Una comunidad que no vota en bloque
A pesar de ser principalmente dem¨®cratas, los votantes de origen latinoamericano est¨¢n atravesados por tantas divisiones como las de una colectividad de treinta millones de personas
La nunca predecible cuenta de Twitter de Donald Trump ha incorporado un nuevo tono a su gama de obsesiones. El pasado s¨¢bado a 11 puso en un mismo saco de 280 caracteres a Fidel Castro, Hugo Ch¨¢vez (aunados en la cada vez m¨¢s c¨¦lebre etiqueta de ¡°castrochavismo¡±), los dos miembros m¨¢s destacados del ala izquierda del Partido Dem¨®crata (la senadora de origen puertorrique?o Alexandria Ocasio-Cortez, y el excandidato Bernie Sanders), y a su rival en esta carrera, Joe Biden.
A duras penas es casual este mensaje. Se trata de un intento, bastante poco sutil, de cautivar el voto latino empujan...
La nunca predecible cuenta de Twitter de Donald Trump ha incorporado un nuevo tono a su gama de obsesiones. El pasado s¨¢bado a 11 puso en un mismo saco de 280 caracteres a Fidel Castro, Hugo Ch¨¢vez (aunados en la cada vez m¨¢s c¨¦lebre etiqueta de ¡°castrochavismo¡±), los dos miembros m¨¢s destacados del ala izquierda del Partido Dem¨®crata (la senadora de origen puertorrique?o Alexandria Ocasio-Cortez, y el excandidato Bernie Sanders), y a su rival en esta carrera, Joe Biden.
A duras penas es casual este mensaje. Se trata de un intento, bastante poco sutil, de cautivar el voto latino empujando a su contrincante hacia el extremo contrario al suyo. La presunci¨®n es que ese ¡°voto latino¡± le reh¨²ye a cualquier cosa que suene a izquierda a un continente que ha pasado por experiencias autoritarias traum¨¢ticas desde esa orilla. Es el estereotipo del votante de origen cubano (ahora tambi¨¦n el proveniente de Venezuela), sobre todo en Miami: liberal-conservador, fiel a los Republicanos tanto por sus valores tradicionales como por una suerte de lecci¨®n aprendida a la fuerza sobre el socialismo.
Pero a este perfil se contrapone otro, casi opuesto: el progresista preocupado por la discriminaci¨®n racial que se cuela hasta el discurso presidencial y las pol¨ªticas con las que se recibe a los migrantes en la frontera sur, que en este mandato llegan hasta la separaci¨®n de n¨²cleos familiares.
El segundo estereotipo es estad¨ªsticamente algo m¨¢s cercano a la realidad, pero ninguno de los dos es m¨¢s que una caricatura interesada. Pongamos ambas como cara y sello de una misma moneda llamada ¡°voto latino¡±: digamos que cada vez que una persona de ra¨ªces latinas emita un voto, esa moneda subir¨¢ y bajar¨¢. En esta elecci¨®n al menos, en siete de cada diez ocasiones el resultado se parecer¨¢ m¨¢s a la sgunda imagen, resultando un azul dem¨®crata. En tres de cada diez, sin embargo, caer¨¢ rojo, con voto a Trump. Pero ni estas cifras est¨¢n dadas, ni la analog¨ªa de la moneda recoge bien la enorme complejidad inherente a un colectivo que ya suma 30.000.000 de almas: el de los votantes latinos en EEUU.
? Un rompecabezas
La paradoja central del voto latino qued¨® n¨ªtidamente definida por Stephanie Valencia en una reciente entrevista a Politico: la exasesora de Barack Obama y cofundadora de la encuestadora Equis Research, explica que los latinos aspiran al mismo tiempo a construir poder pol¨ªtico present¨¢ndose como un ¡°monolito¡± que act¨²a en bloque, pero contemplando los matices decisivos que uno halla inevitablemente en su interior. La regla 7-3 establecida con la moneda es el resultado de esta tensi¨®n, que queda tambi¨¦n capturado en esta encuesta reciente de la consultora Latino Decisions.
Este 69-28 est¨¢ en la banda baja del abanico de posibles divisiones rojo-azul observadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Bob Dole, rival republicano de Clinton en 1996, se qued¨® a¨²n m¨¢s abajo: en el 21% del total de votos hispanos. George W. Bush alcanzar¨ªa un 44% ocho a?os despu¨¦s. Ahora mismo, Trump no est¨¢ ni tan mal como el primero, ni mucho menos tan bien como el segundo. Quitando la divisi¨®n por afiliaci¨®n partidista, la m¨¢s consecuente es la de nacionalidad de origen familiar: su brecha negativa de popularidad respecto a Biden es seis veces mayor entre personas de origen dominicano, que entre los cubano-americanos. A ello se a?ade la distancia generacional con el momento de migraci¨®n: los nacidos en EEUU continental muestran datos de afiliaci¨®n a los candidatos sensiblemente m¨¢s similares al de sus compatriotas no hispanos.
Las divisiones de g¨¦nero, estudios y la generacional tambi¨¦n juegan su papel, pero lo interesante es que no lo hacen exactamente igual que entre el conjunto del electorado. La brecha de g¨¦nero respecto a Trump es casi inexistente, y al mismo tiempo su rival dem¨®crata es menos popular entre las mujeres de lo que cabr¨ªa esperar. Adem¨¢s, la divisi¨®n educativa opera de manera opuesta a c¨®mo lo hace entre los blancos no hispanos: a menos estudios (y presumiblemente menos ingresos), menor es la popularidad de Trump. En este caso, la cercan¨ªa a las pol¨ªticas republicanas de libertad econ¨®mica (o a las dem¨®cratas de apoyo y redistribuci¨®n) siguen el patr¨®n cl¨¢sico que correlaciona con oportunidades. En comunicaci¨®n pol¨ªtica y estrategia electoral se dir¨ªa que Trump y su partido conectan mejor con los ¡°valores de los hombres que se ven como hechos a s¨ª mismos¡±, o algo parecido. En ciencia pol¨ªtica a esto se le llama voto de clase, simplemente.
? Asuntos candentes
En los dos estereotipos de votante latino, el azul se preocupa por discriminaci¨®n racial, igualdad econ¨®mica y, sobre todo, migraci¨®n; el rojo comparte el ¨¦nfasis econ¨®mico, pero le a?adir¨ªa aspectos morales decisivos. En realidad, lo que m¨¢s preocupa a una comunidad desproporcionadamente afectada por la pandemia seg¨²n los datos epidemiol¨®gicos es la covid y el acceso a salud. A rengl¨®n seguido, los efectos laborales y de ingresos de la misma.
Los segmentos de origen o edad complican y matizan a¨²n m¨¢s la imagen: el virus, asunto ya completamente polarizado en EE UU, importa notablemente menos a las familias con ra¨ªces cubanas o sudamericanas, precisamente las que menos negativamente valoran a Trump.
Son los votantes registrados como dem¨®cratas y los de herencia dominicana (un grupo tradicionalmente movilizado por este partido) quienes se sit¨²an en el otro extremo. El acceso a salud agobia m¨¢s a quienes anclan su pasado en Centroam¨¦rica, comunidades habitualmente excluidas del acceso a b¨¢sicos de cuidado por lo complicado de sus trayectorias migratorias, pero no a los cubano-estadounidenses, mucho m¨¢s establecidos. A ellos les preocupa mucho m¨¢s el trabajo. El rasgo definitorio del estereotipo progresista del migrante preocupado por cuestiones migratorias, de discriminaci¨®n y de cambios en un sistema de justicia criminal que env¨ªa cantidades desproporcionadas de hispanos (y afroamericanos) a prisi¨®n es propio de los j¨®venes y nacidos fuera del EEUU continental.
Es justamente en la reducci¨®n de injusticia racial, pero tambi¨¦n en la cobertura de salud y en el manejo de la epidemia, que Biden cuenta con mayor diferencial de confianza: cuando LatinoDecisions pregunta a los votantes latinos en cu¨¢l de los dos candidatos deposita m¨¢s fe respecto a retos espec¨ªficos, Biden cuenta con ventajas n¨ªtidas (de +35, +40, incluso +50) entre la mayor¨ªa de segmentos. Destaca la visi¨®n positiva en bloque de latinos con estudios b¨¢sicos, angloparlantes o de origen centroamericano. Pero tambi¨¦n llama la atenci¨®n la escasa confianza con la que cuenta el candidato dem¨®crata por parte de los de ancestro mexicano: en materia econ¨®mica, Trump cuenta con mayor credibilidad neta en un grupo que est¨¢ no poco definido por su asimilaci¨®n. No hay que olvidar que alrededor de un 50% de los latinos se definen tambi¨¦n como blancos, seg¨²n datos del Censo de EE UU, y es probable que una parte mayoritaria de ellos tengan un origen mexicano cada vez m¨¢s difuminado (y en consecuencia pol¨ªticamente asimilado).
En cualquier caso, la econom¨ªa es claramente el punto d¨¦bil de Biden entre los votantes latinos: invariablemente, cualquier grupo conf¨ªa menos en su capacidad de levantarla que en su habilidad con otros asuntos. El otro flanco de ataque es el mantenimiento de orden p¨²blico (¡°ley y orden¡±, seg¨²n el eslogan heredado de Richard Nixon y machaconamente repetido por Trump). En un contexto de fuertes protestas encabezadas por el movimiento Black Lives Matter, los republicanos han tratado de vender seguridad frente al caos. Y aunque una abrumadora mayor¨ªa de latinos apoyan la esencia de las marchas, cuando se aterriza a la propuesta concreta de retirarle fondos a la polic¨ªa (una de las banderas del ala m¨¢s progresista de los dem¨®cratas) las diferencias dentro de las comunidades latinas se hacen evidentes.
Hombres, j¨®venes, con menor nivel de estudios y nacidos en el extranjero: realmente, el perfil objetivo m¨¢s probable de abusos policiales. Ellos son los que apoyan con mayor ah¨ªnco el famoso eslogan ¡°defund the police¡± (¡°desfinancia a la polic¨ªa¡±). Tambi¨¦n se advierte de nuevo la brecha Centroam¨¦rica-Cuba, aunque en este caso con lo de origen puertorrique?o acompa?ando al segundo grupo y los de pasado sudamericano, al primero. Con ello volvemos a la que es, en realidad, la principal divisi¨®n en el coraz¨®n de la comunidad latina: el pasado nacional, y su complicada relaci¨®n con cada asunto en juego.
? Un continente en un pa¨ªs
Para terminar de abarcar la variedad del voto latino, podemos contraponer en un gr¨¢fico de dos ejes el porcentaje de electorado de cada origen al que le preocupa uno de los cinco problemas clave, y el margen de confianza superior que tienen Biden o Trump en la soluci¨®n correspondiente. El resultado es una nube de posiciones que va desde los dominicano-americanos en su preocupaci¨®n por la covid y confianza en el aspirante dem¨®crata para manejarla, hasta los mexicano-americanos con su poca fe en el mismo para hacer lo mismo (algo que preocupa a un 44%) o para producir trabajos (apenas 21% de inter¨¦s).
La reducci¨®n de discriminaci¨®n ocupa el lugar inferior derecho del gr¨¢fico: fe en los dem¨®cratas, pero comparativamente menor importancia, con las personas de origen mexicano de nuevo destacando como descre¨ªdos de los azules. En cobertura de salud, por su parte, la varianza en inter¨¦s y opini¨®n sobre qui¨¦n est¨¢ m¨¢s capacitado para solucionarla es todav¨ªa mayor.
As¨ª uno puede repetir este ejercicio hasta el agotamiento, convirtiendo el simple (de hecho, simplista) juego de cara o sello en un tablero mucho m¨¢s complejo, en el que la adquisici¨®n de posiciones de cada uno de los candidatos puede acabar decidiendo la elecci¨®n: 30.000.000 de votos potenciales bien valen una elecci¨®n que en 2016 se decidi¨® por apenas 100.000. Y tambi¨¦n algo m¨¢s que lanzar una moneda al aire.
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