El Supremo de EE UU concede una victoria parcial a Bush, pero deja abierta la lucha por la presidencia
La batalla por la Casa Blanca proseguir¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas. El Tribunal Supremo de EE UU emiti¨® a las cuatro de la madrugada de hoy, hora espa?ola, una sentencia que concede una victoria parcial a George Bush pero no entierra definitivamente las esperanzas de Al Gore. Tras 40 horas de deliberaciones para buscar una f¨®rmula de compromiso, el m¨¢ximo organismo judicial del pa¨ªs decidi¨®, por 7 votos contra 2, revocar la decisi¨®n adoptada el viernes por el Supremo de Florida, que ordenaba la celebraci¨®n inmediata de un recuento manual de todos los votos de ese Estado no registrados en los escrutinios mec¨¢nicos.
Pero los magistrados de Washington dieron una nueva oportunidad a sus colegas de Tallahassee y, de modo indirecto, a Gore. En su veredicto pidieron al Supremo de Florida que vuelva a estudiar el caso de los recuentos manuales y que formule una nueva soluci¨®n.No obstante, los magistrados del Supremo a?adieron un comentario a la sentencia. Dijeron que no creen sus colegas de Florida tengan tiempo para hacer los recuentos porque el plazo para elegir los 25 compromisarios del Estado venci¨® ayer.
Entretanto, el modo de escrutinio manual impulsado en las ¨²ltimas semanas en Florida a petici¨®n de Gore es considerado por una amplia mayor¨ªa de los magistrados de Washington como poco respetuoso para el principio de igualdad de todos los votos y para los criterios constitucionales. Al Supremo de EE UU le inquietan particularmente los diferentes criterios aplicados en Florida para determinar la intenci¨®n de voto en papeletas mal perforadas y no le¨ªdas por las m¨¢quinas.
Juristas y estrategas pol¨ªticos intentaban discernir esta madrugada el alcance de ese veredicto en la lucha por la Casa Blanca. En principio, es evidente que constituye un triunfo parcial de las tesis de Bush, que se indign¨® por la sentencia del viernes del Supremo de Florida que orden¨® nuevos escrutinios manuales. Pero al pedirle al tribunal de Tallahassee una nueva formulaci¨®n de c¨®mo realizar esos escrutinios manuales, los magistrados de Washington tampoco remacharon los clavos en el f¨¦retro de las ambiciones presidenciales de Gore.
La incertidumbre, pues, continuar¨¢ varios d¨ªas m¨¢s. Bush, Gore y con ellos decenas de millones de norteamericanos conten¨ªan anoche el aliento a la espera de esa sentencia del Supremo de EE UU, que pod¨ªa zanjar la batalla postelectoral a favor del republicano o prolongarla en beneficio del dem¨®crata. Divididos en facciones casi iguales y en busca de una f¨®rmula que fuera lo menos partidista posible, los nueve magistrados de Washington se tomaron su tiempo. Esa tardanza ya dio una clara pista de que buscaban una soluci¨®n salom¨®nica.
Esa soluci¨®n era promovida por David Souter y Stephen Breyer, miembros de la minor¨ªa liberal del m¨¢s alto organismo judicial estadounidense. Consist¨ªa en no cerrar las puertas a recuentos manuales en Florida, pero, eso s¨ª, poniendo estrictas condiciones a su reanudaci¨®n. En particular, el Supremo era sensible al argumento de Bush sobre que los escrutinios manuales realizados hasta la fecha a instancias de Gore han aplicado multitud de criterios diferentes para decidir cu¨¢ndo es v¨¢lido un voto mal perforado y no reconocido por el recuento mec¨¢nico.
Con los ojos del pa¨ªs puestos en su el edificio de m¨¢rmol blanco y arquitectura corintia y la seguridad de que su decisi¨®n har¨¢ historia, el Supremo intent¨® evitar una votaci¨®n partidista. Antonin Scalia y alg¨²n otro integrante del grupo conservador empujaron a favor de terminar de una vez por todas la interminable noche electoral. Esos magistrados deseaban aprobar una sentencia que revocara la adoptada el viernes por el Supremo de Florida, que dio la raz¨®n a Gore en su impugnaci¨®n de los resultados oficiales y orden¨® el recuento manual de m¨¢s de 40.000 papeletas no reconocidas por las m¨¢quinas en todo ese Estado.
El ala conservadora compart¨ªa el argumento de Bush de que el Supremo de Florida se extralimit¨® al ordenar esas medidas y viol¨® las competencias electorales del Legislativo.
Que los jueces del Supremo tambi¨¦n tienen su coraz¨®n pol¨ªtica era sabido, pero The New York Times inform¨® ayer de un par de hechos que podr¨ªan entrar en el terreno del conflicto de intereses. El m¨¢s espectacular es que Virginia Lamp Thomas, la esposa del juez Clarence Thomas, nombrado por el padre de Bush en medio de una gran pol¨¦mica sobre un episodio de acoso sexual, trabaja para una fundaci¨®n pr¨®xima al Partido Republicano. Esa fundaci¨®n se est¨¢ dedicando ahora a recoger curr¨ªculos de aspirantes a formar parte en un posible Gobierno de Bush.
La informaci¨®n despert¨® comentarios sobre la necesidad de que el juez Thomas se recusara a s¨ª mismo en el caso Bush versus Gore. Pero fuentes pr¨®ximas a Gore no quisieron hurgar en esa herida y se?alaron que ¨¦ste "tiene el m¨¢ximo respeto por la independencia del poder judicial y sus miembros". Thomas fue uno de los 5 magistrados que el s¨¢bado votaron a favor de la petici¨®n de Bush para paralizar los escrutinios manuales que ya estaban en curso en Florida.
La otra revelaci¨®n del diario neoyorquino fue que Eugene Scalia, hijo del magistrado del Supremo de EE UU, trabaja en un bufete de abogados de Washington al que tambi¨¦n pertenece Theodore Olson. Olson fue el letrado que el lunes defendi¨® las posiciones de Bush en la vista oral celebrada ante los 9 magistrados del Supremo.
Gore, Bush y sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores guardaron un respetuoso silencio mientras deliberaba el Supremo. No obstante, algunos de los m¨¢s ardientes partidarios del vicepresidente dem¨®crata agitaron las aguas. "Si Bush gana comoconsecuencia de una sentencia del Supremo se provocar¨¢ un estallido de la lucha por los derechos civiles en EE UU", advirti¨® el reverendo afroamericano Jesse Jackson. "El ¨²nico modo de establecer un ganador leg¨ªtimo de estas elecciones es que todos los votos sean contados", a?adi¨®.
Movilizados por el supuesto rechazo de miles de votos de afroamericanos en Florida, Jackson y otros l¨ªderes de esta comunidad constituyen el n¨²cleo m¨¢s militante del campo de Gore. John Lewis, congresista dem¨®crata en Washington, encabez¨® el lunes una manifestaci¨®n delante del Supremo de EE UU.
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