El beso a Norma Pi?a y la visita de Harfuch a Sinaloa: las formas cambian, el fondo se hace esperar
El nuevo sexenio no ser¨¢ tan ruidoso, pero pocos esperan cambios profundos en la columna vertebral de un movimiento al que pertenecen tanto el anterior presidente como su sucesora
El escrutinio minucioso de la opini¨®n p¨²blica ante un nuevo gobierno puede concluir en el enga?o en lugar de prestar rigor a las conclusiones extra¨ªdas. No hay gesto de la nueva presidenta mexicana que no se observe estos d¨ªas con lupa y siempre para descifrar si hay cambios respecto al sexenio anterior o simple continuidad. Puede haber ambas cosas, ah¨ª radica el inter¨¦s del observador que mira c¨®mo el presidente del Senado, Gerardo Noro?a, besa a la jefa de la Suprema Corte, Norma Pi?a; o c¨®mo interpretar la caminata del nuevo secretario de Seguridad, Omar Garc¨ªa Harfuch, por Sinaloa, en pleno conflicto, o sus reuniones con autoridades de Guanajuato, tierras calientes. Por ahora, opinan los analistas, no son m¨¢s que gestos que habr¨¢n de concretarse en pol¨ªticas y recursos monetarios. Solo si la forma es fondo, cabe interpretar cambios en los primeros pasos de Claudia Sheinbaum al frente del gobierno. Y no es poca cosa en dos materias cruciales, la reforma judicial y la seguridad.
Se trata, vienen a decir los consultados, de otro talante, otros modales, un car¨¢cter distinto, pero alertan de que nadie puede esperar rupturas absolutas en la columna vertebral de un movimiento, la 4T, al que el anterior presidente y su sucesora pertenecen. Tan sorprendente ha sido la invitaci¨®n que se ha hecho a Norma Pi?a para participar en los festejos del aniversario del Senado, hombro con hombro junto a Noro?a, que habl¨® de acuerdos y di¨¢logos que algunas fuentes sit¨²an en d¨ªas atr¨¢s, como in¨¦dito es el recorrido de un secretario de Seguridad a Estados en pleno conflicto b¨¦lico por las fricciones del crimen organizado. Ni lo uno ni lo otro se vio meses atr¨¢s.
La analista pol¨ªtica Paola Zavala Saeb se apunta a sospechar, consciente de que solo el tiempo podr¨¢ darle o quitarle la raz¨®n, que hay alg¨²n juego respecto a la reforma judicial. Cree que al admitir la Suprema Corte el caso de constitucionalidad de la reforma judicial ha situado en un momento dif¨ªcil a la nueva presidenta, ¡°porque Sheinbaum no quiere un pa¨ªs convulso, desestabilizado, a inicios del sexenio¡±, aventura. De modo que no queda otra que negociar, dice. ?C¨®mo? ¡°La Corte puede mantener en suspenso la resoluci¨®n sobre el fondo, es decir, sobre si es o no constitucional la reforma, pero quiz¨¢ el procedimiento, la forma, en las leyes secundarias aprobadas por el Congreso pueda ser impugnado y eso retrase el proceso y se gane tiempo¡±, dice, en su particular teor¨ªa ¡°sospechosista¡±.
Tomarse un tiempo para implantar la reforma es algo que le puede caer bien al sistema judicial, pero quiz¨¢ tambi¨¦n a la presidenta, pues como recuerda el historiador Lorenzo Meyer, hombre de izquierdas y muy cercano a la 4T, ¡°Sheinbaum hace unos meses habl¨® de plazos para revisar la reforma, pero L¨®pez Obrador no dio pie a ello. Probablemente, a Sheinbaum le hubiera gustado contar con algo m¨¢s de tiempo, pero no podemos saberlo¡±, deja caer Meyer, que conoce bien el equipo de la presidenta.
Lo que todos dan por hecho es que la presidenta no es persona de choque de trenes, pero que nadie se puede llamar a enga?o por unas formas distintas. Ella misma salud¨® con un beso a Norma Pi?a el d¨ªa de su proclamaci¨®n, cuando hace un tiempo el monigote de cart¨®n de la presidenta de la Corte ard¨ªa en las piras morenistas mientras L¨®pez Obrador ordenaba ¡°no contestar ni al tel¨¦fono¡±. ?Gestos o cambios de fondo? ¡°El discurso de Sheinbaum es menos incendiario y, sin embargo, creo que es m¨¢s firme que L¨®pez Obrador, son distintas biograf¨ªas¡±, dice Meyer. No conf¨ªa en rupturas el historiador, ¡°salvo que as¨ª se imponga desde el exterior, por ejemplo, una crisis con Estados Unidos¡± o cosa similar que obligue a cambiar el rumbo.
La abogada Zavala Saeb, presidenta de la Organizaci¨®n Comunitaria por la Paz (Ocupa), no acaba de entender tampoco el gesto de Harfuch ni las declaraciones de Sheinbaum sobre la seguridad. Est¨¢ pendiente de ver la fiabilidad de los nuevos indicadores sobre inseguridad, delincuencia, homicidios, desapariciones. ¡°Yo creo que la mejor carta de Sheinbaum sigue siendo la continuidad, por tanto, no creo que la abandone, de entrada. Quiz¨¢ despu¨¦s de su ratificaci¨®n, si es ratificada en el poder [a mediados del mandato], pudieran darse otras se?ales¡±, afirma.
La tambi¨¦n analista Paula Sof¨ªa V¨¢squez se deslinda un tanto de esa idea. ¡°Yo no creo que la presidenta sea una calca, como dicen, del anterior. Hay diferencias en la forma de gestionar, no s¨¦ si por t¨¢ctica o estrategia, o por personalidad, pero creo que veremos un sexenio con menos grado de enfrentamiento y conflicto. Ella tiene claro su papel en la historia y en la obtenci¨®n de la victoria, es inteligente para saber su peso pol¨ªtico¡±, sostiene. Opina V¨¢squez, que el poder acumulados en votos no esconde ¡°la debilidad con la que inicia este mandato, en el que ya se anuncian nuevos ajustes para cumplir con la austeridad y con una administraci¨®n p¨²blica corta de cuadros que frena el avance de un eventual sello personal¡±, dice. ?Gestos y solo gestos, entonces? ¡°Bueno, siendo positivos, se podr¨ªa hablar de una intencionalidad de cambio, pero aunque no le llame delincuente a Norma Pi?a, la reforma judicial va, con sus riesgos y sus errores¡±.
Y lo mismo aplica V¨¢squez al asunto de la seguridad, que se ha colocado entre los prioritarios estos d¨ªas. Si bien es cierto que el sexenio ha comenzado a un ritmo trepidante en la calle, con espantosos asesinatos y conflictos sin fin, tambi¨¦n lo es que en el sexenio anterior ocurr¨ªan y no hab¨ªa paseos a la zona de conflicto. Pero eso, dice la analista, no se concreta por ahora en pol¨ªticas distintas. ¡°La prueba¡±, dice, ¡°ser¨¢ el presupuesto pr¨®ximo y c¨®mo se administrar¨¢ el capital humano en las secretar¨ªas¡±.