Littleton, el gran bazar de las armas de Estados Unidos
La localidad de Massachusetts concentra el mayor n¨²mero de armer¨ªas en el pa¨ªs, en un Estado que en noviembre tambi¨¦n elegir¨¢ gobernador. La candidata favorita es una dem¨®crata que defiende regular su uso
Littleton es un somnoliento pueblo de Massachusetts, con casitas de madera y una paleta oto?al exuberante, que cobra vida los fines de semana cuando una nutrida caravana de coches enfila hacia el viejo molino de la localidad, de 9.000 habitantes. En el vetusto caser¨®n se concentran 80 firmas distribuidoras de armas, solo unas pocas, cuatro o cinco, de venta directa al p¨²blico, pero que en total representan el mayor porcentaje en un solo lugar del pa¨ªs. ¡°La gente viene a la librer¨ªa m¨®vil en ristre, pregunta d¨®nde est¨¢ el molino y se acerca a hacerle fotos, es una atracci¨®n tur¨ªstica¡±, explica ...
Littleton es un somnoliento pueblo de Massachusetts, con casitas de madera y una paleta oto?al exuberante, que cobra vida los fines de semana cuando una nutrida caravana de coches enfila hacia el viejo molino de la localidad, de 9.000 habitantes. En el vetusto caser¨®n se concentran 80 firmas distribuidoras de armas, solo unas pocas, cuatro o cinco, de venta directa al p¨²blico, pero que en total representan el mayor porcentaje en un solo lugar del pa¨ªs. ¡°La gente viene a la librer¨ªa m¨®vil en ristre, pregunta d¨®nde est¨¢ el molino y se acerca a hacerle fotos, es una atracci¨®n tur¨ªstica¡±, explica Andrew, due?o del negocio contiguo.
¡°Incluso una mala publicidad es publicidad¡±, bromea William Parker, el simp¨¢tico propietario de Battle Road Firearms, ante una mesa en la que se despliegan, como un mecano impaciente, piezas para ensamblar de fusiles y armas ligeras. Parker se refiere al eco generado por dos art¨ªculos del diario Boston Globe, que en septiembre enfocaron al bazar de armas de Littleton calentando motores para las elecciones de noviembre. La fiscal general del Estado, la dem¨®crata Maura Healey, que se presenta a gobernadora y ha hecho bandera del control de armas, tiene en la mira dichos negocios por si, supuestamente, en algunos se trucaran piezas de fusiles de asalto para burlar la legislaci¨®n vigente. Es el tipo de armamento utilizado en los tiroteos masivos que, cada poco, ti?en de sangre el pa¨ªs: Uvalde, B¨²falo, Highland Park o Raleigh, por citar algunos de este a?o. Los pistoleros, cada vez m¨¢s j¨®venes, tienen acceso legal a partir de los 18 a?os a esas armas de combate. Los dem¨®cratas intentan, en vano, elevar el umbral a los 21.
Lo cierto es que la masiva presencia de armer¨ªas y distribuidoras del ramo en Littleton no es una novedad, si bien el negocio ha florecido en el ¨²ltimo lustro, cuando se estableci¨® Parker; tambi¨¦n que toda la actividad de las empresas es te¨®ricamente legal. Aunque respecto de las armas de asalto ¡°hay zonas grises¡±, asume el empresario, ¡°somos los primeros interesados en que est¨¦ todo meridianamente claro. Si tenemos que denunciar una irregularidad por parte de alg¨²n colega, lo haremos, porque nos interesa la legalidad por nuestra reputaci¨®n¡±, explica Parker, barba poblada, gorra de visera y multitud de carteles y banderitas de MAGA (Make America Great Again), el furibundo movimiento trumpista, en derredor.
¡°La gente que hay aqu¨ª no ha violado una sola ley en su vida, de lo contrario nunca habr¨ªan conseguido licencia de actividad [de compraventa de armas]. Tampoco tienen la intenci¨®n de violar la ley para ganar dinero¡±. Las zonas grises de la legislaci¨®n a las que se refiere ¡°son cosas que se pueden utilizar en beneficio de uno [para vender m¨¢s], pero desde luego no es quebrantar la ley. Los legisladores deben cambiar las cosas si no les gusta lo que est¨¢ pasando. Eso es todo¡±.
En la batalla de las legislativas de noviembre, la vieja pelea entre republicanos y dem¨®cratas, la del derecho a portar armas y los intentos, casi siempre frustrados, de regular su uso, late bajo la superficie de los titulares, a los que est¨¢ atento el poderoso lobby de las armas. La realidad de la violencia armada se halla encajonada en un cors¨¦ de opuestos: entre la t¨ªmida legislaci¨®n bipartidista aprobada en junio por el Congreso (aunque sin limitaciones a las armas de asalto, como quer¨ªa el presidente Joe Biden) y el espaldarazo del Tribunal Supremo a los defensores de las armas, en una sentencia hist¨®rica que revoc¨® una de las normas m¨¢s estrictas, la de Nueva York. El resto es un rosario de titulares, a cu¨¢l m¨¢s inquietante: la reciente emboscada a una patrulla de polic¨ªa en Bristol (Connecticut), uno de los Estados m¨¢s restrictivos, con dos agentes muertos; las m¨¢s de 7.000 armas fantasmas (ilegales, compuestas de piezas sueltas, sin n¨²mero de serie) retiradas de las calles de Nueva York este a?o. O la revocaci¨®n por un juez de las zonas ¡°libres de armas¡± declaradas en la Gran Manzana por las autoridades para, precisamente, contrariar el fallo del Supremo.
Para Parker, la vivencia de las armas es ¡°un tema profundamente emocional¡±. Dice que entiende y simpatiza ¡°con esas personas que est¨¢n molestas [por nuestra presencia], pero la realidad es la que es¡±. No hace falta preguntarle si tambi¨¦n es pol¨ªtica: rodeado de carteles en los que se lee Impeach Biden (Que se haga un juicio pol¨ªtico a Biden), el empresario se aventura lo justo en las arenas movedizas de la actualidad. Sin entrar en detalles, alude a la carrera de la aspirante a gobernadora de Massachusetts al se?alar que ¡°en este Estado se ha convertido en una cuesti¨®n pol¨ªtica; 20 millas al norte [poco m¨¢s de 30 kil¨®metros], en New Hampshire, puedes comprar lo que quieras. Aqu¨ª el ambiente pol¨ªtico ha creado una atm¨®sfera en la que las armas est¨¢n mal vistas, piensan que si quieres una tienes intenciones nefastas. Nuestra actual fiscal general, que es muy antiarmas, probablemente ser¨¢ elegida gobernadora. As¨ª que estamos esperando a ver qu¨¦ pasa, porque nos gritan y nos piden que nos vayamos. No hay posibilidad de discurso, no hay di¨¢logo¡±.
Parker est¨¢ interesado en orillar la dimensi¨®n pol¨ªtica para desplegar un argumentario que ha incorporado, como baza de interesada empat¨ªa, los temores del contrario: ¡°Es un tema sobre todo emocional, insisto. En la reciente reuni¨®n del pueblo [del Consejo Municipal], hubo varias madres que casi lloraban, porque ven una conexi¨®n entre la venta legal de armas y los tiroteos en las escuelas. Y no es as¨ª en absoluto, este estado de ¨¢nimo no es bueno ni favorece el debate¡±.
A dos puertas de distancia, el responsable de otra armer¨ªa que pide no ser identificado, subraya lo que considera un generalizado prejuicio medi¨¢tico: ¡°Somos negocios legales, evaluados peri¨®dicamente por la ATF [la agencia federal de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos], y le aseguro que conseguir un permiso para abrir uno es un proceso lento y tedioso que puede llevar meses. Esas informaciones sobre el molino parten de un prejuicio: que las armas son malas y este, un sitio peligroso. Pero no es as¨ª de ning¨²n modo¡±.
Los negocios solo atienden con cita previa entre semana. Los s¨¢bados y domingos se convierten en una romer¨ªa. ¡°Vienen familias enteras con sus ni?os porque en ning¨²n otro lugar pueden tener una oferta tan variada en un espacio tan reducido. Aqu¨ª sentado tuve el s¨¢bado a un fiscal de distrito, que vino a comprar su arma¡±, explica Parker, como quien habla de un d¨ªa pasado en uno de esos malls (centro comercial) de las afueras en los que el americano medio cifra toda su expectativa de ocio. ¡°La publicaci¨®n de esos art¨ªculos [del Boston Globe] ha disparado la afluencia de clientes¡±, dice satisfecho.
La concentraci¨®n de armer¨ªas en Littleton se explica, seg¨²n el interlocutor an¨®nimo, por la zonificaci¨®n de la actividad industrial; para otros, como el fot¨®grafo Fred Levy, que tiene su estudio en el edificio, ¡°por el coste del alquiler, sensiblemente m¨¢s barato que en otras zonas de Massachusetts, y porque al Ayuntamiento le interesa tener ocupado el edificio. Supongo tambi¨¦n que el actual due?o del molino es partidario [de las armas], pero no lo s¨¦¡±. Aunque predominan los que se dedican a estas, hay otros negocios: el citado estudio de Levy, una academia de m¨²sica ¨Dde la que un par de padres retiraron a sus hijos por miedo¨D o un taller de restauraci¨®n. Evelyn, due?a de este ¨²ltimo, se?ala un recodo del pasillo para confesar: ¡°No me gusta nada este ambiente, preferir¨ªa que no estuvieran, pero lo cierto es que no dan problemas. Supongo que no les interesa una mala publicidad¡±.
Segunda Enmienda
A la entrada de alguna de las armer¨ªas (¡°cerradas a cal y canto, como si fueran lugares secretos¡±, subraya Evelyn apuntando con el dedo a las puertas acorazadas), se ofrecen copias de la Constituci¨®n de EE UU y su famosa Segunda Enmienda, la que consagra el derecho individual a portar armas. ¡°Por suerte tenemos la Constituci¨®n para respaldarnos, por eso nos mantenemos firmes¡±, incide Parker. La interpretaci¨®n de la Ley Fundamental por parte de la mayor¨ªa ultraconservadora del Alto Tribunal se inclina ¨²ltimamente hacia el mismo lado, el republicano, por m¨¢s que las encuestas dejen claro que la opini¨®n p¨²blica en el caso de las armas muestra un creciente consenso sobre la necesidad de una regulaci¨®n. El 64% de los estadounidenses aprueba la ley bipartidista de control de armas alentada por Biden, seg¨²n un sondeo de Pew Research del pasado julio. Solo el 21% de los encuestados la rechaza.
No obstante, pese al amplio apoyo, el 78% cree que la nueva ley har¨¢ poco (42%) o nada (36%) para reducir la violencia causada por armas de fuego, que el a?o pasado cost¨® la vida a casi 49.000 estadounidenses, seg¨²n los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades (CDC, agencia federal de salud p¨²blica). El pecado original de la violencia sobre la que se edific¨® el pa¨ªs, la de los pioneros y la conquista del salvaje Far West (Lejano Oeste), consagrada culturalmente por productos que son imagen de marca como el w¨¦stern, lastra toda aproximaci¨®n al asunto. Por eso, la judicializaci¨®n de la vida pol¨ªtica alcanza en el caso de las armas, junto con el del aborto, su m¨¢ximo exponente.
Mientras, al margen de los resultados de las elecciones en Massachusetts, un Estado con una poblaci¨®n de ¡°seis millones y medio de personas y unos 600.000 con permiso de armas¡±, recuerda Parker, los negocios del viejo molino, donde a¨²n quedan locales disponibles, se frotan las manos de cara al fin de semana. ¡°No hay muchos vendedores fuera de aqu¨ª, as¨ª que a la gente le resulta rentable, y c¨®modo, conducir noventa minutos, hora y media, para encontrar lo que buscan en un solo viaje. Es una gran experiencia¡±.
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