Dos semanas en la habitaci¨®n 506: as¨ª fueron secuestrados en un hostal de Ciudad de M¨¦xico 25 indios, una nepal¨ª y un salvadore?o
Los 27 migrantes, que entraron irregularmente por Chiapas, fueron incomunicados en un cuarto de dos por tres metros, donde los torturaban y extorsionaban
Todo empieza con una llamada nerviosa que llega al Centro de Atenci¨®n al Turista de Ciudad de M¨¦xico poco antes de la una de la tarde del viernes pasado. Al otro lado del tel¨¦fono hay un hombre agitado que no se identifica. Parece extranjero. Como puede, narra que est¨¢ secuestrado en Casa Talavera, un hostal a dos cuadras de la plaza del Z¨®calo, en pleno coraz¨®n tur¨ªstico de la capital. Dice que son 27 personas y que todas est¨¢n encerradas en la habitaci¨®n 506, en el quinto piso del edificio. Dice que los han torturado, les han robado todo su dinero y los pasaportes. Dice tambi¨¦n que les han quitado los celulares, pero han logrado esconder uno o dos, desde los que ahora se ponen en contacto. No los dejan salir desde hace dos semanas. Hay 25 ciudadanos indios, una mujer nepal¨ª y un salvadore?o.
Han cruzado a M¨¦xico desde Guatemala, por la frontera de Chiapas, algunos d¨ªas antes e irregularmente. Su idea, como la de la enorme mayor¨ªa, no es quedarse en el pa¨ªs, sino alcanzar Estados Unidos. Poco despu¨¦s de pisar territorio mexicano son contactados por ¡°unos sujetos de nacionalidad mexicana¡±, seg¨²n fuentes de seguridad de la capital. Les ofrecen alojarse en su hotel. El grupo acepta. Y sin darse cuenta, acaban retenidos por 15 d¨ªas en una habitaci¨®n de ¡°aproximadamente tres por dos metros¡± con literas. Solo les permiten utilizar sus tel¨¦fonos para llamar a sus familiares y pedirles m¨¢s dinero: el manual cl¨¢sico de la extorsi¨®n a migrantes en M¨¦xico.
Los secuestrados se comunican tambi¨¦n con los agentes a trav¨¦s de mensajes de WhatsApp, a los que ha tenido acceso EL PA?S, desde dos n¨²meros de tel¨¦fono distintos. La conversaci¨®n es algo surrealista: el secuestrado intenta hablar en espa?ol, seguramente con ayuda de alguna aplicaci¨®n de traducci¨®n, pero dice cosas sin sentido. El polic¨ªa responde en un ingl¨¦s torpe, pero consiguen entenderse. La parte m¨¢s coherente del intercambio sucede as¨ª:
13.36. Hombre secuestrado: Llamada perdida.
13.37 Hombre secuestrado: Hermano por favor ayudanos.
13.37. Hombre secuestrado: Llamada perdida.
13.38. Agente de polic¨ªa: TELL ME [Dime].
13.38. Agente de polic¨ªa: HOW CAN I HELP YOU ???? [?C¨®mo te puedo ayudar?].
13.38. Hombre secuestrado: yes help plz [s¨ª, por favor, ayuda].
13.39. Hombre secuestrado: Llamada, dura 32 segundos.
13.39. Hombre secuestrado: Help [ayuda].
El hombre contin¨²a pidiendo ayuda. Hace m¨¢s llamadas perdidas. Env¨ªa su ubicaci¨®n y fotograf¨ªas que muestran cortes y enormes hematomas en sus brazos. Tambi¨¦n otra imagen desenfocada en la que se aprecia a varios hombres hacinados en un cuarto min¨²sculo. Un tel¨¦fono distinto env¨ªa tambi¨¦n la misma ubicaci¨®n y suplica: ¡°Hellp me [sic]¡±. Los secuestrados han encontrado el n¨²mero de la Polic¨ªa Tur¨ªstica de la capital a trav¨¦s de Mi Polic¨ªa, una aplicaci¨®n de la Secretar¨ªa de Seguridad Ciudadana. Los agentes salen en cinco coches y llegan a las 14.24 al n¨²mero 25 de la avenida Pino Su¨¢rez.
Desde la calle no se ve el hostal. La entrada es a trav¨¦s de una taquer¨ªa que vende carnitas y pastor. Hay que caminar hasta el fondo del pasillo, la trastienda, donde hay un ascensor y unas escaleras. Es un buen lugar para un secuestro: adem¨¢s del restaurante y un taller de costura no hay vecinos. Casi todo el edificio est¨¢ vac¨ªo. Los agentes suben al quinto piso. La puerta del hotel es roja y est¨¢ protegida por una reja del mismo color. Sobre la pared azul hay unas luces de ne¨®n que dicen: ¡°M¨¦xico, mi amor¡±.
Abre la puerta una mujer de 52 a?os que se identifica como la due?a del hotel. Se llama Laura Talavera. Mientras la entrevistan, los agentes escuchan ruidos de fondo. Voces, gritos en un idioma que no son capaces de entender. As¨ª es como encuentran a los 27. Ninguno de los indios habla espa?ol y solo uno de ellos habla ingl¨¦s, por lo que la comunicaci¨®n con ellos es dif¨ªcil. Le tocar¨¢ al salvadore?o echar luz sobre la situaci¨®n.
Aun as¨ª, la polic¨ªa saca en claro lo necesario: llevan 15 d¨ªas secuestrados, incomunicados, han sido torturados ¡ª¡°presentaban golpes visibles¡°, dir¨¢ dos d¨ªas despu¨¦s en una rueda de prensa Pablo V¨¢zquez, secretario de Seguridad de la capital, ¡°adem¨¢s estaban nerviosos y sucios¡±. Hay otros dos hombres, mexicanos, en el hotel, a los que los migrantes identifican como sus torturadores: Marcos Yael, de 29 a?os, y su hermano Alan Yankeri, de 20. Por sus apellidos, presumiblemente son los hijos de la due?a. El m¨¢s joven lleva en la cintura una pistola de color negro que usaba para amedrentar a los secuestrados. Es una r¨¦plica.
Los tres secuestradores son detenidos en el momento. Los 27 migrantes reciben atenci¨®n m¨¦dica en el lugar. Casi todos muestran s¨ªntomas de una crisis de ansiedad. Los arrestados y las v¨ªctimas son trasladados a la Fiscal¨ªa Especializada en Materia de Delincuencia Organizada, pero despu¨¦s de una hora all¨ª, los responsables deciden que no es de su competencia ¡°debido a que no se acredita la delincuencia organizada¡±. As¨ª que todos son canalizados a la Fiscal¨ªa de Investigaci¨®n del Delito de Secuestro. All¨ª, se abre la carpeta de investigaci¨®n.
Como, salvo el salvadore?o, nadie habla espa?ol, los agentes contactan a la Embajada de la India para que env¨ªe dos traductores y al jefe consular. Mientras tanto, los 27 comen algo ¡ª¡°raciones secas¡±¡ª. Despu¨¦s de declarar, son alojados en un centro de asistencia social en la alcald¨ªa Venustiano Carranza. Llegan all¨ª, por fin y tras un d¨ªa muy largo, a las 21.20. Dos polic¨ªas custodian el edificio. En Casa Talavera, los agentes tambi¨¦n hacen guardias de dos en dos en la puerta desde el viernes. La ma?ana del lunes todav¨ªa seguir¨¢n all¨ª. Sobre la puerta del hotel, una cinta de clausura de la Fiscal¨ªa capitalina.
Preguntas sin resolver
El operativo, despu¨¦s de todo, ha sido discreto. Los de la taquer¨ªa de abajo apenas se han dado cuenta de que algo pasa, o eso dicen. Igual con varios comerciantes cercanos. Ninguno es consciente de haber visto grupos grandes de extranjeros antes alrededor del hostal. De hecho, en la acera de enfrente, hay una patrulla de polic¨ªa constantemente, comentan, que est¨¢ ah¨ª tambi¨¦n cuando este peri¨®dico acude al lugar.
El camarero de uno de los restaurantes cercanos, un venezolano, tambi¨¦n migrante, tambi¨¦n de camino a Estados Unidos hasta que Donald Trump frustr¨® cualquier aspiraci¨®n que tuviera de cruzar la frontera, dice que en ocasiones los clientes del hostal comen en el establecimiento, pero que nunca nadie se hab¨ªa quejado de nada parecido.
El caso plantea preguntas, aun as¨ª. ?C¨®mo es posible que dos j¨®venes de 20 a?os y una se?ora de 53 sean capaces de retener solos a 27 personas j¨®venes? ?Formaban parte de un grupo organizado, a pesar de que la Fiscal¨ªa no encontrara en un primer momento indicios de ello? ?C¨®mo llega un grupo de una veintena de personas de apariencia extranjera y sin hablar el idioma a un hotel en una calle que siempre est¨¢ frecuentada, custodiada constantemente por una patrulla policial, sin que nadie se d¨¦ cuenta?
Tambi¨¦n apunta a la existencia de una ruta establecida para ciudadanos de esas nacionalidades a trav¨¦s de Chiapas. El pasado octubre, el Ej¨¦rcito masacr¨® a seis migrantes que viajaban hacinados en un grupo de 33 personas en la parte trasera de un cami¨®n de carga de ganado. Entre ellos hab¨ªa ciudadanos de Nepal, India y El Salvador, adem¨¢s de gente procedente de Per¨², Honduras, Egipto, Cuba y Pakist¨¢n. Las organizaciones de derechos humanos han vuelto a alertar, con el regreso al poder de Trump en Estados Unidos, que la estrategia de blindar las fronteras y militarizar la contenci¨®n migratoria aboca a las personas a buscar rutas clandestinas donde se exponen a secuestros y extorsiones. Como los 27 de Ciudad de M¨¦xico.