Conmemoremos los bicentenarios sin omisiones ni exclusiones
Gan車 un relato hist車rico conservador, especialmente a lo largo del siglo XX, no solo por la metodolog赤a utilizada, sino tambi谷n por el mensaje emitido que privilegi車 una visi車n militarista y guerrera
Mucha p車lvora, bayonetas caladas, casacas de corte napole車nico, oficiales de gesto adusto y grave, alg迆n cura, pocos civiles, caballos caracoleando al son de tambores y cornetas llamando a arrebato, es en gran parte la imagen que legaron los relatos y las cr車nicas de la historia de las independencias coet芍neas con estas. Tras el triunfo de los Estados naciones desde los a?os 30 del 1800, se empez車 a fabricar en la memoria de la naci車n. Las plazas de armas se renombraron en honor de los h谷roes, incluso sus nombres llegaron a ciudades, regiones, estados y pa赤ses; pinturas rom芍nticas inmortalizar...
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Mucha p車lvora, bayonetas caladas, casacas de corte napole車nico, oficiales de gesto adusto y grave, alg迆n cura, pocos civiles, caballos caracoleando al son de tambores y cornetas llamando a arrebato, es en gran parte la imagen que legaron los relatos y las cr車nicas de la historia de las independencias coet芍neas con estas. Tras el triunfo de los Estados naciones desde los a?os 30 del 1800, se empez車 a fabricar en la memoria de la naci車n. Las plazas de armas se renombraron en honor de los h谷roes, incluso sus nombres llegaron a ciudades, regiones, estados y pa赤ses; pinturas rom芍nticas inmortalizaron esa imagen, monolitos conmemorativos se alzaron en c谷ntricos emplazamientos y una proliferaci車n de esculturas a caballo o sin 谷l convirtieron la cr車nica nacional en una Historia de Bronce. Esta simbolog赤a se elev車 en iconos de la naci車n y el proceso de estatalizaci車n de la identidad nacional fue acelerado, sin tregua, sin concesiones, pues hab赤a que unificar 300 a?os de diversidad colonial. A ello contribuy車 la fusi車n de la categor赤a nacional con la de patriota. La Iglesia y el Ej谷rcito actuaron como mecanismos institucionales de la nacionalizaci車n. Las fiestas patrias asentaron en una poblaci車n, diversa social, 谷tnica y racial, unos or赤genes comunes, una historia patria que les uniera en los derechos de nacimiento. Aunque nada se dijo de la igualdad social, ni siquiera de los derechos pol赤ticos. El liberalismo triunfante se olvid車, a menudo, de la democracia. Hubo que conquistarla, como lamentablemente se sabe. Hablamos de Am谷rica Latina, aunque tambi谷n podr赤amos estar aludiendo a los Estados nacionales europeos.
Pero tambi谷n gan車 un relato hist車rico conservador, especialmente a lo largo del siglo XX, no solo por la metodolog赤a utilizada, sino tambi谷n por el mensaje emitido que privilegi車 una visi車n militarista y guerrera, de hero赤smo y sacrificios por la ※patria§, que atribu赤a el caos y el desorden a la ※inestabilidad§ de los gobiernos nacionales parlamentarios y constitucionales, producto de las divisiones pol赤ticas, de la importaci車n de ideas extranjeras -especialmente francesas y anglosajonas- ajenas y poco comprensibles por la poblaci車n. Lectura hist車rica que vino a confluir y reforzar, desde distinta 車ptica, la tesis de las ※revoluciones atl芍nticas§ de Robert Palmer y Jacques Godechot que explicaban que todas las revoluciones del siglo XIX -incluidas las independencias- eran una m赤mesis de la independencia de los Estados Unidos y de la Revoluci車n Francesa.
Para el caso espa?ol, a ello contribuy車 con especial aliento, una historia nacionalcat車lica y falangista que rescat車 como valores tradicionales los gestados durante el antiguo r谷gimen y como ※extranjeros§ los liberales -irreligiosos y afrancesados-, am谷n de la tesis de la masoner赤a como instrumento conspirador de fuerzas ocultas. Solo hace falta repasar, en este caso, los manuales de bachiller de historia de Espa?a desde 1939 hasta 1977. Doctrina que, m芍s o menos sorprendentemente, llega hasta hoy como evidencian ciertas declaraciones que producen sonrojo de algunos pol赤ticos espa?oles.
Por diversas v赤as de interpretaci車n hist車rica se estableci車, en buena parte de la segunda mitad del siglo XX, una divisi車n impostada del siglo XIX. La guerra, las pasiones desatadas, el desorden y la inestabilidad y tambi谷n el atraso, la desigualdad, la injusticia social eran inherentes al mundo hispano per se, mientras que el establecimiento de sociedades m芍s estructuradas, con tradiciones parlamentarias y constitucionales, pensadores ilustres, etc谷tera, correspond赤an a otros mundos ※occidentales§. Aparte de Max Weber, que hizo bien su trabajo identificando el protestantismo con el origen del capitalismo, las ciencias sociales latinoamericanas post segunda guerra mundial -especialmente la Teor赤a de la Dependencia- y su an芍lisis presentista de la historia, tambi谷n contribuyeron a una visi車n de un Ochocientos latinoamericano deprimente. La construcci車n de ※modelos§ revolucionarios como el ingl谷s -industrial- y el franc谷s -pol赤tico y social- en el que se miraron muchas de las interpretaciones de las historias nacionales, tambi谷n la espa?ola, devolvi車 una imagen de ※fracasos§. No obstante, abstraerse a una visi車n presentista del Ochocientos latinoamericano en que el escenario de Guerra# ?Fr赤a? en Am谷rica Latina desde los a?os cincuenta, entre dictaduras y revoluciones -la cubana, la nicarag邦ense-, fue notablemente dif赤cil. Tanto que condicion車 y sesg車 la visi車n del siglo XIX.
Todo este c車ctel historiogr芍fico empez車 a cuestionarse desde fines de los sesenta y con resultados muy visibles desde los noventa del siglo XX. La profesionalizaci車n de la historia, el aumento de estudiantes y centros universitarios, el crecimiento de programas de doctorado en historia en las universidades latinoamericanas, la mejora sustancial del acceso a las fuentes, entre otros factores, hizo que este pesado legado hist車rico nacionalista, y tambi谷n dependiente de las ciencias sociales, empezara a quebrarse.
Y lleg車 2021. Estamos en la ※segunda ola§ bicentenaria de las independencias latinoamericanas con el protagonismo de Per迆, M谷xico y Centroam谷rica m芍s Panam芍 y a un a?o del bicentenario de la independencia de Brasil. A diferencia de 2009-2011, en donde se conmemor車 el bicentenario de las independencias de buena parte de los pa赤ses latinoamericanos, en esta ocasi車n no hay una ※carrera§ de los distintos gobiernos por demostrar qu谷 pa赤ses fueron los primeros. Tampoco existe -que sepamos- un dilema pol赤tico, con sustrato econ車mico, del Gobierno espa?ol por clarificar, tras 200 a?os, su posicionamiento diplom芍tico en los bicentenarios -el lema gubernamental espa?ol en aquel entonces fue ※acompa?ar§-. Aunque es digno de menci車n el apoyo de Acci車n Cultural Espa?ola a la colecci車n S赤lex Ultramar y sus vol迆menes correspondientes a los distintos bicentenarios.
No ha sido, y no es, tarea f芍cil escribir o reescribir la historia de las independencias. Al cometido, muchas veces ingrato e inc車modo, de desnacionalizar el pasado, lo es tambi谷n el desligarse del presente, no solo por cuestiones de an芍lisis hist車rico, sino por compromiso pol赤tico y social. Un presente latinoamericano que sigue condicionando, y mucho, su pasado. Y, adem芍s, se le suma el uso pol赤tico de la historia que se alborota cuando llegan estas conmemoraciones. M芍s en el caso de los Bicentenarios. No hay casi conmemoraci車n que desde el poder se intente adecuarla a sus intereses de turno, reacomodando acontecimientos o reinterpretaciones del pasado no solo desde un presentismo antag車nico con un an芍lisis hist車rico riguroso -tiempo y espacio, como menos- sino tambi谷n con una serie de contrafactuales imperativos que desde una visi車n lineal de la historia hacen responsables o deudores a sociedades actuales. O, todo lo contrario. Como ejemplo sirva el Bicentenario del Trienio Liberal que est芍 pasando casi inadvertido, si no fuera por la iniciativa de algunas universidades, ayuntamientos y la Secretar赤a de Estado de Memoria Democr芍tica.
Con todo se constata, desde hace m芍s de una d谷cada, un gran avance de los estudios sobre los procesos de independencia americanos. Y ello debido a varios factores. En primer lugar, hay una conjunci車n intergeneracional de valiosos historiadores e historiadoras latinoamericanos y latinoamericanistas que, con denodados esfuerzos y muchas veces en condiciones adversas, est芍n pr芍cticamente reescribiendo una historia desde par芍metros anal赤ticos y cr赤ticos, desnacionalizada, que aborda desde los campos sociales-econ車micos hasta los ideol車gicos y pol赤ticos. En segundo lugar, es constatable la presencia de muchos y buenos estudios regionales que al tiempo que ponen en cuesti車n el centralismo interpretativo que ha presidido las historias nacionales, ofrecen un panorama m芍s rico y diverso del proceso hist車rico. En tercer lugar, la aparici車n y consolidaci車n en la agenda de investigaci車n de estudios sobre sectores sociales populares, 谷tnicos y raciales, omitidos y opacados durante mucho tiempo. Con su protagonismo, con su discurso paralelo o alternativo al que acab車 triunfando, se pone en cuesti車n la exclusividad de seguir dibujando un mapa de causalidades y protagonistas blancos, bien coloniales bien metropolitanos. Y, en cuarto lugar, la presencia de notables estudios que se ocupan de la historia de la mujer, tanto en el 芍mbito privado como en el p迆blico, sus actividades, su relevancia, destacando tanto las investigaciones biogr芍ficas como colectivas.
Todo ello no es una casualidad. En las 迆ltimas d谷cadas ha habido una intensa renovaci車n, a la vez que fortalecimiento, de la historiograf赤a latinoamericana y latinoamericanista en general, y en particular sobre esta tem芍tica. Tambi谷n para el caso espa?ol. Y uno de los ejemplos se puede constatar en la 迆ltima d谷cada, al menos, en la propia Asociaci車n Espa?ola de Americanistas y el impulso al que ha contribuido su junta directiva.
Dejemos pues las celebraciones al libre albedr赤o, particular u oficial, pero sigamos conmemorando, es decir, analizando e interpretando las independencias americanas, sin omisiones ni exclusiones. Pero desde una Historia cient赤fica, con un m谷todo propio, que deje de juzgar el pasado y que nos traslade sus resultados a partir de la indagaci車n de las fuentes primarias y apoy芍ndose en las secundarias, de uno de los procesos hist車ricos m芍s importantes de la Historia Contempor芍nea Universal de la primera mitad del Ochocientos.
Manuel Chust es historiador de la Universidad Jaume I de Castell車n (Espa?a) y miembro corresponsal internacional de la Academia Mexicana de la Historia.
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