¡°Tenemos miedo, es como vivir en guerra¡±: el infierno de estudiar en Dur¨¢n, la ciudad m¨¢s peligrosa de Ecuador
M¨¢s de 30.000 estudiantes de 34 escuelas de la ciudad se quedan sin clases presenciales por la ola de violencia que el Gobierno no logra contener
Estefan¨ªa camina con sus libros pegados al pecho, con paso acelerado, tiene 10 a?os y vive en el barrio el Recreo, en la misma calle donde un d¨ªa antes asesinaron a un ni?o con su madre. Usa una falda con ruedos roja, zapatillas y una camiseta blanca con el logo de su unidad educativa. No pudo ir a la escuela, porque su centro est¨¢ incluido en la lista de las 34 instituciones que el Ministerio de Educaci¨®n de Ecuador decidi¨® cerrar a las clases presenciales ...
Estefan¨ªa camina con sus libros pegados al pecho, con paso acelerado, tiene 10 a?os y vive en el barrio el Recreo, en la misma calle donde un d¨ªa antes asesinaron a un ni?o con su madre. Usa una falda con ruedos roja, zapatillas y una camiseta blanca con el logo de su unidad educativa. No pudo ir a la escuela, porque su centro est¨¢ incluido en la lista de las 34 instituciones que el Ministerio de Educaci¨®n de Ecuador decidi¨® cerrar a las clases presenciales en la ciudad de Dur¨¢n, tomada por el crimen organizado, ante la ola de violencia en la que los ni?os tambi¨¦n han sido v¨ªctimas de cr¨ªmenes brutales a cualquier hora del d¨ªa.
Entra a la casa con la tarea que ha copiado de otro compa?ero, que vive a unas cuadras porque en la suya no hay computador, el ¨²nico tel¨¦fono celular no se puede cargar y a su mam¨¢ no le alcanz¨® para pagar el servicio internet. Son las once de la ma?ana y a esa hora estar¨ªa jugando con sus amigas a la pelota o a la papa caliente. ¡°Es como jugar a las cogidas, para que no nos atrape el que tiene la papa¡±, sonr¨ªe mientras explica la din¨¢mica del juego y dicta los nombres de cada una de sus amigas y el de su profesora que dice que prefiere que sea ella quien le explique matem¨¢ticas, su materia favorita.
Lourdes, su madre, no est¨¢ de acuerdo con que las clases sean virtuales, a pesar de que por varios meses otras madres y padres de estudiantes de los colegios de Dur¨¢n han realizado protestas para exigir que las clases no sean presenciales. ¡°Es verdad que da mucho temor que en una balacera algo pueda pasarle a los ni?os, pero ellos no aprenden como deber¨ªan hacerlo estando en clases, ellos deben estar all¨¢ con un pizarr¨®n y su maestra¡±, dice la madre, porque su otro hijo Jos¨¦, de nueve a?os, apenas escribe su nombre y un par de oraciones. ¡°Aqu¨ª lo que deber¨ªa suceder es que las autoridades garanticen la seguridad de los ni?os¡±, agrega. Lourdes le habla a sus hijos de c¨®mo cuidarse, qu¨¦ hacer en caso de una balacera, ¡°que se lancen al piso y se arrastren hasta el cuarto debajo de la cama, lo m¨¢s alejado de las ventanas¡±. Es la lecci¨®n diaria a la que est¨¢n expuestos por vivir en Dur¨¢n.
La medida dispuesta por el Ministerio de Educaci¨®n se decreta tras una ola de violencia imparable en Ecuador, en la que se han registrado 5.320 cr¨ªmenes violentos en lo que va del a?o, de los cuales 1.900 han ocurrido en las ciudades de Guayaquil y Dur¨¢n. Las autoridades educativas se hab¨ªan resistido a la medida de clases virtuales, porque consideran que los ni?os est¨¢n m¨¢s protegidos en la escuela que en los barrios donde los grupos delictivos imponen su ley con balas y reclutan a ni?os y j¨®venes. Seg¨²n la Polic¨ªa ha detectado que el 16% de alumnos de la zona m¨¢s peligrosa de Guayaquil, el sector Nueva Prosperina, est¨¢n vinculados a una banda criminal. ¡°Son m¨¢s de 200 estudiantes por cada establecimiento educativo¡±, explica Roberto Santamar¨ªa, jefe del Distrito Nueva Prosperina.
¡°Los reclutados son ni?os de entre 12 y 17 a?os. Es la edad ideal para estos grupos criminales porque ese menor es inimputable, lo peor que le pueden dar es una medida socioeducativa¡±, a?ade. La Polic¨ªa adem¨¢s ha determinado que estos estudiantes se dedican a extorsionar a maestros y a otros alumnos al interior de las escuelas. ¡°Por ejemplo, les exigen un d¨®lar para no pegarles¡±, dice Santamar¨ªa.
En una escena distorsionada a lo que debe ser un colegio, un grupo de polic¨ªas ha entrado a las aulas de nueve colegios del sector de Nueva Prosperina. Revisan las mochilas de los estudiantes, buscan drogas, cualquier tipo de armas o explosivos, y obtienen evidencias. ¡°Hay microtr¨¢fico, armas y tenemos videos de un estudiante armado que ha disparado dentro del colegio¡±, a?ade el jefe de distrito.
El protocolo les impide entrar con armas, pero seg¨²n Santamar¨ªa se ha planteado al Ministerio de Educaci¨®n, tener un polic¨ªa escolar en los centros donde se han detectado altos niveles de violencia y la infiltraci¨®n de las bandas criminales. ¡°Un polic¨ªa dentro de las escuelas que d¨¦ confianza a los maestros porque ellos son los que est¨¢n siendo extorsionados¡±, dice el jefe de distrito, quien explica que a los docentes les piden hasta 2.000 d¨®lares para dejarlos trabajar y se agrava a final del a?o escolar por el llamado ¡°pase de a?o¡±, cuando los obligan a que les den el certificado de haber terminado el periodo lectivo aunque nunca hayan ido a clases.
¡°Actualmente en Dur¨¢n vivimos con miedo, es como vivir en guerra¡±, describe Consuelo, docente de un colegio de esa ciudad, la zozobra en la que transcurren las horas de clases. ¡°El peor momento de muchos de mis estudiantes es cuando se acerca la hora de salida del colegio¡±, relata la maestra, a quien le preocupan los cuadros de ansiedad que tienen muchos de sus estudiantes. Ocurre de repente. O porque intentaron robarles al ir al colegio, o porque escuchan sonidos parecidos a disparos, o porque confunden el sonido de un globo que explota y los chicos entran en p¨¢nico
¡°Una de mis estudiantes lleg¨® un d¨ªa con las manos temblorosas. Lloraba, le faltaba el aire, no pod¨ªa respirar bien, la ayudamos en ese momento haciendo unos ejercicios, pero tampoco nadie se preocupa de la salud mental de los chicos¡±, dice Consuelo. ¡°Cuando derivamos los casos al Ministerio de Salud, les dan la cita con el psic¨®logo cada tres meses, c¨®mo los van a ayudar as¨ª cuando sus cuerpos piden auxilio, porque ya somatizan el miedo¡±.
Los habitantes de Dur¨¢n se sienten paralizados por la violencia, sus testimonios son el reflejo del fracaso de una pol¨ªtica de seguridad del Gobierno de Guillermo Lasso para enfrentar a las bandas criminales, que se enfoca en decretar estados de excepci¨®n que en el caso de Dur¨¢n. El mandatario ampli¨® por 30 d¨ªas la presencia de militares sin obtener resultados positivos.
La violencia ya era aterradora en Dur¨¢n cuando hace casi dos a?os amanecieron los cad¨¢veres de dos hombres colgados en el puente peatonal que est¨¢ a la entrada de la ciudad. Luego empezaron los secuestros a conductores de buses, vendedores y las balaceras en cualquier momento. ¡°Es una l¨¢stima ver a ni?os de 12 o 14 a?os con fusiles caminando por las calles, muy tranquilos, como si eso no fuese grave¡±, describe Lourdes lo que ve desde la ventana de su casa en el barrio del Recreo.
¡°La virtualidad no es la soluci¨®n¡±, reclama la docente. ¡°?Acaso teniendo a los chicos en la casa se acaban los sicariatos o las bandas criminales? El asunto aqu¨ª es que las instituciones no est¨¢n haciendo su trabajo y yo como maestra no puedo hacer el trabajo de la Polic¨ªa. Yo educo, la Polic¨ªa tiene que hacer lo suyo, que es dar la seguridad que no tenemos ahora¡±.
Aun as¨ª lo han hecho, incluso poniendo en riesgo su propia vida. Los maestros hacen turnos para vigilar afuera del colegio a las horas de entrada y salida de los estudiantes. ¡°Un d¨ªa, a la salida apareci¨® un se?or que los amenaz¨® con un cuchillo que les dieran los celulares a dos de nuestros chicos. Ellos no ten¨ªan, gritaron y el profesor que estaba m¨¢s cerca tuvo que defenderlos. Por suerte el ladr¨®n se fue corriendo¡±, dice Consuelo, quien reclama que se les est¨¢ quitando a los ni?os el derecho a educarse por la violencia en una peque?a ciudad que ya no est¨¢ en control del Estado.
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