?De qu¨¦ hablamos cuando hablamos de L¨®pez Obrador?
El presidente de M¨¦xico es lo que es. Un hombre que pone en juego sus virtudes y defectos para cumplir lo que concibe como un mandato hist¨®rico
Dos a?os despu¨¦s de haber ganado las elecciones, el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador sigue siendo un enigma para los mexicanos pese a que su voz y su rostro se han hecho omnipresentes en la vida del pa¨ªs. Las pasiones que inspira a favor y en contra han sustituido al f¨²tbol, a las series de Netflix o a los esc¨¢ndalos de Luis Miguel como el principal tema de conversaci¨®n en c¨ªrculos medi¨¢ticos y en las charlas de sobremesa de los mexicanos. Material no falta, gracias al manantial inagotable que arrojan dos horas diarias de conferencia matutina de lunes a viernes y videos a la Naci¨®n los s...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Dos a?os despu¨¦s de haber ganado las elecciones, el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador sigue siendo un enigma para los mexicanos pese a que su voz y su rostro se han hecho omnipresentes en la vida del pa¨ªs. Las pasiones que inspira a favor y en contra han sustituido al f¨²tbol, a las series de Netflix o a los esc¨¢ndalos de Luis Miguel como el principal tema de conversaci¨®n en c¨ªrculos medi¨¢ticos y en las charlas de sobremesa de los mexicanos. Material no falta, gracias al manantial inagotable que arrojan dos horas diarias de conferencia matutina de lunes a viernes y videos a la Naci¨®n los s¨¢bados y domingos. Antes de que la comentocracia y la redes sociales terminen de deglutir los planteamientos, denuestos y expresiones ofrecidas por el presidente, deben enfrentarse a una nueva andanada. Cuando ellos van, L¨®pez Obrador ya viene de regreso con m¨¢s material igualmente pol¨¦mico.
Y pese a esta sobre exposici¨®n, el presidente es un misterio, aun cuando todos creamos que le hemos tomado la medida. Y esto es as¨ª porque la concepci¨®n que la mayor¨ªa tenemos de ¨¦l se alimenta de las estampas y los clich¨¦s a trav¨¦s de los cuales hemos acu?ado eso que llamamos AMLO. Populista, trasnochado, provinciano, anacr¨®nico, ignorante, caprichoso, vengativo, belicoso, una amenaza para M¨¦xico, seg¨²n sus detractores; luchador infatigable, sabio, justo, incorruptible, conocedor profundo del alma mexicana, l¨ªder espiritual, seg¨²n sus seguidores.
Para nuestra desgracia es todo lo anterior de manera fragmentaria, lo cual lo convierte en un hombre en cierta forma indefinible. Un haz de contradicciones, una suma de ambig¨¹edades expresadas siempre de manera categ¨®rica. Tenemos una verdadera paradoja en Palacio Nacional: es profundamente desconfiado de la iniciativa privada y un estatista convencido, pero est¨¢ dedicado a adelgazar al Estado; un nacionalista a ultranza genuinamente convertido en amigo de Trump, el denostador de los mexicanos; un hombre progresista arraigado en el pasado; un luchador social que rechaza cualquier camino que no sea la democracia, empe?ado en debilitar a los ¨®rganos democr¨¢ticos; un fiero opositor de los neoliberales pero en materia de finanzas p¨²blicas m¨¢s ortodoxo que los neoliberales; un permanente rijoso que pregona abrazos en lugar de balazos; un hombre inflexible en sus ideas que repudia todo acto de represi¨®n; un intransigente que nunca pierde la paciencia; un amante de la naturaleza obsesionado con las energ¨ªas m¨¢s contaminantes.
Frente a esta compilaci¨®n de contradicciones, los mexicanos hemos creado un L¨®pez Obrador en nuestra cabeza a modo y forma de nuestra concepci¨®n del mundo o de nuestros intereses. Y cada cual hemos podido encontrar en la realidad los fragmentos que mejor acomodan a nuestra visi¨®n. El problema es que en cuanto intentamos ampliar nuestra perspectiva e incluir otros fragmentos, si es que deseamos ser honestos, nuestro esquema se hace trizas.
No, no es Ch¨¢vez ni Maduro por m¨¢s que intenten convencernos quienes lo repudian y desear¨ªan que AMLO inflara la burocracia, propiciara el endeudamiento o incurriera en una narrativa antiimperialista para justificar la estampita que han creado, pero no es as¨ª. Tampoco es un hombre de izquierda pese a lo que hubi¨¦ramos querido los cr¨ªticos del antiguo r¨¦gimen, como queda demostrado, entre otras cosas, por su desd¨¦n a la agenda feminista o a la ambientalista y por el extra?o apego a Trump (que, todo indica, va m¨¢s all¨¢ de una actitud pragm¨¢tica).
L¨®pez Obrador es lo que es. Un hombre que pone en juego sus virtudes y defectos para cumplir lo que concibe como un mandato hist¨®rico: encabezar las reivindicaciones del M¨¦xico sumergido, acabar con la corrupci¨®n de los de arriba y propiciar el bienestar de los ignorados y oprimidos. Una noci¨®n que puede sonar anacr¨®nica y simplista en los barrios acomodados y en los centros financieros de Paseo de la Reforma, pero urgente y obvia en la sierra de Oaxaca o la l¨ªnea 5 del Metro en la ciudad de M¨¦xico. AMLO es tan complejo y variopinto como el pueblo ignorado y oprimido a nombre del cual gobierna. Porque si nosotros hemos hecho una construcci¨®n de L¨®pez Obrador, ¨¦l tambi¨¦n lo ha hecho de lo que llama ¡°pueblo¡±, una entidad a la que ¨¦l que representa y en la cual se funde porque ¨¦l ¡°ya no se pertenece¡±.
Y de estas dos ambig¨¹edades est¨¢ hecho el sexenio o las percepciones del sexenio. El AMLO acartonado y parcializado que los mexicanos hemos construido, y el pueblo infalible, sabio y admirable que solo existe en su cabeza. Su idea cosificada de pueblo se ha mantenido a pesar de las golpes de realidad que el presidente ha querido ignorar: los abucheos populares cuando los ha habido, las matanzas entre ind¨ªgenas, los linchamientos absurdos y salvajes, los bloqueos de v¨ªas y los saqueos de almacenes, el fracaso de sus exhortos para no entregarse al crimen organizado, el desd¨¦n a sus abrazos no balazos, la persistencia de la corrupci¨®n tambi¨¦n entre los de abajo pese a sus reiterados anuncios de que esto ya hab¨ªa cambiado.
Y con todo, frente los mandatarios anteriores que dec¨ªan gobernar para todos los mexicanos y en realidad lo hac¨ªan para los suyos, ya de por s¨ª privilegiados, prefiero un presidente que gobierna para los empobrecidos, idealizados o no. A tirones y jalones, entre exabruptos y provocaciones, plagado de negros en el arroz y embates innecesarios y desgastantes por el estilo presidencial, lo cierto es que est¨¢ en marcha un proceso de cambio real. Podr¨ªa ser mejor, de otra manera o m¨¢s amplio, pero es el que hay y dif¨ªcilmente habr¨¢ otro distinto, porque est¨¢ hecho a la imagen de este hombre fragmentado, tozudo y contradictorio. Y sin embargo all¨ª est¨¢: el combate a la corrupci¨®n es real, el gasto suntuario y privilegiado de la clase pol¨ªtica est¨¢ desapareciendo, la evasi¨®n fiscal de los poderosos se acota por vez primera, la transferencia real a los sectores oprimidos est¨¢ en proceso, la atenci¨®n al sureste abandonado que no exist¨ªa, la transparencia y la rendici¨®n de cuentas desconocidas para Pe?a Nieto, el extinguido chayote destinado a la prensa, la infraestructura de salud que pese a recibirla desmantelada ha resistido una pandemia.
M¨¢s all¨¢ de los clich¨¦s reduccionistas que intentan hacerse una idea de un L¨®pez Obrador inaprensible, el presidente opera un cambio de r¨¦gimen m¨¢s para bien que para mal, a veces a pesar de s¨ª mismo o de la idea de s¨ª mismo que los mexicanos hemos construido.
@jorgezepedap