Carrera contra reloj en Irpin para protegerse del fr¨ªo ante la llegada del invierno
Vecinos de esta ciudad ucrania medio destruida por la ocupaci¨®n rusa adaptan el refugio en el que se resguardaron de los bombardeos para que aguante las bajas temperaturas
Una caseta levantada con varios pal¨¦s es el nuevo lugar de recreo de un grupo de ni?os en la localidad ucrania de Irpin comandado por Ostap, de nueve a?os. Realidad y ficci¨®n van de la mano en este pa¨ªs en guerra cuando uno de ellos desenfunda un rifle de madera y apunta a sus amigos. Los rodean troncos y tablones que los mayores van cortando en sus ratos libres con hachas y sierras. Cualquier lugar es bueno para ir almacen¨¢ndolos a cubierto del relente. E...
Una caseta levantada con varios pal¨¦s es el nuevo lugar de recreo de un grupo de ni?os en la localidad ucrania de Irpin comandado por Ostap, de nueve a?os. Realidad y ficci¨®n van de la mano en este pa¨ªs en guerra cuando uno de ellos desenfunda un rifle de madera y apunta a sus amigos. Los rodean troncos y tablones que los mayores van cortando en sus ratos libres con hachas y sierras. Cualquier lugar es bueno para ir almacen¨¢ndolos a cubierto del relente. Esa le?a es el combustible con el que los vecinos piensan alimentar las calderas para sobrevivir al invierno en el mismo refugio que los protegi¨® de los bombardeos rusos durante el mes que Irpin estuvo ocupado.
Los chavales prefieren ese aserradero improvisado al aire libre al tradicional parque con columpios que se levanta sobre un arenero a solo unos metros. Ah¨ª los hierros pintados de colores est¨¢n salpicados y perforados por la metralla. Es el vivo recuerdo de esas semanas en las que esta localidad ubicada a las afueras de Kiev fue escenario de feroces combates entre el ej¨¦rcito de Ucrania y el de Rusia. Ahora, alejadas las tropas invasoras desde principios de abril, el mayor temor a corto plazo del alcalde, Oleksandr Markushin, y los vecinos es el impacto de los sistem¨¢ticos ataques rusos a la infraestructura energ¨¦tica del pa¨ªs en una ciudad que sigue parcialmente destruida. Markushin alerta durante una entrevista con EL PA?S de que pese a la ayuda estatal que reciben, no disponen de fondos suficientes para encarar los meses m¨¢s duros del a?o. ¡°Lo m¨¢s urgente ahora es arreglar techos y ventanas¡±, afirma, sin olvidar los generadores.
La escena del juego infantil entre la madera tiene lugar junto a un edificio de apartamentos cuya fachada principal est¨¢ salpicada de impactos de artiller¨ªa. Algunos, incluso, atravesaron hasta el interior y devastaron algunas de las casas de este bloque de un centenar de apartamentos en el que antes de la invasi¨®n rusa que comenz¨® el 24 de febrero viv¨ªan unas 300 personas. Varios obreros se afanan estos d¨ªas con ayuda de una gr¨²a en cubrir con ladrillos nuevos los agujeros de los proyectiles. Las temperaturas cabalgan sin freno hacia abajo y, cuanto m¨¢s avanzada est¨¦ la reparaci¨®n de los da?os, menos impacto tendr¨¢ el fr¨ªo.
Desde hace semanas, las tropas del Kremlin golpean a conciencia por todo el pa¨ªs para que los ucranios se queden sin suministro de luz, agua y gas. Las autoridades de Kiev calculan que hasta el 40% de las infraestructuras energ¨¦ticas han sido da?adas y los cortes para ahorrar est¨¢n a la orden del d¨ªa. Este fin de semana comenzaba con 450.000 hogares sin luz solo en la capital, seg¨²n el alcalde, Vitali Klitschko. En todo el pa¨ªs esa cifra se multiplicaba por 10, seg¨²n el presidente, Volod¨ªmir Zelenski, que inform¨® de que hab¨ªa 4,5 millones de casas a oscuras.
A Valentina Bratkevich, vecina y administradora de esta comunidad de Irpin, le faltan horas en el d¨ªa para afrontar todas las tareas que tiene por delante. La ¨²ltima adquisici¨®n ha sido una caldera que ya tienen instalada en una de las salas de las zonas comunes del s¨®tano, el lugar m¨¢s f¨¢cil de calentar. La chimenea sale a la calle por una ventana de la que no han querido quitar los sacos terreros ¡°por si les da por volver a los rusos¡±, comenta esta mujer de 45 a?os, madre de cuatro hijos y mujer de un militar en la reserva. Se trata de una estancia en la que sol¨ªan celebrar cumplea?os y otros eventos y que, cuando estall¨® la guerra, sirvi¨® de refugio para los ataques y que ahora est¨¢n remozando para que les proteja del rigor invernal. La han amueblado incluso con parte del mobiliario salvado de las llamas de las viviendas del edificio que fueron pasto de los ataques. Es el caso de una lavadora o de la mesa del sal¨®n de Andrii Saharov, de 60 a?os, de cuyo piso quedan solo paredes negras.
Apenas una decena de los 300 vecinos se quedaron en las dependencias de los bajos del bloque durante toda la ocupaci¨®n rusa. La mayor¨ªa fue evacuada de Irpin, como Valentina Bratkevich, que viaj¨® primero al oeste de Ucrania y, despu¨¦s, durante tres semanas, a Portugal. En cuanto pudo, regres¨®. El 30 de abril, un mes despu¨¦s de la liberaci¨®n, estaba de nuevo en Irpin. Entre los que permanecieron hay una familia bielorrusa. La abuela, Claudia, muri¨® en un ataque el 4 de marzo. Bratkevich escap¨® al d¨ªa siguiente. El cuerpo de la anciana, cuenta, tard¨® tres o cuatro d¨ªas en ser recuperado de la casa y la enterraron en el jard¨ªn hasta que el fin de la ocupaci¨®n permiti¨® exhumarla y trasladarla al cementerio, como ocurri¨® con decenas de civiles de Irpin y otras localidades de alrededor.
En Irpin es necesario reemplazar de forma urgente ventanas y puertas de 320 edificios y unas 1.000 casas, seg¨²n la informaci¨®n facilitada por el Ayuntamiento. En algunos casos, adem¨¢s, hay que llevar a cabo reparaciones tambi¨¦n en tejados, fachadas y el suelo. Las autoridades reclaman de manera urgente generadores con los que poder hacer frente a los apagones y cortes del suministro en lugares como hospitales, colegios y los alojamientos temporales en m¨®dulos de la poblaci¨®n desplazada o que se qued¨® sin casa. Tambi¨¦n para las salas de calderas o instalaciones para el bombeo de agua. ¡°Hemos inaugurado ya una ciudad modular y vamos a abrir otra para que la gente pueda pasar el invierno¡±, explica el alcalde. La ocupaci¨®n y los combates dejaron ¨²nicamente al 5% de los 100.000 habitantes de Irpin sin evacuar, pero ahora ha regresado el 82% de la poblaci¨®n, seg¨²n Oleksandr Markushin.
Delante de los portales del bloque, que empez¨® a levantarse en 2006, las labores de desescombro contin¨²an. Varios operarios, intermediarios de una empresa de reciclaje, cargan un cami¨®n y una furgoneta con todos los restos de metal. Hay calefacciones, somieres, ventanas, chapas del tejado, tuber¨ªas, electrodom¨¦sticos y hasta el esqueleto de una tabla de planchar. Jana Ischenko, de 50 a?os, es la contable de la comunidad y sigue de cerca el proceso sin dejar de tomar notas delante de la b¨¢scula. Es la encargada de gestionar la venta de toda esta chatarra por la que obtienen dos grivnas por kilo, es decir, unos cinco c¨¦ntimos de euro.
Un treinta?ero que presencia la escena comenta orgulloso, al comprobar la organizaci¨®n vecinal, que se trata de gente que ha dejado atr¨¢s la mentalidad sovi¨¦tica y centralista, que se preocupa en tirar adelante m¨¢s que en protestar y que en momentos de dificultad como estos intentan no depender en exclusiva de la tutela del Estado. ¡°Esta buena organizaci¨®n viene de antes de la guerra¡±, aclara Valentina Bratkevich. Pero, pese a todo, los vecinos lamentan que las ayudas p¨²blicas no lleguen.
El alcalde conf¨ªa en que dentro de dos semanas estos vecinos reciban ayudas procedentes de la plataforma de recaudaci¨®n de fondos United24, una iniciativa a la que el presidente Zelenski, antiguo actor, ha atra¨ªdo a colegas famosos como Barbra Streisand, Sean Penn o Ben Stiller. La administradora de la comunidad cuenta que hasta el momento, el 70% de los propietarios del total de 93 apartamentos han aportado ya de su bolsillo el equivalente a unos 600 euros a un fondo com¨²n para reparar el edificio. En total, estima, necesitan unos 1.000 de cada uno para lograr concluir las reparaciones con las que poder afrontar el invierno. Pero, al mismo tiempo, destaca que la solidaridad impera y que no se exige el dinero a nadie que no est¨¦ en condiciones de pagar.
Ante el sombr¨ªo panorama, Oleksandr Markushin no se cansa de reclamar ayuda tanto dentro como fuera de Ucrania. Es consciente en todo caso de que la reconstrucci¨®n no estar¨¢ lista antes de esos meses del a?o en los que el term¨®metro se hunde bajo cero. Por eso insiste para que su mensaje llegue m¨¢s all¨¢ de las fronteras de su pa¨ªs: ¡°Estamos luchando no solo por nuestro territorio, sino tambi¨¦n por los valores democr¨¢ticos de todo el mundo¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.