Las becas al no-m¨¦rito de la Ciudad de M¨¦xico
La capital entrega ayudas a ni?os que asisten a escuelas p¨²blicas sin considerar sus calificaciones. Esta pol¨ªtica es deseable y vanguardista
La Ciudad de M¨¦xico cre¨® una beca llamada ¡°Mi beca para empezar¡± que reciben ni?os que acuden a escuelas p¨²blicas de nivel preescolar, primaria y secundaria. El apoyo mensual va de 400 a 500 pesos y a ello se le agrega un pago anual para la compra de ¨²tiles y uniformes escolares.
La beca substituye un programa que se llamaba ¡°Ni?os talento¡±, que se otorgaba a estudiantes de altos promedios, y aumenta exponencialmente su presupuesto. La beca al m¨¦rito ten¨ªa un presupuesto de 107 millones de pesos para 93.000 estudiantes. La ¡°beca para empezar¡± tendr¨¢ 5.000 millones de pesos para 1,2 mill...
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La Ciudad de M¨¦xico cre¨® una beca llamada ¡°Mi beca para empezar¡± que reciben ni?os que acuden a escuelas p¨²blicas de nivel preescolar, primaria y secundaria. El apoyo mensual va de 400 a 500 pesos y a ello se le agrega un pago anual para la compra de ¨²tiles y uniformes escolares.
La beca substituye un programa que se llamaba ¡°Ni?os talento¡±, que se otorgaba a estudiantes de altos promedios, y aumenta exponencialmente su presupuesto. La beca al m¨¦rito ten¨ªa un presupuesto de 107 millones de pesos para 93.000 estudiantes. La ¡°beca para empezar¡± tendr¨¢ 5.000 millones de pesos para 1,2 millones de ni?os.
La ¡°beca para empezar¡± ha creado controversia entre quienes piensan que este tipo de apoyos promueve la mediocridad, al no incentivar a los ni?os m¨¢s talentosos, y quienes creen que las becas deben ser otorgadas con base a la necesidad, a todos los ni?os de escuelas p¨²blicas, independientemente de su talento.
En realidad el programa de becas es un hito para la pol¨ªtica social de la Ciudad de M¨¦xico porque cambia de tajo la concepci¨®n de los objetivos del Estado. Cuando las becas se otorgaban al m¨¦rito, a los altos promedios, se asum¨ªa que el objetivo del Estado es velar por promover el ¡°esfuerzo¡±. El supuesto era que, si los ni?os no ten¨ªan buenas notas, era porque no le echan ganas y el dinero crear¨ªa incentivos para que lo hicieran. As¨ª, el dinero p¨²blico serv¨ªa, o se pensaba que serv¨ªa, para incentivar a que los ni?os estudiaran y aprendieran m¨¢s.
Ahora que las becas se otorgan a todos los ni?os de escuelas p¨²blicas, sin considerar el m¨¦rito, se asume que el objetivo del Estado es velar porque todos tengan recursos m¨ªnimos para estudiar. El supuesto es que, sin dinero para alimento, transporte o ¨²tiles, el rendimiento escolar de los ni?os ser¨¢ m¨¢s bajo, independientemente de cu¨¢ntas ganas le echen.
La pregunta que detona un gran debate en la Ciudad de M¨¦xico es si es correcto otorgar becas al no-m¨¦rito. La evidencia cient¨ªfica indica que s¨ª. Hoy sabemos, y cada vez se acumula m¨¢s y m¨¢s evidencia, que el desempe?o escolar es en gran medida el resultado de aspectos que no controla el ni?o. Esto incluye su nutrici¨®n, el ambiente de su sal¨®n de clases, la educaci¨®n y el nivel socioecon¨®mico de sus padres, la calidad de la educaci¨®n que tuvieron sus tutores de j¨®venes, el n¨²mero de palabras que les dijo su mam¨¢ de beb¨¦s y hasta la contaminaci¨®n ambiental de la ciudad en la que vive.
Un ni?o que no tiene recursos para alimentarse, para tener acceso a tecnolog¨ªa o para compensar las carencias educativas de sus padres con clases de regularizaci¨®n tendr¨¢ menor probabilidad de ser un ni?o de buenas notas.
Lo que consideramos ¡°esfuerzo¡± no es solo esfuerzo. Un ni?o pobre, aunque se esfuerce no logra tener buenas notas porque no come bien, no tiene qui¨¦n le ayude con las tareas y porque la pobreza persistente y sist¨¦mica afecta el desarrollo cognitivo de los ni?os. En la Ciudad de M¨¦xico, el 54% de los ni?os menores de 15 a?os viven en pobreza. Esto es 873.000 personas que con la beca recibir¨¢n el equivalente a una semana de canasta alimentaria.
Ello no quiere decir que el esfuerzo de los ni?os por aprender no importe. Importa, pero qu¨¦ tan lejos se llega con el mismo esfuerzo, qu¨¦ tanto ese esfuerzo se materializa en buenas notas, est¨¢ determinado por m¨²ltiples variables que ponen en desventaja a los ni?os que viven en hogares pobres.
El mito de que la habilidad acad¨¦mica de una persona est¨¢ determinada solo por el esfuerzo y el talento propio ha hecho que muchas de las escuelas acad¨¦micamente m¨¢s prestigiosas del mundo tengan un fuerte sesgo de clase. Sus filtros de entrada han hecho que los estudiantes aceptados tiendan a ser aquellos que tienen mejores condiciones socioecon¨®micas.
As¨ª, universidades que supuestamente deber¨ªan estar llenos de los estudiantes que m¨¢s se esforzaron, est¨¢n llenos de estudiantes que tuvieron las condiciones para que su esfuerzo rindiera frutos. El esfuerzo de muchos otros, con peores condiciones iniciales, no se materializ¨®.
Es por todo lo anterior que, a nivel internacional, ha comenzado a cuestionarse el uso de calificaciones o de ex¨¢menes de habilidad acad¨¦mica como filtros para acceder a las mejores escuelas. Muchas escuelas de ¨¦lite ya no est¨¢n pidiendo que se hagan ex¨¢menes de habilidad. La Universidad de Harvard, por ejemplo, ya dej¨® de usar ex¨¢menes estandarizados como requisito para la admisi¨®n.
En este sentido la pol¨ªtica de becas de la Ciudad de M¨¦xico est¨¢ a la vanguardia de lo que hoy consideramos buena pol¨ªtica p¨²blica: apoyar a quien m¨¢s lo necesita. Dar dinero a estudiantes de bajos recursos, sin condici¨®n de calificaciones, ha probado ser una forma efectiva de aumentar las tasas de graduaci¨®n, y por tanto, los salarios futuros de los ni?os o j¨®venes que las reciben.
Ello no quiere decir que el programa no tenga ¨¢reas de mejora. Las tiene. La m¨¢s importante es que el dinero por s¨ª solo no es suficiente para mejorar la calidad del aprendizaje de los ni?os. Mejorar la calidad de los maestros, de los espacios escolares, del acceso a actividades extracurriculares y de deporte y del tiempo que ese acude a la escuela es cr¨ªtico para mejor el desempe?o acad¨¦mico. La pol¨ªtica educativa no puede reducirse a un cheque.
Finalmente, habr¨¢ que implementar monitoreos para que el programa no se preste a manipulaci¨®n electoral. Los recursos provienen, no de los ahorros propios de ning¨²n pol¨ªtico, sino de los impuestos que todos pagamos.
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