El presidente de Schr?dinger
Los republicanos ya tienen experiencia en ganar unas elecciones despu¨¦s de acudir a los tribunales
Les supongo familiarizados con el famoso experimento cu¨¢ntico del gato. El f¨ªsico Erwin Schr?dinger encierra en una caja a un gato que tiene exactamente un 50% de posibilidades de envenenarse: seg¨²n la mec¨¢nica cu¨¢ntica, hasta que se abra la caja el gato no est¨¢ vivo o muerto, sino que est¨¢ a la vez vivo y muerto. As¨ª aparecen las cosas mientras se escriben estas l¨ªneas. El presidente Donald Trump ha sido a la vez reelegido y derrotado; el candidato Joe Biden es a la vez nuevo presidente de Estados Unidos y aspirante fallido en la papelera de la historia.
Es posible (ojal¨¢ fuera as¨ª) qu...
Les supongo familiarizados con el famoso experimento cu¨¢ntico del gato. El f¨ªsico Erwin Schr?dinger encierra en una caja a un gato que tiene exactamente un 50% de posibilidades de envenenarse: seg¨²n la mec¨¢nica cu¨¢ntica, hasta que se abra la caja el gato no est¨¢ vivo o muerto, sino que est¨¢ a la vez vivo y muerto. As¨ª aparecen las cosas mientras se escriben estas l¨ªneas. El presidente Donald Trump ha sido a la vez reelegido y derrotado; el candidato Joe Biden es a la vez nuevo presidente de Estados Unidos y aspirante fallido en la papelera de la historia.
Es posible (ojal¨¢ fuera as¨ª) que el lector haya salido ya de la incertidumbre cu¨¢ntica y sepa c¨®mo est¨¢ el gato. Pero no parece probable. Si en algunos Estados la diferencia es muy escasa habr¨¢ que realizar recuentos; si Donald Trump sigue siendo Donald Trump (y por la ma?ana de este mi¨¦rcoles, 4 de noviembre, segu¨ªa si¨¦ndolo sin ninguna duda: dec¨ªa que hab¨ªa ganado) habr¨¢ recursos judiciales.
Calma. La ecuaci¨®n de Schr?dinger dependiente del tiempo (la realidad cambia en cada microsegundo) empieza con una i que significa unidad imaginaria. Aunque no comprendo lo que significa la unidad imaginaria, ni el resto de la ecuaci¨®n, intuyo que se trata de cosas lo bastante complicadas como para reflejar la situaci¨®n pol¨ªtica en Estados Unidos.
Uno ya vivi¨® una situaci¨®n parecida hace 20 a?os. El 7 de noviembre de 2000, el dem¨®crata Al Gore proclam¨® que hab¨ªa ganado Florida, y pr¨¢cticamente la presidencia, poco despu¨¦s de cerradas las urnas. Los sondeos le daban una amplia mayor¨ªa. A las diez de la noche no estaba claro. A las 2.30, el 85% del recuento mostraba como vencedor a George W. Bush y Gore le llam¨® para admitir su derrota. A las 4.30, la diferencia entre ambos se hab¨ªa reducido a 2.000 votos y Gore volvi¨® a la carrera.
Abogados
En las semanas siguientes, mientras legiones de abogados examinaban una por una las papeletas (no supongan que es tan f¨¢cil: en Florida puede votarse a la vez por un presidente y por muchos otros cargos, como por ejemplo el intendente de la escuela local, y tanto las papeletas como las m¨¢quinas que las registran parecen dise?adas por Schr?dinger en un d¨ªa de resaca), los corresponsales arrastr¨¢bamos los pies por Palm Beach, epicentro de la discordia, a la espera de una decisi¨®n que acab¨® tomando en Washington el Tribunal Supremo.
Est¨¢ bastante difundida la opini¨®n de que antes de Trump nadie forzaba los mecanismos institucionales estadounidenses. Resulta que la jefa de campa?a de Bush en Florida (donde gobernaba Jeb, hermano de Bush) era a la vez secretaria de Estado de Florida, es decir, la responsable del recuento de votos. Katherine Harris, juez y parte, impidi¨® que se contabilizaran todos los votos de Palm Beach y proclam¨® la victoria de Bush. Gore apel¨®. El Supremo de Florida le dio la raz¨®n.
El asunto lleg¨® al Tribunal Supremo de Washington, donde se dictamin¨® que lo que hab¨ªa ocurrido en Florida era una chapuza. El Supremo tambi¨¦n dictamin¨® que las leyes estatales de Florida no permit¨ªan hacer otra cosa que una chapuza y, por lo tanto, era mejor dejar las cosas como estaban. George W. Bush fue declarado vencedor por 537 votos, el 0,009% de las papeletas emitidas.
Lo de hace 20 a?os demuestra que los republicanos acumulan experiencia en batallas legales de este tipo. Tambi¨¦n es cierto que el candidato dem¨®crata de la ¨¦poca, Al Gore, no resultaba el hombre adecuado para las peleas en el barro.
La columnista Maureen Dowd dijo de Gore que se hab¨ªa esforzado tanto por ser feminista, partidario de la diversidad y ecol¨®gicamente correcto que solo le faltaba poder lactar y amamantar beb¨¦s.
Habr¨¢ que ver de qu¨¦ pasta est¨¢ hecho Joe Biden. La pasta de Trump ya la conocemos, y no es precisa una imaginaci¨®n cu¨¢ntica para intuir hasta d¨®nde llegar¨¢.
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