La poblaci¨®n escasea en Jers¨®n, una ciudad inundada en un r¨ªo militarizado: ¡°Quieren que nos larguemos de aqu¨ª¡±
La destrucci¨®n de la presa de Nova Kajovka castiga a la poblaci¨®n que insiste en vivir a orillas del Dni¨¦per pese a ser frente de guerra entre Ucrania y Rusia
En otra vida, en la anterior a la invasi¨®n rusa, la destrucci¨®n de la presa de Nova Kajovka, en Ucrania, habr¨ªa provocado una evacuaci¨®n masiva de cientos de miles de habitantes. Pero las poblaciones que han quedado inundadas en los 60 kil¨®metros finales del r¨ªo Dni¨¦per, antes de desembocar en el mar Negro, hace tiempo que est¨¢n pr¨¢cticamente desiertas. Jers¨®n es una ciudad fantasma donde la mue...
En otra vida, en la anterior a la invasi¨®n rusa, la destrucci¨®n de la presa de Nova Kajovka, en Ucrania, habr¨ªa provocado una evacuaci¨®n masiva de cientos de miles de habitantes. Pero las poblaciones que han quedado inundadas en los 60 kil¨®metros finales del r¨ªo Dni¨¦per, antes de desembocar en el mar Negro, hace tiempo que est¨¢n pr¨¢cticamente desiertas. Jers¨®n es una ciudad fantasma donde la muerte acecha en cada calle. Ahora, adem¨¢s de los boquetes y las ruinas que ha dejado la artiller¨ªa, hay barrios sumergidos bajo el agua y vecinos que han perdido lo poco que les quedaba.
El Gobierno ucranio estima que en las dos orillas, a lo largo de 60 kil¨®metros de r¨ªo desbordado, m¨¢s de 40.000 personas viven en zonas inundadas y deben ser trasladadas. En el lado ucranio, Kiev ha informado de la evacuaci¨®n de casi 2.000 residentes; en las zonas ocupadas por Rusia la cifra se eleva hasta las 4.000, seg¨²n medios rusos. Estos datos confirman que el Dni¨¦per, en esta zona, est¨¢ despoblado porque hace meses que es l¨ªnea de frente.
El soldado all¨ª apostado hace la vista gorda ante los pocos ciudadanos que se acercan a pie del agua en la avenida de Ushakovka, la principal calle de la ciudad. Formalmente est¨¢ prohibido que est¨¦n all¨ª: a poco m¨¢s 5 kil¨®metros se encuentran las nuevas posiciones rusas. La gente no se atrev¨ªa antes del martes a quedarse all¨ª, quieta y mirando, porque el enemigo estaba por entonces a un kil¨®metro, a tiro de los francotiradores. El desbordamiento del r¨ªo, tras el colapso de la presa la madrugada del martes, ha ensanchado su cauce y ha inundado las llanuras aluviales donde se situaba la primera l¨ªnea de fuego rusa. En la avenida de Ushakovka, el agua hab¨ªa entrado unos 200 metros en la ciudad. En otros barrios, la inundaci¨®n fue mucho peor.
Los curiosos deambulaban a lo largo de las zonas urbanas inundadas para tomar fotograf¨ªas, como recuerdo o para enviar a parientes y amigos que abandonaron la ciudad hace tiempo. ¡°La gente est¨¢ confiada y se acerca porque hoy no nos han disparado con artiller¨ªa, est¨¢n demasiado ocupados con lo que ellos mismos han hecho¡±, dec¨ªa este mi¨¦rcoles el militar apostado al final de la avenida de Ushakovka. Para las autoridades ucranias, de la Uni¨®n Europea y de la OTAN hay pocas dudas de que las tropas rusas destruyeron la presa para frenar un posible asalto anfibio a gran escala de las tropas de Kiev.
Los ca?onazos de la artiller¨ªa ucrania s¨ª sonaban cada pocos minutos, con obuses situados en la ciudad. Un alto rango del Ej¨¦rcito de Tierra explic¨® a este diario, en condici¨®n de anonimato, que unas de las razones por las que el fuego ruso est¨¢ castigando tanto Jers¨®n es porque la artiller¨ªa ucrania se mueve constantemente dentro del t¨¦rmino municipal. ¡°La ayuda humanitaria no nos llega porque quieren que nos larguemos de aqu¨ª¡±, aseguraba Vita, una mujer que vive con su hijo discapacitado en segunda l¨ªnea del r¨ªo. Para las Fuerzas Armadas de Ucrania ¡ªtambi¨¦n para los rusos¡ª, la poblaci¨®n que insiste en continuar viviendo en la zona cero del conflicto es un problema porque obstaculiza las operaciones militares.
Vita recibi¨® bolsas de pan y fruta de unos voluntarios que repartir¨ªa con ocho vecinos m¨¢s. Porque lo cierto es que en el municipio, entre los pocos veh¨ªculos que circulaban el mi¨¦rcoles, muchos eran todoterrenos y furgonetas de organizaciones de ayuda y socorro civil que se desplazaron a la zona tras las inundaciones.
Silencio informativo
Pero no solo la poblaci¨®n civil es un engorro para las autoridades militares, tambi¨¦n lo son los medios de comunicaci¨®n. Para la prensa, acceder a las zonas del r¨ªo inundadas es una odisea. El ej¨¦rcito ucranio ha establecido este a?o un mapa de zonas en las que los medios, oficialmente, solo pueden trabajar con autorizaci¨®n expresa y acompa?ados por un representante militar. Una portavoz del Alto Mando justificaba a este diario las restricciones para no acceder a Jers¨®n porque ¡°no se quiere duplicar la poblaci¨®n de la ciudad¡±.
Las autoridades militares no quieren observadores de las operaciones militares en marcha, tampoco quieren que sus soldados sufran riesgos por la presencia de la prensa. La semana pasada caus¨® furor en las redes sociales ucranias un v¨ªdeo del Ministerio de Defensa en el que soldados de diferentes unidades reclamaban a la poblaci¨®n silencio y no compartir informaci¨®n que pueda perjudicar a la contraofensiva. Desde el Ministerio de Defensa se ha incidido en que tanto los medios como los analistas de la guerra no deben aportar datos que no sean los oficiales.
EL PA?S intent¨® acceder a los municipios colindantes a la presa de Nova Kajovka, pero los controles militares lo impidieron, alegando sus oficiales al mando ¨®rdenes estrictas de no permitir el paso de la prensa. Esta estrategia militar contrasta con lo que ped¨ªa a los periodistas Lena Kotok, una vecina de Jers¨®n: ¡°Por favor, informen al mundo de lo que estamos sufriendo, del mal que comete Rusia¡±. ¡°Ni los ucranios se creen lo que es vivir aqu¨ª¡±, a?ad¨ªa su hermana Lera. Las dos visitaron la tarde del mi¨¦rcoles el apartamento de la hija de Lera, que huy¨® de Jers¨®n en la primavera de 2022, cuando las tropas rusas ocuparon la ciudad. El apartamento est¨¢ en un edificio en el que el agua afect¨® a la primera planta. Lera lloraba porque s¨ª hab¨ªan perdido la posesi¨®n m¨¢s preciada para ellas, la dacha, la casa de veraneo que sus abuelos levantaron en una isla cercana al delta del Dni¨¦per.
M¨¢s suerte tuvo el piso de la hija de Yuri y Tania, que tambi¨¦n huy¨® de Jers¨®n en 2022, para afincarse en Irlanda. El agua solo roz¨® la vivienda y se qued¨® sin electricidad, pero el edificio contiguo, un bloque viejo de dos plantas, se derrumb¨® por la presi¨®n del agua. El matrimonio visita cada pocas horas el apartamento y llaman por videoconferencia a su hija para mostrarle que todo va m¨¢s o menos bien.
La vida de la familia Perehorihatenko ha dado esta semana un vuelco, otro m¨¢s. Su domicilio ha quedado bajo el agua y se han trasladado a vivir a la casa de unos parientes. Sasha, su esposa Ana y su hijo Ilia fueron juntos a visitar el taller de pintura y chapado en el que trabaja el padre, tambi¨¦n arrasado por el agua. ¡°Mientras los rusos contin¨²en aqu¨ª, los problemas seguir¨¢n, pero resistiremos, como resistimos la ocupaci¨®n y ahora los bombardeos¡±, dice Ana.
A 100 kil¨®metros de Jers¨®n, siguiendo el r¨ªo hacia el noreste, Svetlana Denisuk hac¨ªa c¨¢lculos de cu¨¢ntos d¨ªas le pod¨ªan quedar de agua para sus dos hect¨¢reas de campos de fresones. Su negocio depende del agua que le llega del embalse de Kajovka, pero las autoridades ya le han advertido de que posiblemente en dos semanas no tendr¨¢ abastecimiento. ¡°?Qu¨¦ hacer? Nada, todo esto morir¨¢, no hay nada que hacer¡±, se resignaba Denisuk. El desastre econ¨®mico para el sector agr¨ªcola ucranio puede ser colosal, seg¨²n datos del Ministerio de Pol¨ªtica Agraria y Alimentaci¨®n: se ha quedado sin agua el 94% de la red de irrigaci¨®n de la provincia de Jers¨®n, el 74% de la de Zaporiyia y el 30% de la de Dnipropetrovsk.
Su vida no empeorar¨¢ tanto como puede creer un observador externo, dice Denisuk: el a?o pasado, sus campos fueron campo de batalla y tampoco pudo sacarles partido. Por lo menos est¨¢n desminados, a?ade. Prefiere no pensar en el futuro, admite, mientras se empe?a en obsequiar a los periodistas con una caja de sus fresones: ¡°Cuenten lo que sucede aqu¨ª¡±.
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