La caravana de la muerte de Kurilivka: una superviviente relata la matanza de 26 civiles que hu¨ªan de la guerra en Ucrania
La investigaci¨®n realizada por Kiev y Francia responsabiliza a tropas rusas de matar en J¨¢rkov a 26 vecinos, 13 de ellos ni?os, cuando trataban de llegar el 25 de septiembre en coches a una zona segura
¡°Tratatatata¡±. A ritmo de onomatopeya, Olha Tereshenko cuenta c¨®mo lo que iba a ser una huida de civiles ucranios hacia zona segura acab¨® el pasado 25 de septiembre en un camino regado de muertos, algunos quemados. Entre los cad¨¢veres se hallaban los de su marido y su ¨²nico hijo. Asegura que Dmitri, un empresario local supuestamente con mano entre los ocupantes rusos, organiz¨® una caravana para evacuar a personas desesperadas de la l¨ªnea del frente....
¡°Tratatatata¡±. A ritmo de onomatopeya, Olha Tereshenko cuenta c¨®mo lo que iba a ser una huida de civiles ucranios hacia zona segura acab¨® el pasado 25 de septiembre en un camino regado de muertos, algunos quemados. Entre los cad¨¢veres se hallaban los de su marido y su ¨²nico hijo. Asegura que Dmitri, un empresario local supuestamente con mano entre los ocupantes rusos, organiz¨® una caravana para evacuar a personas desesperadas de la l¨ªnea del frente. Cada interesado le pag¨® 6.000 grivnas (unos 155 euros), una cantidad considerable de dinero en un pa¨ªs donde al comenzar la invasi¨®n rusa el salario medio era de 514 euros al mes.
Pero una lluvia de balas y granadas sorprendi¨® a los siete veh¨ªculos que escapaban con 48 personas a bordo desde Kupiansk-Uzlovi, en la regi¨®n noroccidental de J¨¢rkov. El ataque acab¨® con la vida de 26 de ellos, de los que 13 eran menores de edad, seg¨²n datos de la Fiscal¨ªa. Las investigaciones de las autoridades locales, desarrolladas junto a especialistas llegados de Francia, responsabilizan a tropas rusas de una de las peores matanzas de civiles en esta guerra. El organizador de la expedici¨®n apareci¨® muerto en su casa d¨ªas despu¨¦s. Desde que comenz¨® la invasi¨®n rusa, el 24 de febrero, hasta el pasado 28 de noviembre, han perdido la vida 6.655 civiles, de los que 419 son menores, seg¨²n el recuento de la ONU.
A las 9.00 de ese 25 de septiembre comenz¨® el ataque, relata Tereshenko durante una conversaci¨®n con EL PA?S en la ciudad de J¨¢rkov. Esta mujer es la ¨²nica superviviente de los cinco ocupantes del coche que abr¨ªa el grupo. ¡°Primero se escuch¨® desde lejos. Seguidamente, el conductor par¨® toda la caravana y dijo que nos ten¨ªamos que agachar r¨¢pido¡±, rememora. El infierno se hab¨ªa desatado en un camino de la localidad de Kurilivka que transcurre junto a las v¨ªas del tren.
Los veh¨ªculos acababan de emprender su camino, supuestamente hacia la libertad, desde la vecina Kupiansk-Uzlovi. ¡°Vi que mi marido, con un agujero en el brazo, me abrazaba. Andrei, el conductor, estaba en el volante cubierto en sangre. Luego, el coche empez¨® a arder y algo, como una explosi¨®n, me expuls¨® hacia fuera. No pude ni sacar a mi hijo. Todo pas¨® muy r¨¢pido, en medio minuto¡±. Olha Tereshenko, de 38 a?os, vio c¨®mo se quedaban entre las llamas su marido, Igor, de 42, y a su ¨²nico hijo, Matvey, de cinco. Los tres iban en el asiento trasero. En el del copiloto viajaba una mujer mayor.
¡°De la abuela solo qued¨® el esqueleto. De mi familia quedaron algunas partes de los cuerpos. En la morgue solo me ense?aron la cadena que llevaba al cuello mi marido¡±, detalla la mujer mientras la muestra en la pantalla de su m¨®vil. M¨¢s de dos meses despu¨¦s, todav¨ªa est¨¢ pendiente de que le entreguen los restos para poder enterrarlos. Pero le dicen que las investigaciones e identificaciones por medio del ADN siguen abiertas. Hasta J¨¢rkov ha viajado para aportar su muestra la madre de Igor, que reside en Polonia. A ese pa¨ªs hab¨ªan decidido tratar de llegar para buscar refugio. En cuanto pueda despedirse de ellos, Tereshenko quiere poner tierra de por medio y comenzar una nueva vida lejos de Ucrania.
Tras m¨¢s de seis meses de ocupaci¨®n rusa, el este de la regi¨®n de J¨¢rkov se hab¨ªa convertido en un campo de batalla. Desde los primeros d¨ªas de septiembre, las tropas locales empujaban en una contraofensiva hasta entonces in¨¦dita para hacer retroceder al Ej¨¦rcito del Kremlin. Kupiansk-Uzlovi, de donde parti¨® la expedici¨®n de civiles atacada, formaba parte de esa zona denominada gris que no est¨¢ controlada del todo por ninguno de los bandos enfrentados. Era escenario cotidiano de ataques, escaramuzas y bombardeos en torno al r¨ªo Oskil, un lugar estrat¨¦gico a las puertas de la regi¨®n de Lugansk, un basti¨®n ruso.
La casa de la familia Tereshenko fue alcanzada por un misil el 22 de septiembre, explica Olha. Decidieron entonces buscar acomodo en el s¨®tano de unos vecinos de enfrente. Pero all¨ª tambi¨¦n llegaron los bombardeos al d¨ªa siguiente. En ese momento, Igor decidi¨® que hab¨ªa llegado la hora de irse, que no pod¨ªan permanecer m¨¢s en Kupiansk-Uzlovi. ¡°En el mercado encontr¨® un chico que dijo que estaba organizando una caravana que saldr¨ªa el d¨ªa 24. El precio eran 6.000 grivnas por persona y cobr¨® la mitad del dinero como anticipo. Igor regres¨® a casa y me dijo que prepar¨¢ramos las cosas, los papeles, las joyas y el dinero¡±.
Al llegar la caravana a Kurilivka se top¨® con un blindado y dos militares rusos armados que les obligaron a dar media vuelta. ¡°Ya estaba pagado todo el viaje y, al volver, el chico nos dijo que no nos devolv¨ªa el dinero y que lo intentar¨ªamos de nuevo el d¨ªa 25¡å, explica la mujer en una cafeter¨ªa de la ciudad de J¨¢rkov. Su relato atrae la discreta atenci¨®n de la dependienta y de otros clientes, que se quedan helados al escucharla. ¡°El d¨ªa 25 salimos a las 8.00 de Kupiansk-Uzlovi y tomamos la misma ruta. (¡) Cuando llegamos al lugar donde los rusos nos obligaron a dar la vuelta el d¨ªa anterior, esta vez no estaba el coche blindado y los rusos estaban en los arbustos. Indicaron con la mano para que sigui¨¦ramos adelante. Y continuamos. Por el camino rez¨¢bamos con Matvey¡±, recuerda mientras se persigna con una mano y sostiene el caf¨¦ con la otra.
Las im¨¢genes junto a las v¨ªas del tren de los veh¨ªculos acribillados y, en algunos casos, quemados con los cuerpos de los que viajaban en ellos, tardaron en salir a la luz cinco d¨ªas. La participaci¨®n de forenses y especialistas en bal¨ªstica de la Gendarmer¨ªa francesa, que examinaron 16 de los cuerpos y dos de los veh¨ªculos, ha sido fundamental para ayudar a concluir que las armas y la munici¨®n empleada en el ataque eran rusas, sostiene Dmitro Chubenko, portavoz de la Fiscal¨ªa de J¨¢rkov. Los franceses, a?ade, no solo aportaron tecnolog¨ªa como aparatos de rayos X m¨®viles de los que ellos no dispon¨ªan, sino que est¨¢n ayudando tambi¨¦n mediante las muestras de ADN a identificar los cuerpos de los cad¨¢veres que acabaron carbonizados tras arder algunos de los veh¨ªculos.
Los atacantes emplearon ¡°proyectiles altamente explosivos de 30 y 45 mil¨ªmetros¡± cuyos restos fueron encontrados en los coches, explic¨® el 20 de octubre en una comparecencia Oleksandr Filchakov, fiscal jefe de J¨¢rkov. Gracias a los franceses, a?adi¨® Filchakov, han concluido que se emplearon armas montadas en veh¨ªculos militares pesados tipo BMP-2 y BRM 3K Rys, que usa el ej¨¦rcito ruso, as¨ª como armas para lanzar granadas de tipo VOG-17 y VOG-25.
Del ataque solo se salvaron cuatro de los 17 ni?os que iban en la caravana. Entre los 13 adultos fallecidos hab¨ªa una mujer embarazada. Los atacantes dispararon incluso a los que escapaban entre los matorrales. Olha cuenta que, aturdida por las explosiones y ya fuera del coche, los tiros no cesaban. ¡°Otros que se hab¨ªan salvado tambi¨¦n me gritaron para que me echara al suelo y me fuera arrastrando hacia donde estaban los ¨¢rboles. Vi con mis propios ojos que los¡ no voy a decir palabrotas¡ disparaban a un ni?o de siete u ocho a?os¡±. Lograron reunirse una decena de adultos, aunque, a?ade, ¡°una mujer no quer¨ªa dejar a su marido, gritaba que no iba a irse sin ¨¦l, que prefer¨ªa morirse junto a ¨¦l¡±. Emprendieron entonces su marcha a pie en direcci¨®n a Kupiansk-Uzlovi. ¡°Los rusos nos persegu¨ªan en el coche blindado. Nos escond¨ªamos entre ¨¢rboles. Sab¨ªan que algunos hab¨ªamos sobrevivido y quer¨ªan rematarnos¡±. El 12 de octubre se hall¨® a unos 200 metros del lugar del ataque el cad¨¢ver de una mujer de 75 a?os y, el d¨ªa 17, el cuerpo de un joven de 19 a?os que hab¨ªa logrado andar herido un kil¨®metro y medio antes de derrumbarse para siempre, informaron las autoridades regionales.
¡°No sab¨ªamos que ¨ªbamos a ir por zona controlada por los rusos¡±, afirma Olha Tereshenko. Se refiere a la ruta elegida para evitar la zona m¨¢s delicada de los enfrentamientos, pues el convoy se dirigi¨® hacia territorio bajo control de los militares invasores para, despu¨¦s, tratar de entrar a Rusia y emprender un largo rodeo hasta alcanzar de nuevo Ucrania. Es el camino que hab¨ªan elegido ya antes cientos de ciudadanos para huir de localidades ocupadas, seg¨²n algunos testimonios recogidos por EL PA?S en estos meses. Tampoco les extra?¨®, pues, al parecer, el organizador ten¨ªa contactos.
Olha, que vive ahora en casa de unos parientes, es capaz de recordar entre risas c¨®mo conoci¨® a Igor cuando los dos fueron destinados al mismo departamento de la compa?¨ªa de ferrocarriles. Se enamoraron, se fueron a vivir juntos y, estando ya Matvey de camino, se casaron en 2016. Una foto de padre e hijo jugando en casa ilustra en su tel¨¦fono la memoria de unos tiempos que es muy consciente que ya no volver¨¢n. Quiere irse lejos y ha escuchado que Irlanda dispone de un buen programa de atenci¨®n social para casos como el suyo. ¡°No soy fuerte, solo lo parece. Lo que ves es una m¨¢scara¡±, responde con un amago de l¨¢grimas en los ojos. ¡°Esto es muy duro. No tengo nada. Todo me trae recuerdos. Hace una semana estuve en casa y llor¨¦ mucho¡±.
En Kupiansk-Uzlovi, la tragedia del ataque a la caravana sigue sobrecogiendo a los vecinos. El Ej¨¦rcito de Ucrania ha avanzado unos kil¨®metros y hoy es zona liberada de la ocupaci¨®n, aunque la banda sonora de los combates de fondo acompa?a a los pocos vecinos que se ve por la calle. All¨ª, en su casa, apareci¨® el cad¨¢ver de Dmitri pocos d¨ªas despu¨¦s de que organizara el intento fallido de evacuaci¨®n de los vecinos. Fuentes pr¨®ximas a las autoridades del distrito reconocen que no hay excesivo inter¨¦s por ahondar en los motivos de lo que ellos mismos creen que ha sido un asesinato como venganza.
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