Un d¨ªa de clase en televisi¨®n
M¨¦xico reabre el ciclo escolar con tareas a trav¨¦s de la pantalla, ante la incertidumbre de millones de estudiantes y padres
Karen Sandi est¨¢ sentada en la escalera de la primera planta de su casa, mientras mira a su hija Bali, de seis a?os, hacer ejercicio frente al televisor. En la pantalla el clavadista mexicano Rommel Pacheco dirige los ejercicios, como parte de la rutina del nuevo ciclo escolar que este lunes inici¨® en M¨¦xico con las clases impartidas por televisi¨®n. Bali hace sentadillas, flexiona las piernas al lado derecho, luego al izquierdo, salta y toma diez segundos de descanso, seg¨²n indica su nuevo maestro. ¡°Esto es complicado¡±, dice Sandi, mientras sonr¨ªe a la ni?a que la ve buscando su aprobaci¨®n. ¡°N...
Karen Sandi est¨¢ sentada en la escalera de la primera planta de su casa, mientras mira a su hija Bali, de seis a?os, hacer ejercicio frente al televisor. En la pantalla el clavadista mexicano Rommel Pacheco dirige los ejercicios, como parte de la rutina del nuevo ciclo escolar que este lunes inici¨® en M¨¦xico con las clases impartidas por televisi¨®n. Bali hace sentadillas, flexiona las piernas al lado derecho, luego al izquierdo, salta y toma diez segundos de descanso, seg¨²n indica su nuevo maestro. ¡°Esto es complicado¡±, dice Sandi, mientras sonr¨ªe a la ni?a que la ve buscando su aprobaci¨®n. ¡°No va a ser lo mismo aprender aqu¨ª con un televisor en comparaci¨®n con ir a la escuela¡±, afirma la madre, de 26 a?os. ¡°En la escuela hay m¨¢s disciplina. Esto no es correcto¡±, agrega.
El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador agradeci¨® el esfuerzo de los padres para mantener a sus hijos pegados en una pantalla, para que puedan seguir las clases televisadas. El mandatario tambi¨¦n ha admitido que es un reto enorme mantener de esta manera a m¨¢s de 30 millones de estudiantes dentro del sistema, despu¨¦s de que la SEP anunciara a inicios de agosto que 2,5 millones de estudiantes abandonaron las clases debido a los problemas generados por la pandemia de la covid-19, que llev¨® al Gobierno a echar el candado en las escuelas en marzo. Tampoco es f¨¢cil en un pa¨ªs con m¨¢s de 60 millones de pobres, con otros millones que deben salir d¨ªa a d¨ªa a trabajar y no pueden acompa?ar a sus hijos con el aprendizaje en clase. Adem¨¢s, hay 16 millones de hogares que no cuentan con conexi¨®n a Internet y otros 14 millones de mexicanos que ni siquiera tienen un aparato de televisor.
Para Karen Sandi ha sido una jornada rara. Primero, hab¨ªa olvidado las clases de la ma?ana, mientras su hija, su hijo m¨¢s peque?o y los otros ni?os jugueteaban por toda la casa. Cuando encendi¨® el televisor no encontr¨® los canales indicados por la Secretar¨ªa de Educaci¨®n P¨²blica que, con apoyo de cuatro cadenas privadas y canales p¨²blicos, dise?¨® los contenidos para el curso que ha comenzado este 24 de agosto. El zapeo ha durado varios minutos desconcertantes: clic, una telenovela. Otro clic, un programa del coraz¨®n. M¨¢s clics: m¨²sica, deporte, documentales. La chica ¨Cseparada del padre de sus hijos¨C asegura que no tiene la informaci¨®n de las materias, no cuenta con los libros escolares y teme que la nueva modalidad signifique un retroceso en el aprendizaje de sus ni?os. Mientras, el m¨¢s peque?o grita: ¡°?No quiero ir a clases!¡± Lo que quiere, asegura, es ser esp¨ªa, mientras se esconde debajo del comedor.
Todo alrededor es ruido: los otros ni?os corretean, suben y bajan las escaleras, piden comida. Sandi vive con sus padres, su hermana y otros familiares. En la casa hay dos televisores, pero a la chica le agobia pensar que ella tambi¨¦n debe sacar tiempo, martes y jueves, para tomar sus clases en l¨ªnea y poder terminar la preparatoria. Espera que su hermana le ayude con uno de los ni?os esos d¨ªas, dice, mientras su mam¨¢ se encargar¨¢ del m¨¢s peque?o. ¡°?Imag¨ªnate qu¨¦ problem¨¢tico ser¨¢ para quienes tienen varios hijos y un solo televisor!¡±, exclama, no sin un poco de alivio, como si lo que tiene que enfrentar es menor por contar con el apoyo familiar.
Lo cierto es que esta ma?ana ha sido una prueba de fuego para madre e hijos. Bali ve atenta los dibujos que aparecen ahora en la pantalla, durante la clase de arte, pero la madre teme que pierda pronto el inter¨¦s y decida seguir correteando con los otros ni?os de la casa. ?Qui¨¦n evaluar¨¢ el aprendizaje? Karen se encoge de hombros. ?Hay contactos con los maestros? Cree que s¨ª. Est¨¢ decidida a cambiar a sus hijos de escuela para tener un mayor control del proceso, porque en la escuela donde ahora estudian fueron inscritos por el padre, con quien viv¨ªan. La relaci¨®n entre ambos no es buena y la chica se siente perdida con el nuevo curso. Afirma que aprovechar¨¢ la semana para hacer el tr¨¢mite en el nuevo colegio, tambi¨¦n p¨²blico, pero sabe que no ser¨¢ f¨¢cil. Vive en la Colonia Ajusco, al sur de ciudad de M¨¦xico, una de las m¨¢s golpeadas por la pandemia de coronavirus, que ha dejado m¨¢s de 60.000 muertos en M¨¦xico. Es por eso por lo que no hubo entregas de ¨²tiles escolares y Karen no sabr¨¢ si podr¨¢ cambiar de escuela a sus hijos.
¨C?S¨ª pusiste atenci¨®n?¨C pregunta la madre a Bali
¨C?S¨ªiii!¨C responde la ni?a, sonriente
¨C?A ver, dime qu¨¦ dijo el profesor?¨C
Cuando la ni?a vuelve a la pantalla, la madre explica, resignada: ¡°Esto no es una convivencia sana para los ni?os. Esto no les va a ayudar. En lugar de avanzar van a ir retrocediendo. No va a funcionar y no es un proceso para los ni?os¡±.
En Nezahualc¨®yotl, al oriente de la capital, Diego Nahuatlato, de 14 a?os, se siente un poco desconcertado. Ha terminado el primer d¨ªa del curso de tercero de secundaria, con cinco materias impartidas desde el televisor familiar, en el peque?o sal¨®n de su casa, sentado en un sof¨¢ con una mesita como escritorio. El chico ha tomado apuntes, ha escuchado atentamente las indicaciones que salen de la pantalla. ¡°La verdad no estuvo bien, porque no nos ense?aron cosas de nuestro grado. Hicieron un repaso del a?o pasado, pero nos ense?an como si fu¨¦ramos m¨¢s chicos¡±, explica.
Para ¨¦l tambi¨¦n es una experiencia extra?a. ¡°Por televisi¨®n no se aprende como est¨¢bamos en el aula, aqu¨ª no nos ense?an muchas cosas. Es m¨¢s ligero, exige menos¡±, dice. ?l y sus padres cuentan con todos los materiales, conocen los horarios de las clases, pero lo que lo desorienta es no saber si en alg¨²n momento, cuando tenga una duda durante una clase, podr¨¢ consultarla con su maestro. ¡°Creo que podr¨ªa enviarle un correo¡±, dice. Diego explica que para este curso a cada estudiante las autoridades de la escuela le abrieron un correo para acceder a materiales en Internet, desde donde tambi¨¦n le enviar¨¢n las tareas. ¡°A mi mam¨¢ no le gusta el m¨¦todo de ense?anza¡±, confiesa el chico. ¡°Cada media hora, al terminar una clase, ponen m¨²sica y explican la historia del autor. Tambi¨¦n hacemos estiramientos. No les hago caso, es una p¨¦rdida de tiempo. No me adecuo¡±, advierte.
Esteban Moctezuma, secretario de Educaci¨®n, pidi¨® el domingo a los padres m¨¢s apoyo e involucrarse en este nuevo proceso, pero ¨¦l mismo admiti¨® que ser¨ªa dif¨ªcil: la crisis ha golpeado a las familias y millones de mexicanos tienen que reinvertirse para salir adelante. Los que todav¨ªa cuentan con un trabajo con contrato, estable, o ingresos fijos, han optado por la educaci¨®n privada.
Es el caso de Yumiko L¨®pez y Alejandro Escalante, una joven pareja que vive en un c¨®modo apartamento en Coyoac¨¢n, al sur de Ciudad de M¨¦xico. Esta ma?ana de lunes su hijo, Bruno, se ha conectado desde su tel¨¦fono m¨®vil a las clases de su escuela privada en su propia habitaci¨®n, en un peque?o b¨²nker que ha creado y decorado con dibujos y fotos de sus dos perros. ¡°Quer¨ªamos un espacio que el ni?o sintiera suyo, donde pueda trabajar¡±, explica Alejandro.
La pareja hace un esfuerzo extra para mantener al ni?o en el colegio, porque sus ingresos por rentas de departamentos se les han desplomado por culpa de la covid-19. ¡°Consider¨¦ ingresarlo en la escuela p¨²blica, pero luego pens¨¦ que todav¨ªa tengo posibilidades de pagarle el colegio, un poco apretada, pero lo hago para darle estabilidad¡±, afirma Yumiko. Estos padres admiten que son unos privilegiados en un pa¨ªs de grandes desigualdades. Con sus comodidades representan la otra cara de un regreso a clases extra?o, marcado por el confinamiento, la pandemia y el cierre de las escuelas.