Pemex: contamina, que algo queda
Los problemas de seguridad de la petrolera se traducen en cat¨¢strofes clim¨¢ticas de consecuencias incalculables en aguas que contienen ecosistemas ¨²nicos
Los mares mexicanos est¨¢n revueltos en esta ¨¦poca de a?o. La semana que el Pac¨ªfico no devuelve milagrosamente a un n¨¢ufrago australiano ¡ªcon perra incluida e historia de supervivencia de esas que har¨ªan las delicias de Garc¨ªa M¨¢rquez¡ª, las petroleras del Golfo de M¨¦xico estallan en llamas y dejan escapar ...
Los mares mexicanos est¨¢n revueltos en esta ¨¦poca de a?o. La semana que el Pac¨ªfico no devuelve milagrosamente a un n¨¢ufrago australiano ¡ªcon perra incluida e historia de supervivencia de esas que har¨ªan las delicias de Garc¨ªa M¨¢rquez¡ª, las petroleras del Golfo de M¨¦xico estallan en llamas y dejan escapar ¡°peque?as fugas¡± de crudo que acaban ti?endo las aguas de manchas negras con el tama?o de dos Guadalajaras.
Una tragedia ecol¨®gica que las autoridades intentaron disfrazar de peque?o inconveniente salt¨® a las primeras planas de los diarios mexicanos la semana pasada. Tras el derrame, unos 400 kil¨®metros cuadrados de vertido t¨®xico, se escond¨ªa el rostro de un sospechoso habitual en estas lides: Pemex, la descomunal empresa petrolera estatal, joya de la corona de las ansias de soberan¨ªa energ¨¦tica del presidente.
L¨®pez Obrador fue, de hecho, una de las primeras voces que sali¨® a respaldar a la petrolera. En un intento de minimizar el vertido, asegur¨® que esa ingente mancha de crudo se trataba de ¡°una peque?a fuga disuelta de aceite¡±. Las comparaciones son odiosas y la hemeroteca, cruel, pero las declaraciones del dirigente podr¨ªan pasar a las cr¨®nicas del horror medioambientalista mano a mano con un viejo conocido de la pol¨ªtica espa?ola, Mariano Rajoy. En el ya lejano oto?o de 2002, las costas gallegas se inundaron del petr¨®leo del Prestige, en lo que fue uno de los mayores desastres ecol¨®gicos de la historia del pa¨ªs europeo. Rajoy, entonces presidente, trat¨® de restarle importancia al asunto afirmando que del barco petrolero sal¨ªan ¡°unos peque?os hilitos con aspecto de plastilina¡±. M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, la desafortunada frase todav¨ªa le persigue. Qui¨¦n sabe si la ¡°peque?a fuga¡± de Obrador correr¨¢ la misma suerte.
M¨¢s all¨¢ de ret¨®rica, an¨¦cdotas y hemeroteca, la realidad es que los expertos en la materia, la gente que ha dedicado su vida a conocer, entender y frenar el cambio clim¨¢tico, est¨¢n alertando de un grave problema de seguridad en las instalaciones de Pemex. Un riesgo que se traduce en cat¨¢strofes clim¨¢ticas de consecuencias incalculables en aguas que contienen ecosistemas ¨²nicos. Pu?etazo tras pu?etazo en la mand¨ªbula de un medioambiente que se tambalea al borde del knock-out.
Preocupa tambi¨¦n el manual de actuaci¨®n de Pemex: negar la mayor, minimizar el impacto, yo no he sido, el problema es de esos medioambientalistas que a todo le ponen problemas ¡ª¡±es una estimaci¨®n de mala fe¡±, respondieron literalmente en esta ocasi¨®n¡ª. Ahora ya sabemos, a pesar de los intentos de silenciar las voces que lo denunciaban, que el 6 de julio un enorme derrame en los campos petroleros de Ek Balam aneg¨® el agua a su alrededor. Tambi¨¦n que un d¨ªa despu¨¦s, un incendio devor¨® otra de sus plataformas y dej¨® dos trabajadores muertos, un pu?ado de heridos y un desaparecido.
No fueron los ¨²nicos accidentes. Mientras revisaban con im¨¢genes satelitales el incendio, un grupo de acad¨¦micos descubri¨® otro derrame sucedido en junio que Pemex hab¨ªa ocultado, seg¨²n adelant¨® EL PA?S. Las autoridades tambi¨¦n guardaron silencio. Solo hace falta consultar los archivos de cualquier peri¨®dico para encontrar otros ejemplos, como aquel 2 de julio de 2021 en el que un ducto en llamas de la empresa logr¨® un ox¨ªmoron: un c¨ªrculo de fuego en el mar.
Las tragedias son el resultado de recortar presupuestos; de las presiones por aumentar la producci¨®n que conducen a fallos humanos y de una cuesti¨®n clave: la ausencia de un regulador independiente de Pemex, un vigilante real que fiscalice su funcionamiento y vele no por los intereses empresariales, sino por garantizar la seguridad y el menor impacto ambiental posible. Alguien que pueda imponer sanciones significativas a la compa?¨ªa cada vez que una decisi¨®n se tome en funci¨®n de los dividendos y no de la conservaci¨®n del entorno en el que se les permite trabajar. (Y, si queremos hilar fino, tambi¨¦n podemos recordar la insistencia de ciertos Gobiernos en seguir apostando por combustibles f¨®siles en un mundo que necesita desesperadamente un giro hacia las energ¨ªas renovables). Hasta entonces, fuego y crudo en el mar.
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