Regreso al centro de Ciudad de M¨¦xico: ¡°El Gobierno no es el ¨²nico culpable. Nosotros somos ingobernables¡±
Los comercios de la capital, donde casi 7.000 personas han muerto por la covid-19, toman precauciones, pero los ciudadanos pasean sin distancia de seguridad por las aceras
La cara de Juan Cruces brilla de sudor. Despu¨¦s de tres meses sin poder trabajar por la pandemia de la covid-19 dice que ha perdido la costumbre. ¡°Hasta ahorita se nos hace pesado¡±, confiesa desde arriba del cami¨®n de mudanzas que se apura a llenar. Ni ¨¦l, que tiene 60 a?os, ni dos de los hombres que lo ayudan a cargar sillas y mesas se protegen con cubrebocas; un cuarto asistente lo lleva en el cuello. Es lunes a la ma?ana y los alrededores del Z¨®calo de ...
La cara de Juan Cruces brilla de sudor. Despu¨¦s de tres meses sin poder trabajar por la pandemia de la covid-19 dice que ha perdido la costumbre. ¡°Hasta ahorita se nos hace pesado¡±, confiesa desde arriba del cami¨®n de mudanzas que se apura a llenar. Ni ¨¦l, que tiene 60 a?os, ni dos de los hombres que lo ayudan a cargar sillas y mesas se protegen con cubrebocas; un cuarto asistente lo lleva en el cuello. Es lunes a la ma?ana y los alrededores del Z¨®calo de Ciudad de M¨¦xico comienzan a reactivarse.
En la calle 16 de septiembre, donde Juan Cruces arranca su primera jornada laboral en tres meses, un hombre ofrece ¡°caf¨¦, caf¨¦¡±. Solo queda un banco libre para sentarse en cien metros y las bocinas hist¨¦ricas se escuchan cuando un coche frena en una v¨ªa cercana. Un colectivo de familiares de v¨ªctimas de feminicidios acampa frente al Palacio Nacional esperando que las reciba el presidente y tres hombres desayunan antes de entrar en una capacitaci¨®n que arranc¨® la semana anterior. Debajo de un andamio, una treintena de obreros quiere entrar a trabajar.
Hugo Morales, de 45 a?os, despacha atoles, tamales, tortas y chilaquiles desde las siete. No ha frenado durante la pandemia. ¡°Tengo que salirle porque no tengo otro trabajo¡±, explica. Y es que Ciudad de M¨¦xico no hab¨ªa llegado a apagarse del todo cuando empez¨® a andar de nuevo. Si durante los meses de par¨®n hac¨ªa entre 800 y 1.000 pesos al d¨ªa (unos 45 d¨®lares), en las ¨²ltimas dos semanas ha alcanzado los 1.200: ¡°Ahorita est¨¢ subiendo¡±.
La capital, una metr¨®poli indomable donde viven nueve millones de habitantes, aminor¨® el ritmo los ¨²ltimos tres meses para contener los contagios de la covid-19, pero aun as¨ª los trabajadores esenciales y muchos de los que viven al d¨ªa siguieron saliendo. El regreso del resto de las actividades ten¨ªa que ser controlado, seg¨²n hab¨ªan ordenado las autoridades, con medidas sanitarias estrictas y establecimientos funcionando al 30%. Pero en la primera semana de apertura, la del 29 de junio, la afluencia al centro de la capital se desbord¨®. Este lunes, la Administraci¨®n local a¨²n no ha valorado la situaci¨®n.
¡°El sem¨¢foro naranja est¨¢ m¨¢s cerca del rojo que del verde¡±, tuvo que advertir la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, este viernes, cuando decidi¨® volver a cerrar durante el fin de semana el centro y ajustar las medidas para circular en esta zona de la ciudad. ¡°Seguimos en alerta¡±, hizo falta recordar. Aunque en las ¨²ltimas semanas, la ciudad ha registrado una tendencia a la baja en hospitalizaciones por la covid-19, la tasa de ocupaci¨®n sigue siendo del 54%. Ciudad de M¨¦xico, con 52.210 casos confirmados y 6.963 fallecidos este domingo, es uno de los epicentros de la pandemia en el pa¨ªs.
¡°La gente no entendemos la gravedad. Salimos sin protecci¨®n y venimos a pasear. Mira, volteas y se ve tr¨¢fico de gente¡±, apunta Ver¨®nica Alfaro. Son casi las 11 de la ma?ana y mientras las tiendas terminan de limpiar los vidrios y repasar con alcohol los marcos de las puertas antes de abrir, la acera que se?ala Alfaro se congestiona. En otras v¨ªas, sin embargo, muchas persianas siguen bajas y la afluencia es menor.
Algunas calles se han peatonalizado para favorecer la distancia entre los ciudadanos que se mueven a pie, pero en las que contin¨²an circulando veh¨ªculos los transe¨²ntes se tienen que esquivar. Alfaro est¨¢ all¨ª para comprar mercader¨ªa. Desde que tuvo que cerrar su spa cuando se decret¨® la emergencia sanitaria, se ha dedicado a confeccionar cubrebocas con materiales que consigui¨® comprar ¡°clandestinamente¡± estos ¨²ltimos meses.
Este lunes, algunas tiendas siguen abriendo de ese modo. ¡°?Por qu¨¦? Porque tenemos que vender¡±, afirma el due?o de un negocio que no deber¨ªa estar funcionando seg¨²n las ¨²ltimas medidas del Gobierno, que establecen que solo la mitad de los comerciantes abra cada d¨ªa, seg¨²n el n¨²mero de su domicilio. La tienda tiene las persianas bajas y solo mantiene abierta una peque?a puerta de chapa. Prefiere arriesgarse a abrir y que lo sancionen a tener el local cerrado. Seg¨²n anunci¨® Sheinbaum el viernes, los establecimientos que no cumplan las medidas estar¨¢n clausurados 15 d¨ªas. ¡°De todos modos, llevamos tres meses as¨ª y no nos han dicho nada¡±, explica. Las decenas de polic¨ªas que est¨¢n dando vueltas por el centro tampoco le han llamado a¨²n la atenci¨®n.
Por la acera de enfrente camina Mercedes Delgado, que busca un ukulele para el cumplea?os de su hija. En el primer comercio que entra a consultar precios no le toman la fiebre porque ¡°ahorita traen el medidor¡±; en el segundo s¨ª respetan todas las precauciones. A Delgado, le asusta ver ¡°much¨ªsima gente¡± circulando. Terminar¨¢ de recorrer la calle y se ir¨¢ r¨¢pido, asegura.
No lo sabe, pero justo eligi¨® ir al centro el d¨ªa en que las autoridades le sugirieron que fuera. Para reducir m¨¢s la cantidad de personas en los alrededores del Z¨®calo, el Gobierno propuso una medida voluntaria: las personas con apellidos que empiecen con letras de la A a la L, por favor, que compren los lunes, mi¨¦rcoles y viernes; las personas con apellidos que empiecen con letras de la M a la Z, por favor, los martes, jueves y s¨¢bados.
Ariadna Valdez, que es la cuarta en una fila de 30 para acceder a una tienda de telas, tampoco lo sab¨ªa. Alza las cejas con la ¨²ltima paciencia que le queda: ¡°Necesito un resorte, me urge para terminar unas s¨¢banas que me est¨¢n llevando dos meses¡±. Trabaja en una panader¨ªa del centro y nunca hab¨ªa visto la ciudad en pausa, como en las semanas anteriores. ¡°Se siente m¨¢s que cuando estuvo el temblor del 85. Pero ah¨ª est¨¢bamos m¨¢s unidos, ahora estamos con miedo¡±, lamenta. Cree, sin embargo, que la apertura ser¨¢ pasajera: ¡°No entendemos¡±.
Al centro tambi¨¦n llegaron habitantes de otros Estados este lunes, como Alfonso Ram¨ªrez, de 72 a?os. Ya jubilado, su pasatiempo son los vitrales. Viaj¨® nueve horas durante la noche para comprar los insumos que necesita en la capital y aprovecha la ma?ana para lustrarse unas zapatillas nike azul el¨¦ctrico. ¡°Tengo el vicio del vapor turco. Mi vaporcito no me falla, pero est¨¢ cerrado¡±, le cuenta al bolero. ¡°Esperemos que de aqu¨ª en adelante¡¡±, ruega Jota Hern¨¢ndez, que no para de cepillar el calzado. Es su primer d¨ªa en el centro despu¨¦s de tres meses de par¨®n: ¡°Est¨¢ flojo porque no regresan los del Banco de M¨¦xico, esos son mi fuerte¡±.
Sa¨²l Librado, relojero de 55 a?os, tambi¨¦n vino a comprar mercader¨ªa desde Guerrero. Toma con su hijo el primer caf¨¦ en un bar en meses. Para acceder al establecimiento tienen que pisar un tapete desinfectante, estirar las mu?ecas para que le tomen la temperatura, embadurnarse las manos en hidrogel y levantar despu¨¦s los brazos para que los roc¨ªen con Lysoform. Quiz¨¢s este es uno de los lugares donde se ve que algo ha cambiado en la ciudad. Adentro, las camareras atienden con mascarillas, la carta se consulta con un c¨®digo QR y las mesas est¨¢n muy separadas. Por la ma?ana, no hay problemas de espacio en el interior. La mayor¨ªa de la gente est¨¢ en la calle.
Detr¨¢s de una mascarilla improvisada con una botella de pl¨¢stico, Guadalupe Le¨®n, de 73 a?os, espera un caf¨¦ para llevar. Es el ¨²nico gusto que se dar¨¢, no vino a comprar sino a pagar ¡°unos centavitos¡± que debe. Cuida a dos ni?os la mitad del d¨ªa y el resto del tiempo lo dedica a vender ropa de cama, arreglos florales, ¡°lo que a la gente interese¡±, explica. Pero estos meses han sido dif¨ªciles y siguen si¨¦ndolo: ¡°No s¨¦ c¨®mo voy a hacer para levantarme, pero espero, dios dir¨¢¡±. El pl¨¢stico que le cubre la cara entera comienza a empa?arse. M¨¢s de siete familiares y amigos fallecieron por la covid-19. Por eso, no tiene dudas sobre la dimensi¨®n de la pandemia y le asusta ver ¡°mucha gente¡± en la calle: ¡°Critican al Gobierno, pero no es el ¨²nico culpable. ?Nosotros! Que somos ingobernables¡±.