Sobrevivir a Salvatierra
Un grupo criminal desapareci¨® a la hija de una pareja de profesores retirados en Guanajuato. Luego, asesin¨® a su hijo. Javier Barajas y Mar¨ªa Tr¨¢nsito Pi?a luchan ahora porque el mundo entienda la violencia que vive M¨¦xico
Aquel d¨ªa, Javier Barajas tuvo una corazonada. Dej¨¢ndose llevar por sus manos, cavaba y cavaba, solo en el fondo de una fosa, ¨¦l y sus pensamientos, su dolor, el tacto de la angustia. ¡°Parece un perro¡±, recuerda que dijo un agente de la Fiscal¨ªa, un comentario de mal gusto, una falta de respeto a ¨¦l y a los cad¨¢veres de hombres y mujeres que hab¨ªan sacado de aquel lugar, sus cuerpos hechos pedazos. Barajas no hizo caso y sigui¨®, sus manos convertidas en palas, diez minutos, 20, media hora, su cerebro concentrado en la mec¨¢nica: mano, mano, mano. De repente, sus dedos toparon con algo, un bulto...
Aquel d¨ªa, Javier Barajas tuvo una corazonada. Dej¨¢ndose llevar por sus manos, cavaba y cavaba, solo en el fondo de una fosa, ¨¦l y sus pensamientos, su dolor, el tacto de la angustia. ¡°Parece un perro¡±, recuerda que dijo un agente de la Fiscal¨ªa, un comentario de mal gusto, una falta de respeto a ¨¦l y a los cad¨¢veres de hombres y mujeres que hab¨ªan sacado de aquel lugar, sus cuerpos hechos pedazos. Barajas no hizo caso y sigui¨®, sus manos convertidas en palas, diez minutos, 20, media hora, su cerebro concentrado en la mec¨¢nica: mano, mano, mano. De repente, sus dedos toparon con algo, un bulto. No tard¨® en darse cuenta de que el bulto era un pie, todav¨ªa con la bota puesta.
Barajas, de 58 a?os, recuerda perfectamente aquel pie, el zapato, aquel momento. ¡°Era un tenis tipo Converse, negra. Lo recuerdo perfecto por la estela que tra¨ªa¡±, evoca. Profesor retirado, el hombre volte¨® a mirar entonces a los agentes que se re¨ªan de ¨¦l, metro y medio por encima, y les dijo: ¡°Parece que el perro ya encontr¨® algo¡±. Barajas sonr¨ªe ahora, como si fuera una an¨¦cdota de cerveza y carne asada, una moraleja, algo de lo que sentirse orgulloso. ¡°De all¨ª sacaron dos cuerpos¡±, a?ade m¨¢s serio, ¡°un chico y una chica, abrazados... No quer¨ªan seguir buscando. Y, mire¡±, zanja.
Todo aquello ocurri¨® en Ac¨¢mbaro, Guanajuato. En diciembre de 2020, guiadas por familiares de desaparecidos de todo el Estado, las autoridades encontraron en la loma de un cerro, a metros de las casas, una veintena de fosas, decenas de cuerpos, bolsas de pl¨¢stico con restos humanos¡ Barajas estuvo all¨ª, como antes estuvo en b¨²squedas en Salvatierra, su pueblo, y despu¨¦s en otros municipios y rancher¨ªas de la regi¨®n. Su objetivo, igual que el de su esposa, Mar¨ªa Tr¨¢nsito Pi?a, y el del hijo de ambos, Francisco Javier, era encontrar a Guadalupe, la hija mayor, desaparecida en febrero.
Entonces apenas empezaba a hablarse del horror en Guanajuato, zona de enorme importancia industrial para M¨¦xico, sede de varias plantas de manufactura del sector automotriz. Colectivos de familiares de desaparecidos empezaban a organizarse. Gritaban su dolor ante la sonrisa perenne del gobernador, Diego Sinhue, y el fiscal, Carlos Zamarripa, que hab¨ªa llegado a decir que en Guanajuato no hab¨ªa fosas. Pero s¨ª hab¨ªa. Y muchas. A d¨ªa de hoy, el Estado cuenta m¨¢s de 250, la mayor¨ªa descubiertas en los ¨²ltimos cuatro a?os. Guanajuato es una de las regiones donde m¨¢s cementerios clandestinos se han encontrado en este tiempo, y donde m¨¢s ha aumentado la cantidad de personas desaparecidas.
Barajas y Pi?a, de 57 a?os, hablan de todo esto una ma?ana de julio en Ciudad de M¨¦xico, los dos convertidos en un s¨ªmbolo, la imagen de una lucha inacabable, ardua, penalizante, la b¨²squeda de justicia en M¨¦xico. Premiados en Europa por su tes¨®n, recibidos por integrantes del Parlamento Europeo, de Naciones Unidas o del Congreso de Estados Unidos, la pareja no puede volver a su propia casa. Huyeron de Salvatierra hace poco m¨¢s de un a?o, justo despu¨¦s del asesinato de Francisco Javier. Sentados en un sof¨¢, tristes, enojados, magn¨¦ticos, hablan desde una realidad dif¨ªcil de digerir. La orfandad de unos padres a los que la violencia les arrebat¨® a sus dos hijos.
Protocolo
Pi?a recuerda aquel d¨ªa de febrero de 2020 en que desapareci¨® Guadalupe. Su hija contaba entonces 32 a?os. Era maestra, como los padres, y viv¨ªa en Irapuato, no muy lejos de all¨ª. Los s¨¢bados acostumbraba a visitar a Pi?a y Barajas en la casa familiar, com¨ªan juntos, descansaban. Conviv¨ªan, cosa dif¨ªcil el resto de la semana. Aquel s¨¢bado, la pareja sali¨® temprano a misa y Guadalupe les pidi¨® que a la vuelta pasaran a comprar unas tortas para el almuerzo. Ella misma sali¨® tambi¨¦n a comprar algunas cosas. ¡°A las 10.20 me llam¨® y me dijo que ya ven¨ªa para la casa¡±, dice Pi?a. Pero ya no lleg¨®.
Con el paso de las horas, la familia empez¨® a inquietarse. Esa misma tarde, el matrimonio acudi¨® a las oficinas de la Fiscal¨ªa de Guanajuato a denunciar la desaparici¨®n. Tambi¨¦n publicaron la situaci¨®n en un mensaje en Facebook, con su n¨²mero de tel¨¦fono personal, para que, si alguien hab¨ªa visto algo, se comunicase con ellos. Fue un error, aunque, ?qu¨¦ pod¨ªan hacer? Desde la noche del mismo s¨¢bado, empezaron a recibir llamadas dando pistas falsas, pidiendo dinero o ambas cosas.
Los siguientes meses fueron una locura. Vista la inacci¨®n de la Fiscal¨ªa, la falta no solo de resultados, sino de cualquier tipo de actividad investigativa, contrataron a un detective privado. ¡°Nos estaf¨®¡±, dice ahora Pi?a, ¡°le pagamos 8.000 pesos de adelanto y no volvimos a saber de ¨¦l¡±, a?ade. Tambi¨¦n por entonces, recibieron una de esas llamadas extorsivas. Un hombre les ped¨ªa que depositaran una cantidad de dinero en una cuenta, en una tienda de conveniencia del centro de Salvatierra. El extorsionador les mantuvo en l¨ªnea, mientras ellos caminaban, presos de una mezcla de angustia y esperanza. ¡°Nos dijeron que nos la iban a entregar porque se hab¨ªa puesto mal. Tambi¨¦n que traj¨¦ramos una mochila con ropa y cepillo de dientes¡±, dice Pi?a. Aquello del cepillo les hizo ver la luz. ?Para qu¨¦ les ped¨ªan una cosa as¨ª? A punto de pagar, desistieron, asumiendo que era un enga?o.
Durante la llamada, Barajas se puso en contacto con la Fiscal¨ªa, con la esperanza de que rastrearan el n¨²mero, pero la respuesta fue parecida a cualquiera que les dieron antes o despu¨¦s: no ten¨ªan personal, estaban siguiendo el protocolo. ¡°El ministerio p¨²blico -el agente que llevaba su caso- nos dec¨ªa, ¡®salgan a la calle, escuchen lo que les digan y vengan a decirme¡¯, pero a m¨ª eso se me hac¨ªa muy dif¨ªcil, porque yo no conozco a mucha gente en la calle¡±, dice Pi?a. Una vez, la mujer le pregunt¨®, ¡°pero, ?es que buscar no es el trabajo de ustedes?¡±. La respuesta: ¡°Estamos siguiendo el protocolo¡±. Al recordarlo, la mujer pone cara de decepci¨®n. ¡°Siempre me choc¨® esa palabra, protocolo¡±, dice.
No todas las llamadas fueron negativas. Hubo dos que, con el tiempo, revelaron su importancia. La primera lleg¨® muy pronto, en la noche del d¨ªa de la desaparici¨®n. Una persona les dijo que ¡°El Chore y los grillos¡± se hab¨ªan llevado a su hija, informaci¨®n que dieron enseguida a la Fiscal¨ªa. La segunda fue en octubre, ellos convertidos ya en buscadores por cuenta propia. Otra persona les recomend¨® buscar ¡°detr¨¢s de la aceitera San Juan¡±, dato que compartieron igualmente con la fiscal¨ªa.
Por ese entonces, el rumor de la aceitera se expand¨ªa en Salvatierra y los municipios cercanos, Celaya, Irapuato, Morole¨®n... Colectivos insistieron para que la CEB fuera al lugar y presionara a la Fiscal¨ªa, con el objetivo de que organizara una b¨²squeda detr¨¢s de la aceitera. Al final lo consiguieron. En pocas semanas, peritos sacaron de all¨ª m¨¢s de 80 cuerpos, la fosa m¨¢s grande descubierta nunca en Guanajuato. Con el tiempo, los Barajas Pi?a supieron que uno de ellos era de ¡°Lupita¡±.
Barajas recuerda cuando les comunicaron la identificaci¨®n, en febrero de 2021, justo un a?o despu¨¦s de que desapareciera. ¡°La hab¨ªan encontrado con las manos atadas a la espalda y un tiro en la cabeza¡±, dice. ¡°Lo hicieron como muy especial en la Fiscal¨ªa, con una recepci¨®n, un psic¨®logo, s¨ª¡±, a?ade. Pi?a interrumpe: ¡°?Ahora s¨ª, con todo el protocolo!¡±.
El Chore, Los Grillos
El hallazgo del cad¨¢ver de Guadalupe no les hizo parar. Al d¨ªa siguiente del entierro, los dos Barajas, padre e hijo, volvieron a la b¨²squeda. ¡°Ya para entonces, Javi hab¨ªa dejado su trabajo en Le¨®n y se hab¨ªa venido a vivir con nosotros. Era abogado, trabajaba para una financiera, pero lo dej¨® para buscar a su hermana¡±, dice el padre. Con el tiempo, la Comisi¨®n Estatal de B¨²squeda del Estado (CEB) le ofreci¨® trabajo al muchacho, que entonces contaba 27 a?os.
Barajas senior recuerda aquellas primeras semanas despu¨¦s del entierro de Lupita con cierta nostalgia. Al fin y al cabo, su hijo todav¨ªa viv¨ªa y tanto ¨¦l como su esposa pod¨ªan respirar, despu¨¦s de meses de angustia. ¡°En esos d¨ªas, un compa me dijo, ¡®profe, ya encontraron a Lupita, ?por qu¨¦ siguen aqu¨ª?¡¯ S¨ª, le dije, tengo much¨ªsimo dolor, pero ya no angustia o desesperaci¨®n y t¨² s¨ª. Y quiero ayudarte a quit¨¢rtela¡±, recuerda el hombre.
Por su lado, Pi?a le daba vueltas al caso de Lupita, no tanto -o no solo- por la pena, la tristeza, sino por la actitud de la fiscal¨ªa. En la entrega del cuerpo, agentes de la dependencia les hab¨ªan explicado que su hija hab¨ªa estado con vida entre ocho y diez d¨ªas antes de que la mataran. Eso le tra¨ªa de vuelta el recuerdo de aquella llamada de la primera noche, aquel dato: El Chore, los grillos. ¡°Me sent¨ªa muy molesta¡±, cuenta Pi?a. Con aquella informaci¨®n, algo podr¨ªan haber hecho.
El alcance de la negligencia de los agentes con El Chore y su cuadrilla fue finalmente mayor, aunque Barajas y Pi?a tardar¨ªan en saberlo. Los dos, junto a su hijo, se hab¨ªan convertido en voces respetadas en el Estado. Cualquier cosa que dec¨ªan o hac¨ªan se tomaba en cuenta. Las b¨²squedas segu¨ªan y los colectivos marcaban el paso a la Fiscal¨ªa, siempre a rebufo, como si no quisiera asumir el problema.
Para mayo de 2021, Barajas junior hab¨ªa empezado a cursar una maestr¨ªa en criminolog¨ªa, con la intenci¨®n de mejorar su posici¨®n en la CEB. Iba y ven¨ªa de Le¨®n, donde ten¨ªa su casa, aunque pasaba mucho tiempo con sus padres. El 29 de mayo, s¨¢bado, el joven tom¨® su curso de la maestr¨ªa desde su computadora, en Le¨®n. Por la tarde se vio con amigos, estuvo tomando unas cervezas, disfrutando del fin de semana. ¡°Hacia las 18.00, una amiga suya nos cont¨® que recibi¨® una llamada. Dijo que se puso nervioso. Dec¨ªa, ¡®me voy a Salvatierra, debo irme¡¯. Algo le dijeron¡±.
Javier Barajas hijo condujo desde Le¨®n con su novia esa misma tarde. No est¨¢ muy claro cu¨¢ndo llegaron a Salvatierra. No le dijo nada a su madre, que habl¨® un par de veces con ¨¦l, la ¨²ltima ya a eso de las 10 de la noche. ¡°A las 11 tocaron a la puerta de la casa, era un cu?ado. Me dijo si le invitaba un caf¨¦¡±, recuerda Barajas senior. ¡°Le dije que qu¨¦ pasaba y me contest¨®: ¡®Paco¡¯. Le pregunt¨¦ si hab¨ªa tenido un accidente, hab¨ªa estado tomando y ¨¦l neg¨® con la cabeza¡±. Su ¨²ltimo pensamiento antes de salir de casa fue: ¡°Ya chingaron al Gallo¡±.
Al joven Barajas lo mataron a balazos en el centro de Salvatierra y, con el paso del tiempo, sus padres supieron que al menos uno de los implicados en la desaparici¨®n de su hermana, hab¨ªa disparado tambi¨¦n contra ¨¦l. Se trata de C¨¦sar Enrique P¨¦rez Alvarado, alias El Grillo, vecino del barrio San Juan, de Salvatierra. Actualmente, se encuentra procesado por su asesinato. La Fiscal¨ªa acusa tambi¨¦n a P¨¦rez Alvarado por la desaparici¨®n de Lupita, junto a otros tres personas, entre ellas Socorro Alejandro Jaime, alias El Chore.
Detalles
A d¨ªa de hoy, 25 de los 81 cad¨¢veres encontrados en Salvatierra est¨¢n por identificar. Lejos de tomarse el caso como un todo y entender que es posible que haya relaciones entre desapariciones y asesinatos ocurridos en la zona estos a?os, la Fiscal¨ªa act¨²a caso por caso, como si el pueblo no se hubiera partido por la mitad. No hay d¨ªa en que Barajas y Pi?a no piensen en todo esto. Es su necesidad de comprender, de ir acomodando certezas.
A veces es dif¨ªcil, hay piezas del rompecabezas que son dificiles de asimilar. Por ejemplo, hace poco supieron que a Lupita se la llevaron porque en el camino de vuelta a casa, par¨® a platicar con una persona que les deb¨ªa dinero a El Chore y compa?¨ªa. Llegaron, se los llevaron. Sin preguntas. A los dos. Parece que a Javier lo mataron por insistir en el caso de su hermana. Fueron los mismos. Todos eran vecinos. ¡°A m¨ª lo que me gustar¨ªa saber es que pas¨® con los tel¨¦fonos de los que mataron a Javier. ?Nunca aparecieron!¡±, exclama Barajas.
As¨ª vive este matrimonio, recordando lo que ha pasado para evitar que el olvido allane el camino de futuras impunidades. Porque cada detalle -la llamada sobre El Chore, la extra?a p¨¦rdida del tel¨¦fono de El Grillo y su c¨®mplice, por ejemplo- se?ala lo que funciona mal en el pa¨ªs. ¡°Nuestro Gobierno es inhumano¡±, dice Javier Barajas, ¡°no tiene coraz¨®n para nadie¡±.
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