Los l赤mites a la lealtad
Lo que fueron figuras parecen ser ya 車rdenes. O se le tiene completa lealtad a L車pez Obrador y al proyecto transformador en tanto encarnaci車n de la justicia o, pr芍cticamente se est芍 en contra de 谷l
Han sido varias las ocasiones en que el presidente L車pez Obrador ha dicho que la justicia prevalece sobre el derecho. Que siempre debe optarse por la primera respecto de la segunda. En su decir me parec赤a encontrar un mero ejercicio ret車rico, propio de quienes, como 谷l, provienen de la lucha social. Una frase hecha para el discurso, con altas posibilidades de conectar con sus bases y potenciales electores. Sin embargo, lo afirmado por 谷l la semana pasada con motivo de la renuncia de Jaime C芍rdenas es distinto. El presidente afirm車 con rotundidad: ※Pedimos lealtad a ciegas, para acabar con la c...
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Han sido varias las ocasiones en que el presidente L車pez Obrador ha dicho que la justicia prevalece sobre el derecho. Que siempre debe optarse por la primera respecto de la segunda. En su decir me parec赤a encontrar un mero ejercicio ret車rico, propio de quienes, como 谷l, provienen de la lucha social. Una frase hecha para el discurso, con altas posibilidades de conectar con sus bases y potenciales electores. Sin embargo, lo afirmado por 谷l la semana pasada con motivo de la renuncia de Jaime C芍rdenas es distinto. El presidente afirm車 con rotundidad: ※Pedimos lealtad a ciegas, para acabar con la corrupci車n, con los abusos, para llevar a cabo un Gobierno austero sobrio, hacer justicia. S赤 es lealtad al pueblo, no a la persona, porque se convierte en abyecci車n. Queremos lealtad al proyecto de transformaci車n. Debemos poner por delante la justicia§.
A diferencia de otras intervenciones o, al menos, de otras ret車ricas justicieras, en esta ocasi車n el presidente dio lugar a una clara confrontaci車n entre dos modos completamente distintos de hacer pol赤tica. Su llamado fue a dejar de lado las regulaciones normativas del quehacer p迆blico para asumir, sin ambages de ning迆n tipo, un proyecto de transformaci車n nacional. De sus palabras puede desprenderse la exigencia de una subordinaci車n completa a lo que tal proyecto sea, pr芍cticamente con independencia a lo que el derecho disponga. Ello debe interpretarse de esta forma, en tanto no se haga ning迆n tipo de matizaci車n ni intermediaci車n. La subordinaci車n exigida en forma de lealtad personal es a la transformaci車n misma y no, desde luego, a las normas jur赤dicas contenidas en la Constituci車n. La demostraci車n de todo ello est芍, finalmente, en la supuesta identificaci車n del proyecto con la justicia. Lo que fueron figuras parecen ser ya 車rdenes. O se le tiene completa lealtad a L車pez Obrador y al proyecto transformador en tanto encarnaci車n de la justicia o, pr芍cticamente se est芍 en contra de 谷l.
Debido a que el presidente habl車 en una situaci車n espec赤fica (la renuncia de Jaime C芍rdenas) y en el pa赤s prevalecen ciertas condiciones institucionales para el quehacer pol赤tico, tenemos que entender sus admoniciones y se?alamientos en el contexto que se produjeron. Esto, no solo como manera de entender el pasado reciente sino, mucho m芍s relevantemente, como forma de precavernos a lo que muy posiblemente va a incrementarse en el futuro pr車ximo.
La primera cuesti車n a considerar es la relativa a lo que sea el proyecto de transformaci車n se?alado por el presidente. Si es, en sus palabras ※acabar con la corrupci車n, con los abusos, para llevar a cabo un Gobierno austero sobrio, hacer justicia§, la lealtad exigida se aviene bien a lo que disponen las normas de nuestro orden jur赤dico. Todo lo que se demanda hacer est芍 previsto en disposiciones constitucionales o legales, de manera que bastar赤a impulsar la aplicaci車n del derecho mediante los 車rganos competentes (debidamente capacitados y financiados) para que la tan anhelada transformaci車n se realice. Como el presidente no est芍 buscando esto, habr芍 que concluir que el proyecto de transformaci車n no se reduce a la actualizaci車n del derecho, sino a otra cosa, desde luego distinta.
Lo que se demanda en realidad es la realizaci車n de una justicia distinta y no necesariamente contenida en el derecho. De unos designios determinados por 谷l o, en el mejor de los casos, por 谷l y por el movimiento que encabeza. Lo que en realidad se est芍 pretendiendo es que la transformaci車n buscada, y en mucho con independencia del derecho, se actualice a partir del programa que el presidente ha ido construyendo con los a?os, ajust芍ndolo con motivo de los aconteceres que se le han presentado y, muy probablemente y sin que lo diga, conforme a los requerimientos de los potenciales electores o desplazamientos propios de los rejuegos electorales.
Entonces, si, en efecto, el derecho queda reducido a un accidente u obst芍culo a superar y si, tambi谷n, el proyecto es eso, un algo en permanente adecuaci車n, la lealtad requerida al proyecto transformador no puede reclamarse sino para quien encabeza el movimiento que lo har芍 posible. La lealtad, m芍s all芍 del ajuste despersonalizante de las palabras del presidente, precisamente se reclama para 谷l. La lealtad no puede ser para algo que ni es claro, ni est芍 asentado en pr芍cticas institucionalizadas. La lealtad exigida es para la persona. Para quien en otra ocasi車n declar車 que ya no se pertenec赤a a s赤 mismo, sino al proyecto que habr赤a de salvar al pueblo.
Un segundo problema de las palabras del mandatario tiene que ver con los destinatarios. Aquellas personas a las cuales demand車 la total lealtad. Desde luego no estaba hablando de la totalidad de los habitantes o al menos de los ciudadanos de este pa赤s. Ello, adem芍s de ingenuo hubiera sido contrario a la m芍s elemental pluralidad pol赤tica. Estaba hablando en el contexto de la renuncia del doctor C芍rdenas, a quienes laboran en el servicio p迆blico. ?A todos ellos? Me parece que no, al menos como posibilidad constitucional, pues por definici車n normativa y al menos por eso, no podr赤a referirse a quienes laboran en 車rganos no subordinados al Ejecutivo Federal. Es decir, a los juzgadores, a los representantes populares y a los integrantes de 車rganos aut車nomos.
En realidad, y como posibilidad jur赤dica, 迆nicamente pod赤a referirse, jur赤dicamente hablando, desde luego, a quienes forman parte de la administraci車n p迆blica federal. Aqu赤 es donde se presenta la m芍s interesante cuesti車n del discurso presidencial. El art赤culo 128 de la Constituci車n dispone: ※Todo funcionario p迆blico, sin excepci車n alguna, antes de tomar posesi車n de su encargo, prestar芍 la protesta de guardar la Constituci車n y las leyes que de ella emanen§. De lo que se trata es de que antes de comenzar a ejercer sus responsabilidades, de forma consciente y voluntaria, asuma la disposici車n a ejercer sus actos de autoridad conforme a las normas del orden jur赤dico mexicano. Es un acto primario e inicial de internalizaci車n necesario para que buena parte de la acci車n p迆blica se adec迆e a lo establecido por otros 車rganos del Estado.
?Qu谷 pasa, sin embargo, si a quienes est芍n subordinados al presidente se les exige, simult芍neamente, subordinar la totalidad de sus actos a lo que disponen las normas jur赤dicas y guardar lealtad al proyecto que, determinado por una persona, no est芍 recogido o, inclusive, es contrario a esas normas jur赤dicas? En el extremo, que el correspondiente servidor p迆blico tendr赤a que optar entre mantener la vigencia del derecho o su lealtad al proyecto de su l赤der. Cuando el presidente exige no solo lealtad, sino ※lealtad absoluta§, est芍 obligando a las personas que laboran en la administraci車n a que en los casos de conflicto, dejen de lado lo que prometieron hacer antes de ocupar su cargo y realicen lo que el proyecto transformador les exija, m芍s all芍 de que, a diferencia del derecho, este no se traduzca en 車rdenes o prohibiciones expresas, sino m芍s bien en la persecuci車n de objetivos en proceso de definici車n y ajuste.
Si nos tomamos en serio, y no veo porque no habr赤amos de hacerlo, las demandas presidenciales, los escenarios futuros son bastante predecibles. En los a?os por venir veremos un creciente n迆mero de actos jur赤dicamente irregulares, si es que los servidores p迆blicos asumen que su lealtad es con el Presidente y no con la Constituci車n. En caso contrario, podremos observar un proceso m芍s lento, en el que despu谷s de un ciclo de renuncias, atestig邦emos la producci車n de normas igualmente irregulares por parte de los leales nombrados para sustituir a los desleales. Finalmente, es posible advertir que puede producirse una gran par芍lisis por aquellos que, en un curioso equilibrio, ni quieran desacatar el derecho ni quieran mostrar su falta absoluta de lealtad; por aquellos que sepan recuperar la antigua disposici車n de acatar sin cumplir.
La condici車n para que las cosas p迆blicas no se desborden o paralicen, est芍 prevista en la propia Constituci車n. Por una parte, no existe ninguna disposici車n que le permita al presidente exigir lealtad a los funcionarios p迆blicos, as赤 sea que est谷n actuando en su propia administraci車n. En segundo lugar, la divisi車n de poderes est芍 pensada, hist車rica e institucionalmente, para que las diversas autoridades controlen aquellos actos del presidente y su Administraci車n que, por las razones que fueren, incluida la lealtad, sean contrarios al orden jur赤dico. As赤, diputados, senadores, ministros, magistrados, jueces, fiscales, gobernadores, comisionados y todos los que se quiera tienen determinado con bastante claridad cu芍les son sus competencias y qu谷 medios jur赤dicos pueden utilizar para preservarlas. Es decir, desde manifestar un simple no en una votaci車n hasta promover un remedio judicial para que un tercero, deseablemente imparcial, en su caso anule el acto contrario al derecho.
Como acto pol赤tico, el presidente puede exigir lealtad a quienes nombr車 o a quienes fueron designados por 谷l. Sin embargo, no puede, ni pretender ni reclamar que unos y otros dejen de observar lo dispuesto en las normas jur赤dicas. Hacerlo supondr赤a la deslealtad del presidente para con la Constituci車n y las leyes. Su realizaci車n ser赤a un acto personal赤simo de colocaci車n de un proyecto pol赤tico por encima de las normas que sostienen nuestra convivencia social y, por lo mismo, se prometi車 guardarlas y hacerlas guardar.