Adi¨®s a las redes
El debate espont¨¢neo y libre en las plataformas ha sido sustituido por estrategias bien organizadas para ¡°colocar¡± temas y la proliferaci¨®n de campa?as de acoso y derribo
Curioso y parad¨®jico destino el de las redes sociales, que han pasado de ser portavoces de las inquietudes e ideas colectivas en numerosos terrenos, que van de lo personal a lo social, pasando por las artes y el humor, a un mero campo de batalla para la escenificaci¨®n adulterada de forcejeos entre grup¨²sculos pol¨ªticos.
Las redes, es innegable, ocupan un lugar capital en la vida contempor¨¢nea: obsesionan y hacen girar a su alrededor la vida de millones de personas en el mundo. Y los medios de comunicaci¨®n (a los que, silenciosamente, han ido asesinando y sustituyendo) no cejan en su nec...
Curioso y parad¨®jico destino el de las redes sociales, que han pasado de ser portavoces de las inquietudes e ideas colectivas en numerosos terrenos, que van de lo personal a lo social, pasando por las artes y el humor, a un mero campo de batalla para la escenificaci¨®n adulterada de forcejeos entre grup¨²sculos pol¨ªticos.
Las redes, es innegable, ocupan un lugar capital en la vida contempor¨¢nea: obsesionan y hacen girar a su alrededor la vida de millones de personas en el mundo. Y los medios de comunicaci¨®n (a los que, silenciosamente, han ido asesinando y sustituyendo) no cejan en su necio empe?o de mirarlas sin parar. Como empresas, las redes se han vuelto conglomerados multimillonarios y muy poderosos, y han terminado por imponer buena parte de la agenda de actualidad en el occidente del mundo durante los a?os recientes o, cuando menos, de influir en la manera en que esa actualidad se enfoca y se entiende. Pero las mismas razones de su ¨¦xito incontestable se han convertido en los motivos por los que ya no pueden ser tomadas en serio.
Comencemos por recordar c¨®mo es que plataformas del tipo Facebook, Twitter, Instagram y dem¨¢s ganaron el peso que tienen, m¨¢s all¨¢ de los cuentos personales de amistades recuperadas, romances iniciados y familias reunidas en la distancia. Hay un par de casos muy claros de la manera en que las redes comenzaron a influir en la realidad, al animar y permitir, en el ¨²ltimo decenio, movimientos de enorme repercusi¨®n. Como la llamada ¡°primavera ¨¢rabe¡±, por ejemplo, que provoc¨® revueltas en una decena de pa¨ªses del Magreb y la pen¨ªnsula ar¨¢biga, ocasionando, incluso, la ca¨ªda de varios gobiernos. Y como las denuncias del movimiento #MeToo, que impulsaron la creciente ola de reivindicaciones feministas y la lucha internacional contra las violencias hist¨®ricas ejercidas sobre las mujeres.
A partir de esos y otros episodios (podr¨ªamos hablar de las revueltas en Chile y Puerto Rico, del #BlackLivesMatter, etc¨¦tera) se cre¨® una percepci¨®n muy s¨®lida de las redes como un espacio progresista, cr¨ªtico, que mov¨ªa a la acci¨®n directa y obligaba que el di¨¢logo entre las ¨¦lites y los ciudadanos regulares dejara de producirse nada m¨¢s de arriba hacia abajo y se volviera un tanto m¨¢s horizontal. Pero tantas virtudes no pasaron de noche para el medio pol¨ªtico y los grupos de presi¨®n asociados a gobiernos, partidos y dem¨¢s entidades obstinadas en conseguir o retener el poder. As¨ª, hemos visto como en unos pocos a?os todas las redes, pero en especial Twitter, que quiz¨¢ fue el espacio m¨¢s centrado en la cr¨ªtica y el debate, eran invadidas por hordas de bots (perfiles automatizados para servir a un prop¨®sito de difusi¨®n o ataque) y de cuentas manipuladas (cada vez m¨¢s comunes), al servicio de pol¨ªticos, funcionarios, partidos y grupos de poder.
El debate espont¨¢neo y libre en las redes fue sustituido por estrategias bien organizadas para ¡°colocar¡± o ¡°bajar¡± temas (mediante el uso de hashtags) y la proliferaci¨®n de campa?as de acoso y derribo contra los rivales. Y esta costosa adulteraci¨®n (porque operar de ese modo en las redes tiene un precio, que capitalizan los gur¨²es que operan las ¡°granjas¡± de cuentas militantes) provoc¨® una carambola a¨²n peor: que numerosos participantes de las redes decidieran ¡°alinearse¡± al discurso de uno u otro grupo y, de ese modo, convertirse en cajas de resonancia gratuitas, que hacen lo mismo que las cuentas pagadas y los bots, pero por voluntad.
En ese punto nos encontramos ahora. Millones de d¨®lares se invierten, cada d¨ªa, para conseguir que las redes reproduzcan inercialmente los discursos envenenados de la pol¨ªtica. Y las plataformas se vuelven indistinguibles de las parrillas comerciales y de la propaganda de los medios militantes. Y as¨ª es como otro espacio de libertad se cierra. Quiz¨¢ el ¨²nico remedio sea abandonar o limitar las redes y buscar nuevos y mejores lugares para el di¨¢logo y el debate.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs