El miedo a un cierre de fronteras tras la movilizaci¨®n de Putin acelera la salida de rusos a Georgia
Familias enteras abandonan Rusia hacia el pa¨ªs vecino para evitar que los hombres sean enviados a la guerra en Ucrania
Andrei, un ruso de 36 a?os que trabajaba hasta la semana pasada en el sector de la construcci¨®n, intentaba subir este lunes a duras penas, con una mochila en la espalda y otra en el pecho, la cuesta empinada que hay frente a la frontera de Georgia con Rusia, cercana al pueblo de Stepantsminda, de unos 2.000 habitantes. Andrei arrastra m¨¢s de tres d¨ªas de viaje. Le acompa?a Anna, su esposa, tambi¨¦n de 36 a?os y profesora. Un metro por delante de ellos va su hijo de 12 a?os en otra bici y junto a la madre, dos ni?as de 6 y 9 a?os. ¡°Nos puede hacer una foto si quiere¡±, dice Andrei. ¡°As¨ª el mundo ...
Andrei, un ruso de 36 a?os que trabajaba hasta la semana pasada en el sector de la construcci¨®n, intentaba subir este lunes a duras penas, con una mochila en la espalda y otra en el pecho, la cuesta empinada que hay frente a la frontera de Georgia con Rusia, cercana al pueblo de Stepantsminda, de unos 2.000 habitantes. Andrei arrastra m¨¢s de tres d¨ªas de viaje. Le acompa?a Anna, su esposa, tambi¨¦n de 36 a?os y profesora. Un metro por delante de ellos va su hijo de 12 a?os en otra bici y junto a la madre, dos ni?as de 6 y 9 a?os. ¡°Nos puede hacer una foto si quiere¡±, dice Andrei. ¡°As¨ª el mundo se dar¨¢ cuenta de en qu¨¦ situaci¨®n estamos viviendo ahora los rusos¡±.
Andrei, como decenas de miles de rusos en estos d¨ªas, intenta escapar de la leva que las autoridades rusas anunciaron el pasado mi¨¦rcoles para combatir en Ucrania. La salida hacia Georgia se ha acelerado, seg¨²n destacan los vecinos de la zona, en parte impulsada por el miedo a un cierre de la frontera por parte de Mosc¨² o Tbilisi.
La pareja tard¨® apenas una media hora en decidirse para escapar de su pa¨ªs tras anunciarse la movilizaci¨®n forzosa la semana pasada. Andrei relata: ¡°Yo le ped¨ª una se?al a Dios. Y enseguida vi en el tel¨¦fono un anuncio publicitario donde dec¨ªa: ¡®Aprovecha la oportunidad¡±. No dudaron en hacer el viaje con sus hijos. ¡°En Rusia hay muy buena gente¡±, explica Andrei, ¡°y cuando los taxistas nos han visto con las bicicletas y los ni?os nos sub¨ªan gratis en sus coches¡±.
Cuando se les pregunta qu¨¦ van a hacer con la escolarizaci¨®n de los ni?os en Georgia, se encogen de hombros. De momento, la necesidad m¨¢s apremiante es salir de la frontera y llegar a la capital, Tbilisi, a cuatro horas en coche. Los taxis, que el domingo costaban 50 euros, este lunes han subido a 60. La mayor afluencia de rusos encarece los precios.
El discurso de Vlad¨ªmir Putin del pasado mi¨¦rcoles, en el que anunciaba una ¡°movilizaci¨®n parcial¡± de la poblaci¨®n civil para combatir en Ucrania, ha provocado una desbandada hacia Georgia de gente que no quiere formar parte de lo que el l¨ªder ruso se niega a llamar guerra. Tras el anuncio han llegado a Georgia cientos de hombres, muchos de ellos amigos que viajaban en grupo. El domingo ya comenzaron a llegar tambi¨¦n algunos acompa?ados de sus parejas. Y este lunes, seg¨²n confirmaban todos los vecinos consultados en Stepantsminda, el pueblo georgiano m¨¢s cercano a la frontera rusa, han llegado m¨¢s rusos que ning¨²n d¨ªa. Y decenas de ellos, con la pareja y los hijos.
Anastasia, de 36 a?os, lleva en brazos un beb¨¦ de 11 meses. Ha cruzado la frontera este lunes junto a su esposo, Alex¨¢nder, de 38, y con otro hijo, de cinco a?os. ¡°De momento, la escolarizaci¨®n no es un problema¡±, cuenta. ¡°Porque en nuestro pa¨ªs es obligatoria a partir de los seis a?os¡±.
Otra mujer, con hijos de cinco y dos a?os, no ha querido decir abiertamente que ven¨ªan tanto ella como su esposo huyendo de la movilizaci¨®n forzosa, que Mosc¨² prev¨¦ que alcance a 300.000 personas. Y otra madre con una ni?a en un carro de beb¨¦ tampoco quiere hablar ¨Dlos entrevistados, adem¨¢s, prefirieron no dar su nombre real por miedo a represalias¨D. Su marido se afana en encontrar un taxi. Pero habla la amiga que la acompa?aba: ¡°Venimos todos desde San Petersburgo y nuestro objetivo es llegar a Turqu¨ªa¡±.
Temor al cierre de fronteras
El m¨²sico Rasti, de 31 a?os, ha viajado a la frontera de Georgia junto a su esposa, Alisa, de 29, arrastrando dos maletas medianas durante los ¨²ltimos 30 kil¨®metros, que han recorrido a pie. ¡°Es muy probable que Putin cierre las fronteras uno de estos d¨ªas. Por eso la gente, entre 18 y 55 a?os [en edad de servir en el ej¨¦rcito], tiene prisa en venir a Georgia¡±.
Varios periodistas de Georgia han informado de que las autoridades rusas han enviado tropas a los montes fronterizos con Georgia para evitar que los rusos crucen campo a trav¨¦s. Un periodista georgiano asegura: ¡°Atravesar por los montes les sale gratis a los rusos, no tienen que pagar ning¨²n soborno en la frontera. Y el Gobierno georgiano no quiere enviar a sus soldados a los montes¡±.
Rasti cree que el cierre de fronteras es inminente y asegura que los rusos que tienen entre 18 y 55 a?os solo tienen dos opciones: o ir a la guerra o a la c¨¢rcel. ¡°Y como las c¨¢rceles rusas son terribles, en realidad solo nos dan a elegir entre morir en el frente o en una celda¡±. El m¨²sico cree que la iniciativa de pa¨ªses como Alemania, de ofrecer visados a los rusos que quieran evitar la guerra, ¡°est¨¢ muy bien¡±. ¡°Cuantos menos soldados tenga el ej¨¦rcito ruso, m¨¢s debilitado estar¨¢¡±.
Mientras tanto, en el pueblo de Stepantsminda, algunos georgianos hacen su agosto. Salom¨¦, al frente de una tienda, cuenta que nunca hab¨ªa visto llegar a tantos rusos como este lunes. ¡°Me he quedado sin pan, sin leche y sin huevos. Tambi¨¦n suelen comprar vodka, cerveza y tabaco¡±. En el restaurante Kazbegya no dan abasto para atender las mesas. Nika, un camarero de 19 a?os, afirma: ¡°El 99,9% de los que est¨¢n aqu¨ª son rusos. Muchos son simp¨¢ticos, aunque algunos te tratan con aire de superioridad¡±. Nina, propietaria de un hotel, explica: ¡°Aqu¨ª en este pueblo nunca hubo problemas con los rusos. Pero, eso s¨ª: ellos tienen que tener presente que en este pa¨ªs son hu¨¦spedes¡±.
Lali, una vendedora de 70 a?os, apostada en una tienda de productos t¨ªpicos de Georgia, recuerda que muchos de los rusos que vienen son pobres: ¡°Para m¨ª una cosa es la pol¨ªtica y otra es la gente. Y esta gente necesita que los acojamos bien. Mi hermana tiene un hotel en el pueblo. Algunos de los rusos de 20 a?os que llegan se sorprenden de que ella los acoja tan bien. Pero es as¨ª como tenemos que tratarlos¡±.
No se sabe cu¨¢nto tiempo podr¨¢ mantener Georgia, un pa¨ªs de 3,7 millones de habitantes, la llegada diaria de centenares y hasta miles de rusos. De momento, los que llegan vienen con dinero suficiente para ser estafados por la mafia de los taxis desde que pisan la frontera. La mayor¨ªa de los taxistas georgianos consultados no quisieron hablar sobre los rusos.
Los rumores de la frontera
Tambi¨¦n hay muchos rusos que han logrado pasar a Georgia con sus coches, despu¨¦s de dos largos d¨ªas esperando en la frontera. Ese ha sido el caso de Andrei, de 25 a?os, y de su esposa, Nina, de la misma edad. ¡°La gente se estaba poniendo muy nerviosa en las colas¡±, explica Nina. ¡°Porque se empez¨® a rumorear que Georgia cerrar¨ªa la frontera en cualquier momento. Y hab¨ªa una caravana de coches de decenas de kil¨®metros y hab¨ªa algunos que quer¨ªan avanzar a toda costa. La gente pegaba sus coches a apenas diez cent¨ªmetros del siguiente, para que nadie se les colase¡±.
¡°Los polic¨ªas rusos¡±, cuenta Andrei, ¡°nos dec¨ªan a algunos, mientras miraban nuestros pasaportes: ¡®?A ti te han movilizado para ir a Ucrania!. Pues te voy a entregar ahora mismo¡¯. Y enseguida dec¨ªan: ¡®Que no, hombre, que es broma. Pasa¡±.
Cree que a ¨¦l, por el momento, no lo llamar¨¢n. ¡°Pero es muy probable que me llamen en los pr¨®ximos meses. As¨ª que no he querido arriesgarme. Georgia es la tierra de mis abuelos, no he estado nunca y vamos a intentar pasar aqu¨ª unos meses¡±. Nina asegura que la decisi¨®n no fue nada f¨¢cil: ¡°Ten¨ªamos dos perros y los hemos tenido que dejar en Mosc¨², uno con mi madre y otro con mi suegra¡±.
Cuando se les pregunta por qu¨¦ viene tanta gente desde Mosc¨², si tal vez hay regiones rusas m¨¢s pobres donde se recluta a m¨¢s gente, la mujer asegura que en la capital rusa tambi¨¦n est¨¢n llamando a los hombres. ¡°Al padre de un amigo m¨ªo, de 25 a?os, lo han llamado. El padre tiene 47 y la madre no tiene trabajo. La situaci¨®n es dif¨ªcil para esa familia¡±.
¡ª?Y qu¨¦ ha hecho el padre?
¡ªEst¨¢ intentando esconderse, como todo el mundo, responde Nina.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.