Francia busca explicaciones al horror de Annecy y celebra a sus h¨¦roes
El presidente Macron visita a los heridos y a los ciudadanos que impidieron con su coraje c¨ªvico una matanza
Esta es la historia de una ciudad y un pa¨ªs horrorizados por un crimen sin motivo aparente, y a la vez deslumbrado por los actos de coraje de unos ciudadanos que impidieron una matanza. Es tambi¨¦n la historia de Abdalmasih y Henri. Uno es sirio; el otro, franc¨¦s. El primero est¨¢ detenido por apu?alar el jueves a varios ni?os de corta edad en un parque en Annecy, una ciudad pl¨¢cida y pr¨®spera en los Alpes franceses. El segundo descansa estos d¨ª...
Esta es la historia de una ciudad y un pa¨ªs horrorizados por un crimen sin motivo aparente, y a la vez deslumbrado por los actos de coraje de unos ciudadanos que impidieron una matanza. Es tambi¨¦n la historia de Abdalmasih y Henri. Uno es sirio; el otro, franc¨¦s. El primero est¨¢ detenido por apu?alar el jueves a varios ni?os de corta edad en un parque en Annecy, una ciudad pl¨¢cida y pr¨®spera en los Alpes franceses. El segundo descansa estos d¨ªas en una casa de un barrio residencial de esa misma urbe e intenta digerir lo que sucedi¨® en las ¨²ltimas horas.
Fue Henri quien, ¨²nicamente armado con su mochila, ahuyent¨® a Abdalmasih de la zona de juegos donde persegu¨ªa a ni?os y beb¨¦s ¡ª¡°el acto m¨¢s b¨¢rbaro concebible¡±, dijo el presidente, Emmanuel Macron¡ª y as¨ª, poniendo en riesgo su vida, salv¨® la de los dem¨¢s. Si no hubo muertos, fue gracias a Henri y a otros ciudadanos que persiguieron a Abdalmasih y permitieron que, unos minutos despu¨¦s, la polic¨ªa lo detuviese.
Esta es la historia de Abdalmasih y Henri, dos destinos que se cruzaron fortuitamente, dos hombres nacidos en los a?os noventa, 31 y 24 a?os, respectivamente. Uno quer¨ªa herir y matar a seres indefensos y otro los salv¨® y ya recibe el nombre del ¡°h¨¦roe de la mochila¡±. El primero llevaba una cruz en la mano cuando perpetr¨® el ataque. En uno de los v¨ªdeos que ha circulado en las redes sociales, parece decir en ingl¨¦s: ¡°En el nombre de Jesucristo¡±. El segundo es un cat¨®lico devoto que hac¨ªa escala en Annecy durante un viaje a pie de nueve meses por las catedrales de Francia.
Esta es la historia de un refugiado sirio que se declaraba cristiano de Oriente y con un nombre cristiano ¨CAbdalmasih significa ¡°el servidor del mes¨ªas¡±¨C, y de un muchacho franc¨¦s que dice sentirse guiado desde ni?o por la fe en Cristo.
Henri declar¨® el viernes por la ma?ana a la cadena BFM-TV: ¡°No s¨¦ de qu¨¦ [religi¨®n] se reivindica [Abdalmasih], pero lo que s¨¦ es que es profundamente anticristiano atacar a seres inocentes perfectamente desarmados y d¨¦biles. Toda civilizaci¨®n cristiana, sobre la cual se ha construido nuestro pa¨ªs, consiste precisamente en un mensaje caballeresco de defender a la viuda y al hu¨¦rfano¡±.
¡°Ahora est¨¢ muy cansado, est¨¢ reposando¡±, dijo al mediod¨ªa Arnaud, el t¨ªo de Henri, al abrir la puerta de la casa donde reside estos d¨ªas. Arnaud prefiere no dar su apellido, ni el de Henri. Cont¨® que su sobrino no sinti¨® miedo: ¡°Actu¨® por instinto¡±. Dice que quiz¨¢ fue su pasado como boy-scout, lo que le guio. Y la religi¨®n: ¡°La fe le impulsa¡±.
En el portal de la c¨¦ntrica calle Royale, donde Abdalmasih pasaba la noche durante los ¨²ltimos meses, Sofia Moreno, una mujer de origen portugu¨¦s que gestiona pisos de alquiler en el edificio, explic¨®: ¡°Nunca le vi el rostro: se cubr¨ªa la cabeza con un pa?uelo. No dec¨ªa nada. Que yo sepa, nunca fue agresivo¡±.
Francia se mueve entre el espanto y la incomprensi¨®n. Y la esperanza sobre el estado de los heridos graves, que mejoran, seg¨²n las ¨²ltimas informaciones. De los cuatro ni?os heridos, uno es neerland¨¦s y otro ingl¨¦s.
Macron visit¨® junto a su esposa, Brigitte, a los heridos y sus familias hospitalizados en la cercana Grenoble. M¨¢s tarde se reuni¨® en Annecy con los ciudadanos, polic¨ªas y personal que redujeron al agresor y socorrieron a las v¨ªctimas ¡ªentre ellos, el ¡°h¨¦roe de la mochila¡±¡ª y declar¨®: ¡°Podemos tener las m¨¢s grandes esperanza para los ni?os y adultos afectados. Normalmente, las cosas seguir¨¢n mejorando¡±.
Las inc¨®gnitas se acumulan sobre la trayectoria del agresor y sus motivaciones. Se sabe que es sirio, que lleg¨® a Suecia hace aproximadamente una d¨¦cada, que obtuvo en ese pa¨ªs un permiso de residencia permanente, que se cas¨® con una mujer de origen sirio y nacionalizada sueca, que tuvieron una hija, que se separaron. Por qu¨¦ a finales de 2022 se march¨® a Francia ¨Cy por qu¨¦ a Annecy, una ciudad de postal con su lago y sus imponentes monta?as¨C no est¨¢ claro. Una posible raz¨®n es que Suecia le neg¨® la nacionalidad, supuestamente porque entre 2011 y 2013 hab¨ªa pertenecido al Ej¨¦rcito sirio, seg¨²n el diario Le Monde. En Francia present¨® una demanda de asilo, que fue rechazada el 5 de junio.
El interrogatorio avanza con lentitud, seg¨²n una fuente de la investigaci¨®n citada por Le Monde. La fuente asegura que Abdalmasih mantiene una actitud ¡°obstruccionista¡±. ¡°Se tira por el suelo¡±, a?ade. Un examen psiqui¨¢trico ha establecido que se encuentra ¡°ansioso y depresivo¡±, seg¨²n BFM-TV.
El suceso es materia pol¨ªtica inflamable. Marine Le Pen, l¨ªder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional, ha afirmado en la cadena de radio Europe 1: ¡°Hace falta un refer¨¦ndum sobre la inmigraci¨®n. Es la ¨²nica manera de retomar el control. No admito que no podamos decidir qui¨¦n entra y quien sigue en nuestro territorio¡±.
Le Pen conecta con un malestar presente en la sociedad francesa, y en Annecy. Y lo alienta.
Viernes, 9.45 horas de la ma?ana, en Le P?quier, la pradera junto al lago donde 24 horas antes Abdalmasih acuchill¨® a los ni?os y donde Henri y otros ciudadanos le frenaron. Hay periodistas, c¨¢maras, vecinos que vienen a traer flores y a dejar mensajes. Espont¨¢neamente se forma una tertulia, y lo que dicen algunos no es nada amable para el presidente de la Rep¨²blica. Algunos no est¨¢n contentos de que venga.
Val¨¦rie, una asistente administrativa de 50 a?os, afirma: ¡°El presidente, en estos momentos, necesita recuperar popularidad, y cuando hay un acontecimiento como este, intenta limpiar su imagen. Lo que le reprocho es que esto se olvidar¨¢, hasta que haya otro drama. ?Y qu¨¦ cambia? Nada¡±. Val¨¦rie es favorable a un refer¨¦ndum sobre la inmigraci¨®n. ¡°Y el resultado¡±, a?ade, ¡°yo ya lo conozco: la gente est¨¢ harta¡±. Apunta Sylvie, madre de un ni?o de dos a?os y medio, la edad de algunos de los heridos: ¡°Deber¨ªan mandar a todos a sus pa¨ªses, a todos los que no tienen papeles. Es triste decirlo, pero no nos sentimos seguros¡±. Mat¨ªas, un estudiante de 19 a?os que ha escuchado la conversaci¨®n, se acerca al periodista y le dice: ¡°Encuentro un poco tonto que se meta la pol¨ªtica aqu¨ª, prefiero que aportemos nuestro apoyo a las familias¡±.
Abdalmasih hac¨ªa vida entre este parque y el portal de la calle Royale, una zona peatonal de comercios y cafeter¨ªas. De d¨ªa se instalaba en un banco junto al r¨ªo. A las siete de la tarde caminaba hasta el portal que le serv¨ªa de residencia, extend¨ªa unos cartones bajo los buzones y se tapaba con un saco de dormir. Iba bien vestido y antes de dormir se lavaba los dientes, recuerda Bertrand, que regenta una tienda de ropa deportiva justo delante del portal. Bertrand lo ve¨ªa llegar cuando cerraba la tienda. Al abrir por la ma?ana, ya se hab¨ªa ido.
Sof¨ªa Moreno, la mujer que se ocupa de pisos en el edificio de la calle Royale y que se cruzaba casi a diario con Abdalmasih, corrobora que sus horarios eran rigurosos. Solo hubo una excepci¨®n. Eran un s¨¢bado o domingo recientes, no precisa la fecha exacta. ¡°Fue la ¨²nica vez que le vio durmiendo m¨¢s temprano¡±, explica. ¡°Ten¨ªa una botella de whisky con ¨¦l. Me dije que estar¨ªa borracho¡±.
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