?Por qu¨¦ no abandonar a Bolsonaro para que se divierta solo con sus juguetes de muerte?
Al presidente de Brasil lo derrotar¨¢n el llanto de las familias en luto que no pudieron despedirse de sus seres queridos
Al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, le gusta jugar m¨¢s con la muerte que con la vida. Tiene m¨¢s vocaci¨®n de demoledor que de constructor, de guerrero que de dialogante, de cazador de enemigos ¡ªverdaderos o imaginarios¡ª que de impulsor de paz. La mentira le cae mejor que la verdad.
A Bolsonaro no lo van a derribar sus bravatas amenazando con un golpe. La tragedia del coronavirus lo apear¨¢ de la presidencia por sus cr¨ªmenes contra la humanidad. Lo derrotar¨¢n el llanto de las familias en luto que no pudieron despedirse de sus seres queridos.
Bolsonaro se burl¨® de la epidemia de...
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Al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, le gusta jugar m¨¢s con la muerte que con la vida. Tiene m¨¢s vocaci¨®n de demoledor que de constructor, de guerrero que de dialogante, de cazador de enemigos ¡ªverdaderos o imaginarios¡ª que de impulsor de paz. La mentira le cae mejor que la verdad.
A Bolsonaro no lo van a derribar sus bravatas amenazando con un golpe. La tragedia del coronavirus lo apear¨¢ de la presidencia por sus cr¨ªmenes contra la humanidad. Lo derrotar¨¢n el llanto de las familias en luto que no pudieron despedirse de sus seres queridos.
Bolsonaro se burl¨® de la epidemia desde el primer momento. Minimiz¨® su fuerza destructiva y sigui¨® haci¨¦ndolo mientras se acumulaban los muertos en los cementerios. Cuando los n¨²meros de las v¨ªctimas lo iban desnudando de su ceguera intent¨® culpar a los gobernadores, a los alcaldes y la misma OMS.
No solo neg¨® siempre la evidencia sino que tom¨® una actitud de provocaci¨®n desobedeciendo p¨²blica y descaradamente todas las normas de prevenci¨®n de la ciencia y de la medicina. Desarm¨® el Ministerio de Salud de m¨¦dicos y lo arm¨® de militares. Cuando la epidemia se desbord¨® y empez¨® a aparecer como una de las m¨¢s letales del mundo lleg¨® al colmo del cinismo. Intent¨® esconder la realidad impidiendo que se publicaran las cifras de la cat¨¢strofe. Decidi¨® matar hasta a los muertos.
Si hay algo, sin embargo, que hoy est¨¢ uniendo a los brasile?os sin distinci¨®n es el miedo a la epidemia y la solidaridad con las familias golpeadas por el dolor de la p¨¦rdida de los suyos. Y ser¨¢ esa uni¨®n de todos lo que acabar¨¢ destron¨¢ndolo. La suya es ya una estatua cada vez m¨¢s desgastada por su frialdad psicop¨¢tica y su incapacidad de entender y menos de compartir el dolor de una naci¨®n.
No busquen razones jur¨ªdicas o pol¨ªticas para sacar a Bolsonaro de un poder del que se ha hecho indigno de ejercer. Su mayor pecado es su falta de humanidad, su burla de la tragedia y el dar la espalda al dolor que sofoca a la gente.
Es posible que Bolsonaro caiga antes de acabar su mandato aplastado por los miles de v¨ªctimas cuyo grito no deber¨ªa dejarle dormir. Pero si por inercia o por falta de coraje de quienes deber¨ªan apartarlo de la presidencia llegase a la reelecci¨®n, el silencio ensordecedor de los muertos le seguir¨¢ en cada paso de la campa?a y a los brasile?os les ser¨¢ imposible volver a marcar su nombre en las urnas. S¨ª, van a ser los muertos m¨¢s que los vivos quienes pongan una barrera a su insaciable hambre de poder totalitario.
Quienes conocen de cerca al presidente aseguran que intent¨® minimizar la guerra a la epidemia ante el temor que la tragedia pudiera crearle problemas para su reelecci¨®n porque se iba a quebrar la econom¨ªa. Lleg¨® a decir que, a fin de cuentas, quienes m¨¢s morir¨ªan ser¨ªan los ancianos y los ya enfermos, como si ello fuera irrelevante. M¨¢s a¨²n, una asesora de su ministro de Econom¨ªa lleg¨® a afirmar que la muerte de los ancianos ser¨ªan un alivio para la econom¨ªa porque as¨ª ¡°se ahorrar¨ªan muchas pensiones¡±.
Bolsonaro confes¨® una vez que su misi¨®n como militar era ¡°la de matar y no la de curar a la gente¡±. Sin contar que esa afirmaci¨®n es una ofensa para el Ej¨¦rcito, que no existe para matar sino para salvar a la naci¨®n de sus posibles enemigos y que act¨²a tambi¨¦n para salvar vidas en las tragedias y calamidades naturales.
Bolsonaro no se conforma con ser mito sino que va de dios decidiendo sobre la vida de la gente. Es dif¨ªcil encontrar personajes en la historia con tal negaci¨®n que parece vivir en un mundo de fantasmas de muertos como si los vivos le dieran miedo.
?C¨®mo construir un pa¨ªs tan rico de vida como Brasil, tan joven y con tanto futuro gobernado por fantasmas de destrucci¨®n y de muerte? ?Como apostar por la reunificaci¨®n pac¨ªfica del pa¨ªs sin tener que escuchar a todas horas los l¨²gubres presagios de la violencia, la divisi¨®n y la falta de empat¨ªa con el dolor ajeno de boca de quien deber¨ªa al rev¨¦s despertar sentimientos de vida y de renacimiento de lo mejor que anida en el coraz¨®n humano?
Bolsonaro, siempre a la caza de enemigos a quienes abatir, los encuentra en todas partes, en la prensa, en el Congreso, en el Supremo Tribunal Federal. ?Para qu¨¦ deben existir otros poderes fuera de sus dominios? ?No ha dicho que la Constituci¨®n es ¨¦l y por ello sue?a con poder cambiarla y reescribirla a su gusto? ?Para qu¨¦ el fatigoso viaje del di¨¢logo y colaboraci¨®n con las otras instituciones que solo le sirven de estorbo? No, Bolsonaro no es un fantasma, es un amasijo de instintos de destrucci¨®n y muerte. Su sue?o es armar a la gente, si fuera posible hasta a los ni?os. ?Qu¨¦ es una persona sin un fusil que empu?ar?
La muerte siempre como pantalla de fondo. Sus instintos son el thanatos de Freud. La felicidad, el compartir la vida, el di¨¢logo sereno con los que piensan diferente de ¨¦l, la compasi¨®n por los que m¨¢s sufren, que son los m¨¢s olvidados, y el compartir el dolor ajeno no caben en su psicolog¨ªa de destrucci¨®n y en sus miedos irracionales ante enemigos inexistentes. Mejor dejarlo solo divirti¨¦ndose con sus juguetes de muerte, ya que la vida parece darle miedo.