Violencia sobre ruedas
¡°Nos est¨¢n matando¡±, gritan los transportistas y conductores p¨²blicos o privados en M¨¦xico
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Mientras Europa explota con los tractores ocupando calles y carreteras en protestas agr¨ªcolas, al otro lado del Atl¨¢ntico, en M¨¦xico, los transportistas de mercanc¨ªas colapsan las v¨ªas con sus cam...
Esta es una entrega de la newsletter semanal de M¨¦xico, que puede seguirse en este enlace
Mientras Europa explota con los tractores ocupando calles y carreteras en protestas agr¨ªcolas, al otro lado del Atl¨¢ntico, en M¨¦xico, los transportistas de mercanc¨ªas colapsan las v¨ªas con sus camiones. Los primeros reclaman mejoras econ¨®micas en su actividad, los segundos temen por sus vidas: algunas de las pancartas que se exhibieron en los bloqueos dec¨ªan: ¡°Nos est¨¢n matando¡±. Y no es de hambre, precisamente. En Guerrero, uno de los Estados m¨¢s violentos, en un solo d¨ªa asesinaron a cinco conductores, pero los ataques se dan por todo el pa¨ªs, acostumbrado a solucionar sus asuntos a balazos. De la capital a Quer¨¦taro, a Acapulco, a Puebla, a donde sea. La violencia persigue y alcanza a la poblaci¨®n, as¨ª se vaya a 100 kil¨®metros por hora. Y oh, albricias, esta vez el presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, reconoci¨® el problema: ¡°Existe¡±, dijo. Y ¡°vamos a incrementar las patrullas¡±, a?adi¨®.?
Andar sobre ruedas no es una garant¨ªa de seguridad en M¨¦xico. Cualquier veh¨ªculo es una v¨ªctima posible. Si es un coche con ciudadanos, pueden detenerlo y secuestrar a los viajantes. Si es un cami¨®n, pasa lo mismo, se le frena por cualquier m¨¦todo y se roba la mercanc¨ªa, que luego acabar¨¢ vendi¨¦ndose en puestos callejeros, ya sean colchones o ma¨ªz, tanto da. Si es un autob¨²s de pasajeros, p¨²blico o privado, ver¨¢ c¨®mo unos malhechores suben a ¨¦l y extorsionan a todos los que pagaron su pasaje: echen en la bolsa los celulares, el dinero, las joyas, lo que haya. ?Pensaban que los trenes se libraban de los asaltos? Error. Las v¨ªas f¨¦rreas no suponen obst¨¢culo para los criminales, que ya saben c¨®mo reducir la marcha y despojar a los convoyes de todo lo que transporten, incluido migrantes, que tambi¨¦n sufren los ataques. Para los que gusten de ver pasar trenes, una tarde frente a las v¨ªas deja una impresi¨®n extra?a: ?qui¨¦nes son esos oscuros encapuchados que empu?an armas largas de pie entre los vagones? Agentes de seguridad. Qu¨¦ imagen. A veces saludan si ustedes tambi¨¦n agitan la mano.?
Queda el avi¨®n, que tambi¨¦n tiene su vulnerabilidad, porque los visitantes que llegan a M¨¦xico, justo en las puertas del pa¨ªs elegido para las vacaciones, sufren las tropel¨ªas de empleados corruptos que se quedan con las viandas que llevaban para disfrutar en casa. Adi¨®s al jam¨®n que uno compr¨® para sus amigos. Y con qu¨¦ descaro. Ni militares ni marinos que puedan impedirlo. La violencia se ejerce de muchas maneras y la corrupci¨®n es una de ellas. Hasta carteles avisan a los paisanos para que no se dejen estafar. M¨¢s que avisos, deber¨ªan poner medidas para solucionarlo, sirva la sugerencia.?
M¨¦xico es un pa¨ªs dif¨ªcil para viajar. De cualquier punto a cualquier punto, de punta a punta. M¨¢s vale no quejarse del adelantamiento extra?o que le hizo otro conductor en la ciudad, porque el increpado puede bajarse y darle dos tiros. No es una exageraci¨®n, ha ocurrido recientemente, m¨¢s de una vez. Tambi¨¦n ocurre que si un cami¨®n echa de la carretera al veh¨ªculo m¨¢s peque?o, que da dos vueltas en la cuneta, el ch¨®fer saldr¨¢ huyendo sin parar a socorrer a los heridos. Muchos atropellos y los accidentes suelen acabar as¨ª: con el conductor d¨¢ndose a la fuga y las autoridades y familiares busc¨¢ndolo, quiz¨¢ para siempre. ?Por qu¨¦ lo hacen? Porque no han pagado el seguro y temen las consecuencias, porque iban consumiendo coca¨ªna para aguantar las largas horas del trayecto, porque no tienen edad para manejar, por lo que sea, se fugan y all¨¢ se las vean los heridos o los muertos.
Hace tiempo, M¨¦xico dio una de las im¨¢genes m¨¢s crueles del momento. Decenas de personas acud¨ªan a robar el ma¨ªz (?o era trigo, o qu¨¦ cosa?) de un cami¨®n volcado en la carretera sin que a nadie se le pasara por la cabeza socorrer primero al ch¨®fer, que agonizaba entre la cabina y el asfalto. As¨ª muri¨®. A menudo se menciona la normalidad con la que se han acostumbrado los mexicanos a recibir las tragedias y la violencia, tan expuestos que est¨¢n a ellas a diario. Es tambi¨¦n una forma de desviar la mirada para no ver el horror cotidiano. Ojos que no ven, coraz¨®n que no siente, reza el dicho. Cada quien se protege como puede. Lo que sorprende es que no haya bloqueos todos los d¨ªas para exigir un poco de paz. Los tractores en Europa parecen un juego de ni?os visto desde el otro lado del Atl¨¢ntico.
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