Starmer se enfrenta a su primera crisis por los disturbios violentos alentados por la extrema derecha
La ola de desinformaci¨®n diseminada en las redes sociales en torno al acusado de un apu?alamiento m¨²ltiple que mat¨® a tres ni?as ha prendido la mecha entre grupos radicales
La creciente agitaci¨®n en los c¨ªrculos de extrema derecha en el Reino Unido se ha convertido en la primera crisis para el nuevo Gobierno del laborista Keir Starmer, cuando se cumple un mes de su victoria electoral. La ola de desinformaci¨®n diseminada en internet en torno al acusado del apu?alamiento m¨²ltiple del pasado lunes en Southport (en el noroeste de Inglaterra), que se cobr¨® ...
La creciente agitaci¨®n en los c¨ªrculos de extrema derecha en el Reino Unido se ha convertido en la primera crisis para el nuevo Gobierno del laborista Keir Starmer, cuando se cumple un mes de su victoria electoral. La ola de desinformaci¨®n diseminada en internet en torno al acusado del apu?alamiento m¨²ltiple del pasado lunes en Southport (en el noroeste de Inglaterra), que se cobr¨® la vida de tres ni?as de entre seis y nueve a?os, ha prendido la mecha en grup¨²sculos radicales que han aprovechado la tragedia para alentar narrativas supremacistas y el discurso del odio contra la migraci¨®n. Aunque el imputado, de 17 a?os, naci¨® en Cardiff (capital de Gales) en el seno de una familia de refugiados de Ruanda, comentarios falsos en la Red afirmaban que es un solicitante de asilo sirio, en el radar de los servicios de inteligencia.
La exaltada movilizaci¨®n en las redes sociales se traslad¨® a las calles y surgieron disturbios que comenzaron en Southport y se extendieron a otras localidades. Al final de esta semana, hab¨ªa un centenar de detenidos y 50 polic¨ªas heridos. La protesta organizada el martes en el exterior de una mezquita en la localidad del ataque, que coincid¨ªa con una vigilia por las v¨ªctimas, se expandi¨® posteriormente a Londres, M¨¢nchester y a Hartlepool. Ni siquiera ha frenado esta exaltaci¨®n la difusi¨®n de la identidad del sospechoso. Pese a que se trata de un menor, el juez de Liverpool ante el que compareci¨® tom¨® esa decisi¨®n precisamente para intentar contrarrestar el ¡°vac¨ªo¡± que hab¨ªa permitido ¡°expandir desinformaci¨®n¡± sobre el caso.
Este fin de semana est¨¢n convocadas cerca de una veintena de protestas por todo el Reino Unido, incluyendo M¨¢nchester, Nottingham, Leeds, Newcastle, Liverpool o Belfast, la mayor¨ªa bajo el lema de las convocatorias de la semana: ¡°Ya es suficiente¡± (¡±enough is enough¡±, en ingl¨¦s). La ret¨®rica es la habitual en la doctrina de la extrema derecha brit¨¢nica, con apelaciones a ¡°patriotas¡± y consignas como ¡°salvemos a nuestros ni?os¡±, que vincula el suceso de Southport al riesgo que supone la migraci¨®n. Se asemeja tambi¨¦n a ¡°paremos los botes¡± (¡±stops the boats¡±), el eslogan del anterior Ejecutivo conservador en su campa?a contra la llegada de migrantes a trav¨¦s del canal de la Mancha.
Aunque las concentraciones han reunido hasta ahora apenas a unos centenares de personas, en el mejor de los casos, el primer ministro, Keir Starmer, no ha querido esperar a que la crisis se le vaya de las manos. Cuando no hab¨ªan pasado ni 24 horas desde que m¨¢s de un centenar de manifestantes radicales fuesen arrestados en las inmediaciones de Downing Street, su residencia oficial, el mandatario laborista convoc¨® a los jefes de polic¨ªa para coordinar una respuesta integrada ante potenciales altercados y transmitir un mensaje de mano dura contra los promotores.
Los cuerpos policiales de todo el pa¨ªs est¨¢n en estado de alerta, despu¨¦s de que Starmer les garantizase poderes y, m¨¢s importante, recursos para contener los altercados violentos. Entre las medidas previstas est¨¢ el uso de sistemas de reconocimiento facial para identificar a personas en el radar de las fuerzas de seguridad, o la supervisi¨®n constante de la venta de billetes de ferrocarril para detectar desplazamientos. En muchos casos, los instigadores no proceden de la comunidad afectada, sino que responden a una estrategia concertada en plataformas como Telegram. Por ello, un centro virtual de inteligencia controla ya el contenido de los canales vinculados con la extrema derecha.
Asimismo, habr¨¢ m¨¢s agentes en trenes y centros de transporte para facilitar apoyo ante lo que el presidente del Consejo Nacional de Jefes de Polic¨ªa, Gavin Stephens, ha anticipado como ¡°d¨ªas dif¨ªciles¡±.
El propio Starmer tampoco es ajeno al efecto llamada de los disturbios: cuando en 2011, con ¨¦l como jefe de la Fiscal¨ªa, tuvieron lugar en Londres las protestas por la muerte de un hombre negro a manos de la polic¨ªa, unas 3.000 personas fueron llevadas en cinco d¨ªas ante tribunales que operaban pr¨¢cticamente las 24 horas, con las sentencias m¨¢s duras posibles.
En esta ocasi¨®n, sin embargo, tanto el Gobierno como la Polic¨ªa tienen en las redes sociales un desaf¨ªo a?adido que apenas pueden contrarrestar. El primer ministro lanzaba esta semana una advertencia velada a los gigantes tecnol¨®gicos sobre su responsabilidad en la diseminaci¨®n de desinformaci¨®n, la ret¨®rica del odio y la movilizaci¨®n alentada por ultras, pero reconoc¨ªa tambi¨¦n el delicado equilibrio impuesto por la libertad de expresi¨®n, un debate que hab¨ªa dividido ya al Ejecutivo tory cuando redact¨® la legislaci¨®n en la materia.
Como consecuencia, mientras X (anteriormente Twitter) comenz¨® a retirar, aunque tarde, algunas de las publicaciones falsas sobre el ataque de Southport; otras plataformas como Telegram ¡ªcuyo principal reclamo es la ausencia de moderaci¨®n¡ª se han convertido en uno de los grandes medios de canalizaci¨®n del malestar. En la pr¨¢ctica, el Reino Unido carece de los mecanismos para combatir la desinformaci¨®n por internet, como qued¨® de manifiesto cuando la Polic¨ªa Metropolitana, el mayor cuerpo del pa¨ªs, reconoci¨® hace unos meses que no pod¨ªa hacer nada ante los audios falsos que hab¨ªan circulado del propio Starmer, o del alcalde de Londres, Sadiq Khan.
Ofcom, el regulador nacional de las comunicaciones, se encuentra en fase de definici¨®n de las normas para las plataformas de internet en la Ley de Seguridad Online, que entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo a?o. El texto, no obstante, no hace referencia espec¨ªfica a la desinformaci¨®n y los gigantes tecnol¨®gicos solo tendr¨¢n que actuar si sus t¨¦rminos y condiciones lo requieren, a diferencia de la iniciativa asumida por la Uni¨®n Europea con la Ley de Servicios Digitales, que ha multado ya a X por vulnerar las reglas en materia de desinformaci¨®n.
Como consecuencia, figuras como Tommy Robinson, exl¨ªder del grupo ultranacionalista Liga de Defensa Inglesa (EDL, en sus siglas en ingl¨¦s) y cuyo nombre fue coreado en las protestas de esta semana, tienen margen para perpetuar informaciones falsas, sin cruzar necesariamente el umbral de la ilegalidad; al igual que Patriotic Alternative (Alternativa Patri¨®tica), una organizaci¨®n que alienta la provocaci¨®n, fundamentalmente como reacci¨®n a las noticias, cuid¨¢ndose de evitar llamadas directas a la violencia para eludir la prohibici¨®n. El nuevo diputado populista Nigel Farage tambi¨¦n contribuy¨® a la narrativa de la conspiraci¨®n, al declarar, en relaci¨®n con el ataque del lunes: ¡°Me pregunto si nos est¨¢n ocultando la verdad¡±.
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