El centro colombiano aborda su lucha interna m¨¢s intensa en a?os

A Sergio Fajardo le faltaron apenas 250.000 votos para ser el competidor de Iv¨¢n Duque en segunda vuelta. Esa es la ventaja que le sac¨® Gustavo Petro en la primera vuelta de 2018. Suficiente como para que en los siguientes cuatro a?os la gente viese a este ¨²ltimo, y no al matem¨¢tico, como verdadero opositor. En este tiempo, Fajardo no solo ha perdido popularidad,...

A Sergio Fajardo le faltaron apenas 250.000 votos para ser el competidor de Iv¨¢n Duque en segunda vuelta. Esa es la ventaja que le sac¨® Gustavo Petro en la primera vuelta de 2018. Suficiente como para que en los siguientes cuatro a?os la gente viese a este ¨²ltimo, y no al matem¨¢tico, como verdadero opositor. En este tiempo, Fajardo no solo ha perdido popularidad, ha perdido grado de reconocimiento: no solo ha descendido el porcentaje de personas que lo valoran positivamente, tambi¨¦n quienes lo hacen de forma negativa, lo que indica que tiene un problema de visibilidad.

Hoy d¨ªa un 43% de la ciudadan¨ªa no dispone de suficiente informaci¨®n como para opinar sobre Fajardo. M¨¢s o menos los mismos que no opinan sobre su rival inmediato en la lucha por la candidatura de la Coalici¨®n Centro Esperanza, Juan Manuel Gal¨¢n (48%). Pero menos que los que no disponen de valoraci¨®n para Alejandro Gaviria (61%) o para el senador Jorge Robledo (71%).

Y este es, aproximadamente, el orden que sigue la intenci¨®n de voto medida por las encuestas para la consulta de centro: primero Fajardo, con un rango que va del 39% al 44%; Gal¨¢n est¨¢ entre el 16% y el 31%; Gaviria, un poquito m¨¢s abajo pero solap¨¢ndose: 10% a 22%. Las cifras para Robledo, Carlos Amaya o Juan Fernando Cristo son notablemente menores, siempre por debajo del 9%.

Esta es quiz¨¢s la contienda m¨¢s apretada de las tres que se resolver¨¢n el pr¨®ximo 13 de marzo, aunque los datos est¨¢n sujetos a duda porque sus participantes tambi¨¦n han cambiado. La salida de Ingrid Betancourt quiz¨¢s no ha modificado la intenci¨®n de muchos de los convencidos de la coalici¨®n, pero algunos dudosos pueden haber corregido a la baja sus expectativas sobre esta consulta, desplaz¨¢ndose a otras.

El motivo de esta salida fue, seg¨²n Betancourt, la demanda de probidad absoluta en sus compa?eros de viaje. La corrupci¨®n ha sido una de las palancas del centro, y se esperaba que fuera su pegamento, pero ha terminado resquebraj¨¢ndola, quiz¨¢s porque es un concepto de definici¨®n m¨¢s maleable de lo que parece. Es dif¨ªcil medir con datos su dimensi¨®n, y las percepciones sobre su frecuencia en las encuestas tienden a variar seg¨²n el cristal ideol¨®gico de las gafas con las que miran a la realidad encuestador y encuestado.

Llama la atenci¨®n que otro concepto fuerte para el espacio de centro haya quedado un tanto relegado en el debate p¨²blico, m¨¢s a¨²n cuando hay datos duros que indican que nunca en tiempos recientes fue tan importante como hoy lo es para el pa¨ªs: la educaci¨®n. Durante la pandemia, la deserci¨®n escolar se multiplic¨® en Colombia. Lo hizo a ritmos distintos: en las zonas urbanas, el porcentaje de mayores de 6 y menores de 16 a?os que no asist¨ªan al colegio pas¨® del 3% al 16%. Pero es que en las zonas urbanas el ascenso fue del doble: del 5% al 30%.

Ante este y otros datos similares, la pregunta que tal vez se hacen algunos votantes potenciales es por qu¨¦ una coalici¨®n que tiene la Esperanza en su nombre y el foco en los problemas reales (siempre seg¨²n sus intenciones declaradas) termina convirtiendo sus discursos y distensiones internas en el centro de su atenci¨®n, mirando m¨¢s a sus muchos ombligos que al pa¨ªs al que aspiran a representar y a gobernar.

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