Erika Hilton: ¡°No ser¨¦ la diputada solo de las trans¡±
La legisladora transexual, una de las dos primeras en la historia de Brasil, defiende moderar el discurso progresista para atraer a votantes conservadores ante la segunda vuelta presidencial
Erika Hilton quer¨ªa celebrar fuera cual fuera el resultado. Mand¨® invitaciones a unas 60 personas para una gran fiesta en el Largo de Arouche, polo LGBT de S?o Paulo. Ni siquiera el resultado del ultraderechista Jair Bolsonaro, mucho mejor de lo esperado, empa?¨® la celebraci¨®n. ¡°Olvidamos por unas horas ese sentimiento de angustia y seguimos festejando¡±, recuerda. Se fue a dormir a las 8.00 y despert¨® dos horas despu¨¦s para hablar con la prensa. I...
Erika Hilton quer¨ªa celebrar fuera cual fuera el resultado. Mand¨® invitaciones a unas 60 personas para una gran fiesta en el Largo de Arouche, polo LGBT de S?o Paulo. Ni siquiera el resultado del ultraderechista Jair Bolsonaro, mucho mejor de lo esperado, empa?¨® la celebraci¨®n. ¡°Olvidamos por unas horas ese sentimiento de angustia y seguimos festejando¡±, recuerda. Se fue a dormir a las 8.00 y despert¨® dos horas despu¨¦s para hablar con la prensa. Iba a ser una de las dos primeras diputadas trans en la historia de Brasil, el pa¨ªs m¨¢s letal del mundo para este colectivo.
Han pasado apenas unos d¨ªas desde la victoria y Hilton (29 a?os, Franco da Rocha) recibe a EL PA?S en su oficina de campa?a. Es una casita de ladrillo en el barrio italiano de S?o Paulo. En la planta baja, hay un par de editoriales alternativas y una asociaci¨®n de capoeira. El sonido del berimbau y del pandero se cuela dentro del despacho, donde todav¨ªa reina una sensaci¨®n de resaca electoral. Un colch¨®n est¨¢ arrimado contra un muro y hay restos de propaganda por todos lados. ¡°Una travesti en Brasilia¡±, ¡°nosotras estamos para brillar¡±, dicen las pegatinas.
La diputada electa no da se?ales de cansancio. Lleva un vestido negro ajustado y unas botas con plataforma. Las u?as dan el toque de color. ¡°Es p¨²rpura¡±, dice. ¡°Bonito, ?verdad?¡±. No se enga?en: no hay nada de fr¨ªvolo en Hilton. Durante la siguiente hora, la diputada electa, que tambi¨¦n es negra, describe un panorama ¡°devastador¡± por el auge de la ultraderecha y apunta a la necesidad de construir acuerdos con los conservadores para que Luiz In¨¢cio Lula da Silva gane la segunda vuelta de las presidenciales. Habla de corrido, con frases largas y sin dejar apenas pausas, como si tuviera muy claro a d¨®nde se dirige, pese a que hace unos a?os su futuro parec¨ªa de todo menos claro.
Criada en un hogar pobre y conservador que no aceptaba su identidad, fue expulsada de casa a los 14 a?os y se vio obligada a ejercer la prostituci¨®n. En 2015, se hizo un nombre como activista cuando lanz¨® una campa?a contra una empresa de autobuses que se negaba a poner en su tarjeta de pasajero el ¡°nombre social¡± que hab¨ªa escogido. En aquella ¨¦poca, Brasil todav¨ªa no ten¨ªa legislaci¨®n al respecto y los transexuales no pod¨ªan modificar sus documentos oficiales ¡ªeso cambi¨® poco despu¨¦s tras un decreto firmado por la expresidenta Dilma Rousseff¡ª. Ante la negativa de la empresa, Hilton subi¨® a la p¨¢gina web Change.org una petici¨®n p¨²blica que recibi¨® miles de firmas en pocos d¨ªas. Y sali¨® victoriosa. ¡°Una transexual solita, sin recursos ni abogados, sin partido, sin nada, dobl¨® a la empresa¡±, recuerda orgullosa.
Aunque su lucha por los derechos trans despeg¨® en ese momento, Hilton tard¨® varios a?os en dar el salto a las instituciones. Ve¨ªa la pol¨ªtica oficial como una enemiga. Ella quer¨ªa quemar banderas, romperlo todo. Hasta que un d¨ªa cambi¨® de parecer. ¡°La ausencia de las trans no era una estrategia inteligente porque, mientras nosotras aviv¨¢bamos el fuego, grit¨¢bamos y ocup¨¢bamos las calles, ellos aprobaban leyes que defin¨ªan nuestro destino y los derechos que ¨ªbamos a tener, pero derechos no ten¨ªamos¡±, se?ala. En 2020, gan¨® una elecci¨®n a concejala de S?o Paulo con el mayor n¨²mero de votos en esas elecciones. En la Asamblea, ha logrado aprobar, entre otras cosas, el uso de ba?os p¨²blicos seg¨²n la identidad de g¨¦nero y la creaci¨®n de cuotas de acceso al servicio p¨²blico municipal para transexuales.
Rumbo a un Congreso hostil
Tras su elecci¨®n como diputada federal, la lucha de Hilton sube a otro nivel. Militante del PSOL, una formaci¨®n a la izquierda del PT, ha hecho una campa?a claramente progresista: reconocimiento legal del transfeminicidio, legalizaci¨®n del aborto y del matrimonio igualitario¡ Tambi¨¦n ha hablado de combatir el hambre y de subir el salario m¨ªnimo, puntos que se alejan de una agenda estrictamente LGBT. ¡°Quita ese estereotipo de que solo sabemos hablar de nuestras vidas. No soy ni ser¨¦ la diputada de las trans, o solo del colectivo LGBT. Quiero hablar de la gente mayor, del medio ambiente, de la precariedad de las madres¡¡±, se?ala.
Hilton reconoce que todo no se va a lograr. Y menos en un contexto en que el bolsonarismo, que atrajo un 43% de los votos en primera vuelta, resiste. Aunque las encuestas no favorecen al actual presidente, la diputada electa teme un retroceso en los derechos LGBT. A¨²n existe la posibilidad de que salga reelegido y pueda nominar a m¨¢s jueces ¡°terriblemente evang¨¦licos¡±, como dijo alguna vez Bolsonaro, para el Supremo Tribunal Federal. ¡°Supondr¨ªa un avance de la extrema derecha en la instituci¨®n que garantiza lo poco que tenemos hoy: derechos m¨ªnimos como el derecho al cambio de nombre social sin necesidad de cirug¨ªa¡±.
En la C¨¢mara de Diputados federal, en Brasilia, Hilton se enfrentar¨¢ a un espacio dominado por la derecha. Aun as¨ª, ella distingue entre los conservadores, con quienes est¨¢ dispuesta a construir acuerdos, de los ¡°fascistas¡±, con quienes ¡°no se puede negociar¡±. Algunos de los diputados reci¨¦n elegidos han expresado opiniones abiertamente tr¨¢nsfobas. ?C¨®mo lidiar¨¢ con ellos? ¡°Con garra, con audacia, con bravura¡±, responde. ¡°Probablemente me sienta conmocionada, porque las estructuras transf¨®bicas de ese espacio ser¨¢n extremadamente violentas, pero no voy a dejar que eso me destruya. Pretendo ser una piedra en su zapato, una incomodidad en sus vidas, y desestabilizarlos mucho m¨¢s de lo que ellos a m¨ª¡±.
Pero antes que Brasilia hay una segunda vuelta presidencial que ganar y, para eso, Lula tiene que atraer los votos del centro. Toca ¡°realismo pol¨ªtico¡±, afirma Hilton. ¡°En este momento en que la democracia est¨¢ en peligro por el avance del fascismo, silenciar algunos puntos del programa no es por una confusi¨®n, sino por estrategia¡±. La alianza de Lula con el candidato a vicepresidente Geraldo Alckmin, a quien Hilton tilda de ¡°figura nefasta de la derecha brasile?a¡±, es un ejemplo. ¡°Por lo menos es un dem¨®crata. Tenemos que atraer al elector conservador, aquel que piensa que Brasil se va a convertir en Venezuela y que los comunistas van a comerse a los ni?os y las tonter¨ªas que dicen por all¨ª¡±.
Hilton mira r¨¢pidamente el m¨®vil. ¡°A ver qu¨¦ tengo ahora. ?Ah, el acto con Lula en la plaza Roosevelt!¡±, dice. ¡°Todav¨ªa no he descansado y no descansar¨¦ hasta diciembre¡±. Espera que para entonces Lula est¨¦ a punto de colgarse la banda presidencial. As¨ª, podr¨¢ celebrar el fin de a?o con la tranquilidad de saber que los derechos conquistados y por los que se ha dejado la piel est¨¢n un poco m¨¢s a salvo.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.