Delincuencias y ocupaciones territoriales
Hoy es dif¨ªcil suponer la existencia de zonas libres de las actividades criminales. Esto plantea la cuesti¨®n acerca de lo que debe considerarse ocupaci¨®n territorial
En las muchas y variadas discusiones sobre la seguridad p¨²blica en M¨¦xico es cada vez m¨¢s frecuente considerar la ocupaci¨®n del territorio nacional por parte de las delincuencias. Desde diversos ¨¢ngulos y con distintos prop¨®sitos se comunica que ciertos porcentajes de nuestro territorio est¨¢n dominados por un c¨¢rtel o grupo delictivo. As¨ª, por ejemplo, en 2023, el diario El Universal report¨® que el 75% del espacio ¡ªequivalente al...
En las muchas y variadas discusiones sobre la seguridad p¨²blica en M¨¦xico es cada vez m¨¢s frecuente considerar la ocupaci¨®n del territorio nacional por parte de las delincuencias. Desde diversos ¨¢ngulos y con distintos prop¨®sitos se comunica que ciertos porcentajes de nuestro territorio est¨¢n dominados por un c¨¢rtel o grupo delictivo. As¨ª, por ejemplo, en 2023, el diario El Universal report¨® que el 75% del espacio ¡ªequivalente al 48% de los municipios¡ª hab¨ªan registrado actividades de al menos un c¨¢rtel, banda criminal o c¨¦lula delictiva, mientras que para el mismo a?o AC Consultores estim¨® esa presencia en el 81% del territorio y el 60% de los municipios. Estos datos contrastan con los que en 2021 report¨® US Northcom, y en 2018 la CIA, en el sentido de que la ocupaci¨®n era, respectivamente, del 30% y del 20% de nuestro espacio f¨ªsico.
La primera cuesti¨®n que estas mediciones evidencian es, como se dijo, la extensi¨®n misma de los fen¨®menos delictivos a lo largo y ancho del territorio nacional. Considerando n¨²meros absolutos o relativos, comparaciones o tendencias, lo cierto es que la presencia criminal dej¨® de ser un fen¨®meno adscribible de manera pintoresca o estigmatizante a ciertas entidades o regiones del pa¨ªs. Hoy en d¨ªa es dif¨ªcil suponer la existencia de zonas libres de las actividades criminales. Este punto plantea la verdadera cuesti¨®n acerca de lo que, efectivamente, deba considerarse como ocupaci¨®n territorial por parte de las delincuencias.
Si se recurre a las analog¨ªas militaristas tan com¨²nmente utilizadas para entender y combatir a las delincuencias, de inmediato se evocan las condiciones de completa y total ocupaci¨®n por parte de las fuerzas armadas de un pa¨ªs. A partir de ah¨ª podr¨ªa suponerse que pr¨¢cticamente la totalidad de los fen¨®menos sociales generados en ese espacio estar¨ªan regulados por las normas emitidas por los ocupantes. Si, por ejemplo, se tomaran los casos bien conocidos de las dos guerras mundiales, podr¨ªa suponerse que los habitantes de una zona del pa¨ªs caracterizada como ocupada, habr¨ªan de actuar en todo tiempo y lugar conforme a lo que los capos y sus agentes determinaran cotidianamente, a semejanza de lo que sucedi¨® con la ocupaci¨®n francesa o polaca. Esta imagen militarista no se corresponde, sin embargo, con lo que acontece en las zonas de nuestro pa¨ªs que se han considerado ocupadas.
?De qu¨¦ hablamos cuando nos referimos a la ocupaci¨®n delictiva del territorio mexicano? En primer lugar, a una diversidad de presencias e intensidades. Desde luego es posible advertir que en aquellos lugares en donde act¨²a la delincuencia existen desde cobros de piso paralelos a la acci¨®n estatal, hasta normas de conducta impuestas por el crimen e internalizadas por la correspondiente poblaci¨®n. Puede existir, en efecto, un estado de cosas en el que las personas realicen la mayor parte de sus actividades cotidianas conforme a las normas estatales, con independencia de que una porci¨®n de ellas se ajuste a las prescripciones y coactividades criminales. Asimismo, es factible considerar que en otras zonas tenidas tambi¨¦n como de ocupaci¨®n, un conjunto mayor de actividades cotidianas est¨¦n reguladas por los mandatos delictivos.
De esta manera, el uso de la expresi¨®n ¡°territorios ocupados¡± u ¡°ocupaciones territoriales¡± termina deformando la comprensi¨®n de lo que actualmente sucede en el pa¨ªs. O se asume que, como en la guerra, la presencia es total y las condiciones de dominaci¨®n son de tal manera imperantes que el restablecimiento de la normalidad implica la completa derrota o el total exterminio de las fuerzas de ocupaci¨®n, o se asume que la misma es tan granular y especifica, que las poblaciones deben resignarse a vivir con ella.
Los extremos del exterminio o de la trivializaci¨®n a que conducen las evocaciones de la ocupaci¨®n impiden comprender las muchas y diferenciadas pr¨¢cticas criminales presentes en la vida cotidiana de muchas personas. La ocupaci¨®n territorial no significa ¨Cal menos hasta ahora¡ª que todas y cada una de las actividades de la totalidad de la poblaci¨®n est¨¦n reguladas por las normas y pr¨¢cticas de los ¨®rdenes normativos delincuenciales. A¨²n en los casos en donde la presencia de la delincuencia y de sus grupos armados es muy grande, las personas mantienen comportamientos igualmente cotidianos basados en las normas estatales. Las personas compran, venden, se registran, pagan impuestos o denuncian delitos cometidos en su contra, m¨¢s all¨¢ de que los criminales les impongan, simult¨¢neamente, ciertas pr¨¢cticas mediante el uso de su propia coacci¨®n.
La ocupaci¨®n territorial es en realidad un plural lleno de matices, cambios y ajustes, dadas las muchas din¨¢micas que la atraviesan. Lejos de poderse postular un solo modo de ser o de estar, es necesario identificar matices. Lo que las expresiones ¡°territorios ocupados¡± u ¡°ocupaciones territoriales¡± debieran significarnos son puntos de partida para comprender y diferenciar las m¨²ltiples maneras en las que las delincuencias est¨¢n presentes de distintas formas, momentos y espacios. Es decir, apenas una indicaci¨®n inicial para comenzar a entender las diversas presencias criminales para, a partir de ah¨ª y en todo caso, posibilitar la recuperaci¨®n del orden jur¨ªdico nacional.
@JRCossio