Historia de la tercera persona
Hubo un tiempo para escribir esto sin ser un hombre blanco de apellido con muchas consonantes
Hubo un tiempo en el que a las cosas que est¨¢n adentro de los libros se les empez¨® a llamar literatura. Hubo un tiempo en el que a la palabra Literatura se le puso una L may¨²scula. Hubo un tiempo en el que los g¨¦neros literarios eran estanter¨ªas y si esto no cab¨ªa aqu¨ª ni ac¨¢ entonces no era Literatura. Hubo un tiempo en el que los escritores escrib¨ªan aislados. Hubo tiempo para construir las torres para que los escritores escribieran aislados las cosas que est¨¢n adentro de los libros. Hubo un tiempo en el que gente correteaba gansos para que los escritores escribieran con plumas de ganso. Hub...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Hubo un tiempo en el que a las cosas que est¨¢n adentro de los libros se les empez¨® a llamar literatura. Hubo un tiempo en el que a la palabra Literatura se le puso una L may¨²scula. Hubo un tiempo en el que los g¨¦neros literarios eran estanter¨ªas y si esto no cab¨ªa aqu¨ª ni ac¨¢ entonces no era Literatura. Hubo un tiempo en el que los escritores escrib¨ªan aislados. Hubo tiempo para construir las torres para que los escritores escribieran aislados las cosas que est¨¢n adentro de los libros. Hubo un tiempo en el que gente correteaba gansos para que los escritores escribieran con plumas de ganso. Hubo un tiempo en el que las historias ten¨ªan un inicio, un cl¨ªmax y un final. Hubo un tiempo en el que los finales eran felices o tristes. Hubo un tiempo para inventar los pa?uelos de tela para los finales tristes. Hubo un tiempo en el que se invent¨® la tercera persona, como la que est¨¢ adentro de la Biblia. Hubo un tiempo para bautizar a la tercera persona omnisciente. Hubo tiempo para celebrar, para echar el bolo en el bautizo, para tomar las fotos con los invitados todos ellos hombres blancos. Hubo un tiempo en el que la tercera persona omnisciente beb¨¦ se dio cuenta de que lo controlaba todo, lo que dec¨ªan los personajes y a qu¨¦ horas lo dec¨ªan. Hubo un d¨ªa en el que la tercera persona omnisciente creci¨® y se dio cuenta de que tambi¨¦n pod¨ªa decidir qu¨¦ so?aban los personajes y les dio miedos y luego les dio peores miedos y peores pesadillas y as¨ª se re¨ªa, pero tambi¨¦n hubo un d¨ªa en el que la tercera persona omnisciente adulta se dio cuenta de que hab¨ªa alguien que la controlaba porque ten¨ªa todo en un mapa y en post-its de colores en la pared y eso no le dio risa. Hubo un tiempo triste en el que la tercera persona omnisciente se dio cuenta de que lo sab¨ªa todo pero no ten¨ªa cuerpo para llorar y eso fue muy triste. Hubo un tiempo oscuro en el que la tercera persona omnisciente se dio cuenta de que no pod¨ªa ver m¨¢s all¨¢ del libro empastado con pieles de animales porque los escritores blancos dominaban las historias como a los animales. Hubo un tiempo para poner letras doradas en los t¨ªtulos de los libros porque ese es el color del oro y del poder. Hubo un tiempo para ponerles letras doradas a los libros escritos por hombres blancos con apellidos con muchas consonantes. Hubo un tiempo para que la gente ordenara los apellidos de los hombres blancos con muchas consonantes en las bibliotecas. Hubo un tiempo para sacarles fotos a los bibliotecarios para hacer sus credenciales y hubo un tiempo para plastificarlas y ponerles cordones. Hubo un tiempo feliz en el que la tercera persona omnisciente se dio cuenta de que tambi¨¦n pod¨ªa estar en otras partes, como en los peri¨®dicos y pronto se dio cuenta de que tambi¨¦n pod¨ªa salir en la televisi¨®n y ah¨ª de c¨®mo se ve¨ªa muy bien. Pero tambi¨¦n hubo un tiempo en el que una mujer hizo un poema, y luego otro y luego otro, y hubo un tiempo en el que esa poeta bail¨® el mene¨ªto despu¨¦s de escribir un poema en Lesbos. Tambi¨¦n hubo un tiempo para darse cuenta de que la primera novela con una flamante tercera persona no la escribi¨® un hombre de cuyo nombre no quiero acordarme sino una mujer. Hubo un tiempo en el que a esa escritora japonesa ni?a se le cay¨® su primer diente y hubo un tiempo en el que a esa escritora japonesa joven se le ocurri¨® escribir la primera novela. Tambi¨¦n hubo un tiempo en el que la silueta de una monja fue el primer mapa de Am¨¦rica Latina y hubo un tiempo en el que las ni?as que compraban mapas de Am¨¦rica Latina no sab¨ªan que esa era la silueta de una monja. Y hubo un tiempo para nacer. Hubo un tiempo para aprender a hablar espa?ol, hubo un tiempo para decir gromas en vez de bromas y pantunflas en vez de pantuflas y hubo un tiempo para aprender a hablar en efe en tercero de primaria. Hubo un tiempo adolescente para escuchar varias veces la misma canci¨®n de Enrique Iglesias y hubo un d¨ªa para descubrir que al lado del est¨¦reo hab¨ªa libros que ten¨ªan adentro cosas y al lado hab¨ªa un peri¨®dico del d¨ªa anterior que ten¨ªa un suplemento cultural. Y hubo un tiempo para descubrir las cosas que est¨¢n adentro de los libros escritas por hombres blancos con apellidos con muchas consonantes y descubrir los peri¨®dicos con columnas escritas por hombres tambi¨¦n. Hubo un tiempo para imitar un poema malo como si fuera bueno y hubo un tiempo para pensar que todos los libros eran muy buenos porque eran libros. Hubo un tiempo de no creer que se pod¨ªa hacer las cosas que est¨¢n adentro de los libros ni tampoco se pod¨ªan hacer las cosas que est¨¢n en los peri¨®dicos. Hubo un tiempo para desvelarse hablando con alguien al otro lado del tel¨¦fono sobre eso. Hubo un tiempo de inseguridad. Hubo un tiempo de ir en la carretera y que sonara una canci¨®n Enrique Iglesias y hubo tiempo para decir esa canci¨®n es buen¨ªsima: s¨²bele. Hubo un tiempo de no creer que se pod¨ªa escribir las cosas que est¨¢n adentro de los libros o de los peri¨®dicos porque no se es un hombre blanco. Hubo un tiempo para guardar en secreto los cuadernos porque no se escribe historias con inicios, cl¨ªmax y finales tristes o felices, historias contadas por una voz en tercera persona omnisciente. Hubo un tiempo para guardarse las historias en primera persona. Hubo un tiempo para publicar algo en una revista de fotocopias engrapadas. Hubo un tiempo para emborracharse con Caribe Cooler y caguamas en un estacionamiento. Hubo un tiempo para escribir cosas impublicables y tener la tranquilidad de que todo eso nunca iba a salir. Hubo tiempo para salir por m¨¢s caguamas. Hubo un tiempo para m¨¢s inseguridades. Hubo un tiempo para comer un brownie de marihuana y pensar que ese era un final triste y hubo un tiempo para tomar una Coca Cola feliz y regresar al mundo. Hubo un tiempo para estudiar las cosas que est¨¢n adentro de los libros y hubo un tiempo para leer los suplementos culturales de pe a pa los s¨¢bados por la ma?ana. Hubo un tiempo para llegar tarde a una clase con el pelo mojado y el coraz¨®n roto. Hubo un tiempo de escribir sobre eso sin decirle a nadie. Hubo un tiempo para escribir otras cosas y decirle a una amiga estoy escribiendo algo. Hubo un tiempo para escribir m¨¢s cosas impublicables. Hubo un tiempo para escribir algo que est¨¢ adentro de un libro sin pensar que eso era posible porque no est¨¢ en tercera persona, no tiene inicio, cl¨ªmax ni final triste o feliz. Hubo un tiempo de no creer que siendo mujer se pod¨ªa escribir algo que est¨¢ adentro de un libro y que no sea una voz en tercera persona omnisciente que lo sabe todo ni sea una historia con inicio, cl¨ªmax y un final triste o feliz. Y tambi¨¦n hubo un tiempo para escribir esto sin ser un hombre blanco de apellido con muchas consonantes y que ahora est¨¢ ahora adentro del mismo peri¨®dico que estaba al lado del est¨¦reo adolescente.