rolando Garc¨ªa y Kliver P¨¦rez, as¨ª como decenas de heridos. Garc¨ªa era un legendario gu¨ªa de excursiones y actividades de turismo de aventuras. Un cuarto ind¨ªgena herido en el incidente, On¨¦simo Fern¨¢ndez, muri¨® en marzo de 2020.
El ataque represivo, perpetrado con armas de fuego y bombas lacrim¨®genas, in¨¦dito en territorios ind¨ªgenas, consolid¨® la militarizaci¨®n en este municipio. M¨¢s de 1.300 pemones huyeron de su natal Venezuela hacia el lado brasile?o de la frontera en busca de seguridad, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). El ¨¦xodo incluy¨® al alcalde ind¨ªgena del municipio, Emilio Gonz¨¢lez. Las patrullas de Kumarakapay, que apenas portaban arcos y flechas, optaron por pausar sus actividades por temor a represalias y para evitar malos entendidos, pues en general estos grupos han sido acusados hasta de paramilitares.
La posibilidad de la violencia
Varias experiencias en Am¨¦rica Latina comparten el cr¨¦dito como origen de las guardias territoriales ¡ªcomo tambi¨¦n se les conoce en Colombia¡ª; polic¨ªas comunitarias o autodefensas, en M¨¦xico; o rondas campesinas, en Per¨².
La guardia del territorio ind¨ªgena del Cauca, en Colombia, fue creada formalmente en 2001 con el prop¨®sito de preservar la integridad y autonom¨ªa del territorio y defender los derechos de los pueblos ind¨ªgenas, amenazados por el conflicto armado, el desplazamiento y la invasi¨®n y militarizaci¨®n de sus territorios. Es una formaci¨®n controlada por las autoridades ind¨ªgenas y est¨¢ conformada por 3.200 personas que ¡°solamente armadas con bastones y walkie-talkies tratan de salvaguardar los territorios e impedir el ingreso de actores armados¡±, indica un estudio del doctor en Sociolog¨ªa Anders Rudqvist y el profesor de Historia Roland Anrup, publicado en la Revista Papel Pol¨ªtico de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogot¨¢.
Los investigadores suecos consideraron que la guardia ind¨ªgena es uno de los elementos de la resistencia civil de las comunidades en contextos de conflictos. Es una forma de defensa no armada ¡°contra diferentes formas de violencia directa, es decir, violencia f¨ªsica¡±, pero tambi¨¦n puede constituirse frente a las formas de violencia estructural. ¡°Para el movimiento ind¨ªgena, la resistencia civil es un ejercicio de autonom¨ªa y pr¨¢ctica comunitaria frente al Estado, los actores del conflicto armado y los intereses econ¨®micos transnacionales. Como consecuencia del principio de autonom¨ªa las comunidades han decidido no abandonar el territorio en casos de emergencia sino recurrir a la resistencia civil desde las asambleas permanentes¡±.
El polit¨®logo y abogado Vladimir Aguilar, investigador del Grupo de Trabajo sobre Asuntos Ind¨ªgenas (GTAI) de la Universidad de Los Andes en M¨¦rida, Venezuela, explica que las guardias territoriales son mecanismos que los pueblos ind¨ªgenas han encontrado para el control de sus territorios ante las amenazas de terceros. Aunque no todas son iguales, aclara. ¡°Las de Bol¨ªvar son de car¨¢cter r¨ªgido (control de acceso hacia ¨¢reas mineras) mientras que las de Amazonas son de salvaguarda de sus territorios y ecosistemas (guardianes de la selva)¡±.
En la medida en que la expansi¨®n de la frontera extractivista a trav¨¦s de la miner¨ªa ilegal siga en aumento, este mecanismo de control seguir¨¢ creciendo, sostiene.
Sin embargo, aclara que la tradici¨®n de los pueblos ind¨ªgenas no incluye posiciones b¨¦licas. Que esta caracter¨ªstica cambie o no, va a depender de la presi¨®n y amenazas hacia sus territorios. ¡°Los ind¨ªgenas se han convertido en los verdaderos custodios de la soberan¨ªa e integridad territorial de la naci¨®n¡±.
(*) Esta es la quinta entrega de la serie ¡°Corredor Furtivo¡±, investigada y publicada en simult¨¢neo por Armando.info y El Pa¨ªs, con el apoyo de la Red de Investigaciones de los Bosques Tropicales del Pulitzer Center y la organizaci¨®n noruega EarthRise Media.
Cr¨¦ditos
Coordinaci¨®n: Javier Lafuente | Guiomar del Ser Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez Dise?o: Ana Fern¨¢ndez Edici¨®n: Eliezer Budasoff Maquetaci¨®n: Alejandro Gallardo Infograf¨ªa: Nacho Catal¨¢n. Por Armando.info participaron: Joseph Poliszuk (coordinaci¨®n) | Jorge Luis Cort¨¦s y Cristian Hern¨¢ndez (dise?o, infograf¨ªa y montaje) | Ewald Scharfenberg (edici¨®n) | Vanessa Pan y Pablo Rodr¨ªguez (direcci¨®n de arte).
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.