La venganza de las cuentistas silenciadas
Una antolog¨ªa recupera 20 nombres de mujeres latinoamericanas de 20 pa¨ªses, cuya obra sepult¨® el canon literario. El libro forma parte de una coedici¨®n hispanomexicana
Un grito atraviesa este libro, salido de muchas bocas. Un grito de parto en medio de la noche, de golpes de muerte, de condena y de condenadas, gritos de sangre, de alacranes y de siglos de silencios. Esta antolog¨ªa de cuentos es tambi¨¦n una venganza ¨²nica tejida con 20 plumas de mujer, y un r¨ªo subterr¨¢neo donde corren los pesares de Latinoam¨¦rica, sus razas y sus lenguas, la savia tapada debajo de mil cortezas. Este libro es Vindictas. Cuentistas Latinoamericanas, que ve la luz por la colaboraci¨®n entre las editoriales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) y la espa?ol...
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Un grito atraviesa este libro, salido de muchas bocas. Un grito de parto en medio de la noche, de golpes de muerte, de condena y de condenadas, gritos de sangre, de alacranes y de siglos de silencios. Esta antolog¨ªa de cuentos es tambi¨¦n una venganza ¨²nica tejida con 20 plumas de mujer, y un r¨ªo subterr¨¢neo donde corren los pesares de Latinoam¨¦rica, sus razas y sus lenguas, la savia tapada debajo de mil cortezas. Este libro es Vindictas. Cuentistas Latinoamericanas, que ve la luz por la colaboraci¨®n entre las editoriales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) y la espa?ola P¨¢ginas de espuma. Se han necesitado muchas palas para recuperar algunos de estos 20 cuentos de sendas autoras, una por pa¨ªs, cuyos nombres no podr¨ªan citar ni siquiera los m¨¢s avezados lectores. ¡°Pero no estaban bajo piedras, muchas son mujeres de gran formaci¨®n y trayectoria intelectual. Ten¨ªan voz, pero no fueron escuchadas. ?C¨®mo se puede hablar de rigor antol¨®gico cuando ellas no figuran entre los grandes cuentistas de su ¨¦poca?¡±, se pregunta la tambi¨¦n escritora Socorro Venegas, responsable de la editorial de la UNAM y de la colecci¨®n Vindictas, que viene hace un tiempo rescatando la obra de literatas, algunas tan desconocidas como admirables. ¡°?C¨®mo es posible que yo haya escrito sin haber le¨ªdo a Mar¨ªa Luisa El¨ªo, a Mar¨ªa Luisa Luj¨¢n de Campos o a Mar¨ªa Luisa Puga, por citar a las tres tocayas?¡±.
Hay m¨¢s preguntas que ya no podr¨¢n responderse salvo con la aventura de una hip¨®tesis p¨®stuma. ?Qu¨¦ habr¨ªa sido del feminismo actual si se hubiera escuchado en las librer¨ªas el portazo a un marido maltratador que dio la costarricense Magda Zavala en su relato titulado De la que am¨® a un toro marino? ?Qu¨¦ ser¨ªa de la lucha permanente por el derecho a interrumpir el embarazo si el aborto desesperado que narra Bertalicia Peralta (Panam¨¢ 1939-1980) hubiera encontrado la difusi¨®n que le correspond¨ªa? ?Qu¨¦ de la prostituci¨®n, de haberse le¨ªdo Sur, de la venezolana Silda Cordoliani o Cuando las mujeres quieren a los hombres, que dej¨® escrito Rosario Ferr¨¦ (Puerto Rico, 1938-2016)?
Todos los asuntos del universo femenino han encontrado un hilo de oro en esta edici¨®n que sale a la venta el 25 de noviembre y que se presenta en la virtual Feria Internacional del Libro de Guadalajara tres d¨ªas despu¨¦s. Otra pregunta. ?Acaso el universo femenino son solo las relaciones t¨®xicas, la infidelidad, el desamor, la maternidad, la discriminaci¨®n sexual, la imposici¨®n de la locura o el naufragio de una vida llena de buenos modales? No, pero esas fueron las narraciones que se silenciaron porque sal¨ªan de bocas rebeldes. Los bienpensantes no pod¨ªan recibir con elogios el olor a sexo que se filtraba entre las piernas de la protagonista de Reuni¨®n, cuando su autora, Gilda Holst, la sit¨²a en medio de un corro de hombres con la osad¨ªa de manifestar su opini¨®n. ¡°Fue una suerte que en ese momento anunciaran la cena¡±, dice la protagonista con la iron¨ªa propia de su creadora.
¡°Miedo¡±. Es la palabra que usa Magda Zavala para expresar lo que sinti¨® cuando su primer relato vio la luz en 1976 y recibi¨® un chaparr¨®n de cr¨ªticas. ¡°Yo quer¨ªa ser escritora, intelectual, pero pas¨¦ por un per¨ªodo de autocensura porque mi primera narraci¨®n, el relato de una mujer violada y su doloroso parto, era desafiante, incluso en el lenguaje. Aquellos grupos de escritores autorizados de la sociedad costarricense lo vieron inaceptable¡¡±. Acab¨® abandonando los cuentos que dedicaba a las mujeres rurales, a las estudiantes y para cuya publicaci¨®n ¡°con cuentagotas¡± tuvo que acudir, como tantas otras, a la edici¨®n personal, harta de llamar a las puertas de las editoriales.
La selecci¨®n de estos relatos ha privilegiado ¡°el valor literario y art¨ªstico de los textos, su voz ¨²nica y sus riesgos, pero tambi¨¦n era importante que revelaran algo de la condici¨®n femenina y no fue dif¨ªcil¡±, afirma Socorro Venegas. En esos cuentos est¨¢n los asuntos que mueven a las mujeres, cuestiones tan b¨¢sicas como disponer de su cuerpo y de su independencia, motivos que han dominado su literatura desde Jane Austen y m¨¢s all¨¢. Y muchos tienen un alto contenido autobiogr¨¢fico. Pero el cuarto propio en que deb¨ªa haberse ya convertido el mundo entero se hace esperar. Hay, sin embargo, una pregunta que estas cuentistas latinoamericanas han respondido en sus p¨¢ginas sin ponerse de acuerdo, sin haberse siquiera conocido, porque tal es el caso, por m¨¢s asombroso que parezca: cuando quienes escriben son mujeres, las protagonistas tambi¨¦n lo son. He aqu¨ª la pescadilla de la invisibilidad de la que ha adolecido dram¨¢ticamente el canon literario.
El origen etimol¨®gico de Vindictas remite a vengar, castigar entregar y proteger. Ninguno de estos verbos escapa a la intenci¨®n de los que ahora antologan a Mim¨ª D¨ªaz Lozano (Honduras), Mirta Y¨¢?ez (Cuba), Marvel Moreno (Colombia), Armon¨ªa Somers (Uruguay), Mercedes Gordillo (Nicaragua), Pilar Dughi (Per¨²), Ivonne Recinos Aquino (Guatemala), Marta Brunet (Chile), Mercedes Durand (El Salvador), Marta Virginia Estenssoro (Bolivia), y las anterior y posteriormente mencionadas. Que nadie se canse ahora con el recitado de sus nombres.
Por numerosas, en cambio, hay que eludir el de aquellas que han colaborado a exhumar estos relatos, decenas de acad¨¦micas, autoras, intelectuales que han removido en sus propias bibliotecas, cerradas las p¨²blicas por la pandemia, buscando generosamente ¡°un linaje perdido¡±, dice Venegas. ¡°Estamos sin memoria¡±, dice en el pr¨®logo el editor espa?ol Juan Casamayor, la otra media naranja de esta antolog¨ªa. Vindictas es un grito que apela a ese esfuerzo de b¨²squeda y lectura¡ Nos hemos enfrentado t¨¦cnicamente a obras publicadas en editoriales min¨²sculas o de una existencia muy breve, con tiradas casi ¨ªnfimas¡±, a?ade. En la inexistencia de reconocimiento ni premios sit¨²a Casamayor este ¡°silencio provocado¡±. Hilma Contreras obtuvo el Premio Nacional de Rep¨²blica Dominicana en 2002, casi a los 90 a?os. ¡°?Hab¨ªa que esperar tanto?¡±, se pregunta el editor. Alguien tendr¨¢ la respuesta.
La fortuna corre ahora de parte de las mujeres, porque no son pocas las editoriales que est¨¢n subsanando tantos entierros sin tumba; tambi¨¦n son legi¨®n las lectoras, las grandes devoradoras de libros, ¨¢vidas, adem¨¢s, de encontrar esa imagen de uno mismo que devuelve siempre la gran literatura. Pero que nadie se conf¨ªe, corren ¡°tiempos reaccionarios¡±, avisa Susy Delgado por tel¨¦fono, que da una mala se?al desde Paraguay. La poeta y cuentista casi declama una plegaria: ¡°Resulta que soy feminista, conozco las inquietudes enmarcadas en el feminismo. Me adhiero. Coincido. Es mi celo por la independencia¡±. Y no fue poco lo que tuvo que luchar por ella, criada con sus abuelos en un ambiente de prejuicios terribles que dejaron muchas llagas en mi formaci¨®n. Su relato, La sangre florecida, comienza con el asesinato de una abuela a su marido, a punto ella de decir tambi¨¦n adi¨®s a la vida. La ¨²ltima venganza de un matrimonio fallido entre infidelidades y ausencias. ¡°La Abuela sinti¨® que hab¨ªa llegado para ella el d¨ªa se?alado. Algo se lo dijo claramente dentro de su cuerpo fatigado. Tom¨® el avat¨ª sok¨¢ del mortero que guardaba en su cuenco oscuro los olores de innombrables esfuerzos [¡] Sinti¨® que en ese mazo pesado y mugriento que lat¨ªa en sus manos como a punto de estallar, dorm¨ªa un acto de justicia¡¡±.
No hay m¨¢s justicia para estas escritoras que publicar su obra, dice Socorro Venegas. ¡°Esto es un problema hist¨®rico, pero no del pasado¡±. ¡°Como sugiere po¨¦ticamente la ilustraci¨®n de la portada -a cargo de Jimena Est¨ªbaliz, como el resto de los dibujos del libro- mucho m¨¢s que una selecci¨®n final, lo que proponemos a los lectores es abrir juntos una puerta para que pase la luz y comencemos a descubrir y a leer m¨¢s autoras¡±.