Esp¨ªas del Mosad, milicianos escondidos¡ la ofensiva israel¨ª genera psicosis entre los libaneses
La oleada de desplazados chi¨ªes genera temor en algunas comunidades a que su edificio acabe bombardeado, mientras que simpatizantes de Hezbol¨¢ temen que los extranjeros pasen informaci¨®n al enemigo
Ali observa los escombros del edificio bombardeado la noche anterior. La fuerza de la onda expansiva le tir¨® al suelo cuando estaba en la baranda de un inmueble adyacente. Est¨¢ enfadado, pero menos con quien lo hizo (el ej¨¦rcito israel¨ª) que con Hezbol¨¢, por...
Ali observa los escombros del edificio bombardeado la noche anterior. La fuerza de la onda expansiva le tir¨® al suelo cuando estaba en la baranda de un inmueble adyacente. Est¨¢ enfadado, pero menos con quien lo hizo (el ej¨¦rcito israel¨ª) que con Hezbol¨¢, por ¡°haber tra¨ªdo¡± al coraz¨®n de la capital una guerra que, dice, no puede ganar. ¡°Esto es lo que pasa por jugar con el diablo¡±, protesta en voz baja, consciente de que a su alrededor solo cabe culpar al ¡°traicionero enemigo sionista¡± (como se suele llamar a Israel) del ataque m¨¢s letal de la guerra en Beirut: 22 muertos y 139 heridos. ¡°?Qu¨¦ esperaban?¡±, dice. ¡°Esto es una guerra y ellos tienen F-16, tropas y tanques; y nosotros, nada [¡] Es hora de que firmen ese papel. Es hora¡±. Se refiere a que Hezbol¨¢ se comprometa a cumplir su parte de la resoluci¨®n 1701 de la ONU (no tener milicianos ni armas al sur del r¨ªo Litani) que puso fin a la guerra de 2006 y ha acabado en papel mojado, por los incumplimientos tanto de Israel como de L¨ªbano.
Ali tiene un nombre com¨²n entre los chi¨ªes, pero ¨¦l, subraya, es sun¨ª. Ambas comunidades conviven en el barrio de Basta, que no hab¨ªa sido atacado en dos d¨¦cadas y basta con escuchar a unos y otros en las ¨²ltimas semanas para constatar que la poca disimulada intenci¨®n israel¨ª de avivar las divisiones en un pa¨ªs con un complicado equilibrio identitario y 15 a?os de guerra civil a las espaldas est¨¢ dando sus frutos. Bastantes sun¨ªes y cristianos suelen sacar pronto a colaci¨®n su miedo: resulta imposible saber qui¨¦nes de entre los cientos de miles de desplazados de las zonas chi¨ªes est¨¢n en el punto de mira de Israel. Y, si comparten edificio, todos los vecinos est¨¢n, sin saberlo, en el corredor de la muerte.
Es justo lo que preocupa a Mona, de 68 a?os. ¡°Estoy enfadada. A los sionistas ya los conocemos, no espero nada de ellos. Pero los otros (Hezbol¨¢) saben que son objetivo, as¨ª que no tienen que estar cerca de la gente. Vienen aqu¨ª, con sus coches sospechosos con los cristales tintados... Hoy, cualquier zona en la que haya desplazados no es segura. Yo antes sab¨ªa qui¨¦nes eran todos mis vecinos. Ya no. Y, claro, tengo miedo. Que se queden en sus zonas. All¨ª s¨ª, aqu¨ª no¡±, asegura se?alando el otro edificio atacado anoche, en el cercano barrio de Ras al Nabaa, donde la destrucci¨®n afecta a tres inmuebles: el objetivo y dos en los que explotaron los generadores el¨¦ctricos, explica un soldado.
Es justo a personas como Nona o Ali a las que se ha dirigido indirectamente este viernes el responsable de comunicaci¨®n de Hezbol¨¢, Muhammad Afif, al se?alar en una rueda de prensa en Beirut: ¡°Recuerden siempre que los israel¨ªes nunca trabajan para ustedes, sino ¨²nicamente para sus propios intereses¡±.
La presencia de milicianos de inc¨®gnito es la nueva obsesi¨®n de quienes desconf¨ªan (u odian directamente) a Hezbol¨¢. O de quienes aborrecen a Israel, pero creen que lanzarle miles de cohetes y drones para forzarle a dejar de bombardear Gaza es un error de c¨¢lculo que va a acabar destrozando un L¨ªbano ya cogido con pinzas. Suelen, adem¨¢s, dar por hecho que si el r¨ªo suena, agua lleva. Es decir, que a Israel le da igual llevarse por delante decenas de civiles, pero si bombardea un edificio en concreto, por algo ser¨¢. Como, en el caso de este jueves, matar al jefe de la unidad de Enlace y Coordinaci¨®n de Hezbol¨¢, Wafiq Safa, seg¨²n los medios israel¨ªes. Ha sido, de hecho, la primera pregunta de los periodistas al diputado de Hezbol¨¢ Amin Sherri cuando ha visitado este viernes el lugar del bombardeo. ¡°No hab¨ªa absolutamente ning¨²n l¨ªder de la resistencia [Hezbol¨¢]. En ninguno de los dos edificios¡±, ha insistido. ¡°Nuestro deber es combatir en el sur, no estar entre la gente. La gente de Hezbol¨¢ tiene sus propios medios para supervisar el desplazamiento y los refugios. Y los comandantes de Hezbol¨¢, a todos los niveles, tienen su lugar enfrentando al enemigo¡±.
Estrategia de miedo y divisi¨®n
Sherri lo ve as¨ª: Israel bombardea edificios residenciales para matar civiles a prop¨®sito, como estrategia para provocar miedo y divisi¨®n, ante su incapacidad de avanzar en la frontera. ¡°El combate est¨¢ en el sur, pero las matanzas, en todo el pa¨ªs¡±, resume. Y el pueblo liban¨¦s no caer¨¢ en la trampa, porque est¨¢ ¡°unido¡± en su apoyo a la resistencia. El diputado defini¨® Beirut como ¡°ciudad isl¨¢mica¡± que ¡°ha expulsado al enemigo desde 1982¡å (cuando Israel la cerc¨®), pese a que acoge distintas confesiones y las opiniones sobre Hezbol¨¢ pueden cambiar 180 grados entre una calle y la paralela.
En Basta, donde el ataque ha dejado un enorme boquete en el que tres adolescentes recogen objetos personales, las v¨ªctimas chi¨ªes usan un tono similar. Como Ali Hamadeh, de 48 a?os, al que la explosi¨®n sorprendi¨® dentro de su coche, esperando a que su familia bajase las escaleras. Amigos y conocidos se acercan para bromear con que el coche haya quedado hecho polvo por la onda expansiva y ¨¦l tenga solo una mu?eca inflamada. Tambi¨¦n ¨¦l. ¡°Soy un m¨¢rtir viviente¡±, dice entre risas.
Lleva sus trastos a una escuela-refugio cercana, porque, cuenta, su casa ha quedado da?ada y no tiene dinero para repararla. Pero tiene muy claro por qu¨¦ no le importa: ¡°Todo lo que nos pase es un sacrificio por Sayyed Hassan¡±, el tratamiento honor¨ªfico que recib¨ªa el l¨ªder Hezbol¨¢, Hasan Nasral¨¢. O Ali Hamud, que intenta sin ¨¦xito contener el llanto por la muerte de su t¨ªo y dos de sus sobrinos. ¡°Vinieron aqu¨ª desde el sur pensando que estar¨ªan seguros. Todo el planeta se ha dado cuenta de c¨®mo es Israel, ya sin caretas¡±, afirma sujetando una foto de su t¨ªo.
Si, para unos, la nueva obsesi¨®n son los vecinos llegados del sur, para los simpatizantes de Hezbol¨¢ y de la otra facci¨®n chi¨ª, Amal (con menos miramientos y confianza), es otra: los esp¨ªas. Particularmente si son extranjeros. O refugiados sirios: algunos han escapado del sur en los ¨²ltimos meses, cuando empezaron a ser se?alados colectivamente como un caballo de Troya del Mosad.
Recelo constante
La sospecha permanente ya exist¨ªa antes de que Israel y Hezbol¨¢ se enfrascasen en el fuego cruzado, el 8 de octubre de 2023. Pero la doble detonaci¨®n por el Mosad el mes pasado de los miles de buscas y walkie-talkies que Hezbol¨¢ hab¨ªa encargado ha reforzado a quienes ve¨ªan en cualquier lugar la mano de los servicios secretos israel¨ªes. La posterior secuencia de asesinatos de l¨ªderes del partido-milicia ¨Dprincipalmente de Nasral¨¢, con aureola de intocable¨D y la constataci¨®n del inmenso nivel de infiltraci¨®n (humana y tecnol¨®gica) lo han convertido en psicosis.
Unos v¨ªdeos reflejan el cariz de la situaci¨®n. Comenzaron a circular por las redes poco despu¨¦s del doble bombardeo de la v¨ªspera. Se ve a dos personas recibiendo insultos en el suelo con el rostro ensangrentado. Acaban de recibir una paliza por un grupo de j¨®venes, convencidos de que los acaban de pillar in fraganti pasando informaci¨®n al enemigo. Ten¨ªan en el tel¨¦fono v¨ªdeos del lugar del bombardeo, antes y despu¨¦s, y les parece una prueba de que lo hicieron para que el Mosad pueda verificar el resultado sobre el terreno del ataque.
La sospecha se extiende a los periodistas extranjeros. Siempre ha sido dif¨ªcil pasar muchos minutos en un feudo chi¨ª sin que j¨®venes de negro se acercasen a indagar o sacasen fotos con disimulo y las compartiesen en un grupo de WhatsApp. Ahora es m¨¢s f¨¢cil que la cosa acabe con un interrogatorio en un s¨®tano, despu¨¦s de varias vueltas con el coche para desorientar, y una inspecci¨®n al m¨®vil y el ordenador.
La pasada semana, un grupo de hombres golpe¨® a un periodista del canal belga de televisi¨®n VTM, Robin Ramaekers, e hiri¨® de bala en la pierna a su camar¨®grafo, Stijn De Smet. Los acusaban de trabajar para Israel. La desconfianza no se circunscribe a quienes tienen pasaporte extranjero: un fot¨®grafo liban¨¦s, Pierre Mouzannar, ha sido liberado este viernes tras pasar la noche interrogado y retenido por ir haciendo fotos solo en una zona sensible de la capital.